Las publicaciones Atalaya y Despertar de los testigos de Jehová se han convertido desde hace unos años en un medio de ataque constante a la ciencia, promoviendo el diseño inteligente, haciendo declaraciones que son medias verdades, mentiras flagrantes o citas descontextualizadas.
En el mes de junio de 2015 la revista Atalaya ha dedicado su
artículo central a defender el libro – colcha de retazos llamado Biblia con un artículo que ha titulado “La Ciencia: ¿Ha vencido a la Biblia?”
En Sindioses.org hemos decidido analizar este escrito con base en la evidencia y la racionalidad.
El especial de esta revista consta de cuatro partes. Una inicial que habla sobre los logros de la ciencia, otra que habla de los hechos cientificamente probados de la ciencia, luego se habla de las limitaciones de la ciencia, y por último de los consejos que la ciencia no puede dar.
Los logros de la ciencia
“Los científicos de hoy siguen expandiendo sus horizontes y estudiando cada vez más a fondo el universo y la naturaleza. Los físicos nucleares escudriñan el átomo para descubrir mecanismos ocultos, y los astrofísicos se remontan miles de millones de años en la historia para averiguar cómo surgió el universo. Pues bien, algunos piensan que con ese estudio tan profundo de cosas abstractas y hasta invisibles, ya se debería haber podido demostrar la existencia del Dios de la Biblia.”
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El estudio de planetas extrasolares está abriendo la posibilidad de conocer como se forman los planetas. |
Es cierto, de haber un dios que mueve los hilos o que los puso a andar el engranaje debería haber pruebas de ello. No obstante, la naturaleza no muestra indicios de que así fuera. Tomemos por ejemplo la formación de los planetas, a partir de nubes de gas, ridiculizado por los fundamentalistas, es algo que se ha podido evidenciar por pruebas indirectas como los restos de meteoritos, o por la observaciones del telescopio Kepler, que ha permitido abrir el panorama de los planetas extrasolares. La formación de los planetas es el resultado de la acción de la gravedad y puede dar lugar a gigantes gaseosos, planetas rocosos cercanos a su estrella y por lo tanto ardientes y carentes de posibilidad de vida, o lejanos de sus estrellas y sin posibilidad de albergar agua líquida. No hay un dios o dioses moviendo los planetas a las zonas de habitabilidad (zonas donde el agua líquida y demás condiciones para la vida son propicias).
“Hay científicos y filósofos muy conocidos que llevan este razonamiento un paso más allá. Según el escritor Amir Aczel, promueven “un argumento científico en contra de la existencia de Dios”. Por ejemplo, un físico de fama mundial afirmó que “la ausencia de pruebas que apoyen la existencia de un Dios que juegue un papel significativo en el universo es una prueba irrefutable de que tal dios no existe”. Otros dicen que creer en los actos del Dios de la Biblia es como creer en “magia” y que la ciencia ha de ser liberada de cualquier “entresijo sobrenatural”.
Sin duda que ciencia ha de estar despojada de los cuentos de hadas de la Biblia, del Corán, el Libro de Mormón o del Popol Vuh. Una característica esencial del buen científico es que ha de dejarse guiar por la evidencia, y hay que aceptar los hechos a pesar de las creencias populares reinantes. De no ser de esta manera aún creeríamos en que somos el centro del Universo, que las epidemias son castigo de dios, que somos muñecos de barro con un soplo mágico y que los terremotos señales del segundo advenimiento de Cristo.
Imaginen por un momento que se hubiese encontrado que la vida no se pudiera reducir a moléculas, o que las moléculas orgánicas no se pudiesen sintetizar a partir de inorgánicas, o que quizás las leyes de la termodinámica no se aplicasen a los seres vivos; Que la mente y la conciencia no se pudiera explicar en términos de neuronas, redes neuronales y neurotransmisores, que el Universo estuviese repleto de mundos habitados que comparten el mismo relato de creación y el inmenso espacio no fuera algo “desperdiciado”. Los hechos serían muy abrumadores a favor de la hipótesis de dios. Si a lo anterior sumáramos que cada vez que los humanos tenían cuestiones que debatir: aborto, transgénicos, matrimonio gay, divorcio, etc. se convirtiera el cielo azul en una nítida pantalla gigante con una transmisión del dios Jehová, de Ganesha o del emperador Xenú, con sus claras y precisas instrucciones, la cuestión de dios estaría totalmente zanjada. Sería un hecho real, un hecho científico. Pero el mundo se comporta precisamente como si el presunto Omnipotente y misericordioso dios no existiese.
