El polÃgrafo absoluto
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Imagina que hubiera una máquina capaz de detectar, para cada proposición que escribamos en ella, si la proposición es verdadera o falsa. Esa máquina, además, puede proporcionarnos cosas muy valiosas para nosotros (p.ej., la cura de una grave enfermedad de un familiar nuestro). La única condición para que la máquina nos suministre la medicina que curará con seguridad a nuestro familiar es que escribamos con su teclado una frase verdadera. Yo no sé tú, pero en mi caso, habrÃa millones y millones de frases que, en esa circunstancia, yo escribirÃa en el teclado antes de tener que poner “el universo tiene un fundamento último que le da sentido moral a la existencia y que además es de naturaleza personalâ€; vamos, que no me jugarÃa la salud de mis hijos (pongamos) si su salud tuviera que depender exclusivamente de que esa frase fuese verdadera o falsa, pudiendo hacerla depender de otras cosas.
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ImagÃnate también que la máquina no te deja poner la frase que quieras, sino que cada vez te da dos frases distintas a elegir; de algunas estarás más seguro que de otras, pero lo racional será elegir siempre aquella de la que estás más seguro que es verdad. Podemos plantearnos entonces hacer una ordenación de todas las proposiciones según lo más o menos seguros que estemos de si son verdaderas. En mi caso particular, la frase "existe un fundamento último del universo, que tiene naturaleza personal, que es omnisciente y omnipotente, y que le da un sentido moral a la historia y a nuestras vidas", no serÃa de las que estarÃan más arriba en esa ordenación según la mayor o menor certeza. Es más, para mÃ, personalmente, tiene una probabilidad muy baja. Pero cada quien puede plantearse en su fuero interno qué proposiciones considera MÃS seguras que esa frase, cuáles IGUAL de seguras, y cuáles MENOS seguras. .
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Una metáfora engañosa, como siempre: es cierto que hay gente a la que la buena música (pongamos, Beethoven) le deja frÃo, pero en este caso NO SE TRATA DE UNA CUESTIÓN TOTALMENTE SUBJETIVA. La música tiene propiedades objetivas, que pueden ser analizadas y comprendidas perfectamente incluso por quien no tiene "sensibilidad musical", y que tienen que ver con la ciencia de la acústica y con la neurologÃa de nuestra percepción. En el caso del "misterio", por el contrario, no hay NADA QUE PUEDAS ARGUMENTAR OBJETIVAMENTE, pues, como he dicho varias veces Y NO TE HAS MOLESTADO NUNCA EN RESPONDER, Y SUPONGO QUE NI EN PENSAR, ni siquiera podemos saber si los conceptos que le aplicamos se le PUEDEN aplicar (al contrario que con la acústica y el resto de las ciencias, en las que el éxito predictivo son una garantÃa, al menos provisional, de que nuestros conceptos no andan muy desencaminamos).
Por otro lado, nuestro cerebro ha evolucionado (biológica y culturalmente) de modo que ciertas relaciones matemáticas y fÃsicas entre los sonidos tienden a producir a la mayorÃa de los oyentes una cierta RESPUESTA EMOCIONAL, pero no hay NADA en las propiedades objetivas de los sonidos que haga que CUALQUIER SER VIVIENTE E INTELIGENTE tuviera de forma necesaria que tener la misma respuesta emocional que yo a la música de Beethoven: que yo responda asÃ, es un accidente de la evolución (accidente muy bien aprovechado por Beethoven, naturalmente). Del mismo modo, no hay nada en el "misterio" que haga que la ÚNICA reacción razonable ante él por parte de un ser racional sea la de caer sobrecogido de hinojos (y mucho menos identificarlo con cierto personaje más o menos antipático de ciertos libros considerados "sagrados"), y no lo hay porque, sencillamente, del misterio no puedes SABER nada, ni siquiera eso (si no, no serÃa un misterio).
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o estoy sordo o mi interlocutor es esquizofrénico. Usted afirmará lo segundo tal vez, yo lo primero.
De acuerdo, pero imagina un mundo de sordos, en donde nace una persona que puede oir. Sólo hay una cosa que puede convencer RACIONALMENTE a los sordos de que esa persona tiene una capacidad perceptiva que le permite conocer OBJETIVAMENTE ciertos aspectos de la realidad que ELLOS no pueden captar: el mayor éxito predictivo que el que oye tiene frente a los que no oyen (p.ej., que oye los pasos de alguien acercándose, y entonces predice que alguien va a llegar, antes de que lo puedan predecir sus compañeros).
En cambio, si el que DICE que "oye" se limita a afirmarlo y a adoptar una conducta idiosincrática cuando se refiere a ello, y con más pundonor todavÃa cuando los demás se lo ponen en duda, pero sin ser capaz de PREDECIR nada nuevo gracias a sus supuestas "audiciones", pues los demás tendrán dos opciones: creérselo como pazguatos (depende de lo convincente que sea en su conducta idiosincrática) o no hacerle ni caso.
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Tú ponte en mi lugar: tú dices que, según tú, lo que se "oye" en el caso del misterio es algo asà como una "noergia" que te hace arrodillarte, rezar, tal vez valorar la virginidad, y quién sabe si abstenerse de comer carne los viernes de cuaresma. Ten un poco de piedad conmigo y comprende que yo no oigo nada de eso: pues caramba, intenta hacer un poco como el que oye en un mundo de sordos, enséñame qué OTRAS cosas puedes averiguar tú (y que yo pueda contrastar objetivamente) sobre el mundo A PARTIR DE LA HIPÓTESIS DE QUE TÚ TIENES RAZÓN Y YO NO sobre lo que se "oye" o se deja de "oir". (Y no vale lo de "mira cómo les mola a millones de personas mi conducta idiosincrática", porque no se trata de si les mola o les deja de molar, sino de pruebas objetivas, predicciones empÃricas, o al menos razonamientos lógicos intersubjetivamente examinables).
Y dale: comprende que mi valoración epistemológica del "análisis fenomenológico del inteligir" es nula. Nuestra mente es como es, y nos produce las experiencias e intelecciones que nos produce, por razones que son todo menos TRANSPARENTES para la mente misma. El cerebro ha creado una fenomenologÃa que nos simplifica la vida PERO QUE NOS ENGAÑA DE MALA MANERA. Te recomiendo una lectura un poco más cientÃfica que la ilusión de que la fenomenologÃa enseña algo sobre la realidad.
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