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Lunes, 7 de Septiembre de 2009

Política y pensamiento crítico

En realidad detesto publicar textos que no sean míos, a menos que haya habido alguna contribución personal al mismo, por ejemplo la traducción. Pero en este caso, me pareció que el texto que a continuación presento es una visión de lo que debe ser el pensamiento crítico aplicado a los asuntos públicos: una invitación a pensar que una sociedad mejor es posible y que ésta no va a llegar insistiendo en aplaudir la inmovilidad. También quiero aprovechar para dejar patente que me gusta la forma en que Denise Dresser escribe, pero ha habido algunas ocasiones en las que no he coincidido con su opinión. Sin embargo esta vez estoy dispuesto a suscribir la totalidad de las palabras contenidas en este artículo.

La declaración de Felipe Calderón a la que hace referencia la autora puede leerse aquí.

El artículo que transcribo apareció en la revista proceso. Las partes marcadas en negritas fueron las que más me gustaron. Lo demás lo dejo para los comentarios

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Llamado a hablar mal de México
(Enlace: http://www.proceso.com.mx/opinion_articulo.php?articulo=71931)
DENISE DRESSER
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Y en los tiempos oscuros, ¿habrá canto?
Sí. Habrá el canto sobre los tiempos oscuros.
Bertolt Brecht
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Hace unos días, el presidente Felipe Calderón criticó a los críticos y convocó a hablar bien de México: "Hablar bien de México, de las ventajas que México tiene… es la manera de construir, precisamente, el futuro del país". Y de allí, siguiendo su propio exhorto, pasó a congratularse porque la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes aquí es más baja que en Colombia, Brasil, El Salvador o Nueva Orleáns. Las ventajas de México quedarán claras cuando decidamos hablar bien del país, concluyó.

Escribo ahora para pedirte –lector o lectora– que hagas exactamente lo contrario a lo que el Presidente exige. Escribo ahora para recordarte que el estoicismo, la resignación, la complicidad, el silencio, y la impasibilidad de tantos explican por qué un país tan majestuoso como México ha sido tan mal gobernado. Es la tarea del ciudadano, como lo apuntaba Günter Grass, vivir con la boca abierta. Hablar bien de los ríos claros y transparentes, pero hablar mal de los políticos opacos y tramposos; hablar bien de los árboles erguidos y frondosos pero hablar mal de las instituciones torcidas y corrompidas; hablar bien del país pero hablar mal de quienes se lo han embolsado.

El oficio de ser un buen ciudadano parte del compromiso de llamar a las cosas por su nombre. De descubrir la verdad aunque haya tantos empeñados en esconderla. De decirle a los corruptos que lo han sido; de decirle a los abusivos que deberían dejar de serlo; de decirle a quienes han expoliado al país que no tienen derecho a seguir haciéndolo; de mirar a México con la honestidad que necesita; de mostrar que somos mejores que nuestra clase política y no tenemos el gobierno que merecemos. De vivir anclado en la indignación permanente: criticando, proponiendo, sacudiendo. De alzar la vara de medición. De convertirte en autor de un lenguaje que intenta decirle la verdad al poder. Porque hay pocas cosas peores –como lo advertía Martin Luther King– que el apabullante silencio de la gente buena. Ser ciudadano requiere entender que la obligación intelectual mayor es rendirle tributo a tu país a través de la crítica.

Ahora bien, ser un buen ciudadano en México no es una tarea fácil. Implica tolerar los vituperios de quienes te exigen que te pases el alto, cuando insistes en pararte allí. Implica resistir las burlas de quienes te rodean cuando admites que pagas impuestos, porque lo consideras una obligación moral. Lleva con frecuencia a la sensación de desesperación ante el poder omnipresente de los medios, la gerontocracia sindical, los empresarios resistentes al cambio, los empeñados en proteger sus privilegios.

Aun así me parece que hay un gran valor en el espíritu de oposición permanente y constructiva versus el acomodamiento fácil. Hay algo intelectual y moralmente poderoso en disentir del statu quo y encabezar la lucha por la representación de quienes no tienen voz en su propio país. Como apunta el escritor J.M. Coetzee, cuando algunos hombres sufren injustamente, es el destino de quienes son testigos de su sufrimiento padecer la humillación de presenciarlo. Por ello se vuelve imperativo criticar la corrupción, defender a los débiles, retar a la autoridad imperfecta u opresiva. Por ello se vuelve fundamental seguir denunciando las casas de Arturo Montiel y los pasaportes falsos de Raúl Salinas de Gortari y las mentiras de Mario Marín y los abusos de Carlos Romero Deschamps y el escandaloso Partido Verde y los niños muertos de la guardería ABC y los cinco millones de pobres más.

No se trata de desempeñar el papel de quejumbroso y plañidero o erigirse en la Casandra que nadie quiere oír. No se trata de llevar a cabo una crítica rutinaria, monocromática, predecible. Más bien un buen ciudadano busca mantener vivas las aspiraciones eternas de verdad y justicia en un sistema político que se burla de ellas. Sabe que el suyo debe ser un papel puntiagudo, punzante, cuestionador. Sabe que le corresponde hacer las preguntas difíciles, confrontar la ortodoxia, enfrentar el dogma. Sabe que debe asumirse como alguien cuya razón de ser es representar a las personas y a las causas que muchos preferirían ignorar. Sabe que todos los seres humanos tienen derecho a aspirar a ciertos estándares decentes de comportamiento de parte del gobierno. Y sabe que la violación de esos estándares debe ser detectada y denunciada: hablando, escribiendo, participando, diagnosticando un problema o fundando una ONG para lidiar con él.

Ser un buen ciudadano en México es una vocación que requiere compromiso y osadía. Es tener el valor de creer en algo profundamente y estar dispuesto a convencer a los demás sobre ello. Es retar de manera continua las medias verdades, la mediocridad, la corrección política, la mendacidad. Es resistir la cooptación. Es vivir produciendo pequeños shocks y terremotos y sacudidas. Vivir generando incomodidad. Vivir en alerta constante. Vivir sin bajar la guardia. Vivir alterando, milímetro tras milímetro, la percepción de la realidad para así cambiarla. Vivir, como lo sugería George Orwell, diciéndoles a los demás lo que no quieren oír.

Quienes hacen suyo el oficio de disentir no están en busca del avance material, del avance personal o de una relación cercana con un diputado o un delegado o un presidente municipal o un Secretario de Estado o un Presidente. Viven en ese lugar habitado por quienes entienden que ningún poder es demasiado grande para ser criticado. El oficio de ser incómodo no trae consigo privilegios ni reconocimiento, ni premios, ni honores. Uno se vuelve la persona que nadie sabe en realidad si debe ser invitada, o el colaborador de una revista a la cual le recortan la publicidad.

Pero el ciudadano crítico debe poseer una gran capacidad para resistir las imágenes convencionales, las narrativas oficiales, las justificaciones circuladas por televisoras poderosas o Presidentes porristas. La tarea que le toca –te toca– precisamente es la de desenmascarar versiones alternativas y desenterrar lo olvidado. No es una tarea fácil porque implica estar parado siempre del lado de los que no tienen quién los represente, escribe Edward Said. Y no por idealismo romántico, sino por el compromiso con formar parte del equipo de rescate de un país secuestrado por gobernadores venales y líderes sindicales corruptos y monopolistas rapaces. Aunque la voz del crítico es solitaria, adquiere resonancia en la medida en la que es capaz de articular la realidad de un movimiento o las aspiraciones de un grupo. Es una voz que nos recuerda aquello que está escrito en la tumba de Sigmund Freud en Viena: "la voz de la razón es pequeña pero muy persistente".

Vivir así tiene una extraordinaria ventaja: la libertad. El enorme placer de pensar por uno mismo. Eso que te lleva a ver las cosas no simplemente como son, sino por qué llegaron a ser de esa manera. Cuando asumes el pensamiento crítico, no percibes a la realidad como un hecho dado, inamovible, incambiable, sino como una situación contingente, resultado de decisiones humanas. La crisis del país se convierte en algo que es posible revertir, que es posible alterar mediante la acción decidida y el debate público intenso. La crítica se convierte en una forma de abastecer la esperanza en el país posible. Hablar mal de México se vuelve una forma de aspirar al país mejor.