“Ahora bien, nos deberíamos preguntar: ¿ha obtenido la ciencia suficiente información sobre el universo como para llegar a conclusiones tan tajantes? La verdad es que no. Pese a que ha habido tremendos progresos, muchos científicos reconocen que hay interrogantes que no se han resuelto o que jamás se podrán resolver. Steven Weinberg, premio Nobel de Física, dijo: “Nunca llegaremos al fondo de las cosas”. El profesor Martin Rees, astrónomo real de Gran Bretaña, escribió: “Hay cosas que los humanos nunca entenderemos”.
Uno de los deportes favoritos de los testigos de Jehová, o mejor, de sus redactores en Brooklin, Nueva York, es la de sacar de contexto a los científicos a los que cita. Weinberg, que es físico y también ateo nunca afirmó que el no conocer todos los aspectos de la naturaleza implica que el dios Jehová existe. Los testigos utilizan las declaraciones de Weinberg y Rees para inducir que en lo que no se puede explicar está… ¿cómo no haberlo adivinado?: Dios. Y no cualquier dios. El dios Jehová, el que adoraron antiguos semitas y que por vueltas de la historia terminó siendo el de Occidente.
En verdad la religión adora las tinieblas intelectuales. Entre menos se conozca de la naturaleza más se puede achacar a dios o a los dioses. Y por lo tanto más poder tiene el clero. La cúpula o “Cuerpo gobernante” de los testigos de Jehová en Nueva York no son la excepción.
La tesis presentada por los Testigos de Jehová es que debe conocerse todo la naturaleza para poder concluir si hay un dios o no. Y puesto que el conocimiento total y absoluto es imposible se concluye que existe Jehová. Pues bien, las cosas no son así. Con el conocimiento que se tiene si se pueden decir muchas cosas sobre nuestro mundo, su estructura composición y la evolución de nuestro Universo, sistema solar y de la vida en este planeta. Y esas cosas que si sabemos muy bien nos permiten concluir que la Biblia ha estado equivocada en decenas de cosas y si, la ciencia ha vencido a la Biblia.
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Los primeros mamíferos vivieron a la sombra de los dinosaurios.
Su suerte, y la nuestra aparición, cambió hace 65 millones de años
cuando un gran asteroide chocó en la península de Yucatán generando la
quinta gran extinción masiva del registro fósil.
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Sabemos muy bien que, por ejemplo, los mamíferos nos originamos de un linaje de reptiles que tenían una doble articulación de la mandíbula con el cráneo. El linaje de los mamíferos estuvo opacado por el auge de los dinosaurios y tan solo cuando se dio la gran extinción de finales del Cretácico, hace 65 millones de años, los mamíferos evolucionaron llenando los nichos ecológicos vacíos. Sabemos con gran seguridad que los animales nacían y morían antes que cualquier organismo se pudiera llamar humano. La idea de que la muerte llegó tras la desobediencia a un dios semita es un cuento de hadas. La muerte, incómoda para nosotros, no se explica por cuentos de fantasía de la Biblia, sino que es la consecuencia de redes tróficas, la enfermedad, los parásitos, el acortamiento de los telómeros del ADN, y el daño celular que el mismo oxígeno que nos permite energía provocan en el cuerpo.
“Lo cierto es que todavía queda mucho por saber del mundo que nos rodea, tanto de la diminuta célula como del vasto universo. Por ejemplo: Los biólogos no acaban de entender qué ocurre exactamente dentro de las células: cómo procesan la energía, cómo producen las proteínas y cómo se dividen. Estas son cuestiones que la ciencia no ha resuelto del todo.”
