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Martes, 3 de Julio de 2012

Dúplica a Roberto Augusto

Internet es algo maravilloso. Vale, tiene sus defectos, pero a cambio nos aporta mucho, muchísimo, diría yo. Aquí un sencillo ejemplo. El otro día escribí una breve reseña del libro “El nacionalismo ¡vaya timo!”, escrito por Roberto Augusto. En dicha reseña realicé un par de pequeñas críticas a lo expresado por Roberto en su libro. Pues bien, Roberto Augusto ha leído la reseña, y no sólo eso, sino que se ha tomado la molestia en contestar a través de su blog las críticas que vertí sobre su libro. No me diréis que Internet no nos abre oportunidades geniales.

A continuación voy a contestar a un par de puntos de la respuesta de Roberto. Quiero que quede claro que a lo que no hago referencia es porque estoy principalmente de acuerdo. Por ejemplo, al igual que Roberto, yo tampoco soy un relativista cultural, y sus breves apuntes sobre el tema los comparto totalmente.

En mi reseña puse en duda que si desaparecieran todas las lenguas menos una se fuera a producir un empobrecimiento del pensamiento. Roberto en su réplica hace un interesante aporte a este punto:

Para comprender porque digo que la existencia de una única lengua supondría un empobrecimiento del pensamiento, pienso que nos es muy útil la distinción entre lenguaje denotativo y connotativo. El denotativo es el usado en las disciplinas científicas, en los diccionarios o cuando describimos la realidad objetivamente. Si decimos que “hay un gato sobre la mesa”, estamos usando el lenguaje de forma denotativa. En cambio, el connotativo hace referencia a los significados subjetivos de las palabras, al uso artístico, literario o poético que podamos dar al  lenguaje. (Negritas mías)

Creo poder decir que tras leer su crítica ambos coincidimos que la desaparición de todas las lenguas menos una no conllevaría un empobrecimiento del pensamiento siempre y cuando nos fijáramos en el lenguaje denotativo. Así pues, la cuestión se centraría sobre el lenguaje connotativo. Roberto a ese respecto dice:

Si traducimos los famosos versos “Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela, no corta el mar sino vuela un velero bergantín” a otro idioma, tendríamos una versión totalmente empobrecida de este poema, ya que se perdería la rima y la fonética original. Creo no equivocarme si digo que la poesía es intraducible. Si una lengua se impone, entonces todas las creaciones artísticas realizadas en otros idiomas se perderían en toda su riqueza, únicamente podrían ser disfrutadas por aquellos especialistas que aprendieran esas lenguas muertas y fueran capaces de leer los textos en su idioma original. Me parece indudable que en el uso connotativo de la lengua se produciría un empobrecimiento de la cultura humana si se impusiera un único idioma en el mundo. (Negritas mías)

Aquí me he llevado una pequeña sorpresa. Hemos empezado discutiendo si se produciría un empobrecimiento del pensamiento si sólo existiera una lengua, pero si os fijáis en las negritas que he añadido, resulta que lo que Roberto está defendiendo es que se produciría un empobrecimiento de la cultura humana. Pero es que esa no era la cuestión, estábamos hablando de si se produciría un empobrecimiento del pensamiento no un empobrecimiento de la cultura. Vaya por delante que coincido con Roberto que la desaparición de todas las lenguas menos una conllevaría un empobrecimiento de la cultura humana, del mismo modo que si sólo existiera la música rock, sería culturalmente más pobre que si existiera el rock, el pop, el rap, la música clásica, etc. Pero como ya he señalado ese no era el punto de discusión, a menos que aceptamos que pensamiento y cultura humana son lo mismo, algo que se me antoja ciertamente difícil de aceptar. Es obvio que la cultura y el pensamiento están relacionados, de hecho, el pensamiento es lo que provoca que haya cultura, pero no es la cultura. Un ser humano puede tener un conjunto de pensamientos que le llevan a realizar un cuadro, o un edificio, o una escultura, o un poema, y los objetos resultantes de su actividad intelectual son los que pasan a formar parte de la cultura, pero no así los procesos intelectuales que le llevaron a realizar dicha obra. Usando el ejemplo de la poesía podemos ver que evidentemente la existencia de una sola lengua conllevaría un empobrecimiento de la cultura, como bien muestra el propio Roberto Augusto. Pero no así del pensamiento. ¿Impediría la existencia de una sola lengua que los humanos tuvieran la actividad intelectual (pensamiento) para seguir haciendo poesía? Creo que no, no veo como esto podría ser así. Se pierde la variedad de poder hacer poesía en distintas lenguas, pero no creo que de repente los humanos perdieran la capacidad de desarrollar pensamientos que les permitieran crea poesía.

