El nacionalismo ¡vaya timo!
Este es el último libro que he leÃdo de la colección ¡vaya timo! de la editorial Laetoli. El libro es de momento una excepción dentro de la colección. Digo esto porque hasta el momento la colección se ha centrado exclusivamente en las pseudociencias de pura cepa, como pueden ser el creacionismo, el psicoanálisis, la homeopatÃa etc. pero en esta ocasión, de la mano de Roberto Augusto, nos sumergimos en un análisis crÃtico de una ideologÃa, en concreto del nacionalismo.
Roberto examina los textos más importantes que defienden el nacionalismo, bajo su bisturÃ, se diseccionan los argumentos en pro de esta ideologÃa, para acabar mostrando, que en realidad estamos frente a una religión donde se sustituye a Dios por la Nación.
Tras la crÃtica al nacionalismo Roberto pasa a analizar alguna de las situaciones que se dan en España, principalmente se centra en dos; en la polÃtica lingüÃstica en Cataluña y el nacionalismo español. Estas dos secciones resultan ciertamente interesantes.
En la sección sobre la situación lingüÃstica en Cataluña, Roberto consigue navegar entre los extremismos mostrando que dichas posturas no tienen ningún fundamento. No obstante, hay una pequeña parte de la argumentación con la que no estoy de acuerdo. Roberto parte de la idea de que la diversidad lingüÃstica es buena en sà misma, para justificar dicha idea Roberto argumenta como sigue:
Si se acabara con la pluralidad lingüÃstica, por ejemplo, y una lengua, la que sea, se convirtiera en la única dominante, nuestra cultura se empobrecerÃa enormemente. Si aceptamos que el lenguaje es la forma en la que se transmite el pensamiento, y que esa materia está influenciada, en mayor o menor medida, por su vehÃculo de expresión, debemos concluir que la existencia de una sola lengua producirÃa un empobrecimiento del pensamiento.
Estoy de acuerdo en que si disminuye el número de lenguas obviamente disminuye la diversidad cultural. Pero con la segunda parte del argumento no estoy de acuerdo. Sigamos con el mismo ejemplo de que sólo una lengua es la dominante y todas las demás están extinguidas. ¿ConllevarÃa eso un empobrecimiento del pensamiento? No veo porque tendrÃa que ser asÃ. ¿Acaso no estamos inventando nuevas palabras para designar conceptos o ideas que antes no existÃan? En la ciencia es fácil encontrar ejemplos de esto, fijémonos en términos como quark, o materia y energÃa oscura. No veo porque el hecho de que sólo exista una lengua va hacer que no seamos capaces de desarrollar nuevas palabras cuando éstas sean necesarias. Pero lo realmente sorprendente es que el propio Roberto argumenta igual en páginas anteriores cuando realiza su demoledora crÃtica de las tesis de Fichte:
Tampoco hay lenguas más dotadas que otras para la filosofÃa o la ciencia. Puede que haya una mayor tradición de una disciplina cientÃfica determinada en una lengua, y que otro idioma carezca de un vocabulario técnico en esa materia. Esto podrÃa fácilmente inducirnos a pensar que una lengua es superior a otra, lo que es falso, ya que esa carencia puede ser solucionada creando los conceptos necesarios para el desarrollo de esa disciplina cientÃfica mediante la composición y la derivación de términos ya existentes en esa lengua o asimilando palabras de otros idiomas, entre otros procedimientos lingüÃsticos posibles. Se puede hacer ciencia filosofÃa o literatura de primer nivel en cualquier lengua desarrollada.
Dado que el propio autor reconoce que “…esa carencia puede ser solucionada creando los conceptos necesarios…†no parece que la disminución de la diversidad lingüÃstica tenga que conllevar un empobrecimiento del pensamiento. Puede que la diversidad lingüÃstica sea un bien en sà misma, pero no parece que eso se pueda derivar del argumento antes señalado.
Roberto también aduce que si la población vota mayoritariamente a las opciones polÃticas que promueven unas determinadas polÃticas lingüÃsticas, entonces es completamente legÃtimo que se lleven acabo dichas polÃticas, siempre y cuando no se violen derechos fundamentales, etc, etc. Hasta aquà completamente de acuerdo. La cuestión es si podemos deducir que los ciudadanos están de acuerdo con determinadas polÃticas por el mero hecho de que han elegido a los representantes que las van a llevar acabo. Si los ciudadanos no estuvieran de acuerdo con estas polÃticas lingüÃsticas se supone que siempre podrÃan votar por otras opciones polÃticas que defiendan otras posturas. Ahora bien, ¿es esto realizable? Cuando se vota es posible que el votante tenga en cuenta numerosos aspectos. Es posible que no pueda votar por las opciones que representan las polÃticas lingüÃsticas que el votante cree correctas, porque los partidos polÃticos que defienden dichas polÃticas también defienden otras ideas que le resultan imposibles de aceptar. Lo que quiero decir es que del conjunto de representantes que salen de las urnas, no podemos concluir que los votantes estén de acuerdo con todas sus polÃticas, es posible que algunos estén de acuerdos con esas polÃticas, otros lo hayan considerado un mal menor a la hora de elegir a quien votar, otros quizá simplemente lo considerar un asunto de menor importancia, otros… creo que se entiende lo que quiero decir.
No os llevéis a engaño por estas breves crÃticas, el libro merece y mucho la pena, es de una lectura ágil y fácil, el tema es interesantÃsimo, y Roberto Augusto realiza un análisis crÃtico digno de ser leÃdo y que probablemente haga pensar y mucho la lector. En España el nacionalismo es un tema candente pero normalmente lo que nos llega de unos y otros son soflamas tremendistas más que argumentos, todos ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, el libro de Roberto es una maravillosa excepción, a base de contundentes argumentos nos hace ver que el nacionalismo(español, o catalán, o francés etc. ) no es parte de la solución sino del problema.