¿De verdad no comprendemos cómo se obtiene la energía celular? Es cierto que hay trabajos de biólogos moleculares que están trabajando en la estructura de enzimas, se descubren organismos extremófilos que obtienen energía de fuentes diferentes del Sol. Pero quien sepa algo de bioquímica sabe que la declaración de los Testigos de Jehová es absurda. Si la hubieran hecho en 1840 tendría más sentido que ahora.
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Árbol filogenético de la molécula de citocromo c basado en sustituciones de aminoácidos. Los números indican la cantidad de aminoácidos sustituidos. |
¿Y qué de lo mucho qué si sabemos? Sabemos que una de las proteínas que permiten la obtención de energía en las células es el citocromo C. Esta molécula, que posee un ión de hierro permite transferir electrones en las mitocondrias. Levaduras del pan, ratas, chimpancés, testigos de Jehová y ateos tenemos en nuestras mitocondrias esta proteína. Como todas las proteínas están constituidas por una secuencia de aminoácidos (el citocromo C consta solo de un polipéptido lo que la hace más sencilla). Un creacionista pensaría que esta molécula, tan ampliamente presente en el mundo viviente es exacta entro lo que llamaría “creaciones de dios”. No obstante, las secuencias de aminoácidos cambian entre los citocromos C de humanos, monos, lemures, conejos, etc. ¿Por qué?. Bueno, las secuencias de los aminoácidos están determinadas por los genes y los genes que están formados por ADN pasan de generación en generación. En ocasiones, cuando el ADN se duplica para las células hijas, ocurren cambios en las secuencias del ADN. Es decir, ocurren mutaciones. Muchos cambios en los aminoácidos del citocromo C no alteran su funcionamiento, lo que permite que las mutaciones pasen entre los linajes. Pues bien, de los 104 aminoácidos que forman el citocromo C entre humanos y monos rhesus solo hay un aminoácido de diferencia, y entre humanos y caballos las diferencias son ya doce. Una proteína que cambia tan poco, es una proteína con una evolución lenta, pero los cambios entre los diferentes linajes es congruente con el registro fósil y la anatomía comparada. Una prueba molecular de la evolución biológica que los testigos de Jehová niegan.
Piense por un momento que un dios omnisapiente creó el citocromo c. ¿Para que rayos poner sus secuencias a variar en un patrón que asemeja el de la descendencia con modificación? ¿No sería más sensato que todos los seres tuvieran la molécula citocromo c con las mismas secuencias si fue creado por un ser diseñador?
La búsqueda de vacíos continua:
“La gravedad nos afecta cada segundo de cada día, y aun así sigue encerrando ciertos misterios. Los físicos no tienen claro cómo la gravedad tira de nosotros cuando saltamos o cómo mantiene a la Luna en su órbita alrededor de la Tierra.”
La gravedad, una interacción fundamental de la materia, fue definida por Newton como una fuerza a distancia, pero luego Einstein la interpretó como una curvatura del espacio-tiempo que realizan los cuerpos con masa. El afirmar que no sabemos como se mantiene la Luna es su órbita es absurdo. La ley de la gravitación universal lo permite explicar. Sin duda, que hubo datos que no se pudieron explicar con la ley de gravitación, pero que fueron luego mejor comprendidos por la relatividad especial de Einstein, pero, en ningún momento nos hemos topado con ángeles frenando o acelarando planetas o asteroides. Los científicos cuando encuentran un fenómeno sin explicación emprenden una nueva aventura de investigación, los creyentes por su parte, se encogen de hombros y dicen que es su dios. Esta segunda opción no nos lleva a ninguna parte.
Y siguen…
“Los cosmólogos estiman que un 95% de lo que compone el universo es invisible y no se puede medir con instrumentos científicos. Dividen este componente desconocido en dos categorías: la materia oscura y la energía oscura. ¿En qué consisten? Nadie lo sabe.”