Esta es una posición vital extraordinariamente útil pero heterodoxa en un lugar que cambia pero muy lentamente debido a la complicidad de sus habitantes y sus gobernantes. Porque hay tantos que parten de la premisa: "así es México". Tantos que parten de la inevitabilidad. Tantos que parten de la conformidad. Ya lo decía Octavio Paz: "Y si no somos todos estoicos e impasibles –como Juárez y Cuauhtémoc– al menos procuramos ser resignados, pacientes y sufridos. La resignación es una de nuestras virtudes populares. Más que el brillo de nuestras victorias nos conmueve nuestra entereza ante la adversidad". Allí está nuestro conformismo con la corrupción cuando es compartida. Nuestra propensión a compararnos hacia abajo y congratularnos –como lo hace Felipe Calderón– porque por lo menos México no es tan violento como la ciudad de Nueva Orleáns.

Ante esa propensión al conformismo te invito a hablar mal de México. A formar parte de los ciudadanos que se rehúsan a aceptar la lógica compartida del "por lo menos". A los que ejercen a cabalidad el oficio de la ciudadanía crítica. A los que alzan un espejo para que un país pueda verse a sí mismo tal y como es. A los que dicen "no". A los que resisten el uso arbitrario de la autoridad. A los que asumen el reto de la inteligencia libre. A los que piensan diferente. A los que declaran que el emperador está desnudo. A los que se involucran en causas y en temas y en movimientos más grandes que sí mismos. A los que en tiempos de grandes disyuntivas éticas no permanecen neutrales. A los que se niegan a ser espectadores de la injusticia o la estupidez. A los que critican a México porque están cansados de aquello que Carlos Pellicer llamó "el esplendor ausente". A los que cantan en la oscuridad porque es la única forma de iluminarla.

Política y pensamiento crítico

En realidad detesto publicar textos que no sean míos, a menos que haya habido alguna contribución personal al mismo, por ejemplo la traducción. Pero en este caso, me pareció que el texto que a continuación presento es una visión de lo que debe ser el pensamiento crítico aplicado a los asuntos públicos: una invitación a pensar que una sociedad mejor es posible y que ésta no va a llegar insistiendo en aplaudir la inmovilidad. También quiero aprovechar para dejar patente que me gusta la forma en que Denise Dresser escribe, pero ha habido algunas ocasiones en las que no he coincidido con su opinión. Sin embargo esta vez estoy dispuesto a suscribir la totalidad de las palabras contenidas en este artículo.

La declaración de Felipe Calderón a la que hace referencia la autora puede leerse aquí.

El artículo que transcribo apareció en la revista proceso. Las partes marcadas en negritas fueron las que más me gustaron. Lo demás lo dejo para los comentarios

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Llamado a hablar mal de México
(Enlace: http://www.proceso.com.mx/opinion_articulo.php?articulo=71931)
DENISE DRESSER
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Y en los tiempos oscuros, ¿habrá canto?
Sí. Habrá el canto sobre los tiempos oscuros.
Bertolt Brecht
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Hace unos días, el presidente Felipe Calderón criticó a los críticos y convocó a hablar bien de México: "Hablar bien de México, de las ventajas que México tiene… es la manera de construir, precisamente, el futuro del país". Y de allí, siguiendo su propio exhorto, pasó a congratularse porque la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes aquí es más baja que en Colombia, Brasil, El Salvador o Nueva Orleáns. Las ventajas de México quedarán claras cuando decidamos hablar bien del país, concluyó.

Escribo ahora para pedirte –lector o lectora– que hagas exactamente lo contrario a lo que el Presidente exige. Escribo ahora para recordarte que el estoicismo, la resignación, la complicidad, el silencio, y la impasibilidad de tantos explican por qué un país tan majestuoso como México ha sido tan mal gobernado. Es la tarea del ciudadano, como lo apuntaba Günter Grass, vivir con la boca abierta. Hablar bien de los ríos claros y transparentes, pero hablar mal de los políticos opacos y tramposos; hablar bien de los árboles erguidos y frondosos pero hablar mal de las instituciones torcidas y corrompidas; hablar bien del país pero hablar mal de quienes se lo han embolsado.

El oficio de ser un buen ciudadano parte del compromiso de llamar a las cosas por su nombre. De descubrir la verdad aunque haya tantos empeñados en esconderla. De decirle a los corruptos que lo han sido; de decirle a los abusivos que deberían dejar de serlo; de decirle a quienes han expoliado al país que no tienen derecho a seguir haciéndolo; de mirar a México con la honestidad que necesita; de mostrar que somos mejores que nuestra clase política y no tenemos el gobierno que merecemos. De vivir anclado en la indignación permanente: criticando, proponiendo, sacudiendo. De alzar la vara de medición. De convertirte en autor de un lenguaje que intenta decirle la verdad al poder. Porque hay pocas cosas peores –como lo advertía Martin Luther King– que el apabullante silencio de la gente buena. Ser ciudadano requiere entender que la obligación intelectual mayor es rendirle tributo a tu país a través de la crítica.

Ahora bien, ser un buen ciudadano en México no es una tarea fácil. Implica tolerar los vituperios de quienes te exigen que te pases el alto, cuando insistes en pararte allí. Implica resistir las burlas de quienes te rodean cuando admites que pagas impuestos, porque lo consideras una obligación moral. Lleva con frecuencia a la sensación de desesperación ante el poder omnipresente de los medios, la gerontocracia sindical, los empresarios resistentes al cambio, los empeñados en proteger sus privilegios.

Aun así me parece que hay un gran valor en el espíritu de oposición permanente y constructiva versus el acomodamiento fácil. Hay algo intelectual y moralmente poderoso en disentir del statu quo y encabezar la lucha por la representación de quienes no tienen voz en su propio país. Como apunta el escritor J.M. Coetzee, cuando algunos hombres sufren injustamente, es el destino de quienes son testigos de su sufrimiento padecer la humillación de presenciarlo. Por ello se vuelve imperativo criticar la corrupción, defender a los débiles, retar a la autoridad imperfecta u opresiva. Por ello se vuelve fundamental seguir denunciando las casas de Arturo Montiel y los pasaportes falsos de Raúl Salinas de Gortari y las mentiras de Mario Marín y los abusos de Carlos Romero Deschamps y el escandaloso Partido Verde y los niños muertos de la guardería ABC y los cinco millones de pobres más.

No se trata de desempeñar el papel de quejumbroso y plañidero o erigirse en la Casandra que nadie quiere oír. No se trata de llevar a cabo una crítica rutinaria, monocromática, predecible. Más bien un buen ciudadano busca mantener vivas las aspiraciones eternas de verdad y justicia en un sistema político que se burla de ellas. Sabe que el suyo debe ser un papel puntiagudo, punzante, cuestionador. Sabe que le corresponde hacer las preguntas difíciles, confrontar la ortodoxia, enfrentar el dogma. Sabe que debe asumirse como alguien cuya razón de ser es representar a las personas y a las causas que muchos preferirían ignorar. Sabe que todos los seres humanos tienen derecho a aspirar a ciertos estándares decentes de comportamiento de parte del gobierno. Y sabe que la violación de esos estándares debe ser detectada y denunciada: hablando, escribiendo, participando, diagnosticando un problema o fundando una ONG para lidiar con él.

Ser un buen ciudadano en México es una vocación que requiere compromiso y osadía. Es tener el valor de creer en algo profundamente y estar dispuesto a convencer a los demás sobre ello. Es retar de manera continua las medias verdades, la mediocridad, la corrección política, la mendacidad. Es resistir la cooptación. Es vivir produciendo pequeños shocks y terremotos y sacudidas. Vivir generando incomodidad. Vivir en alerta constante. Vivir sin bajar la guardia. Vivir alterando, milímetro tras milímetro, la percepción de la realidad para así cambiarla. Vivir, como lo sugería George Orwell, diciéndoles a los demás lo que no quieren oír.

Quienes hacen suyo el oficio de disentir no están en busca del avance material, del avance personal o de una relación cercana con un diputado o un delegado o un presidente municipal o un Secretario de Estado o un Presidente. Viven en ese lugar habitado por quienes entienden que ningún poder es demasiado grande para ser criticado. El oficio de ser incómodo no trae consigo privilegios ni reconocimiento, ni premios, ni honores. Uno se vuelve la persona que nadie sabe en realidad si debe ser invitada, o el colaborador de una revista a la cual le recortan la publicidad.

