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Domingo, 12 de Enero de 2014

JESUS DE NAZARETH: Vivió como lo narra la Biblia?

Por Ferney Yesid Rodriguez


 Quién dudaría de la historicidad de Jesús de Nazareth?

Contamos los años en “antes y después de Cristo”. Tantas personas creen que existió, de la misma manera que un héroe de la independencia, que se conmemoran las fecha de su nacimiento y su muerte.

Sin embargo, sería prudente preguntamos: ¿Qué evidencias hay sobre la existencia de Jesús de Nazareth?

Si revisamos detalladamente, tendríamos que decir que no tenemos absolutamente ninguna prueba confiable, de fuentes seculares (no religiosas), que Jesús haya vivido, por lo menos de la forma descrita en la Biblia.
Esta respuesta elevará más de un par de cejas, a la vez que nuestros amigos católicos y protestantes nos dirán que la existencia de Jesús es tan indiscutible, que dividió la historia en “antes y después de Cristo”.
Sin embargo, cabe mencionar que el sistema “antes y después de Cristo” no se inventó hasta el siglo VI y no se aceptó de manera general en Europa hasta el siglo XI. Nuestro sistema de contar los años en a. C y d. C lo debemos al monje Dionysius Exigius (o Dionisio el exiguo), quien por orden del Papa Juan I elaboró una cronología fijando el nacimiento de Jesús en el año 753 A. U. C. (ad urbe condita) o año 753 desde la fundación de Roma. El año 1 de la era cristiana fue fijado por Dionisio en el 1 de enero del 754 A.U.C. En tiempos más recientes los historiadores prefieren utilizar las siglas A.E.C. (antes de la era común) y D.E.C. (después de la era común), por respeto a la diversidad cultural del mundo.

Los científicos fijan los eventos prehistóricos en “años antes del presente” BP (Before present). Por ejemplo, las pinturas rupestres de la Era glacial en la cueva de Altamira están fechadas en 17.000 años antes del presente. Utilizar en este caso el sistema “antes de Cristo” es una adjudicación culturalmente abusiva. ¿Les importaría en algo a esos cavernícolas el futuro nacimiento de un líder religioso?
Dionisio elaboró su sistema de contar los años, tomando como históricamente válidas las narraciones de los evangelios, las cuales analizaremos más adelante. Dionisio creía firmemente que Jesús nació el 25 de diciembre, ignorando el origen de esta costumbre. En realidad La Iglesia Católica empezó a celebrar navidad desde el siglo IV. La Enciclopedia de la Religión Católica, Tomo V dice al respecto:
“La razón que llevó la Iglesia Romana a fijar la festividad en ese día, parece ser su tendencia a suplantar las festividades paganas por otras cristianas. De este modo se originaron muchas de las actuales fiestas litúrgicas. Ahora bien sabemos que entonces en Roma los paganos consagraban el día 25 de diciembre en celebrar el Natalis invicti, el nacimiento del Sol Invencible, que después del solsticio, se engrandecía en fuerza y claridad. Símbolo del Sol era Mitra, divinidad oriental, cuyo culto había sido introducido en Roma en 274. De este modo, para hacer ocurrencia a la fiesta pagana consagrada al nacimiento del Sol natural (Mitra), la Iglesia comenzó celebrando este Sol novus...”
Muchos investigadores han llegado a la conclusión que el Jesús que conocemos por el Nuevo Testamento resultó de una creación mitológica del primer siglo.

Los investigadores han aplicado el Principio de Evidencia Negativa para llegar a tales conclusiones.

El Principio de Evidencia Negativa dice que no tenemos una buena razón para acreditar una proposición sí los siguientes tres principios se satisfacen:
  1. Si todas las pruebas o evidencias que corroboran una proposición son de poca confianza.
  2. No existe ninguna evidencia comprobando la proposición, cuando esta debería estar presente si la proposición fuese verdadera.
  3. Si se ha realizado una búsqueda minuciosa y exhaustiva tras las evidencias corroborativas en el lugar apropiado.
El primer punto del Principio de Evidencia Negativa, nos pide “que las pruebas que corroboran una proposición sean poco seguras” Esto es justo lo que ocurre con la única evidencia secular sobre la vida de Jesús: los dos breves pasajes de las obras de un historiador del siglo I, llamado Flavio Josefo. Josefo era un prolífico escritor, no obstante, solo escribió dos párrafos sobre Jesús. Uno es notoriamente una interpolación, y el otro es altamente sospechoso.