¿Y qué pretenden qué creamos? ¿Qué la materia oscura es el velo de Jehová? Sin duda la materia oscura permitiría comprender la velocidad de rotación de las galaxias. Su existencia fue propuesta en 1933 por el astrónomo Fritz Zwicky. La materia oscura no emite suficiente radiación electromagnética para ser detectada, de allí su nombre de oscura. Sobre este tema cientos de físicos están trabajando en el mundo. El hecho que poco se comprenda ahora sobre la materia oscura no significa que lo será así para siempre. Antes de 1781 el planeta Urano no era considerado un planeta, pero gracias al telescopio Sir William Herschell lo descubrió. Grandes telescopios nos han permitido catalogar una cantidad cada vez de planetas extrasolares e incluso mapear el Universo. Así pues lo que se desconoce en la ciencia siempre ha estado, pero el trabajo de la ciencia es justamente en ampliar el territorio. Correr la frontera. En este momento la energía y la materia oscura son la frontera. El que no se sepa que es la materia oscura del todo, así como la energía oscura, no es prueba de que el Universo tenga duendes, hadas o dioses escondidos en algún rincón del Cosmos.
Luego viene esto:
“Y aún quedan muchos otros misterios científicos sin descifrar. Un famoso neurólogo reconoce: “Nuestra ignorancia supera con creces a nuestro conocimiento. Creo que para un científico, la curiosidad y la capacidad de asombro deben primar sobre el dogmatismo”.
Sin duda que lo que desconocemos es mayor que lo que conocemos. Pero eso no significa que por ello la hipótesis de dios sea correcta. La ciencia no es dogmática. De hecho revisa sus conclusiones una y otra vez. Cuando las explicaciones no concuerdan con los hechos se revisan las explicaciones. Los nuevos enfoques se analizan a la luz de experimentos o nuevas observaciones. Por ejemplo, Einstein afirmó, basado en la teoría de la relatividad, que si un rayo de luz pasa cerca de una gran masa (como el Sol) será atraído por éste y lo desviaría de su trayectoria rectilínea. La desviación calculada daba un ángulo de 1,75 segundos de arco en un rayo que luz que pasar rozando el Sol. La oportunidad para demostrar esto ocurrió con el primer eclipse del siglo XX.
Para ello se observó cuanto se curvaba la luz de una estrella cista posterior al Sol. La única manera de tener un haz de luz de esta estrella sin que se confundiese con la del Sol era durante un eclipse. Por ello se aprovechó este. Dos equipos de astrónomos, uno en Brasil y otro en Santo Tomé y Príncipe, realizaron mediciones independientes y comprobaron la curvatura del espacio-tiempo predicha por la teoría de la relatividad. Así funciona la ciencia, poniendo a prueba las hipótesis. Solo sobreviven las que son congruentes con las observaciones.
Nada más lejos de lo que ocurre en el mundo religioso. Las predicciones de la religión cuando no se cumplen se buscan matizar con cambios de la voluntad de su dios o reinterpretando las presuntas profecías. Los testigos de Jehová predicaron el Armagedón – la mítica batalla final entre el bien y el mal- para 1914. Como esto no ocurrió re interpretaron la profecía. Dijeron que Jesús había regresado de manera invisible. Luego, predijeron el final para 1975, pero nada pasó. Más les valdría si pusieran en práctica la metodología escéptica de la ciencia. ¿Quienes son en verdad los dogmáticos?
Como lo afirmaba el genial Carl Sagan:
“Sólo las ideas que pasan por rigurosos filtros salen y son criticadas por el resto de la comunidad científica. A veces ocurre que las ideas que son aceptadas por todo el mundo resultan ser erróneas, o al menos parcialmente erróneas, o al menos son reemplazadas por ideas de mayor generalidad. Y, aunque, por supuesto, existen algunas pérdidas personales (vínculos emocionales con la idea de que tú mismo has jugado un papel inventivo), no obstante la ética colectiva es que, cada vez que una idea así es derribada y reemplazada por algo mejor, la misión de la ciencia ha salido beneficiada. En ciencia, ocurre a menudo que los científicos dicen: “¿Sabes?, ése es un gran argumento; yo estaba equivocado.” Y luego cambian su mentalidad y jamás se vuelve a escuchar de sus bocas esa vieja opinión. Realmente hacen eso. No ocurre tan a menudo como debiera, porque los científicos son humanos y el cambio es a veces doloroso. Pero ocurre a diario. No soy capaz de recordar la última vez que pasó algo así en la política o en la religión. Es muy raro que un senador, por ejemplo, responda: “Ése es un buen argumento. Voy a cambiar mi afiliación política.”