Pero el ciudadano crítico debe poseer una gran capacidad para resistir las imágenes convencionales, las narrativas oficiales, las justificaciones circuladas por televisoras poderosas o Presidentes porristas. La tarea que le toca –te toca– precisamente es la de desenmascarar versiones alternativas y desenterrar lo olvidado. No es una tarea fácil porque implica estar parado siempre del lado de los que no tienen quién los represente, escribe Edward Said. Y no por idealismo romántico, sino por el compromiso con formar parte del equipo de rescate de un país secuestrado por gobernadores venales y líderes sindicales corruptos y monopolistas rapaces. Aunque la voz del crítico es solitaria, adquiere resonancia en la medida en la que es capaz de articular la realidad de un movimiento o las aspiraciones de un grupo. Es una voz que nos recuerda aquello que está escrito en la tumba de Sigmund Freud en Viena: "la voz de la razón es pequeña pero muy persistente".

Vivir así tiene una extraordinaria ventaja: la libertad. El enorme placer de pensar por uno mismo. Eso que te lleva a ver las cosas no simplemente como son, sino por qué llegaron a ser de esa manera. Cuando asumes el pensamiento crítico, no percibes a la realidad como un hecho dado, inamovible, incambiable, sino como una situación contingente, resultado de decisiones humanas. La crisis del país se convierte en algo que es posible revertir, que es posible alterar mediante la acción decidida y el debate público intenso. La crítica se convierte en una forma de abastecer la esperanza en el país posible. Hablar mal de México se vuelve una forma de aspirar al país mejor.

Esta es una posición vital extraordinariamente útil pero heterodoxa en un lugar que cambia pero muy lentamente debido a la complicidad de sus habitantes y sus gobernantes. Porque hay tantos que parten de la premisa: "así es México". Tantos que parten de la inevitabilidad. Tantos que parten de la conformidad. Ya lo decía Octavio Paz: "Y si no somos todos estoicos e impasibles –como Juárez y Cuauhtémoc– al menos procuramos ser resignados, pacientes y sufridos. La resignación es una de nuestras virtudes populares. Más que el brillo de nuestras victorias nos conmueve nuestra entereza ante la adversidad". Allí está nuestro conformismo con la corrupción cuando es compartida. Nuestra propensión a compararnos hacia abajo y congratularnos –como lo hace Felipe Calderón– porque por lo menos México no es tan violento como la ciudad de Nueva Orleáns.

Ante esa propensión al conformismo te invito a hablar mal de México. A formar parte de los ciudadanos que se rehúsan a aceptar la lógica compartida del "por lo menos". A los que ejercen a cabalidad el oficio de la ciudadanía crítica. A los que alzan un espejo para que un país pueda verse a sí mismo tal y como es. A los que dicen "no". A los que resisten el uso arbitrario de la autoridad. A los que asumen el reto de la inteligencia libre. A los que piensan diferente. A los que declaran que el emperador está desnudo. A los que se involucran en causas y en temas y en movimientos más grandes que sí mismos. A los que en tiempos de grandes disyuntivas éticas no permanecen neutrales. A los que se niegan a ser espectadores de la injusticia o la estupidez. A los que critican a México porque están cansados de aquello que Carlos Pellicer llamó "el esplendor ausente". A los que cantan en la oscuridad porque es la única forma de iluminarla.

Política y pensamiento crítico

En realidad detesto publicar textos que no sean míos, a menos que haya habido alguna contribución personal al mismo, por ejemplo la traducción. Pero en este caso, me pareció que el texto que a continuación presento es una visión de lo que debe ser el pensamiento crítico aplicado a los asuntos públicos: una invitación a pensar que una sociedad mejor es posible y que ésta no va a llegar insistiendo en aplaudir la inmovilidad. También quiero aprovechar para dejar patente que me gusta la forma en que Denise Dresser escribe, pero ha habido algunas ocasiones en las que no he coincidido con su opinión. Sin embargo esta vez estoy dispuesto a suscribir la totalidad de las palabras contenidas en este artículo.

La declaración de Felipe Calderón a la que hace referencia la autora puede leerse aquí.

El artículo que transcribo apareció en la revista proceso. Las partes marcadas en negritas fueron las que más me gustaron. Lo demás lo dejo para los comentarios

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Llamado a hablar mal de México
(Enlace: http://www.proceso.com.mx/opinion_articulo.php?articulo=71931)
DENISE DRESSER
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Y en los tiempos oscuros, ¿habrá canto?
Sí. Habrá el canto sobre los tiempos oscuros.
Bertolt Brecht
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Hace unos días, el presidente Felipe Calderón criticó a los críticos y convocó a hablar bien de México: "Hablar bien de México, de las ventajas que México tiene… es la manera de construir, precisamente, el futuro del país". Y de allí, siguiendo su propio exhorto, pasó a congratularse porque la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes aquí es más baja que en Colombia, Brasil, El Salvador o Nueva Orleáns. Las ventajas de México quedarán claras cuando decidamos hablar bien del país, concluyó.

Escribo ahora para pedirte –lector o lectora– que hagas exactamente lo contrario a lo que el Presidente exige. Escribo ahora para recordarte que el estoicismo, la resignación, la complicidad, el silencio, y la impasibilidad de tantos explican por qué un país tan majestuoso como México ha sido tan mal gobernado. Es la tarea del ciudadano, como lo apuntaba Günter Grass, vivir con la boca abierta. Hablar bien de los ríos claros y transparentes, pero hablar mal de los políticos opacos y tramposos; hablar bien de los árboles erguidos y frondosos pero hablar mal de las instituciones torcidas y corrompidas; hablar bien del país pero hablar mal de quienes se lo han embolsado.

El oficio de ser un buen ciudadano parte del compromiso de llamar a las cosas por su nombre. De descubrir la verdad aunque haya tantos empeñados en esconderla. De decirle a los corruptos que lo han sido; de decirle a los abusivos que deberían dejar de serlo; de decirle a quienes han expoliado al país que no tienen derecho a seguir haciéndolo; de mirar a México con la honestidad que necesita; de mostrar que somos mejores que nuestra clase política y no tenemos el gobierno que merecemos. De vivir anclado en la indignación permanente: criticando, proponiendo, sacudiendo. De alzar la vara de medición. De convertirte en autor de un lenguaje que intenta decirle la verdad al poder. Porque hay pocas cosas peores –como lo advertía Martin Luther King– que el apabullante silencio de la gente buena. Ser ciudadano requiere entender que la obligación intelectual mayor es rendirle tributo a tu país a través de la crítica.

Ahora bien, ser un buen ciudadano en México no es una tarea fácil. Implica tolerar los vituperios de quienes te exigen que te pases el alto, cuando insistes en pararte allí. Implica resistir las burlas de quienes te rodean cuando admites que pagas impuestos, porque lo consideras una obligación moral. Lleva con frecuencia a la sensación de desesperación ante el poder omnipresente de los medios, la gerontocracia sindical, los empresarios resistentes al cambio, los empeñados en proteger sus privilegios.

Aun así me parece que hay un gran valor en el espíritu de oposición permanente y constructiva versus el acomodamiento fácil. Hay algo intelectual y moralmente poderoso en disentir del statu quo y encabezar la lucha por la representación de quienes no tienen voz en su propio país. Como apunta el escritor J.M. Coetzee, cuando algunos hombres sufren injustamente, es el destino de quienes son testigos de su sufrimiento padecer la humillación de presenciarlo. Por ello se vuelve imperativo criticar la corrupción, defender a los débiles, retar a la autoridad imperfecta u opresiva. Por ello se vuelve fundamental seguir denunciando las casas de Arturo Montiel y los pasaportes falsos de Raúl Salinas de Gortari y las mentiras de Mario Marín y los abusos de Carlos Romero Deschamps y el escandaloso Partido Verde y los niños muertos de la guardería ABC y los cinco millones de pobres más.

No se trata de desempeñar el papel de quejumbroso y plañidero o erigirse en la Casandra que nadie quiere oír. No se trata de llevar a cabo una crítica rutinaria, monocromática, predecible. Más bien un buen ciudadano busca mantener vivas las aspiraciones eternas de verdad y justicia en un sistema político que se burla de ellas. Sabe que el suyo debe ser un papel puntiagudo, punzante, cuestionador. Sabe que le corresponde hacer las preguntas difíciles, confrontar la ortodoxia, enfrentar el dogma. Sabe que debe asumirse como alguien cuya razón de ser es representar a las personas y a las causas que muchos preferirían ignorar. Sabe que todos los seres humanos tienen derecho a aspirar a ciertos estándares decentes de comportamiento de parte del gobierno. Y sabe que la violación de esos estándares debe ser detectada y denunciada: hablando, escribiendo, participando, diagnosticando un problema o fundando una ONG para lidiar con él.