Otras referencias a Jesús en los escritos seculares son demasiado ambiguas, o son interpolaciones posteriores.
Este hecho es bastante curioso, ya que la Biblia dice que Jesús fue un fenómeno de masas y que tuvo repercusiones en los eventos sociales de Oriente medio. Esto es como si en un futuro lejano, sólo se encontraran dos breves pasajes sobre la existencia de un tal Nelson Mandela en los textos de historia
de Sudáfrica y los diarios del siglo XX.

Al cuestionar a los creyentes sobre esto, ellos responden que se basan en sus sensaciones interiores, y es muy probable que tras enseñarles las incongruencias históricas de sus creencias ellos respondan: “Esto lo creo porque siento a Cristo en mi corazón”, o “Tú no puedes entender esto porque no has tenido esta experiencia de vida” o “Debes saber que Cristo cambió mi vida, y eso es suficiente para que yo crea”.
Sin embargo, estas razones son poco confiables, ya que las personas de todos los credos siempre han tenido sensaciones interiores, sea cual fuere la creencia que promulguen. Los cristianos nos dicen que ellos “siguen a Jesús”, pero es diferente ser seguidor de alguien a quien se puede ver y escuchar de primera mano, que seguir a unos religiosos que predican (e interpretan) unos textos escritos por unos fulanos, que escucharon hablar de un tal Jesús de Nazareth. ¡La diferencia entre estas dos situaciones es abismal!

En el siglo I, había la costumbre de escribir algo y atribuirlo a otra persona (a su mentor filosófico), tal actividad se conoce como “Pseudoepigrafía”. Esto dificultó a los estudiosos la verificación de quien realmente escribió los libros del Nuevo Testamento.
Los apologistas cristianos dicen que la pseudoepigrafía era una técnica común en las escuelas de la época, y que en tal época no se consideraba moralmente incorrecta. Sin embargo, el autor Karlheinz Deschner, en su "Historia criminal del cristianismo", tomo 4 (falsificaciones y engaños), demuestra contundentemente que incluso en la antigüedad, esa práctica era reconocida como deshonesta y fraudulenta.

Los investigadores al aplicar ciertas técnicas, para determinar quién está hablando, cuál es su mensaje, el cuándo y el por qué, han concluido que los escritos más antiguos de los primeros cristianos son las cartas de San Pablo. Estas probablemente datan del comienzo de la quinta década del primer siglo - bien después de los eventos de la vida de Jesús. Además de esto, no todas las epístolas que se encuentran en la Biblia como obras de Pablo, son realmente suyas, sino como se mencionó anteriormente, algunas fueron escritas por otras personas, quienes las atribuyeron a Pablo.
Las cartas paulinas fueron escritas antes que los evangelios, y ninguno de estos es anterior a por lo menos la séptima década. Los textos aceptados genuinamente como obras de Pablo son (Gálatas, 1 de Tesalonicenses, 1 y 2 de Corintios, Romanos, Filemón, y Filipenses).

Al examinar las cartas paulinas genuinas de forma aislada, queda claro que Pablo no tenía ninguna idea del nacimiento virginal de Cristo, además nunca afirmó haber vivido en la época de Jesús, o que cualquiera de sus mentores era contemporáneo de Jesús, o que Jesús había hecho cualquier milagro. Pablo tampoco asoció la muerte de Jesús con el juicio ante Pilatos. Pablo nunca corroboró la existencia de un Jesús en la primera mitad del primer siglo. Al revisar otros escritos cristianos anteriores a los cuatro evangelios, ahora considerados como apócrifos (que no pertenecen a la Biblia), queda claro que estos omiten las mismas cosas que Pablo omite, lo que nos lleva a pensar que los hechos biográficos asociados a Jesús fueron inventados posteriormente.