Cuando Roberto continua analizando mis críticas realiza la siguiente afirmación. Afirmación que no comparto y que no sostengo:

En su segunda objeción Ismael Pérez Fernández, hablando de la inmersión lingüística en Cataluña, muestra sus dudas sobre la legitimidad democrática de esta política

En ningún lugar he puesto en duda la legitimidad democrática de esa política, lo que pongo en duda es la legitimidad de sacar conclusiones sobre la relevancia o importancia que dan los votantes a políticas particulares a partir de los resultados electorales, que no es lo mismo.

Creo que hay razones de sobra para sostener este punto. Muchos ciudadanos votan de forma completamente irracional, es como una religión, muchos votan a un determinado partido porque se sienten que son de ese partido y ya puede ese partido hacer cualquier cosa o cometer errores enormes que seguirá teniendo el apoyo de esa clase de votantes. Otros(diría que la mayoría) votan sin leerse los programas electorales. Incluso he conocido gente que ha elegido a un determinado partido porque el presidente de dicho partido le parecía guapo. Si la gente vota de forma irracional, sin leerse los programas e incluso por razones estéticas, ¿cómo vamos a sacar conclusiones de lo relevante o no que les parecen a los votantes determinadas políticas?

Insisto, esto no es poner en duda la legitimidad democrática de las políticas. Si un partido dice que hará A,B,C... si gana las elecciones, tendrá que hacerlo, pues ese es su compromiso y está legitimado a hacerlo, a pesar de que los votantes le hayan podido dar su confianza sin conocer sus propuestas(no leen su programa), o de forma irracional porque tiene una fe ciega en ese partido, o por cualquier otra razón que nada tenga que ver con un análisis racional de las propuestas de dicho partido.

Sólo me queda añadir dos cosas. La primera dar las gracias a Roberto por leer este humilde blog y por tomarse la molestia en contestar a mis críticas. La otra es que leáis El nacionalismo ¡vaya timo! os hará pensar y muy probablemente veréis puntos de vista que no se os habían ocurrido.
Lunes, 25 de Junio de 2012

El nacionalismo ¡vaya timo!


Este es el último libro que he leído de la colección ¡vaya timo! de la editorial Laetoli. El libro es de momento una excepción dentro de la colección. Digo esto porque hasta el momento la colección se ha centrado exclusivamente en las pseudociencias de pura cepa, como pueden ser el creacionismo, el psicoanálisis, la homeopatía etc. pero en esta ocasión, de la mano de Roberto Augusto, nos sumergimos en un análisis crítico de una ideología, en concreto del nacionalismo.

Roberto examina los textos más importantes que defienden el nacionalismo, bajo su bisturí, se diseccionan los argumentos en pro de esta ideología, para acabar mostrando, que en realidad estamos frente a una religión donde se sustituye a Dios por la Nación.

Tras la crítica al nacionalismo Roberto pasa a analizar alguna de las situaciones que se dan en España, principalmente se centra en dos; en la política lingüística en Cataluña y el nacionalismo español. Estas dos secciones resultan ciertamente interesantes.

En la sección sobre la situación lingüística en Cataluña, Roberto consigue navegar entre los extremismos mostrando que dichas posturas no tienen ningún fundamento. No obstante, hay una pequeña parte de la argumentación con la que no estoy de acuerdo. Roberto parte de la idea de que la diversidad lingüística es buena en sí misma, para justificar dicha idea Roberto argumenta como sigue:

Si se acabara con la pluralidad lingüística, por ejemplo, y una lengua, la que sea, se convirtiera en la única dominante, nuestra cultura se empobrecería enormemente. Si aceptamos que el lenguaje es la forma en la que se transmite el pensamiento, y que esa materia está influenciada, en mayor o menor medida, por su vehículo de expresión, debemos concluir que la existencia de una sola lengua produciría un empobrecimiento del pensamiento.