Ser un buen ciudadano en México es una vocación que requiere compromiso y osadía. Es tener el valor de creer en algo profundamente y estar dispuesto a convencer a los demás sobre ello. Es retar de manera continua las medias verdades, la mediocridad, la corrección política, la mendacidad. Es resistir la cooptación. Es vivir produciendo pequeños shocks y terremotos y sacudidas. Vivir generando incomodidad. Vivir en alerta constante. Vivir sin bajar la guardia. Vivir alterando, milímetro tras milímetro, la percepción de la realidad para así cambiarla. Vivir, como lo sugería George Orwell, diciéndoles a los demás lo que no quieren oír.

Quienes hacen suyo el oficio de disentir no están en busca del avance material, del avance personal o de una relación cercana con un diputado o un delegado o un presidente municipal o un Secretario de Estado o un Presidente. Viven en ese lugar habitado por quienes entienden que ningún poder es demasiado grande para ser criticado. El oficio de ser incómodo no trae consigo privilegios ni reconocimiento, ni premios, ni honores. Uno se vuelve la persona que nadie sabe en realidad si debe ser invitada, o el colaborador de una revista a la cual le recortan la publicidad.

Pero el ciudadano crítico debe poseer una gran capacidad para resistir las imágenes convencionales, las narrativas oficiales, las justificaciones circuladas por televisoras poderosas o Presidentes porristas. La tarea que le toca –te toca– precisamente es la de desenmascarar versiones alternativas y desenterrar lo olvidado. No es una tarea fácil porque implica estar parado siempre del lado de los que no tienen quién los represente, escribe Edward Said. Y no por idealismo romántico, sino por el compromiso con formar parte del equipo de rescate de un país secuestrado por gobernadores venales y líderes sindicales corruptos y monopolistas rapaces. Aunque la voz del crítico es solitaria, adquiere resonancia en la medida en la que es capaz de articular la realidad de un movimiento o las aspiraciones de un grupo. Es una voz que nos recuerda aquello que está escrito en la tumba de Sigmund Freud en Viena: "la voz de la razón es pequeña pero muy persistente".

Vivir así tiene una extraordinaria ventaja: la libertad. El enorme placer de pensar por uno mismo. Eso que te lleva a ver las cosas no simplemente como son, sino por qué llegaron a ser de esa manera. Cuando asumes el pensamiento crítico, no percibes a la realidad como un hecho dado, inamovible, incambiable, sino como una situación contingente, resultado de decisiones humanas. La crisis del país se convierte en algo que es posible revertir, que es posible alterar mediante la acción decidida y el debate público intenso. La crítica se convierte en una forma de abastecer la esperanza en el país posible. Hablar mal de México se vuelve una forma de aspirar al país mejor.

Esta es una posición vital extraordinariamente útil pero heterodoxa en un lugar que cambia pero muy lentamente debido a la complicidad de sus habitantes y sus gobernantes. Porque hay tantos que parten de la premisa: "así es México". Tantos que parten de la inevitabilidad. Tantos que parten de la conformidad. Ya lo decía Octavio Paz: "Y si no somos todos estoicos e impasibles –como Juárez y Cuauhtémoc– al menos procuramos ser resignados, pacientes y sufridos. La resignación es una de nuestras virtudes populares. Más que el brillo de nuestras victorias nos conmueve nuestra entereza ante la adversidad". Allí está nuestro conformismo con la corrupción cuando es compartida. Nuestra propensión a compararnos hacia abajo y congratularnos –como lo hace Felipe Calderón– porque por lo menos México no es tan violento como la ciudad de Nueva Orleáns.

Ante esa propensión al conformismo te invito a hablar mal de México. A formar parte de los ciudadanos que se rehúsan a aceptar la lógica compartida del "por lo menos". A los que ejercen a cabalidad el oficio de la ciudadanía crítica. A los que alzan un espejo para que un país pueda verse a sí mismo tal y como es. A los que dicen "no". A los que resisten el uso arbitrario de la autoridad. A los que asumen el reto de la inteligencia libre. A los que piensan diferente. A los que declaran que el emperador está desnudo. A los que se involucran en causas y en temas y en movimientos más grandes que sí mismos. A los que en tiempos de grandes disyuntivas éticas no permanecen neutrales. A los que se niegan a ser espectadores de la injusticia o la estupidez. A los que critican a México porque están cansados de aquello que Carlos Pellicer llamó "el esplendor ausente". A los que cantan en la oscuridad porque es la única forma de iluminarla.
Jueves, 1 de Diciembre de 2011

Ateismo=drogadicción=muerte




Escogí un título muy al estilo del Chilangoleón, para comentar algo en referencia a la muerte de Michael Jackson, ya que Felipe Calderón, presidente de México, hizo las siguientes declaraciones:

“Qué paradoja que hoy, Día Internacional contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, se confirme, por ejemplo, que uno de los mayores ídolos de varias generaciones y el mayor vendedor de discos de música pop, se confirme que su muerte se debe precisamente a un uso indebido y excesivo de drogas, en lo que sería también la plenitud de la edad.”

Siendo que todavía no se ha determinado oficialmente que el fallecimiento del astro del pop de los 80’s se deba al uso de drogas. Después dijo que el problema del consumo de drogas ocurre entre la juventud…

“…que por sus condiciones sociales, familiares, educativas y por falta de oportunidades, tiene pocos asideros trascendentes, (y) tiene poco que creer: no cree en la familia que no tuvieron, en la economía, en la escuela y no cree en Dios porque no lo conocen”

Debo decir que cuando leí esta noticia en La Jornada, creí que se trataba de una broma, por lo que busqué otras referencias que confirmaran y, sí, la declaración aparece en El Universal, Milenio y EsMas. Después encontré otras referencias en Menéame y en la revista Proceso.

Para hablar claro, los errores en los que cae Calderón en su declaración son los siguientes:

1) Se adelanta a afirmar algo que aún no está comprobado.

2) Afirma que para que los jóvenes no caigan en las drogas, es importante que crean en la familia, en la economía, en la escuela y en Dios.

Afirmaciones ambas que cualquiera de nosotros podría expresar como una opinión personal sujeta a discusión, refutación y mentadas, sin pasar a más, pero que en su boca se convierten en expresión de una política de estado.

Dicho en otras palabras: habla por todos los mexicanos.

Con respecto al primer punto, no es la primera vez que Calderón comete un error así, ya lo había hecho al declarar que la muerte de Ernestina Ascencio fue causada por una gastritis, antes de que la autopsia lo confirmara. Tanto en el caso de la gastritis como en el de las drogas, la declaración de calderón tuvo como marco de fondo una agenda: la del respaldo a las acciones que su gobierno ha emprendido en la lucha contra las mafias del narcotráfico (cosa que no critico e incluso apoyo). Siempre puede pensarse (sin afirmarlo) que lo de la gastritis ocurrió en México, donde el presidente podría influir en los partes médicos oficiales, pero en el caso de Michael Jackson su apuesta debe basarse en la facilidad con que el público creerá que un ídolo del pop consume drogas (me sorprendería saber que no lo hubiera hecho), aun si el veredicto oficial dice lo contrario. Después de todo, existe la amplia creencia de que el gobierno de Estados Unidos oculta una nave extraterrestre en el área 51 y de que los atentados del 11 de Septiembre de 2001 fueron simulados por el propio gobierno norteamericano para empujar a la opinión pública a favor de las invasiones a Afganistán e Irak ¿Cómo dudar de que falsearán los resultados de la autopsia para proteger la memoria del (ya ni tan) popular ídolo musical?

El segundo error de Calderón me parece mucho más grave porque en una corta frase expresa prejuicios, ofensas y por lo menos una incoherencia, todo a nombre de los mexicanos, a los que representa.

Los prejuicios de Calderón quedan en claro al afirmar que para ser una persona con la fortaleza de carácter suficiente para no caer en las drogas es necesario creer en lo que él cree: su dios, la escuela, la familia y la economía. No todos los mexicanos ni todos los habitantes del mundo compartimos sus creencias y no hay razón para suponer que por eso tenemos por que ser individuos antisociales y presa de las peores adicciones. Son sus creencias personales, no hechos evidentes, lo que está declarando.

