“El Noé de los caballos” Rebatiendo el argumento del creacionista Nathaniel Jeanson
El día 27 de septiembre el grupo cristiano de Bogotá “Estudios Hermenéuticos” organizó un foro con motivo a los 160 años de la publicación del Origen de las Especies. Este grupo ya ha organizado eventos con anterioridad, para promover el creacionismo, como uno en el 2017 en la Universidad Javeriana, que comenté aquí
En esta ocasión trajeron a Nathaniel Jeanson, un biólogo con doctorado en biología celular que trabaja para la organización creacionista “Answer in Genesis“. También repitió el señor Joe Owen (ya había estado en Bogotá en 2017). Este último suele hacer un sermón, citando versículos bíblicos, más que una ponencia de ciencia.
Por parte de la teoría evolutiva se presentaron el profesor Luis Eugenio Andrade y Joao Muñoz-Durán. Fueron muy interesantes las ponencias de este par de docentes. En total, el evento tomó cerca de cuatro horas.
Como es algo dispendioso abarcar muchos de los argumentos presentados, en esta entrada me enfocaré en uno de los argumentos presentados por el creacionista Nathaniel Jeanson (Espero poder redactar otro artículo comentando otros puntos).
La ponencia de Jeanson se tituló “Reemplazando a Darwin: El nuevo origen de las especies”. La primera línea de evidencia que atacó fue el patrón anidado de clasificación que revela la existencia de un antepasado común para los diferentes grupos de organismos. Jeanson postuló en su conferencia y en su libro, el cual publicitó constantemente, que la categoría de familia equivale a un “tipo”, en alusión al relato bíblico en que Dios creó a cada especie “según su tipo”. Así pues Dios no creó por separado las tres especies de cebras, las de asnos salvajes y caballos, sino que solo le bastó crear una especie de équido, y después saldrían las demás. Eso sí, nada de parentesco común de los équidos con otros perisodáctilos (tapires o rinocerontes), ni menos con los demás placentarios.
Este argumento no es nuevo (dentro del mundo creacionista se llama “baraminología“). Sin embargo, es totalmente falaz porque deja de lado otras líneas de evidencia, como la biogeografía, la paleontología, la anatomía comparada y la genética comparada, que nos muestran, en este caso, que los équidos hacen parte de un patrón mayor de la evolución de los mamíferos y vertebrados (incluido el hombre), que se puede remontar a un antepasado común.
Si bien Jeanson afirmó en la conferencia, que su libro no mencionaba la Biblia por ninguna parte, saltó de proponer una especie ancestral para los équidos (que sería creada por Dios), para proponer que esa fue la especie o tipo que se salvó del diluvio. Es así como en su diapositiva aparece un Arca de Noé con la fecha de 4500 años, fecha del supuesto diluvio universal y radiando las especies de équidos actuales desde allí.
¿Por qué pone Jeanson el arca de Noé? ¿Por qué no una imagen de una diosa Kaila de los iniut creando a este Adán de los caballos y cebras? La razón es que su deseo es encajar los datos a una respuesta preconcebida y que defiende a ultranza. Por eso su organización es “Respuestas en Génesis”. Jeanson ya tiene la respuesta en la Biblia. Su trabajo es amoldar los hechos para que apoyen una conclusión. Y eso, mis apreciados lectores, no es ciencia.
La baraminología, rama creacionista a la que está adscrito Nathaniel Jeanson, fue inventada para intentar resolver un problema para los literalistas bíblicos. A la objeción de cómo Noé metió al arca representantes de más de las 10 millones de especies conocidas, en un barco de madera de dimensiones limitadas, ya dadas por la Biblia, tenían que generar una respuesta. El uso de “baramines” (Jeanson habló de “tipos o min”) tiene por objeto reducir el número de animales que Noé tendría que cuidar y así hacer más creíble el relato bíblico.
