Archivos en la categoría estadísticas sobre religión y/o ateísmo

Lunes, 27 de Abril de 2020

Conociendo a los no religiosos hispanohablantes

Las encuestas sobre religión muestran que los ateos y agnósticos son una minoría en casi todos los países, especialmente en América Latina.

Estudios más detallados, especialmente en los Estados Unidos, muestran que los no religiosos suelen ser más liberales en temas como los derechos sexuales y reproductivos, eutanasia y similares.

La ONG Bogotá Atea ha adelantado un formulario que busca conocer cómo son los no religiosos hispanohablantes, que permitirá conocernos mejor.

La encuesta se encuentra, de momento, disponible en este enlace. Agradecemos su diligenciamiento y compartir en redes sociales.

Lunes, 22 de Abril de 2019

Colombia, en camino a la pluralidad religiosa y la secularización

Colombia se ha definido como un país esencialmente de religión cristiana, siendo el catolicismo la variante más común entre los colombianos. Sin embargo, el país está sufriendo un proceso de diversificación religiosa y secularización a la par que se ha ido urbanizando.

Poco después de la independencia, la ciudad de Bogotá tenía veinticinco mil habitantes, los cuales, en su mayoría, asistían a diario a misa, en las treinta iglesias y capillas de la capital. Dos siglos después, la asistencia a los oficios religiosos es una actividad de culto que es practicada en mayor parte por los adultos, mientras más son los ciudadanos que dedican el domingo al ocio, el deporte y al descanso. En la actualidad solo el 43% afirma asistir a misas o cultos una vez a la semana.

Entre los ciudadanos que asisten a los oficios religiosos, no son solo las iglesias católicas las que son visitadas, pues un ramillete de denominaciones tiene sucursales en los diferentes barrios, pueblos y ciudades, con variantes doctrinarias que van desde las que aceptan la Trinidad, las que solo aceptan a una persona divina: a Jesús, hasta las que las que consideran que Jesús fue la primera creación de Dios, pero no un ser divino. Unas denominaciones predican un segundo regreso de Cristo, mientras que otras dicen que solo habrá un juicio tras la muerte. Unas ordenan homosexuales y muchas otras han hecho de la lucha contra sus derechos civiles un arma de batalla política. Algunas pocas guardan el sábado, la mayoría el domingo. En unas bautizan niños pequeños, otras solo adultos, y en una (el mormonismo) es posible bautizarse por los antepasados. Unas pocas logran asimilar los descubrimientos de la ciencia respecto a la evolución y el Big Bang, mientras que otras se aferran a una interpretación rígida de la Biblia. Las variantes son mayores y parecen ir en aumento.


En términos generales, en Colombia cerca de un 97% cree en un Dios y un 93% cree que Jesús es el hijo de Dios. Un 74% se define como católico, mientras que un 16% conforma el diverso grupo de las diferentes denominaciones protestantes. Esto según un estudio de Cifras y Conceptos revelado en noviembre de 2017.

En otro estudio adelantado por el sociólogo William Beltrán en el 2011 se reveló que las mujeres son mucho más religiosas que los hombres. Repartiéndose las respuestas de que la religión es “muy importante” en sus vidas en un 55,4% entre el sexo femenino, y tan solo un 36,8% entre los varones.

Los libros sagrados para los colombianos no son solo la Biblia. Algunos creen como sagrado en el libro de Mormón, el Corán, la Torá, los escritos de la señora Elena G. White, Ciencia y salud con clave en las escrituras de Mary Baker Eddy, el Bhagavad Gita, el Srimad Bhagavatam, y varios más.

Tan grande es la diversidad religiosa en el país que se calcula que cada día, en promedio, una iglesia cristiana no católica recibe su personería jurídica especial por parte del Ministerio del Interior. Menos frecuente es el registro de religiones no cristianas, pero estas se siguen registrando. Uno de los casos más recientes es el de la Iglesia de la Cienciología, famosa por tener en sus filas a Tom Cruise, acusada de ser una secta y estar prohibida en Francia.

El crecimiento de los sectores evangélico, pentecostal y de otros segmentos cristianos como adventistas, mormones y testigos de Jehová se ha hecho a expensas del catolicismo. Incluso el judaísmo y el islam han tenido conversiones de colombianos que antes profesaban el catolicismo.

Según estudios de Latinobarómetro, en Colombia el catolicismo perdió un 12% de sus feligreses entre 1996 y 2013. Esta tendencia a la pérdida no es exclusiva de este país, sino que es una constante en toda América Latina. De hecho, el Vaticano prevé que su futuro bastión de creyentes será África subsahariana, porque Europa se seculariza rápidamente, mientras que América Latina se vuelve más diversa.