La ofensa va hacia los que no creemos en su dios. De entrada expresa que somos más susceptibles de caer en vicios y en comportamientos antisociales que los que sí creen en él porque lo “conocen”. En base a esta declaración, yo podría igualmente afirmar que el presidente Calderón ignora que existen y han existido grandes seres humanos que no comparten sus creencias y que han hecho grandes aportaciones a la cultura, las ciencias y las artes. Sólo por mencionar a algunos de mis favoritos, puedo nombrar a Carl Sagan, Douglas Adams, Isaac Asimov, Mark Twain, Pío Baroja, James Watson, Woody Allen, Michelle Bachelet, Marie Curie, Julianne Moore, y Francis Crick.

Además, Michael Jackson ni siquiera era ateo. En el 2003 se cambió al Islam, (aunque no sé que religión haya tenido antes). La noticia apareció en 2003 y fue confirmada por
él mismo en 2007.

Pasemos a lo de la incoherencia ¿Qué quiso decir con eso de que no creen en la economía? ¿Creen en la lotería, en la psicohistoria o en el neokeynnesianismo? ¿O de plano hay que ser un total solipsista para hacerse drogadicto?

No sé con quien se asesora el presidente, pero si me hubiera preguntado a mí, yo le hubiera aconsejado vestirse como Michael Jackson, agarrar un guante blanco, ponerse unos lentes oscuros y bailar el famoso pasito del moonwalker. Con eso, su ridículo hubiera sido mucho menor que con las declaraciones que hizo.

Anular el voto, voto en blanco




Tan pronto como el servicio público deja de ser la principal ocupación de los ciudadanos, y éstos quieren servir con su bolsa antes que con su persona, el Estado se encuentra ya muy cerca de su ruina. ¿Es preciso ir a la guerra? Pagan tropas y se quedan en casa. ¿Es preciso ir al consejo? Nombran diputados y se quedan en casa. A fuerza de pereza y de dinero tienen, en fin, soldados para esclavizar la patria y representantes para venderla.
Juan Jacobo Rousseau, El Contrato Social. Capítulo XV


* * *



La semana pasada se reventó una llanta de mi auto ¿La causa? Pasé por un bache que hizo brincar mi auto de tal forma que uno de los lados fue mordido entre el pavimento y el rin con suficiente fuerza para romper la banda de refuerzo. La responsabilidad del mantenimiento de mi auto es sólo mía, pero en lo que a la calle Ocampo se refiere, es del gobierno municipal, por lo que acabo de sumar una más a las razones para anular mi voto en la elección de este 5 de Julio.

Ya sé que esta razón suena ridícula, pero sumada a las miles de razones que escucho y leo todos los días, redondea cerca de un millón de motivos para anular mi voto:

- En la elección del 2006, el gobierno federal, en complicidad con el IFE, el TRIFE y demás amigos del innombrable, perpetraron un fraude electoral. En esta ocasión mejor voy a anular mi voto.

- En una guardería del IMSS en Sonora, decenas de niños murieron en un incendio. Se sospecha de contubernios y negligencia. Otra razón para anular mi voto.

- El peje no tuvo empacho en imponer a un títere como candidato del PT para que los electores voten por él, con la promesa de que al ganar va a renunciar a favor de la candidata del PRD que la dirigencia de este partido se negó a aceptar. Podría oponerme votando por alguna otra opción pero creo que mejor anulo mi voto.

- El gobierno federal, en el marco de la lucha contra el crimen organizado, encarcela a alcaldes y policías de municipios gobernados por la oposición. Puede decirse que es parte de las funciones normales de gobierno, pero desagrada que ocurra en tiempos de campaña electoral. Anulo mi voto.

- Los diputados, sin importar quienes ni de que partido, son muchos, cobran mucho y no hacen nada bueno por el país. No voy a respaldarlos votando por nadie. Voy a anular mi voto.

- Calderón se niega a devolver la secuestradora francesa a su país, lo que es una descarada estrategia electorera, por lo que anularé mi voto. Si se le hubiera ocurrido enviarla a Francia, yo manifestaría mi descontento anulando mi voto.

- La actual crisis económica es la más fuerte de que se tenga memoria. Los gobernantes prometieron que habría más empleo, pero hay menos. Los voy a castigar anulando mi voto.

- Es tan malo el giro como el colorado, e incluso el verde, que propone matar a los secuestradores (y hacer más probable que me maten para reducir el riesgo de ser atrapados) y que todos paguemos las medicinas que el IMSS y el ISSSTE no puedan proveer. Lo único que me queda es anular mi voto.

- No se permiten las candidaturas independientes. No se permite la reelección de diputados y senadores. Los partidos políticos son meras agencias de colocaciones en puestos públicos con cargo a mis bolsillos. Los organismos supuestamente ciudadanos, como el IFE, no me representan ni me hacen caso. Todos los políticos mexicanos son corruptos. Ya estoy harto. No importa lo que me digan, yo voy a anular mi voto.

- Hace mucho calor. Más me vale levantarme temprano para no sudar mucho mientras hago cola en la casilla para anular mi voto.

La campaña que se está dando para anular el voto es todo un éxito. Ha salido del Internet y ha invadido los editoriales de los periódicos y las conversaciones de sobremesa, incluso ha provocado reacciones en la clase política. Sin embargo, hasta el momento no he encontrado un solo argumento válido para seguir esa sugerencia.

Las principales razones de la campaña para anular el voto hacen referencia al hartazgo de la ciudadanía por la corrupción e ineficacia de los funcionarios públicos en todos los niveles, poderes y partidos de gobierno.

Creo que el hartazgo es real y por primera vez llega a las clases medias y toca a líderes de opinión. Tengo mis ideas acerca de esto y pienso que el movimiento por anular el voto es el primer indicio de que la sociedad mexicana empieza a despertar de un letargo que está por cumplir el siglo. Entiendo y comparto al 100% las razones del hartazgo, pero no soy capaz de comprender el mecanismo social propuesto que va del acto de anular al resultado de mejorar el sistema político contra el cual pretende manifestarse.

Varias veces he expuesto argumentos en contra de esta idea y nunca he recibido una respuesta que los rebata. Lo único que he recibido como respuesta ha sido la reiteración del hartazgo, y la repetición de todas las cosas malas que el régimen de partidos nos ha traído, así como referencias a los derechos que tenemos como votantes y la pregunta acerca de por quién voy a votar yo o que voy a hacer para mejorar las cosas en lugar de anular.

Debo decirlo. Lo he expresado en comentarios de otros blogs y sería hipócrita si no lo dijera aquí. Hasta ahora no he visto razones que no puedan reescribirse como una reacción visceral al deficiente funcionamiento del gobierno mexicano. Pareciera que lo que están buscando es que llegara un mesías capaz de resolver todos los problemas sin mancharse (difícil, pero posible) y sin necesidad de que la ciudadanía se involucrara en los asuntos públicos (remotamente posible, tal vez si restauramos alguna de monarquías que hemos sobrevivido en tiempos históricos).

Voy a exponer aquí las razones por las que considero que la anulación de los votos no es una medida adecuada. Sólo voy a analizar las razones a las que les concedo cierta verosimilitud, ya que refutar todas las frases (no me atrevo a llamarlas argumentos) que se usan para iniciar el mantra de “…, otra razón para anular mi voto el 5 de Julio” me tomaría demasiado tiempo (y a la velocidad a la que escribo, no me permitiría concluir otra entrada que quiero terminar antes del cierre del próximo Circo del Absurdo).

En algunos casos, se plantean objetivos prácticos, como hacer que se reduzca el dinero que reciben los partidos, la cantidad de diputados y senadores, los sueldos de los funcionarios públicos, y cosas así.