La elaboración de los evangelios abarca el periodo del año 70 D.E.C hasta el 120 D.E.C. aprox. Es necesario mencionar que los evangelios fueron escritos después de la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 D.E.C. por orden del emperador Tito, dando fin a la rebelión judía contra el imperio romano. Este hecho es importante, ya que los predicadores fundamentalistas enseñan que Jesús profetizó la destrucción del templo, lo cual es completamente falso.
El primer evangelio escrito, de los cuatro presentes en la Biblia, fue el de Marcos. Su autor creía en supersticiones, demonios, posesiones por los mismos, y milagros. Todo esto afectó la escritura de su evangelio. El autor de Marcos no declara haber conocido a Jesús. Él probablemente escribió su evangelio en Siria (poco después de la destrucción de Jerusalén) para los romanos cristianos, que pasaban por la persecución de Nerón. Es así como Marcos escribió este evangelio probablemente para fortalecer a los perseguidos.
El evangelio de Marcos, no menciona a José en la historia del nacimiento de Jesús. El autor se refiere a Jesús como "hijo de Maria", una descripción reservada a los hijos ilegítimos. En Marcos no hay detalles sobre el nacimiento de Jesús, no menciona nada sobre un nacimiento virginal, la visita de los reyes magos o de ángeles comentando el nacimiento con los pastores. La razón de esto, es que esos mitos aún no habían sido incluidos en la doctrina cristiana.
El segundo evangelio fue el de Mateo. El autor de Mateo estaba empeñado en mostrar a los hebreos que Jesús era el Mesías prometido. Cuando el autor de Mateo escribió su evangelio, tenía a su disposición la traducción griega del Antiguo Testamento conocida como “La Septuaginta” o “de los setenta”. En la septuaginta se tradujo mal un texto de Isaías que dice que en respuesta a una señal, una mujer joven (almah es el término hebreo) concebiría a un niño que habría de llamarse Emmanuel. La palabra utilizada en hebreo no significa “virgen”, pues en tal caso el vocablo correcto debió ser “betulah ”, esta palabra fue traducida al griego como “parthenos”, que significa virgen. Así ocurrió un cambio importante de significado y el autor de Mateo terminó afirmando que María era virgen cuando concibió a Jesús.

El autor de Mateo usó como fuente principal el evangelio de Marcos, por lo que incorporó los mitos de este evangelio, adicionó los suyos, y la historia fue alterada nuevamente. Para probar que Jesús era el Mesías, el autor de Mateo omite detalles en la genealogía de Jesús a fin de mostrar conjuntos de siete generaciones desde Abraham a David, de David hasta el exilio, y del exilio hasta Jesús. Las genealogías del evangelio de Mateo contradicen otras genealogías del Viejo Testamento.
También hay contradicciones entre los evangelios. En Mateo se menciona a Jesús como descendiente del rey David por parte de su hijo Salomón; mientras que en Lucas se afirma que Jesús proviene del rey de David, pero por parte de su hijo Natán. Según el evangelio de Mateo el abuelo paterno de Jesús (el padre de José) es Jacob; pero según Lucas el abuelo paterno de Jesús es Elí.
El Evangelio de Mateo fue un esfuerzo para convertir judíos, mientras que el Evangelio de Lucas lo fue para convertir gentiles (no judíos). El autor de Lucas también poseía una copia de Marcos, citó de ella varios pasajes y adicionó lo que le convenía.

El autor de Lucas escribió para un público romano lleno de posibles conversiones, por lo que Roma fue plasmada de la mejor manera posible. Por ejemplo, en el evangelio de Marcos los soldados romanos azotan a Jesús, pero en el evangelio de Lucas los soldados son de Herodes. El reino de Jesús "no es de este mundo", obviamente un esfuerzo por aplacar las sospechas romanas de una conspiración cristiana contra el estado. Al ascender Domiciano al trono Romano en el año 81 D.E.C, la persecución se había reiniciado, por esto el autor de Lucas ve la necesidad de atenuar las preocupaciones romanas, mostrando el cristianismo como inofensivo. Por esto dedicó el documento a "Su excelencia Teófilo".