Otro argumento bastante desatinado que usó Jeanson fue apuntar a que las agrupaciones taxonómicas que revelan antepasados en común, y que apuntan a lugares dónde estos antepasados pudieron existir (por paleobiogeografía) no son fiables. ¿Cómo lo sustentó? Con un ejemplo en el que utilizó autos construidos por empresas europeas, norteamericanas y asiáticas. El señor Jeanson considera que si analizamos la estructura y lugares donde se fabricaron, alguien podría concluir que ellos tienen un antepasado común en el Ártico, como pueden notar en las siguientes diapositivas que usó.
Jeansen prosiguió con sus desafortunada analogía al equiparar la ascendencia común de los vertebrados con una ascendencia común de los autos y bicicletas.
Su analogía es absurda por el hecho que los automóviles no se reproducen, no guardan información que sea transmisible a una descendencia, sino que la información para su construcción reside en libros y computadores humanos. Los humanos pueden, y de hecho lo hacen, traer información de otro modelo, y otra tecnología y meterla de golpe. No es posible generar para los autos un arbusto evolutivo. En cambio, los organismos, o los animales, para el caso por él ilustrado, construyen sus cuerpos con base en información codificada, pero también heredable. Y es justo ésta característica de la heredabilidad del ADN lo que hace a la genética comparada una herramienta tan útil y poderosa para conocer las relaciones de parentesco entre especies, y también entre familias, clases, ordenes, etc.
Hoy sabemos que entre linajes de organismos puede haber transferencia horizontal de genes. Sin embargo esta información la mueven virus (en algunos casos) y no tiene como propósito generar arreglos de diseño y funcionamiento, como si lo haría un humano que copie un mecanismo de otra compañía de autos a la suya.
Abordaré el caso de la clasificación humana en el grupo de los primates, (esbozado por una diapositiva en la conferencia de Nathaniel, en otro artículo).
Los vertebrados cuentan con un registro fósil muy completo, que permite mostrar modificaciones graduales en la estructura anatómica. Un yacimiento fósil, analizado en su conjunto, aporta información, no solo de la anatomía de los organismos de esa época y lugar, sino que permiten obtener información de sus ecosistemas y climas, analizando fósiles de las plantas, su polen, y otras líneas de evidencia que permiten conocer aspectos de su ecología, el tipo de bioma, el clima, etc..
Retomaré el argumento que he dado a llamar el “Noé de los équidos“, para sintetizar la idea creacionista de que las especies modernas de équidos descienden de una pareja superviviente del diluvio, para analizarla con mayor detalle, y mostrar con este ejemplo porque la baraminología es una pseudociencia. La imagen, de una pareja indeterminada de équidos saliendo de un barco de madera en el Monte Ararat en la actual Turquía, para luego dar origen a cebras, burros y caballos, puede resultar atractiva y convincente para muchos literalistas bíblicos y ser tragada por más de una persona. Sin embargo, quien conozca algo de paleontología de vertebrados, y de los équidos en particular, saltará de su silla por el hecho que este argumento, que se vale de la ignorancia sobre la diversidad extinta de los organismos y los estudios recientes de comparación de ADN y proteínas dentales que concluyen una historia de evolución, y de parentesco de los caballos con otros perisodáctilos (tapires y rinocerontes), y luego con los demás mamíferos.
Si tomamos los équidos actuales: asnos silvestres, onagros, cebras y caballos. Es posible analizar su ADN nuclear, mitoncondrial y analizar sus similitudes. Las diferencias que se hayan se deben a cambios (mutaciones) que se han dado y heredado entre los diferentes linajes. Con el tiempo, estos cambios heredables en el ADN bien pueden ayudar a revelar relaciones de parentesco. También es posible analizar las similitudes y diferencias de proteínas presentes en los dientes. Algo muy importante en el caso de las especies fósiles de équidos, en las que los dientes se preservan mucho mejor.
En definitiva la diversidad y relaciones de los équidos actuales revelada por la ciencia se presenta en el siguiente cladograma.