De hecho, muchos de los ciudadanos que se dicen católicos, no asisten a misas, no conocen ni comprenden los dogmas de la religión católica. Perfectamente pueden tener sexo prematrimonial y usar condones cuando es algo prohibido por el catecismo. Muchos de los que se dicen católicos están de acuerdo con la posibilidad de divorcio, y nunca va en un festivo religioso a misa, ni conoce el motivo de esa fiesta. Incluso, un estudio de Beltrán en el 2011, encontró que un 32,9% de los que se identificaron como católicos creían en la reencarnación. Una creencia más asociada con religiones orientales como el hinduismo, budismo y taoísmo. Para muchas personas quizás es más cómodo decir que son “católicos” frente a una encuesta o en una conversación informal, porque evita tener que dar demasiadas explicaciones sobre sus creencias. Así pues, el número de católicos culturales es mayor y el de católicos practicantes y conocedores de sus dogmas es menor.

Por otra parte, los estudios realizados por diferentes estudiosos muestran que las generaciones más jóvenes son menos religiosas, y que la asistencia al culto es menos frecuente que en las generaciones más adultas.

El trabajo de Beltrán revela que los creyentes no practicantes alcanzan un 46,5% entre los jóvenes, un 36,4% entre los adultos jóvenes, baja a un 26,8% entre los adultos, y es más bajo, solo el 18,3% en la tercera edad.

Otro segmento de ciudadanos, que se encuentra en crecimiento, expresa que “creen en Dios, pero no en las religiones”, una reacción que va acompañada por el abandono de los lugares de culto, quizás como resultado de los cada vez más frecuentes escándalos por abuso sexual por parte de sacerdotes, o escándalos por enriquecimiento de los muchos pastores evangélicos a costa de diezmos y ofrendas. Este segmento debe incluirse en los futuros estudios, que de hecho, son pocos en nuestro país.

Muchos sociólogos clasifican a muchos de estos creyentes no practicantes como “no afiliados” y en lugares como los Estados Unidos, ya constituyen el segundo segmento más grande dentro de los creyentes.

Por último, tenemos el sector no religioso, que incluye a los ateos y agnósticos (la diferencia entre ateos y agnósticos es que los primeros rechazan la hipótesis de Dios, mientras que los agnósticos consideran que no hay suficientes pruebas para aceptarla o rechazarla). Este segmento, que diferentes estudios ubican entre un 3 a un 5%, lo conforman principalmente jóvenes y personas con estudios universitarios y de posgrado.

En el estudio de Beltrán se muestra que solo un 0,9% de las personas con básica primaria son ateos o agnósticos, el porcentaje aumenta a un 3,5% entre quienes solo tienen bachillerato, asciende a un 6,7% entre quienes tienen estudios universitarios y alcanza al 16,20% entre aquellos que alcanzan estudios de postgrados.

Países que fueron casi totalmente católicos como España y Chile muestran el camino que puede seguir Colombia. A medida que los procesos de urbanización y aumento de los niveles de educación se acentúan, el número de no creyentes (ateos + agnósticos) crecerá hasta alcanzar los dos dígitos, a la par también crecerá el porcentaje de “no afiliados”, siendo ambos segmentos reflejo de la secularización de la sociedad.

Por ejemplo, el porcentaje actual de creyentes en España es del 69,5%, aunque solo el 26,6% se declara practicante. En 1980, los que no creían eran apenas eran un 8,5%, hoy son ya el 30,5%. Sin embargo, el futuro del cristianismo organizado allí se prevé a la baja. En la franja de los jóvenes de 18-24 años el porcentaje de no creyentes ya superó levemente al de creyentes. 48,9 versus 48,5%.

Sociólogos como el ya citado William Mauricio Beltrán Cely, especialista en el tema de sociología de la religión, prevén que en Colombia el aumento de sectores con visiones más liberales entrará en choque con sectores minoritarios, pero bien organizados como los pentecostales y evangélicos, que con su activismo están reclamando cuotas de poder político. “Estamos siendo testigos de un cambio cultural en ciernes”, afirmó el investigador.

Esta fractura cultural ya se está manifestando en el esfuerzo gigantesco que pastores evangélicos han desplegado contra los derechos civiles de ciudadanos LGBTI, el aborto y la eutanasia, además de reclamar parte del erario para promover conciertos góspel y celebraciones como el Día de la Biblia en diferentes municipios. Todas ellas acciones contrarias a la laicidad estatal.