El último de los 4 evangelios es el de Juan. Este evangelio fue escrito a comienzos del siglo II, y en éste, Jesús se muestra totalmente opuesto a los judíos.
Como vemos, cada evangelio fue escrito recogiendo información de segunda o tercera mano, después de haberse incorporado mucha mitología, y con fines misioneros precisos. Por esta razón, ninguno de los 4 evangelios es confiable en cuanto a la historicidad de Jesús.
La segunda exigencia del Principio de Evidencia Negativa es que “no exista ninguna evidencia segura donde ésta debería existir”, y esto es lo que ocurre, ya que no existe ningún registro de la vida de Jesús en los documentos romanos de la época, lo cual es sorprendente, ya que Jesús causó gran conmoción, según la Biblia.
El historiador Josefo era tan meticuloso que escribía una historia de tres páginas para cubrir el juicio y ejecución de un ladrón común. Flavio Josefo escribió exhaustivamente sobre Juan el Bautista, mas sobre Jesús, sólo aparecen dos pequeñas referencias altamente cuestionadas por los investigadores. Desafortunadamente, los escritos de Josefo llegaron hasta nosotros solamente a través de fuentes cristianas, ninguna de ellas anterior al siglo IV, y se sabe que los escritos de Josefo fueron revisados.
Las dos referencias de Josefo sobre Jesús son cuestionables principalmente porque, es poco probable que siendo Josefo un Judío, llamase a Jesús de Mesías, principalmente cuando él no daba crédito a otros aspirantes a Mesías. Además de esto, los comentadores que escribieron sobre Josefo antes de Eusebio (siglo IV D.E.C.) no citan ese pasaje.

La historia sobre el censo que ordenó Herodes, en la ciudad natal de cada habitante, y que llevó a José y María a Belén, no encuentra respaldo en los documentos romanos. Con esta historia, el autor del evangelio de Mateo buscaba convencer a los judíos que Jesús era el Mesías, ya que las profecías judías dicen que el Mesías nacería en Belén. Así que la historia de un censo en la que cada habitante tuviese que viajar a su ciudad de origen es un invento del autor de Mateo. Es importante recalcar que ningún gobernador hizo viajar a las gentes a sus ciudades de origen para ser censadas. Eso es absurdo, poco práctico y no sirve al verdadero propósito que tiene un censo: Saber qué personas viven en una determinada zona para colectar impuestos. Esta leyenda no tiene ninguna evidencia histórica.

La muerte de niños inocentes ordenada por Herodes a fin de matar al niño Jesús, también está ausente de los registros romanos. ¿Es posible que después de semejante masacre ningún historiador haya dicho algo al respecto? Algo similar ocurre con el arresto y juicio de Jesús. Todo esto es muy extraño, ya que los romanos eran muy meticulosos en cuanto a la historia escrita. En la Palestina de ese periodo se encuentran muchos historiadores, entre ellos, el ya mencionado Flavio Josefo. ¿Por qué los escritos contemporáneos fiables no dicen nada sobre Jesús de Nazareth, si según la Biblia, fue todo un fenómeno social?

El tercer requerimiento del Principio de Evidencia Negativa dice que “debemos haber realizado una búsqueda minuciosa y exhaustiva de evidencia en donde ella debería estar”. De hecho, esto ya se ha realizado tanto por investigadores religiosos como escépticos, por lo que se puede decir que el tercer punto se ha cumplido.

Con frecuencia las historias mutan, transformándose en mitos, y estos mitos a su vez sufren modificaciones con el tiempo. Así evolucionan las historias sagradas. Por ejemplo, en la Norteamérica del siglo XIX, el joven José Smith aseguró haber recibido una “nueva luz” que narraba las enseñanzas de Jesús en Norteamérica, ya que según él, Jesús después de haber resucitado había hecho una escala en América para predicarle a los nativos (!!!).

La nueva versión de la historia de Jesús que empezó con pocos creyentes, hoy ya tiene aproximadamente 6 millones de seguidores conocidos como mormones. De igual forma en los primeros años del cristianismo, las historias fantásticas inventadas por los evangelistas con el tiempo se convirtieron en la creencia de la mayoría.