Veamos. Si la motivación para anular el voto es evitar que el dinero de nuestros impuestos llegue a los partidos, lo primero que hay que ver es si anular el voto es realmente efectivo ¿Cómo se decide la cantidad de dinero que se reparte entre los partidos y cuál es el método para elegir cuanto le toca a cada uno?La respuesta está en el artículo 41 de la constitución (el que no la tenga, la puede bajar de http://www.cddhcu.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/1.pdf). El monto total es el 75% del salario mínimo del DF por cada ciudadano empadronado por año (Art. 41, inciso II,a) y se distribuye entre los partidos con una fórmula que incluye una parte igual (30%, que se reparte igual a todos los partidos) y el resto proporcional a los votos obtenidos para la elección a diputados en la elección anterior.Es decir, que desde el punto de vista legal, a los partidos no se les reduce ni un centavo lo que reciben por efecto de la anulación del voto. Lo que sí ocurre, es que la conformación de la cámara de diputados será establecida según los votos que logren obtener los partidos. Si la porción informada de la sociedad opta por anular su voto, estará dejando la elección en manos de los votantes duros, en el mejor de los casos, o de otros grupos con interés y fuerza para manipular la elección, como pueden ser los narcotraficantes. En ambos casos, los partidos grandes seguirán recibiendo el 30% del 75% del salario mínimo por cada empadronado durante un año, casi sin sudar, y el 70% del mismo monto, por los votos que logren captar por acarreos e incondicionales ¿De verdad quieren eso?
En todo caso, la campaña debería ser para borrar nuestro registro del padrón, cosa que no podemos hacer de forma tan fácil como anular nuestro voto, aunque sí podemos exigir haciendo mucho ruido, como el que ha hecho en Argentina la campaña por la apostasía.

Es que, al final, lo que importa son las consecuencias de nuestras decisiones. Actuar movidos por el amor propio puede ser muy agradable pero las consecuencias de esos actos podrían no serlo tanto. Antes de decidir votar en blanco hay que considerar que tan probables son los siguientes escenarios:

1.- El voto duro va a dominar esta elección, por medio de acarreados, amenazados, votos corporativos, y todos los vicios de la época del carro completo priista. Los votos nulos van a facilitar esto.

2.- Como una variante de lo anterior, los capos de la droga pueden comprar posiciones estratégicas en la administración pública y en el congreso sin necesidad de recurrir a gigantescos sobornos. Hace unas semanas volvimos a ver en Monterrey como las mafias del crimen organizado están movilizando grupos para crear problemas. No creo que eso sea gratuito. En febrero se dijo que cada manifestante recibía 500 pesos por día, pero para ir a votar por el candidato que se les señale, los mismos cobrarán menos, dado que no tienen que arriesgarse a ser detenidos o golpeados, ni a pasar todas esas horas en la calle bajo el sol.

Se argumenta que el objetivo es hacer que los políticos se den cuenta del repudio que de la sociedad. Estoy de acuerdo con esto, pero ¿Anulando el voto? Eso significa que vamos a premiar a los grupos que tienen más posibilidades de ganar la elección facilitándoles las cosas y sentarnos a esperar que lo consideren un castigo.

O no sentarnos, podemos llevar la protesta más allá del día de la elección, distribuir listas de contactos de los congresistas elegidos, enviarles las propuestas de ley que queremos que impulsen y nuestras sugerencias de preferencias, organizar manifestaciones frente a sus oficinas cuando sea notorio que actúan por consigna de su partido y formar verdaderos frentes ciudadanos que nos lleven a una auténtica representación. Sería deseable que los movimientos para anular el voto tuvieran esa intención de seguimiento pero lo veo poco probable. El movimiento aglutina agendas muy diferentes: hay antipejistas furibundos que van a anular su voto para manifestar su hartazgo contra los descarados pejistas, bejaranistas y padiernistas, (que de todas formas ya no cuentan con la estructura del mermado PRD y sólo se apoyan en los membretes del PT y convergencia, por lo que sin importar lo que pase de aquí al 5 de Julio, ya no representan ningún peligro para México), y hay enojados anticalderonistas que van a anular su voto como protesta contra el fraude del 2006 para demostrar que a ellos no les cuadra que haiga sido como haiga sido), padres de familia molestos por la impunidad con que el sindicato de Elba Ester manipula el sistema educativo y todo el espectro intermedio. Los religiosos para quejarse de la falta de libertad religiosa, y los librepensadores para quejarse de la alianza PAN-Icar, los liberalistas económicos están enojados porque la política económica interviene en los mercados, mientras los izquierdistas se quejan de que la política económica es favorable a las elites empresariales. Sólo vean la propuesta de http://www.movimientoalsocialismo.com.mx/archivos/elecciones/plataforma.html ¿Qué futuro tiene un movimiento que aglutina grupos que no tienen en común más que el “estoy harto” en contra de todo?

También me han preguntado qué es lo que propongo. Para empezar creo que la anulación del voto es una solución falsa si se la toma como la única acción a efectuar. Además, sólo porque yo no sea capaz de proponer una alternativa no significa que tenga que agarrar la primera que me ofrecen. Pero sí soy capaz. La verdadera solución tendría que pasar por darle seguimiento cercano a los funcionarios. Aunque parezca un chiste, los diputados son los más fáciles de fiscalizar por los ciudadanos porque viven entre nosotros (todavía). No considero un pecado organizar marchas en la vía pública siempre y cuando éstas tengan objetivos claros y específicos.

Pero, nada más para que vean que no soy un antianulacionista aferrado, voy a proponer un reto: una sola iniciativa ciudadana que esté dispuesta a mancharse las manos, a publicar listas de diputados y senadores, con teléfonos y correos electrónicos, a recabar propuestas ciudadanas de modificación a las leyes, que se plante frente a las oficinas de los funcionarios hasta ser recibidos y a dar seguimiento, a solidarizarse contra los abusos de las autoridades, solo quiero ver una iniciativa que vaya más allá de anular los votos e irnos a sentar a esperar a que el sistema político se corrija con este hecho, y yo anulo mi voto y me uno a ella.

Pero no veo ninguna así. Sólo como ejemplo, en el sitio http://www.votaenblanco.org.mx/ no hay más propuesta que anular el voto, anunciarlo por Internet y ponerse una playera; el sitio http://www.anulatuvoto.org.mx/ indica “Hagamos nuestra parte y participemos anulando nuestros votos”, el facebook del tema (http://es-la.facebook.com/pages/ANULA-TU-VOTO/91567702237) no sale de lo mismo, mientras que Denise Dresser (http://www.proceso.com.mx/opinion_articulo.php?articulo=69502) explica magistralmente lo que no hay que hacer pero no lo que hay que hacer, como si la inacción fuera a producir los resultados adecuados.

Me parece que si nos dejamos llevar por el coraje sin aplicarnos con inteligencia, vamos a descubrir un día que hubo quienes aprovecharon nuestra molestia para erigirse en la nueva elite dominante. Después de todo, ya ocurrió más de una vez. Y la última elite se mantuvo en el poder por 70 años sin dar la más mínima muestra de necesitar legitimarse con nuestra aprobación explícita.


Viernes, 22 de Agosto de 2008

Cadena: El centavito de Cárdenas

Antonio

Recibí un correo de esos tipo cadena, en el que se afirma que Cuauhtemoc Cárdenas, como heredero de Lázaro Cárdenas, recibe un centavo de dólar por cada barril de petróleo exportado por México, en base a un decreto supuestamente emitido por el gobierno de Lázaro Cárdenas después de la expropiación de la industria petrolera. El correo venía con una presentación de power point con fotos históricas y con caricaturizaciones. Haciendo una búsqueda encontré varios sitios que hacen referencia a la cadena, uno de los cuales reproduce el texto completo. A mí me parece que sobra decir que basta una breve reflexión para darse cuenta de que las principales afirmaciones del texto de esa cadena son falsas.

La cadena es bastante divertida por ingenua, y la única razón por la que la voy a comentar aquí es porque percibí que los que fueron reenviando esa cadena hasta llegar a mis manos (virtualmente hablando) incluían con su reenvío comentarios de indignación al enterarse de los hechos indicados en la cadena.

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Para quienes no conozcan la historia de México, Lázaro Cárdenas del Río fue presidente del país de 1934 a 1940 y su acto más recordado como presidente fue el de la estatización de la industria petrolera mexicana. La empresa paraestatal producto de esa estatización (PEMEX) se encuentra hoy en una situación financiera y administrativa muy mala, por lo que en estos meses se han discutido en el congreso mexicano una serie de modificaciones a las leyes propuestas por el actual presidente e impugnadas por el principal partido de oposición, entre cuyos líderes se encuentra el Ingeniero Cuauhtemoc Cárdenas Solórzano, hijo del presidente que estatizó la industria petrolera. Tanto por parte del gobierno como por parte de la oposición ha habido posturas extremas y ataques cruzados tendientes a desprestigiar al oponente. La situación es bastante más compleja que lo expresado en este párrafo, pero creo que la explicación es suficiente para entender lo que sigue.