Sin duda, en unos 20 o 50 años Colombia será un país muy diferente al actual en cuanto a pluralidad religiosa. Seguirá habiendo ciudadanos que suban a Monserrate para pedir favores, pero serán menos. Habrá más iglesias que acepten y hasta casen homosexuales. Habrá menos ciudadanos que crean en la Biblia o que Jesús es Dios; más personas seguirán religiones diferentes al cristianismo; y aumentarán quienes afirmen ser ateos o agnósticos en el otrora país del Sagrado Corazón de Jesús.

En una sociedad con un creciente pluralismo religioso y no religioso, cabe recordar que la historia ha mostrado como mejor modelo para la convivencia el Estado laico que implica la neutralidad del Estado frente a toda confesión, sin entrar a favorecer a alguna o algunas de ellas, quedando la religión como un asunto personal y de particulares.

El periodista Gastón Pardo explicaba así la laicidad: el laicismo es, así, un instrumento que somete la aspiración hegemónica de cada credo a ser asumido como el verdadero y único, y para hacer valer los intereses de la nación en conjunto sobre intereses particulares incluyendo a los religiosos.

En el presente y en los años venideros será importante hacer valer el carácter laico del Estado para garantizar la convivencia en este país.

Estudios consultados para este artículo:

Descripción cuantitativa de la pluralización religiosa en Colombia. William Mauricio Beltrán, 2011.

Las religiones en tiempos del Papa Francisco. Latinobarómetro, 2014

Polimétrica de religión en Colombia. Cifras y conceptos, 2017.

Este artículo se publicó primero en Las2Orillas el 17 de abril de 2019.
Lunes, 8 de Abril de 2019

La Colombia atea: una ruptura cultural en el país del Sagrado Corazón


El sociólogo colombiano William Mauricio Beltrán Cely  escribió un interesante artículo en blogs dedl diario El Espectador sobre el cambio cultural que supone el crecimiento porcentual de ateos, agnósticos y no afiliados en el país cafetero. 


Por: William Mauricio Beltrán*

Aunque la sociedad colombiana ha sido tradicionalmente cristiana y creyente, encuestas recientes muestran un aumento porcentual de los colombianos que se identifican como ateos, agnósticos o no afiliados a ninguna religión. Hoy, estos tres grupos sumarían entre el 8% y el 11% de la población.

De confirmarse esta tendencia, contaríamos con un nuevo argumento para afirmar que la pluralización religiosa (a saber, la migración de católicas hacia nuevas religiones o creencias, incluidas las opciones de abandonar cualquier creencia religiosa, y la de abstenerse de participar en cualquier comunidad religiosa) constituye uno de los cambios más profundos que vive actualmente la sociedad colombiana.

Los estudios que se han ocupado de la pluralización religiosa en Colombia indican que la mayoría de los católicos que abandonan su iglesia no abandonan el cristianismo, sino que migran hacia otras comunidades cristianas de corte evangélico y pentecostal. Por lo cual, en lugar de ubicarse en ruptura con los valores cristianos, los reivindican y dotan de nueva vitalidad.

Esta afinidad cultural ha permitido, por ejemplo, que sectores evangélicos y pentecostales pacten alianzas con sectores católicos para defender una agenda política inspirada en la defensa de ciertos valores cristianos, en particular, aquellos relacionados con la moral sexual y la familia tradicional. Estas alianzas se han expresado en la oposición de católicos y pentecostales al reconocimiento de los derechos de la población LGBTI, y en su oposición a la completa despenalización del aborto y de la eutanasia voluntaria.

Sin embargo, esta situación social se modifica al considerar el aumento porcentual de ateos, agnósticos y no-afiliados a ninguna religión. Ya que en este sentido la pluralización religiosa si implica un quiebre cultural.

Aunque en Colombia los estudios que desde las ciencias sociales se ocupan de este asunto son escasos, los datos disponibles indican que, pese a su diversidad interna, buena parte de los ateos, agnósticos y no-afiliados a ninguna religión manifiestan una ruptura con los valores tradicionales que acabamos de mencionar. Por ejemplo, entre ellos son más frecuentes los cuestionamientos a los valores cristianos relacionados con la sexualidad, la reproducción y la familia. Asimismo, en este sector de la población es más frecuente el apoyo a las iniciativas políticas que busquen el reconocimiento de los derechos de la población LGBTI y la completa despenalización del aborto.

Una parte de los ateos y de los agnósticos reivindican el laicismo como bandera política y se organiza en asociaciones que les permiten promover esta agenda.