Continúan los testigos:
“Así que si usted piensa que como la ciencia tiene ya todas las respuestas, se puede dejar de creer en Dios y en la Biblia, recuerde que los científicos, con todos sus potentes instrumentos de investigación, solo han conseguido un conocimiento limitado del mundo que nos rodea. Es interesante lo que comenta la Encyclopedia Britannica al final de un largo artículo sobre la historia y el desarrollo de la astronomía: “Hoy, después de casi cuatro mil años de astronomía, el universo es tan incomprensible para nosotros como lo debió haber sido para los babilonios”. Entonces, ¿qué debemos hacer con los asuntos que la ciencia no ha alcanzado a descifrar? ¿Descartarlos sin más?“
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Las ideas no se deben respetar por que si, solo por ser ideas religiosas. Las ideas que se aceptan sin evidencias
pueden ser muy peligrosas.
Por eso la religión es nociva para la humanidad.
Hace falta más escepticismo.
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Es verdad que la ciencia no tiene todas las respuestas, pero muy probablemente tiene que ver que no tenemos aún toda la ciencia, que el cristianismo retrasó a la humanidad por más de diez siglos, que muchas mentes brillantes terminan estudiando estupideces como la teología, astrología, homeopatía, y que miles de millones de dólares se destinan a construir iglesias, mezquitas y sinagogas. Se debe también a que miles de personas ven sus mentes nubladas por la Biblia y el Corán, y por revistas como el Despertar y el Atalaya.
La cita de la Enciclopedia Británica en la que afirma que nuestro conocimiento sobre el Cosmos es similar a la de los babilonios es tendenciosa. Busca que el lector crea que la ciencia poco ha aportado, y bueno, si estamos igual que los babilonios, quizás es prudente darle el beneficio de la duda a los predicadores de la Biblia y su revista Atalaya. Pero cualquier persona que sepa de astronomía sabrá lo mucho que hemos avanzado respecto a los babilonios. Los antiguos habitantes de Mesopotamía creían que el mundo era el centro del Universo y gobernado por dioses de los cielos. Los astros tenían poderes mágicos y nada que hablar de nebulosos, galaxias, agujeros negros, pulsares y quasares.
Los testigos de Jehová respetamos el derecho de cada uno a decidir sobre este asunto. Nos esforzamos por seguir este consejo bíblico: “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes” (Filipenses 4:5). Le invitamos a examinar con mente abierta los puntos que la Biblia y la ciencia tienen en común y cómo se complementan.
Afortunadamente respetan. No obstante a los niños nacidos en su seno les lavan el cerebro con las revistas ya mencionadas. En curioso cómo estos señores, y otros fundamentalistas bíblicos se empeñan en que su libro-colcha de retazos es un libro válido de ciencias.
Una de las más fuertes necesidades del mundo es la de tener gente con razonamiento crítico. Gente que pida evidencias para creer y que encare a los charlatanes que se lucran de vender humo. Las ideas no se deben respetar por que si, solo por ser ideas religiosas. Las ideas que se aceptan sin evidencias pueden ser muy peligrosas. Por eso la religión es nociva para la humanidad. Hace falta más escepticismo.
Los testigos piden analizar con “mentalidad abierta la Biblia” Pues bien, la debemos tener lo suficientemente abierta para comprender la metodología de trabajo de la ciencia, porque de lo contrario, teniéndola muy estrecha solo terminaríamos fiándonos de un libro al que nos habrían adoctrinado a venerar como verdad revelada. De hecho, por analizar los puntos de la Biblia con la mente abierta es que muchos de nosotros ya no somos teístas.