Como conclusión podemos decir que basados en el Principio de Evidencia Negativa, tenemos buenas razones para dudar de la biografía de Jesús que se nos presenta en la Biblia. Pero lo que no se puede negar es la existencia de la omnipotente, omnipresente y creadora... ¡mitología de los seres humanos!
Miercoles, 17 de Febrero de 2016

CENSURADO:LOS SECRETOS DE LOS APÓSTOLES

Por guerreropirata

Interesante documental de History Channel en donde se exploran algunos textos no incluidos dentro de la Biblia y que narran algunas historias nunca sacadas a la luz como: un relato de Pedro sobre una batalla al estilo de "El señor de los anillos", ¿Por qué se ha eliminado una versión del evangelio de Pedro que exoneraba a Poncio Pilatos?, Judas es héroe o villano?.

Y algunos otras historias muy interesantes, mirenlo y comenten....


Lunes, 29 de noviembre de 2010

LAS ENSEÑANZAS (!!) DE SAN PABLO

Por guerreropirata

He aqui algunas "enseñanzas" o "mandatos" del fundador del cristianismo, de los cuales algunos se han olvidado o pretenden que hay que "intrepretarlos".

Estas frases no necesitan interpretacion

Juzguen ustedes amigos lectores.


Pablo se autoproclama apostol

1 de Romanos 1:1 y 5

Saludos, yo, Pablo, siervo de Jesucristo , llamado a ser apóstol (!!) , apartado para el Evangelio de Dios . Y que por medio de Jesucristo, del cual hemos recibido la gracia y el apostolado, para la obediencia de la fe en todas las naciones por amor a su nombre.

Pablo defiende su apostolado

1 de Corintios 9:1 ss,

¿No soy Apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor Nuestro?. Si para otros no soy Apóstol (!!) , para vosotros ciertamente lo soy; porque vosotros (los de Corinto) sois el sello de mi Apostolado en el Señor.

Pablo y la venganza

No os venguéis vosotros mismos, amados, sino dejad lugar a la ira de Dios (!!); porque escrito está: ¡Mía es la venganza, yo pagare, dice el Señor!.

Pablo el glorioso e indeciso

2 de Corintios 12:1 ss,

Ciertamente no me conviene gloriarme ; pero me atengo a las visiones y a las revelaciones del Señor. Sé de un hombre en Cristo, que hace catorce años, si en el cuerpo no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe, fue arrebatado hasta el Tercer Cielo. Y sé que el tal hombre, si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe, fue arrebatado al Paraíso y oyó palabras inefables que no le es permitido al hombre expresar. De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, a no ser en mis debilidades. Sin embargo sí quisiera gloriarme.

Pablo y el fracaso

Gálatas 2:1 ss,

Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Pero subí según una revelación y les expuse el Evangelio que predico entre los gentiles, pero lo hice en privado a los que figuraban como dirigentes, no sea que yo esté corriendo o haya corrido en vano.

Pablo y los pecados

Colosenses 3:8 ss

Pero ahora desechad también vosotros todas estas cosas: Ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndos despojado del viejo hombre con sus prácticas.

Pablo y las mujeres

1 Corintios 7, 1-9

"¡La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido! "¡ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer!".

Pablo y el matrimonio

1 Corintios 7, 1-9

Quisiera, más bien, que todos los hombres estuviesen como yo . ¡Qué los hombres no forniquen con mujer! cada uno tiene su propio don de Dios, uno de un modo y otro de otro modo.

Al hombre le irá bien en quedarse como está y ¡que no procure casarse!. Y todo padre de familia hace bien en no dar en casamiento a sus hijas.

Pablo el exaltado

2 de Tesalonicenses 2:3 ss,

¡Que nadie os engañe de ninguna manera!, porque no vendrá el mentiroso sin que antes venga la apostasía (o sea la negación del Judaísmo). El Hijo de la perdición es aquel que se opone y que se exalta él mismo sobre todo lo que Dios deja como objeto de culto, tanto que se hace pasar por Dios.

Pablo el astuto

2 de Corintios 12:16

¡Yo (dice San Pablo) como soy astuto, pude muy fácilmente engañaros!.

Pablo el loco

2 de Corintios 11:16 ss,

¡Recibidme como un loco, para que yo también pueda gloriarme!. Lo que hablo, no lo hablo según el Señor, ¡sino como en locura!. Y les pregunto hablando como si yo hubiese perdido el juicio, ¿son ustedes Ministros de Cristo?, pues, ¡yo lo soy más!.

