¿Te puedes curar si alguien reza por ti?
De unos años a esta parte ha surgido un cierto interés, sobre todo en el mundo anglosajón, por intentar determinar si el acto de rezar por personas enfermas ayuda o mejora de alguna manera el estado de las mismas.
Esta disputa se encuadra en lo que se a dado en conocer como las guerras de Dios. Básicamente “estas guerras†surgen debido a movimientos como el creacionismo y el diseño inteligente, mismo lobo con distinta piel de cordero. El objetivo de estos movimientos es hacer pasar por ciencia lo que no es y, al mismo tiempo, afirmar que la ciencia ha encontrado pruebas de que Dios ha creado y/o diseñado el universo. La respuesta por parte de muchos cientÃficos, divulgadores y filósofos no se ha hecho esperar. Según los defensores del diseño inteligente hay estudios cientÃficos serios que han encontrado que rezar por personas enfermas hace que mejore de alguna forma su estado de salud. Por otro lado sus crÃticos dicen que hay estudios cientÃficos serios que prueban lo contrario.
Lo primero que cabe señalar es que dichos estudios difÃcilmente pueden servir para probar la existencia de Dios, aquà hay que entender por Dios la concepción juedocristiana del mismo, ya que este es el marco de referencia principal donde se están desarrollando estas “guerras de Diosâ€. Supongamos que el resultado de dichos estudios es afirmativo, esto es, que el rezar ayuda a los enfermos, ¿demuestra esto que Dios existe? Obviamente no, puede haber otras explicaciones iguales o más plausibles, por seguir en el terreno de lo fantasioso, bien podrÃa ser debido a algún efecto paranormal. El caso contrario tampoco servirÃa para refutar la existencia de Dios, por ejemplo, puede que existiera pero que simplemente pase de lo que suceda aquà en al Tierra, o que simplemente no sea tan benevolente como piensan algunos. No obstante, lo interesante de la cuestión de si rezar ayuda a los enfermos es, que es una cuestión empÃrica, y por lo tanto, se pueden diseñar los ensayos clÃnicos para determinar si rezar ayuda o no, asà pues ¿cuál es el estado de la cuestión?
Hay que ser consciente de que los estudios son como las amapolas, una no hace primavera. Escoger un estudio o varios que apoyan tu creencia no te permite saber qué es verdad, simplemente pone de manifiesto lo fácil que te has dejado llevar por tus sesgos cognitivos. Para conocer el estado de la cuestión lo que habrá que hacer es seleccionar todos los estudios cuya metodologÃa es apropiada y que además se han realizado con todas las garantÃas cientÃficas, luego analizar en conjunto los resultados de todos estos estudios, y sacar las conclusiones pertinentes.
Afortunadamente esto se ha hecho, el trabajo se lo debemos a The Cochrane Collaboration(1), que en 2011 realizó ese análisis. El trabajo de la Cochrane es siempre muy metódico. Por ejemplo, en el análisis previo señalan alguna de las problemáticas inherentes a este tipo de estudios. Lo ideal entre otras cosas es que se disponga de un grupo de control, es decir, debemos tener un grupo de pacientes por los que se está rezando y otro grupo por el que no se reza, de tal modo que al final podamos comparar ambos resultados. Ahora bien, ¿cómo controlar que alguien en algún otro lugar no está rezando por algunos de los pacientes ya estén en el grupo de control o no? Obviamente este hecho podrÃa desvirtuar los resultados. La solución a esta problemática viene de la mano de la aleatorización, es decir, si los participantes en el estudio se escogen con un protocolo que garantice que han sido elegidos al azar. De este modo, esos rezos adicionales que pueden recibir los pacientes estarán distribuidos de forma aleatoria y de forma semejante entre ambos grupos, el de control y el otro, de este modo su efecto no intervendrÃa en los estudios.