Estoy de acuerdo en que si disminuye el número de lenguas obviamente disminuye la diversidad cultural. Pero con la segunda parte del argumento no estoy de acuerdo. Sigamos con el mismo ejemplo de que sólo una lengua es la dominante y todas las demás están extinguidas. ¿Conllevaría eso un empobrecimiento del pensamiento? No veo porque tendría que ser así. ¿Acaso no estamos inventando nuevas palabras para designar conceptos o ideas que antes no existían? En la ciencia es fácil encontrar ejemplos de esto, fijémonos en términos como quark, o materia y energía oscura. No veo porque el hecho de que sólo exista una lengua va hacer que no seamos capaces de desarrollar nuevas palabras cuando éstas sean necesarias. Pero lo realmente sorprendente es que el propio Roberto argumenta igual en páginas anteriores cuando realiza su demoledora crítica de las tesis de Fichte:

Tampoco hay lenguas más dotadas que otras para la filosofía o la ciencia. Puede que haya una mayor tradición de una disciplina científica determinada en una lengua, y que otro idioma carezca de un vocabulario técnico en esa materia. Esto podría fácilmente inducirnos a pensar que una lengua es superior a otra, lo que es falso, ya que esa carencia puede ser solucionada creando los conceptos necesarios para el desarrollo de esa disciplina científica mediante la composición y la derivación de términos ya existentes en esa lengua o asimilando palabras de otros idiomas, entre otros procedimientos lingüísticos posibles. Se puede hacer ciencia filosofía o literatura de primer nivel en cualquier lengua desarrollada.

Dado que el propio autor reconoce que “…esa carencia puede ser solucionada creando los conceptos necesarios…” no parece que la disminución de la diversidad lingüística tenga que conllevar un empobrecimiento del pensamiento. Puede que la diversidad lingüística sea un bien en sí misma, pero no parece que eso se pueda derivar del argumento antes señalado.

Roberto también aduce que si la población vota mayoritariamente a las opciones políticas que promueven unas determinadas políticas lingüísticas, entonces es completamente legítimo que se lleven acabo dichas políticas, siempre y cuando no se violen derechos fundamentales, etc, etc. Hasta aquí completamente de acuerdo. La cuestión es si podemos deducir que los ciudadanos están de acuerdo con determinadas políticas por el mero hecho de que han elegido a los representantes que las van a llevar acabo. Si los ciudadanos no estuvieran de acuerdo con estas políticas lingüísticas se supone que siempre podrían votar por otras opciones políticas que defiendan otras posturas. Ahora bien, ¿es esto realizable? Cuando se vota es posible que el votante tenga en cuenta numerosos aspectos. Es posible que no pueda votar por las opciones que representan las políticas lingüísticas que el votante cree correctas, porque los partidos políticos que defienden dichas políticas también defienden otras ideas que le resultan imposibles de aceptar. Lo que quiero decir es que del conjunto de representantes que salen de las urnas, no podemos concluir que los votantes estén de acuerdo con todas sus políticas, es posible que algunos estén de acuerdos con esas políticas, otros lo hayan considerado un mal menor a la hora de elegir a quien votar, otros quizá simplemente lo considerar un asunto de menor importancia, otros… creo que se entiende lo que quiero decir.

No os llevéis a engaño por estas breves críticas, el libro merece y mucho la pena, es de una lectura ágil y fácil, el tema es interesantísimo, y Roberto Augusto realiza un análisis crítico digno de ser leído y que probablemente haga pensar y mucho la lector. En España el nacionalismo es un tema candente pero normalmente lo que nos llega de unos y otros son soflamas tremendistas más que argumentos, todos ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, el libro de Roberto es una maravillosa excepción, a base de contundentes argumentos nos hace ver que el nacionalismo(español, o catalán, o francés etc. ) no es parte de la solución sino del problema.