Pablo el humilde

Gálatas 1:1

Yo, Pablo, soy Apóstol, no de parte de hombres ni por medio de hombres ¡sino que por medio de Jesucristo y de Dios Padre que lo resucitó de entre los muertos!.

Pablo el poliglota

1 de Corintios 14:2 nos dicen.

Todo aquel que habla en lenguas ¡no habla a los hombres sino a Dios!, pues como nadie le entiende, sino que en espíritu, así habla en misterios.

Todo aquel que habla en lenguas, así mismo se edifica, pero el que profetiza, edifica a la Iglesia.

Pablo el antiley

Hebreos 10:1 ss,

La Ley (o sea todo el Antiguo Testamento) nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen cada año, hacer perfectos a los que se acercan. Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos ¡no pueden quitar los pecados!.


Sin comentarios.







Lunes, 10 de Mayo de 2010

LA EVOLUCION DE YAHVE-JEHOVA

Por Hernán Toro
http://www.escepticoscolombia.org

El "dios judeocristiano" es un término incorrecto. A lo largo de la historia, este vocablo ha representado diversas concepciones teológicas mutuamente excluyentes. Aunque los cristianos modernos muestran sus escrituras como un bloque monoteista estricto, en realidad el dios hebreo primitivo era muy distinto del Dios Padre adorado actualmente por los protestantes, católicos y ortodoxos.

Los hebreos primitivos no creían en un único dios. Su teología no era monoteísta sino henoteísta: creían que existían varios dioses, pero sólo adoraban uno.
El motivo era supersticioso: si no adoraban al dios con el que "se aliaban", éste los aplastaría inmisericordemente. Las evidencias textuales del henoteísmo hebreo inicial son patentes para quienes no se dejan cegar por la "sana hermenéutica" de los mercaderes espirituales modernos.

Así, textos como "Dios se levanta en la reunión de los dioses; en medio de los dioses juzga" presentan a Yahvé-Jehová como la deidad principal en una asamblea de dioses menores. En la misma línea, y a pesar de los intentos de los traductores modernos para camuflarlo, el primer mandamiento tiene una perspectiva perfectamente henoteísta: "No tendrás dioses ajenos DELANTE de mí".

Un Dios todopoderoso e inteligente que hubiera pretendido dar un mensaje monoteísta en vez de uno monolátrico, hubiera dicho algo como: "yo soy el único dios real" o "no existen más dioses que yo". Pero su mandato real es ser adorado por delante de los demás dioses ajenos que no descarta.

En la misma línea está: "No vayáis detrás de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos, porque Yahve-Jehová, tu Dios, que está en medio de ti, es un Dios celoso; su furor se inflamaría contra ti y te haría desaparecer de sobre la tierra".
Aquí no sólo no enseña la inexistencia de otros dioses, sino que los acepta pero advierte sobre no seguirlos pues Yahvé-Jehova es celoso y vengativo... actitud divina bastante imbécil esa de sentir celos de seres inexistentes.

La monolatría hebrea primitiva con el tiempo evolucionó en un monoteismo estricto, que consideraba falsos a los demás dioses que otrora reconocía. Esta fase del concepto hebreo de Dios es popular pues es la más publicitada actualmente y hay centenares de textos que la demuestran.

Esta Divinidad era todopoderosa: todo ocurría según su deseo; bien y mal eran creados por él.
Un residuo textual "fósil" de esta fase teológica se encuentra en un texto de Isaías muchas veces "suavizado" por los traductores modernos: "Que formo la luz y crío las tinieblas, que hago la paz y crío el mal. Yo Yahve-Jehová que hago todo esto". A partir de esta fase, la religión judía y sus descendientes cristianas e islámicas, han buscado constantemente explicar el bien y el mal en el mundo. Siguiendo los lineamientos básicos de Bart Ehrman, las fases siguientes de este proceso explicativo quedaron plasmados en la Torá y la Biblia Cristiana.