Otro de los requisitos indispensables en todo ensayo clÃnico que se precie es que dichos estudios sean ciegos, de hecho lo suyo es que sean de “doble ciegoâ€. El doble ciego, en este caso, consiste en que los pacientes no saben si están rezando por ellos o no, independientemente de si estos forman parte del grupo de control o no, y por otro lado las personas que rezan por los pacientes tampoco saben si en realidad están rezando por alguien real o por alguien que no existe. Además los médicos encargados de hacer el seguimiento de los pacientes tampoco tienen que saber si se está rezando o no por sus pacientes. Esto se puede conseguir de varias maneras, algunos de los estudios que se incluyen en la revisión de Cochrane utilizaron un sencillo mecanismo para conseguir esto y es que nadie sabÃa, ni enfermos ni las personas que rezaban, que estaban participando en un estudio. Cabe señalar que no todos los estudios en la revisión eran de doble ciego, la mayorÃa sÃ, pero no todos. Por último, la comparación de los resultados se hacÃa entre el grupo de control y el que recibe el rezo. Ambos grupos reciben el mismo tratamiento médico apropiado para su dolencia, la diferencia es que por los pacientes del grupo de control no reza nadie y por los otros sÃ.
Entre los estudios revisados se pueden encontrar algunos casos curiosos, por ejemplo, el estudio de Benson 20062 informó de forma deliberada, a algunos de los pacientes participantes, de que se estaba rezando por ellos, el resultado no pudo ser más sorprendente. Las condiciones de aquellos que eran conscientes de que se estaba rezando para ayudarles empeoraron respecto a la de los demás.
Una vez que se sopesan los resultados de todos los estudios que se han recogido para esta revisión se alcanza la siguiente conclusión:
Los datos obtenidos de esta revisión sugieren que no hay ningún efecto real del rezo sobre la salud de los pacientes por los que se estaba rezando.
Ya tenemos la respuesta a la pregunta empÃrica que nos habÃamos planteado más arriba. A dÃa de hoy podemos concluir que el rezar no va a mejorar la salud de aquellos por los que se reza. Al menos eso es lo que se desprende de las mejores pruebas de las que se dispone hasta el momento.
-(2) Study of the therapeutic effects of Intercessory prayer(STEP) in cardiac bypass patients: A multicenter randomized trial of uncertainty and certainty of receiving intercessory prayer
Otro de los requisitos indispensables en todo ensayo clÃnico que se precie es que dichos estudios sean ciegos, de hecho lo suyo es que sean de “doble ciegoâ€. El doble ciego, en este caso, consiste en que los pacientes no saben si están rezando por ellos o no, independientemente de si estos forman parte del grupo de control o no, y por otro lado las personas que rezan por los pacientes tampoco saben si en realidad están rezando por alguien real o por alguien que no existe. Además los médicos encargados de hacer el seguimiento de los pacientes tampoco tienen que saber si se está rezando o no por sus pacientes. Esto se puede conseguir de varias maneras, algunos de los estudios que se incluyen en la revisión de Cochrane utilizaron un sencillo mecanismo para conseguir esto y es que nadie sabÃa, ni enfermos ni las personas que rezaban, que estaban participando en un estudio. Cabe señalar que no todos los estudios en la revisión eran de doble ciego, la mayorÃa sÃ, pero no todos. Por último, la comparación de los resultados se hacÃa entre el grupo de control y el que recibe el rezo. Ambos grupos reciben el mismo tratamiento médico apropiado para su dolencia, la diferencia es que por los pacientes del grupo de control no reza nadie y por los otros sÃ.
Entre los estudios revisados se pueden encontrar algunos casos curiosos, por ejemplo, el estudio de Benson 20062 informó de forma deliberada, a algunos de los pacientes participantes, de que se estaba rezando por ellos, el resultado no pudo ser más sorprendente. Las condiciones de aquellos que eran conscientes de que se estaba rezando para ayudarles empeoraron respecto a la de los demás.
Una vez que se sopesan los resultados de todos los estudios que se han recogido para esta revisión se alcanza la siguiente conclusión:
Los datos obtenidos de esta revisión sugieren que no hay ningún efecto real del rezo sobre la salud de los pacientes por los que se estaba rezando.
Ya tenemos la respuesta a la pregunta empÃrica que nos habÃamos planteado más arriba. A dÃa de hoy podemos concluir que el rezar no va a mejorar la salud de aquellos por los que se reza. Al menos eso es lo que se desprende de las mejores pruebas de las que se dispone hasta el momento.