Presentación del Informe de Laicidad en Colombia por parte de "Bogotá Atea"
Una parte de los ateos y de los agnósticos reivindican el laicismo como bandera política y se organiza en asociaciones que les permiten promover esta agenda. En otras palabras, orientan su acción en garantizar que se mantenga y se materialice la separación entre los poderes públicos y religiosos (separación en iglesias y Estado). Por ejemplo, se oponen a que se mantenga la clase religión en los colegios públicas, y a que se financien actividades religiosas con recursos del Estado. Algunos, incluso, consideran que el poder que ostentan las grandes instituciones religiosas (como la Iglesia católica y las nuevas iglesias pentecostales) es excesivo e inconveniente. Les preocupa especialmente la influencia que ejercen algunos líderes religiosos en el campo de la política electoral. Por esta razón, se han propuesto como tarea vigilar la acción de las organizaciones religiosas para denunciar o prevenir que incurran en abusos de poder. Si bien, ateos, agnósticos y no afiliados a ninguna religión no monopolizan la agenda política laica, entre ellos se encuentran algunos de sus más comprometidos promotores.

En cuanto no hay motivos para prever que tanto no-creyentes como cristianos desistirán de sus objetivos políticos, en el futuro cercano seremos testigos de nuevas disputas y confrontaciones entre estos dos sectores de la población. Cada uno emprenderá nuevas iniciativas para posicionar su agenda política, al mismo tiempo que buscará desacreditar a sus contradictores.

Hasta el momento las cifras favorecen a los cristianos, pues la gran mayoría de los colombianos se identifican con alguna vertiente del cristianismo, entre las que se destacan el catolicismo y el pentecostalismo. Esta es la razón por la cual los candidatos a cualquier cargo de elección popular encuentran electoralmente rentable identificarse públicamente como creyentes y defender valores tradicionales.

Por su parte, el aumento porcentual de ateos, agnósticos y no afiliados, parece relacionarse con un cambio generacional. En otras palabras, las nuevas generaciones optan por la no-creencia con mayor frecuencia. Asimismo, el ateísmo, el agnosticismo y la no filiación religiosa, gozan de mayor acogida en los sectores urbanos, y entre quienes han logrado altos niveles de educación formal (profesionales y posgraduados). Estas asociaciones demográficas hacen plausible suponer que este sector de la población seguirá creciendo.

De ser así, estamos siendo testigos de un cambio cultural en ciernes, que no solo sacudirá el campo religioso, sino que también afectará el estado de las fuerzas en el campo de la política electoral colombiana.

*Profesor Asociado, Universidad Nacional de Colombia; Doctor en Etude des sociétés latino-américaines, Université de la Sorbonne Nouvelle, Paris 3. Magister en Sociología y Sociólogo, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

Para conocer el documento "Estado de la laicidad en Colombia" Haga click aquí
Para leer este informe en inglés
Jueves, 14 de Febrero de 2019

Conoce los nuevos datos sobre ateísmo en Uruguay

Los diferentes estudios han mostrado a Uruguay como una isla de irreligiosidad en América Latina. En el 2010 el Pew Research presentó su investigación "Futuro religioso global", que proyectó la evolución en número de fieles de las ocho religiones más importantes del planeta en los próximos 50 años.

En ese estudio se mostró que en Sudamérica, Uruguay se consolidaría como un "bastión del ateísmo", donde el número de personas no religiosas aumentará al 2050 de 40,7 a 42,1%, cifra notoriamente superior a la del resto del continente. Dentro de los "afiliados" los cristianos seguirán siendo la abrumadora mayoría, con un 56,5% .

Pues bien, la última encuesta de Opción denominada “Informe de Opinión Pública: Los uruguayos y la religión” arrojó el dato de que 21% de los uruguayos se definió como ateo o agnóstico. Discriminado entre ateos y agnósticos, los primeros resultan ser el 16%, mientras que los segundos se llevan el 5% restante.

En el 2014 un 10% de los uruguayos afirmó ser ateo, y un 3%, agnóstico. Pero otro aspecto revelador y muy interesante es que este crecimiento del ateísmo se está dando â€œmás del doble de ateos agnósticos entre los adultos-jóvenes que entre los adultos mayores”.

La encuesta también indicó que 38% se definió como católico, 17% como creyente sin religión, 10% como cristiano no católico, 9% como creyente de otra religión, y 4% no contestó. De esta manera, se desprende que los ateos tienen casi el mismo porcentaje que los creyentes sin religión.

Las noticias son malas para la Iglesia Católica que si bien sigue siendo la mayoría religiosa del país, con un 42%, ha descendido desde el 46% que se definió como ateo en 2006 en la Encuesta de Hogares de 2006.