Evolución de los caballos en la Era Cenozoica. Los géneros señalados con fondo rosado son especies ramoneadoras (que se alimentan de hojas y/o ramas) y pacedores (que pastan). |
Aspecto y fósil de Eurohippus parvulus |
Mano de équidos fósiles señalando la reducción de los dedos, excepto el tercero. Fuente: The Royal Society |
Radiografía de un potro con dedos adicionales Fuente: Revista Colegio Médicos veterinarios |
Relaciones de parentesco derivadas de comparación de ADN mitocontrial. Fuente: Modificado de PLOS |
Otra línea de evidencia independiente viene del análisis de proteínas presentes en dientes y huesos, como el colágeno tipo 1. Frido Welker y sus colaboradores presentaron en 2017 el trabajo “Secuencias de proteínas del pleistoceno medio del género rinoceronte Stephanorhinus y la filogenia de rinoceróntidos del pleistoceno medio / tardío existentes y extintos” En este trabajo se contrastaron las secuencias con proteínas de tapires y caballos. ¿El resultado? Similar al obtenido por ADN mitocondrial ya mencionado. El equipo de Walker afirmó: “Se identificaron varias proteínas antiguas en las muestras de rinocerontes del Pleistoceno medio y tardío. El análisis filogenético de proteínas informativas resolvió la filogenia de Perissodactyla de acuerdo con estudios previos con respecto a la ubicación de las familias Equidae, Tapiridae y Rhinocerotidae. Stephanorhinus (un género de rinoceronte extinto) está más relacionado con los géneros Coelodonta y Dicerorhinus. Los datos de la secuencia de proteínas ubican al rinoceronte de Sumatra en un clado junto con el género Rhinoceros, en lugar de formar un clado con la especie de rinoceronte blanco y negro”
Relaciones de parentesco deducidas de la comparación de proteínas entre especies actuales y extintas de perisodáctilos. Las especies de rinocerontes presentes en Eurasia se resaltan en el cuadro verde. Las siluetas indican la cantidad de cuernos. Los números de nodo indican probabilidad bayesiana (0–1) / probabilidad máxima (0–100%). B. primigenius se usó como un grupo externo. Fuente: Peerj.com |
Ahora pensemos, ¿Por qué los cambios en la estructura de una proteína que cumple la misma función en dientes y huesos habría de mostrar relaciones de parentesco si estas no existieran? Perfectamente esta proteína o el ADN mitocondrial podría ser exactamente igual en todas las especies y no mostrar similitudes algunas. Los biólogos hacen estas comparaciones partiendo del supuesto razonable que los organismos que poseen caracteres parecidos también poseen genes parecidos. Un resultado podría mostrar el ADN mitocondrial de una lechuga más parecido al de un tapir que al de un caballo, pero no es así. Tanto los caracteres visibles de los organismos y sus secuencias de ADN nos dan una información similar sobre las relaciones evolutivas, y nos las aclara cuando hay dudas, como en el caso del Stephanorhinus.
Cladograma derivado del análisis del gen de la proteína de desacoplamiento mitocondrial 1 (UCP1) Michael J. Gaudry y su equipo mapearon las secuencias del gen ucp1 de 133 mamíferos en un árbol de especies. Fuente: Science Advances |
Así podría proseguir para mostrar la relación de los perisodáctilos con otros grupos de mamíferos, y de los mamíferos con el resto de tetrápodos, con decenas de estudios bien sea con ADN nuclear, mitocondrial, anatómicos. Y señalando además las especies fósiles que se encuentran cerca del inicio de cada clado.
Así pues los esfuerzos de Nathaniel Jeanson y los demás creacionistas de Answer in Genesis por desacreditar la evolución, no pasa de ser un esfuerzo deshonesto de disfrazar datos como si fueran ciencia cuando no lo son.
La única explicación que es congruente con estos datos es que las especies evolucionan y están emparentadas. Las fuentes de evidencias se complementan maravillosamente y gritan una sola cosa: ¡Evolución!.