Tras sus triunfos militares iniciales con David, el pueblo de Israel creía que una deidad todopoderosa los había elegido como protegidos y los había librado de su esclavitud en Egipto.
Después de asentarse en la "tierra prometida", establecieron su reino alrededor del Templo en la época de Salomón, pero con el paso del tiempo, Israel fue víctima de tremendos reveses militares, siendo el Exilio en Babilonia tal vez el mayor de ellos. Al buscar explicación de por qué el pueblo elegido era víctima de sus enemigos, apareció otra fase de desarrollo teológico: el movimiento profético.

En esta ridícula concepción, los males experimentados por Israel eran el resultado de su idolatría: al abandonar la fe verdadera, Yahvé-Jehova mismo habría enviado castigos para regresar a su pueblo por el camino recto. A esta mentalidad, poco importaba que niños inocentes fueran estrellados contra el piso, que mujeres embarazadas fueran asesinadas haciéndolas abortar a punta de espada, que bebés de pecho murieran de inanición y sed, y que mujeres justas del pueblo idólatra terminaran cocinando y comiéndose sus propios hijos… la "bondad" de Yahvé-Jehova era incuestionable, pues lo que a primera vista "parecían" actos abominables enviados por un demonio celeste aborrecible e injusto, en realidad eran "Justicia Divina" para corregir la idolatría de su pueblo.

Luego de la deportación, los hebreos comenzaron a experimentar otro tipo de mal: adversidades terribles debidas a su observancia de la Ley de Dios.
Por ejemplo, dos siglos antes del nacimiento de Jesús, el gobernador Sirio de Palestina persiguió a los hebreos por seguir la Ley de Yahvé-Jehova.
¿Cómo era posible entonces que siguieran sufriendo, si cumplían con su parte del pacto, y si Dios había prometido bendiciones por ello? La respuesta por primera vez fue medianamente inteligente y dio origen a una nueva fase teológica: el movimiento Sapiencial.

En éste se reconoció que el mal del mundo no siempre era un castigo sino que era inherente a la existencia: los ricos abusaban de los pobres, los ejércitos extranjeros aniquilaban pueblos, la adversidad diezmaba sin contemplaciones.

¿Pero cómo se podía entender esto si Yahvé-Jehova era bueno? La respuesta aún subsiste en nuestra cultura: el mundo estaba en guerra debido a un ser malvado, opositor a Yahvé-Jehova: Satán.

Esto limpió la faceta negativa de Dios como creador de la maldad pero puso un nuevo aprieto teológico: ¿Cómo podría ser que Dios permitiera estos males si era justo? La respuesta fue una evasiva desesperada: seguro la situación injusta de ese entonces no iba a durar para siempre... Yahvé-Jehova intervendría muy, muy pronto para acabar para siempre el mal y restaurar la perfección en la Creación, arruinada por el Opositor.

Ese fue el origen del pensamiento apocalíptico, del cual Jesús de Nazaret fue el exponente más famoso. De las pocas predicciones atribuibles con seguridad a él, están los pequeños apocalipsis sinópticos en los que pronosticó fallidamente un fin inmediato. Pablo hizo eco a estas ideas apocalípticas del Nazareno y garantizó incluso en "Palabra de Dios" que él no moriría antes del fin.

Es claro que el fin inminente no llegó, y que el falso profeta de Nazaret y su émulo de Tarso estaban equivocados. Entonces… ¿cómo se podría interpretar esto? ¿Por qué el buen Dios no arreglaba su creación perfecta? Una actitud fue la que siguió el cristianismo actual: estableció Iglesias, mantuvo su adoración, deificó a Jesús, y siguió creyendo que algún día llegará el Reino de Dios, así sea post-mortem.

La otra respuesta fue sorprendente y brillante: Tal vez Yahvé-Jehova no era un dios bueno y perfecto; tal vez era inepto, indiferente o malo. Si se juzga un árbol según sus frutos, ¿cómo se podría juzgar al creador de un mundo repleto de sufrimiento y de mal?
La respuesta de la última fase judeocristiana fue la aceptación de un universo inherente malo, creación de un dios inferior, un "demiurgo" incompetente, y que por primera vez en la historia, el verdadero Dios Supremo, Trascendente e Inefable, se había comunicado con los hombres por medio de Jesús para despertar en ellos la consciencia de su naturaleza real.