Voy a citar textualmente (errores de redacción y ortografía incluidos) e intercalar mis comentarios en negritas:

EL CENTAVITO DE CARDENAS, LA OTRA HISTORIA

LA SALIDAD DE DIAZ

En la primera década del siglo XX un ambicioso y rico hacendado de Coahuila se le ocurre querer ser presidente y se asocia con unos pipopes (poblanos) para remover al presidente Porfirio Díaz.

Este hacendado fue Francisco I. Madero y los periodistas Flores Magon, los pipopes eran los hermanos Serdan.

Díaz se va a Paris y ahí los deja para que se hagan bolas… ¡Y vaya que se hicieron!

Aquí, el autor no hace mas que mezclar un poco de historia con sus prejuicios personales. Es de notarse el término “pipopes” (que se usa para referirse despectivamente a los habitantes de Puebla) y lo respetuoso que se percibe.

FRACASO DE MADERO

A Madero lo mata su propia gente y Victoriano Huerta le arrebata el poder, es ahí cuando comienza la revolución con sus ideales, pues Madero ni de loco pensaba en repartir sus tierras… O sea que entre mulas, solo las patadas se oyen.

A Madero lo asesinó Huerta. Una vez muerto no había ningún poder que arrebatarle.

EL PERIODO REVOLUCIONARIO

En este periodo el pueblo (que era representado por los revolucionarios) peleaba contra el gobierno que era representado por los soldados o “los pelones ” Es decir los generales del gobierno contra los revolucionarios (Villa, Zapata, Fierro, Natera, la Adelita, la Valentina y hasta la cucaracha, etc.)

FIN DE LA REVOLUCION

En la década de los 20’s termina la revolucion, y el gobierno se encarga de emboscar, asesinar y eliminar a Villa y a Zapata.

No hay congruencia. Habla de “El gobierno” como si se tratara de uno sólo, cuando la realidad es que en el periodo revolucionario hubo varios bandos que tomaron el poder consecutivamente: Carranza, Obregon, Calles, Cárdenas. Pero el autor parece sólo reflejar que había un bando de los malos (el gobierno) y el de los buenos (los revolucionarios), atacados por el malvado “gobierno”.

Esto no es una descripción real del complejo caos que fue México en esos años. Es sólo una ingenua simplificación. Ese es el problema de los que conocen la historia sólo a través de los libros de texto oficiales, que no tienen criterio para analizar nada, y se limitan a sustituir una simplificación oficialista por una simplificación antioficialista.

¿EL TRIUNFO DE LA REVOLUCION?

Se construye el monumento a la revolucion en una obra inconclusa del Gral. Diaz, en ese monumento estan presidentes y generales de la revolucion: Alvaro Obregon (que lucho contra Villa), presidentes (que mandaron a matar a Villa y Zapata), el generalisimo Lazaro Cardenas, etc. etc… Puros pelones!! ¿¿¿Y los revolucionarios??? … Muy bien … gracias

Ese monumento es para los revolucionarios pero de parte del gobierno. Hay que sacar de ahí a los que ahora están y meter a los revolucionarios del pueblo (Villa, Zapata, Natera, Angeles, la Adelita, la Valentina, la cucaracha etc.

LA EXPROPIACIÓN PETROLERA

En la década de los 30’s queda como presidente el general de la revolucion (que mataba revolucionarios) Lázaro Cárdenas, quien se da cuenta de las espectativas del petroleo y promulga su expropiacion.

EL OPORTUNISMO

Dado que le había hecho un graaaan favor a México, y aunque ese era su trabajo y por lo que se le pagaba, el presidente Cárdenas lanzó un decreto mediante el cual como agradecimiento a si mismo se otorgó un centavito de dólar por cada barril de petróleo que se exportara, ah… y de forma vitalicia para toda su descendencia. ¿No lo sabias, verdad?

Este es el punto en el que el autor del correo incurre en falta. Hace una enorme afirmación sin ninguna evidencia y se ríe de la ignorancia de sus lectores.

¿Dónde está el decreto? ¿De qué partida del presupuesto sale el dinero que se paga a la familia Cárdenas?

Sin embargo, ninguna de estas preguntas requiere una respuesta. El autor no tiene rostro ni domicilio, por lo que no necesita demostrar nada. La simple acusación basta.

¿QUÉ TANTO ES UN CENTAVITO?

Pues en la actualidad se están exportando mas de 2 millones de barriles de petróleo diarios. Los Cárdenas se embolsan 2 millones de centavitos de dólar diario, al tipo de cambio de $11.00 por dólar nos da $220,000.00 diarios $6,600,000 mensuales $79,200,000.00 anuales.

En este punto, el autor no se da cuenta de que el tamaño de su afirmación se torna gigantesco y por lo tanto requiere de pruebas mayores que una presentación de power point.

PEMEX DE LOS MEXICANOS

Pues a mi no me han dado lo mío, no sé si al que este leyendo esto ya le dieron su parte de PEMEX, pero una cosa si es segura, a los Cárdenas sí les toca cada mes su parte, por eso son los primeros en saltar (PRD) cuando oyen la palabra privatizar…

Pues no sé si en autor del texto quería alburearse a sí mismo, pero a mí, como lector, en eso de darme les sugiero que ni siquiera lo intenten.

Ya en serio. Lo más chistoso de todo es que dice “…pero una cosa sí es segura, a los Cárdenas sí les toca cada més su parte…”. Lo chistoso es que primero lanza una aparentemente inocente afirmación (sólo un centavito), luego dimensiona el tamaño de su afirmación hasta el punto de escandalizar al lector (79 millones de pesos al año), y después afirma que lo que afirma es “una cosa segura”.

¿PARA QUE SIRVE UN CENTAVITO?

4 candidaturas presidenciales de Cuauhtemoc (tienen idea de lo que cuesta una sola???)

1 candidatura para gobernador de Lazarito

Un partido político (adivinen cual??)

Invasiones, plantones y marchas

Y la compra de varias conciencias entre otras cosas, no cuestan dos pesos

¿4 Candidaturas presidenciales de Cuauhtemoc? Según mis cuentas fueron: 1988, 1994, 2000 y…¿Dónde está la otra?

De cualquier forma es de agradecerse que Miguel de la Madrid no se haya dejado sobornar por el multimillonario Cárdenas y haya escogido como su sucesor al pobretón de Carlos Salinas. Me cae que De la Madrid sí era un mexicano honesto. Con razón tiene cara de sufrimiento.

Eso de adivinar el partido político resulta difícil: el PRI se me hace muy caro, el PAN muy pobre y el PRD fue fundado por Cuauhtemoc.

Lo que yo no sabía es que las conciencias estaban en venta. Pero el que escribe el texto debe estarla subastando, aunque yo no daría ni un centavito por la conciencia de alguien que lanza una afirmación sin pruebas y se esconde en el anonimato.

LA SITUACIÓN DEL PETROLEO

No es posible que los ricos y petroleros mexicanos (residentes en la frontera sur) vayan a comprar la gasolina mas barata y de mejor calidad a la zona libre de Belice que es un pueblo bicicletero que no tiene ni minas ni petróleo y casi todo es de importación. Las maquiladoras transnacionales sacaron de México sus plantas por lo caro de la electricidad y la gasolina. Ahora todo es chino. Hasta la única virgen que nos quedaba.

Lo que sí es posible es que los residentes de la frontera sur de Estados Unidos (que son más) compran la gasolina del lado mexicano porque en estos momentos se vende a menor precio en México por estar subsidiada con los excedentes que provienen de la exportación del petroleo crudo de PEMEX, y este típo sigue esperando que “le den” lo que le toca.

Aquí debo aclarar que yo, en lo particular no soy partidario de subsidios indiscriminados como ese que, supongo que en algún momento tendrá que eliminarse causando estragos a la economía, pero también estoy consciente de que el gobierno federal teme eliminarlo de golpe por el descontento popular que puede desatarse. Sin embargo, en el párrafo anterior quise recalcar la forma en la que el autor del correo sólo cuenta las malas y no las buenas.

Eso de que la virgen que nos quedaba ahora es china yo no lo entiendo. Supongo que se refiere a la China poblana pero como es muy respetuoso no quiso decir “virgen pipope”. Tan respetuoso como para referirse a una nación independiente como un “pueblo bicicletero”.

