Los talleres para curas pederastas no son solución

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Los talleres para curas pederastas no son solución
http://www.milenio.com/mexico/milenio/nota.asp?id=565107
Para el investigador Fernando González, la Iglesia sólo busca
silenciar el problema.
El investigador logró en su libro conciliar las dos vidas del padre
Maciel. Foto: Omar Meneses



6-Noviembre-07


En los últimos años, la jerarquía católica ha estado impartiendo a
los sacerdotes, seminaristas y religiosos varios talleres sobre
sexualidad, que implícitamente buscan "curar la homosexualidad y la
pederastia".

Para el investigador y psicoanalista Fernando M. González, con estos
talleres sólo se trata de silenciar la problemática que enfrenta la
Iglesia católica. Pero las dinámicas de nada sirven, porque no se
aceptan ni el homosexualismo ni la pederastia y por lo tanto no se
ofrecen soluciones reales.

Autor del libro Marcial Maciel. Los Legionarios de Cristo: testimonios
y documentos inéditos, por editorial Tusquets, Fernando M. González
deja en claro que el pederasta es un enfermo que debe ser retirado de
donde se encuentran los niños, y no es ninguna solución sólo cambiarlo
de parroquia, como ha sido la práctica habitual en la Iglesia
católica.

Según el investigador, sociólogo y psicoanalista, "no se puede vivir
sólo de pláticas", y el clero desde la década de los 80 se ha
instalado en una hipocresía institucional en la medida en que quiere
tratar a la homosexualidad como una enfermedad.

La jerarquía católica a los pederastas sólo los cambia de lugar, es
decir, los deslocaliza para silenciar la problemática, pero con ello
lo único que hacen es diseminarla, porque les permiten estar
nuevamente cerca de los niños.

Además, agregó, aplican el mecanismo del perdón, que se reduce todo a
una confesión; los sacerdotes abusadores dicen arrepentirse de su
conducta y son perdonados; creen que con eso es suficiente.

En entrevista con MILENIO Diario, el investigador afirmó que la
jerarquía católica se equivoca al tratar de "curar" a los homosexuales
y pederastas. Y señala que la homosexualidad es una elección. Hubo un
tiempo en que muchos psicoanalistas en algún momento dijeron: "Vamos a
darles terapia a los homosexuales, para que se les quite", y se dieron
cuenta de que estaban equivocados.

A los pederastas les gustan los niños y "los atraen tremendamente".
Entonces, lo único que se puede hacer es enviarlos a un lugar donde no
haya niños; "el sacerdote es quien debe solicitar mantenerse alejado.
Pero el puro freno de mano es muy difícil para un pederasta".

Porque "el pederasta tiene una tendencia impulsiva tremendamente
fuerte, que no puede ser controlada". Y algo se debe hacer para
proteger a los niños y niñas, pero el clero no lo corrige, sino lo
disemina.

"Creo que con platiquitas de este tipo, con el manejo institucional,
no está mal que lo hagan pero es de una enorme banalidad y
limitación". Sin embargo "reconocerlo es como hacerse un harakiri",
comentó el investigador.
Por eso cualquier acto en la zona de la sexualidad está condenado al
silencio y pocos son capaces de explicitarlo dentro de la Iglesia.
Salvo rarísimos casos.

En los talleres que se imparten a los clérigos y en los documentos que
se les entregan, se les aconseja la práctica de la sublimación, es
decir que canalicen la energía sexual a otra energía, mediante la
práctica de algunas actividades deportivas.

Al respecto Fernando M. González indicó que "para aquellos que conocen
el placer sexual, las caricias son insustituibles. Y el decirles que
practiquen algún deporte es un pírrico consuelo".

Para quienes han probado el placer sexual va a ser muy difícil que
renuncien a él, "porque no estamos culturalmente sometidos a
sublimaciones. No estamos sometidos a pura renuncia".

El rollo de la doctrina católica de hay que ser célibes y castos, en
realidad en lo que se termina es en tener relaciones con sus fieles,
con la diferencia de que ellos les dan la confesión y la absolución a
sus fieles

Cuestionado sobre si los talleres funcionan para que los clérigos
homosexuales o pederastas soliciten ayuda, consideró que les cuesta un
gran trabajo y sólo algún sacerdote con una fuerte crisis lo podría
hacer. Pero por lo general no abren sus cartas, ni siquiera en secreto
de confesión. Y si lo llegan a hacer el obispo decide qué hacer, y lo
primero que se les ocurre es la deslocalización.

Fuentes

Para su libro Marcial Maciel. Los Legionarios de Cristo: testimonios y
documentos inéditos, Fernando M. González tuvo acceso a fuentes
sólidas y muy próximas a los hechos.

El investigador pudo consultar los archivos de la Sagrada Congregación
para los Religiosos, si bien sólo pudo tomar notas a mano.

También tuvo en sus manos el archivo del padre Luis Ferreira Correa,
que fue vicario general de la Legión en 1956-57, y el de Flora
Barragán de Garza, gran benefactora inicial del grupo, que a la postre
trataría de arrebatarle su fortuna.

Del cielo al infierno

Después de casi medio siglo de intentos infructuosos porque se llamara
a cuentas al fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel
Degollado, en unos años pasó de la gloria al descrédito.

En 1994 el papa Juan Pablo II lo encomió públicamente como "guía
eficaz de la juventud", enfatizando el modo en que puso a Cristo al
centro de su larga vida sacerdotal.

En 1997, el diario estadunidense The Hartford Courant publicó un
reportaje en el que varios exlegionarios declararon que el padre
Maciel los había violado cuando eran niños o adolescentes.

Al año siguiente, los mismos exlegionarios presentaron una denuncia
formal ante la Congregación para la Doctrina de la Fe.

De fiesta en Roma, en 2004 Juan Pablo II elogia su fecunda vida
espiritual. Pero sólo días más tarde el entonces prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, autorizó el
inicio formal del caso contra el padre Maciel.

En abril de 2004 el padre Charles Scicluna entrevistó en la ciudad de
México a una treintena de exlegionarios. En mayo siguiente, Maciel
renunció a todo ministerio público.

México. Eugenia Jiménez





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http://www.fer-ateo-chile.blogspot.com/
En la antigüedad, los sacrificios se hacían ante el altar. Actualmente
esa costumbre perdura.

Helen Rowland


..Saludos Fer




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