Al reconocer que éramos chispas divinas del Dios Supremo, y que estábamos atrapados en un mundo denso, imperfecto, el hombre se liberaría y se salvaría a sí mismo. Este fue el surgimiento del gnosticismo cristiano: una respuesta radical ante el fracaso estrepitoso de la apocalíptica, y el anquilosamiento mediocre de las corrientes cristianas paulinas.

El verdadero Gnosticismo Cristiano se conoce ahora muy bien gracias a los textos descubiertos cerca de la población egipcia de Nag Hammadi, en 1945. Es una serie de códices escritos en copto copiados cerca al 320 EC, que después de Qumrán, es el hallazgo arqueológico más importante del siglo XX. Esta biblioteca incluía entre otros textos paganos, judíos, y cristianos, apócrifos tan importantes como El Evangelio de Tomás y el de Felipe.

A partir de este punto, las especulaciones gnósticas comenzaron a generarse a ritmo creciente: incorporando elementos del platonismo medio, retornando en ocasiones a elementos de sus raíces judías, y con elucubraciones febriles, los gnósticos empezaron a tratar de justificar la imposible Teodicea: cómo a partir de un ser inefable y perfecto, pudo surgir el mal del mundo.
Las respuestas con diversos matices, van en la línea de señalar la perfección de las cualidades divinas: por su perfección estas cualidades deberían tener existencia por sí mismas, y emanarían desde la Divinidad Inefable. A estas emanaciones se las llamaba "Eones"; entre ellos se encontraban el Silencio de Dios, la Soledad y la Sabiduría Divina (Sofía).

Al parecer, tras la emanación inicial del Pleroma (conjunto de todos los eones divinos) se habría producido una catástrofe que en algunas ramas del gnosticismo, se debían al anhelo de algún Eón (a veces Logos, a veces Sabiduría) de conocer antes de tiempo la Naturaleza Divina.

Este anhelo justo y bueno, pero en un momento erróneo, hizo que el Eón saliera del Pleroma a la manera de una especie de Pecado Original. Sería este Eón caído el que después de complejas interacciones habría creado la materia y el cosmos. Este Eón, en algunas corrientes gnósticas, sería identificado con el imperfecto Demiurgo o creador del Universo, y se igualaría al dios inferior, incompetente y necio de las escrituras Judías.

La parte final de esta historia es bien conocida: a punta de sangre y fuego, las facciones cristianas originales lucharon por posicionarse, y la versión triunfadora del mito declaró "hereje" a las versiones restantes (la historia la escriben los triunfadores), los gnósticos terminaron exterminados en la hoguera por sus "amorosos "hermanos cristianos a lo largo de todo el medioevo.

La promesa de Jesús de un reino de Dios con justicia, paz, amor, y bienestar para toda la humanidad, se transformó por arte de magia en una Institución Eclesial policiva, que seguiría eternamente, en un mundo cada vez más podrido, injusto e inhumano. Y la venida inminente del Reino que se daría en el Siglo I, siguió demorándose durante dos mil años, y seguirá atrasándose "per secula seculorum" (por los siglos de los siglos).

Por último, de la versión Paulina del Cristianismo, emanaron todo tipo de troncos (catolicismo, ortodoxia y protestantismo) y centenares de ramas secundarias, cada una de ellas con la única religión verdadera y únicas herederas de la fe en el demonio henoteísta de los hebreos primitivos.

El análisis histórico lo muestra claramente: De un dios entre todo un panteón, a un monoteísmo con una divinidad caprichosa y sanguinaria, pasando por un dios en lucha con un antidios, para terminar en una deidad incompetente creadora de un mundo imperfecto contrapuesta a un Dios inefable que se comunicó con la humanidad por primera vez a través de Jesús, el concepto judeocristiano de Dios no es el de un padre amoroso de la humanidad que se haya revelado gradualmente a sus hijos según cierta "economía de la Salvación" enrevesada y tonta... Es sólo un mito supersticioso previo a la edad del bronce que se ha modificado y amoldado gradualmente al avance cultural de las sociedades que lo han idolatrado, justo como una especie biológica se adapta evolutivamente a los cambios ambientales.

La historia del desarrollo teológico judeocristiano es una muestra más de que ese concepto de dios es un mito que solo existe en las cabezas de quienes doblegan su razón ante fábulas prehistóricas.