LA PRIVATIZACION

Las industrias privadas son mas eficientes que las gubernamentales, solo hay que ver al IMSS y a la compañía de luz que no están privatizadas para comprobarlo. Pemex privatizado no le iba a dar a Cardenas su centavito (ni que estubiera loco para andar manteniendo inútiles de a grapa) Ya ni las compañias extranjeras como ESSO, MOBILl o cualquier petrolera extranjera privatizada anda escasa de dinero como pemex

¿Y por qué no mejor, en lugar de ilustrar el punto mencionando a la Comisión Federal de Electricidad, que da un servicio bastante aceptable, y a TELMEX, cuyo servicio es caro y deficiente?

¿Y por qué PEMEX privatizado no va a centavear a los Cárdenas? ¿Qué no dice que es un decreto? ¿Por qué van los compradores de PEMEX a violar un decreto que el gobierno federal panista ha respetado religiosamente? ¿A poco no dejó TELMEX intactos los privilegios de su sindicato cuando se privatizó?

ASUSTAME PANTEÓN

Los politicos del FAP (Frente Amplio Progresista) engañan a los tontos de que si el gobierno privatiza Pemex se expone la soberania nacional A ver pregúntenle a los gringos, a los cubanos, a los norcoreanos, a los chinos… etc. Si es cierto eso, ellos tienen sus petroleras como empresas estatales trabajnado como privadas y contratan servicios de empresas privadas. Ahora que si no quieren dejar el hueso, pues que se quite el monopolio y se permita la libre competencia.

Los políticos del FAP engañan a los tontos, pero el autor del correo engaña a los listos. Habrá que averiguar quien engaña a los gringos, norcoreanos, cubanos, chinos y demás países socialistas, porque la realidad es que PEMEX es administrado por el gobierno federal, en manos del PAN desde 2000, y el sindicato petrolero está incorporado al PRI, que en este momento está aliado al PAN, por lo que sin el cuento del centavito no hay ninguna razón por la que pueda decirse que el FAP se beneficia directamente del deplorable estado actual de PEMEX. El PRD y sus partiditos asociados pueden tener todos los defectos que se les atribuyen y todavía más, pero echarles la culpa de la actual situación de PEMEX es absurdo.

EL CENTAVITO Y LA ECONOMIA

Por los costos de electricidad y del petróleo no somos competitivos contra los mercados del oriente y estos hasta nos invaden con sus mercancías, lo cual perjudica reduciendo las fuentes de empleo a la gente pobre que según es a la que defienden. Y esto ocasiona que muchos se vayan a buscar trabajo en otro país, principalmente a los Estados Unidos y Canadá

No me queda claro. Si la culpa de que las mercancías chinas sean más competitivas que las mexicanas es la industria paraestatal ¿Por qué esos productos también invaden el mercado estadounidense? ¿Es que las petroleras privadas también son culpables de la baja competitividad allá?

SOPA DEL MISMO CALDO

Que raro que ni senadores, ni diputados, ni gobernadores, ni periodistas, ni secretarios de estado, ni expresidentes, ni partidos políticos, ni comentaristas políticos, ni mucho menos el pejeloco digan nada de este centavito, no lo sabrán? A que se deberá tanta complicidad? Bueno, el peje pues él es empleado, y para eso le pagan, pero los otros?

Sí, es raro que nadie hable del despojo a la nación que, en base a un decreto que no está escrito en ningún lado, los Cárdenas llevan a cabo desde hace como 80 años. Seguramente se trata de una conspiración que involucra a millones de personas cuyo silencio se compra con el centavito.

Pero ¿No es más fácil pensar que si nadie dice nada del dichoso centavito es porque no hay ningún decreto cardenista ni centavito ni compra de conciencias ni nada de nada?

No lo creo, ya que en ese caso, el texto del correo no tendría razón de ser. Y eso no es posible.

Por cierto, tanto los senadores como los diputados, los gobernadores, los periodistas, los secretarios de estado, los expresidentes, las cúpulas de los partidos políticos y los comentaristas son empleados, algunos públicos (incluso los expresidentes con su pensión vitalicia) y otros privados como los periodistas y los comentaristas. El único que no es empleado es el Peje… Pero se me olvidaba, el Peje es empleado de los Cárdenas, que le pagan un centavito de sueldo y dos pesos para comprar su conciencia, y con quienes finge estar enojado por no haber respaldado su campaña a la presidencia.

¿EL INGENIERO CARDENAS?

¿¿¿Ingeniero???.. Sabe usted de alguna vez que haya ejercido como tal??; Invito a los que si saben de ingeniería a que le cuestionen sobre cosas técnicas por ejem. de una derivada, una integral, una formula, a ver si así quemándolo le comienza a dar vergüenza (que cara pondrá?) Sus compañeros de carrera comentaron que era medio guey en la escuela y que era ing. Diessel… “dice el”

Si Cárdenas es o no ingeniero, el hecho no tiene nada que ver con lo que el texto pretende argumentar. El punto parece un simple ataque ad hominem. Sin embargo ponerlo aquí tiene un sentido que el autor del texto no alcanzó a observar. Después de las elecciones de 2006, Cuauhtemoc Cárdenas no respaldó las protestas del peje relativas a un supuesto fraude electoral e incluso aceptó la invitación del presidente Fox para organizar los festejos del bicentenario del inicio de la guerra de independencia, con lo cual se ganó una buena cantidad de elogios en los medios de comunicación afines al gobierno federal, que no lo bajaban de izquierdista ejemplar y modelo de lo que debía ser un opositor responsable. Sin embargo, cuando empezó el debate acerca de la reforma petrolera, Cárdenas argumentó fuertemente en contra de la propuesta del presidente, con lo que los medios de comunicación dejaron de elogiarlo.

¿De verdad cree este cuate que saber álgebra y cálculo infinitesimal lo hace a uno ingeniero? Yo esperaría que un ingeniero por lo menos pudiera distinguir entre el 3 y el 4, para saber cuantas veces Cuauhtemoc Cárdenas ha sido candidato a la presidencia.

NO ME AYUDES COMPARE

Te sugiero que como ni los diputados, ni senadores, ni comentaristas que “elegimos” para que nos representaran hacen nada por ayudarnos, ayúdame a hacerles llegar este artículo a ver si así entienden que no todos estamos tarugos, que sí nos damos cuenta y que sí vemos que ellos se hacen weyes.

Bueno, yo, por estar vigilando las urnas, voté por diputados y senadores pero olvidé votar por los comentaristas. Lo que no entiendo es cómo voy a convencerlos de que no estoy tarugo mostrándoles que alguien me hizo tarugo con una mentira en la que ni mi sobrinito de kinder caería.

LA SOLUCION

Manden al carajo a los Cárdenas y al Pejeloco con su centavito y verán como muchas cosas se compondrían, a ver a quien se preocuparía por la privatización de PEMEX, a ver quien gastaría para que el pueblo protestara con anuncios idénticos y parejitos en todo el país, quien patrocinaría mítines en el zócalo con acarreados faltos de vergüenza y de sesos, que asisten a manifestaciones causando lastima por necesidad (por no decir $%&#?)

¿Para qué me necesitan Cárdenas y el Peje si ellos cobran 80 millones de pesos al año sin hacer nada? ¿Hasta dónde se van a oir sus carcajadas el día que yo los mande al carajo?

¿TODAVÍA CREES QUE EL PETROLEO ES DE LOS MEXICANOS?

Creo que esta pregunta puede responderse en base al texto: la afirmación principal del correo dice que hay un decreto que nadie ha visto pero que se cumple religiosamente, según el cual PEMEX, administrado por el gobierno federal panista (y sin que éste se de cuenta) le paga 80 millones de pesos al año a Cuauhtemoc Cárdenas, quien usa ese dinero para pagarle al Peje con quien está públicamente peleado desde hace varios años pero quien defiende rabiosamente sus intereses, y que dado que esto es cierto, es mentira que el petroleo es de los mexicanos…

Occam.jpeg

Pues entonces la respuesta es sí, en vista de la argumentación y de la evidencia que se desprenden del mismo texto, el petróleo es de los mexicanos.

Que lo estemos administrando adecuadamente, es otro tema.

Recomiendo leer el post del blog “Un misterio a la vez”, con otro enfoque sobre lo mismo: http://mathcons.blogspot.com/2008/08/el-centavito-de-los-crdulos.html