También, la encuesta muestra que entre los que se dicen católicos, solo un 10% asiste a la iglesia de forma semanal, mientras que de los creyentes sin religión solo lo hace el 1%.

La encuesta fue realizada entre el 26 de noviembre y el 7 de diciembre de 2018, consultando a 798 personas de 18 años y más, cubriendo población residente en todo el país. El muestreo fue de tipo aleatorio simple utilizando como marco muestral el listado de números rango de telefonía celular de todas las compañías telefónicas del país. El margen de error máximo es de +/- 3.5% para un nivel de confianza de 95%.
Miercoles, 18 de Octubre de 2017

Censo en Perú no pregunta por ateos

Los ciudadanos peruanos serán censados este domingo 21 de octubre. Además de las habituales preguntas sobre la vivienda, la composición familiar, se pregunta por la religión.

Las opciones disponibles para responder son; católico, evangélico, otro (especifique cual) y ninguna.

Lo particular fue que en un inicio, la cartilla para los censadores pedían incluir dentro de la opción de "otros" a los ateos y agnósticos.

"Si la persona informante responde que es adventista, testigo de jehová, ortodoxo, budista, israelita, mormón (iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días) que profesa el islam, que es ateo o agnóstico, entre otros, entonces rellena el óvalo con la alternativa 3 otro y anota la respuesta según corresponda"

Olvidan los señores del INEI (Instituto Nacional de Estadísticas e Información) que el ateísmo no es otra religión más, sino justamente la ausencia de ella. En este sentido es más adecuada la opción ninguna. Sin embargo, cabe señalar que la petición del INEI a sus encuestadores a poner a los ateos dentro de "otras religiones" conllevará a infrarregistrar a los ateos y agnósticos del país andino.

En otro censo, esta vez en el vecino país de Chile se optó por no preguntar sobre religión en el censo de 2017. Mientras que el censo próximo en Colombia tampoco tendrá preguntas sobre religión por motivos presupuestales.

De estar usted en Perú, ¿registrará la opción ninguna?
Jueves, 3 de Agosto de 2017

Fabricación de santos ante pérdida de fieles

Un aumento de beatificaciones y creación de santos por el Papa Francisco muestra la preocupación frente a la pérdida de fieles en Latinoamérica y Europa.

Un estudio hecho por Univisión Data muestra que en los últimos 420 años ningún pontífice en el poder ha canonizado a tantas personas por año como Francisco. La tasa anual del argentino es de 8.64.

El Papa Francisco, quien ha sido conocido por su buen manejo de los medios de comunicación y presuntos aires reformistas, tiene otra razón para pasar a la historia: un récord fabricando santos, el más alto desde 1590.

Y es que lo que para otros pontífices era un proceso largo, ha sido más express en los últimos tiempos. Por ejemplo, el pasado 16 de octubre, alias Francisco santificó a siete personas de una sola vez. Un mes antes, la designación recayó en la Madre Teresa de Calcuta. Esta señora que mantenía a muchas personas moribundas con pocos paliativos, esperando que el dolor se convirtieran a Dios, mientras recibía millonarias donaciones. 

El papa argentino lleva 31 personas elevadas a los altares desde que inauguró su reinado en marzo de 2013. Como se mencionaba anteriormente, la tasa anual de santos fabricados es de 8,64. No obstante, el record en santificaciones se las lleva Juan Pablo II (el encubridor de pederastas como Marcial Maciel). El papa polaco, por cierto, ya fue santificado por el actual Papa. ¡Ya los sacerdotes pederastas tienen un santo patrono!

Karol Józef Wojtyła, alias Juan Pablo II, nombró santos a 80 personas en 26 años como sumo pontífice, pero su tasa anual es más baja: 3.02 santos.

Su sucesor, Benedicto XVI, acumuló 42 santos en casi ocho años de pontificado, siendo la segunda tasa anual más alta. Esto en los últimos tres papados debe tener una razón muy mundana.


La dura competencia con los evangélicos

La respuesta se encuentra en la competencia por el mercado de feligreses, el cual es muy fuerte.

“Nosotros argumentamos que las beatificaciones y santificaciones suceden en respuesta directa al aumento de evangélicos a finales de los años mil ochocientos en América Latina”, explicó Rachel M. McCleary, investigadora de la escuela de gobernanza de la Universidad de Harvard.

Según McCleary y Robert J. Barro las santificaciones y beatificaciones que reflejan la competencia entre católicos y protestantes por obtener más poder. Los autores también encuentran evidencia de que la Iglesia Católica utiliza la selección de santos y beatos para competir contra la ideas seculares, como el ateísmo y el agnosticismo.

“Los papas no son ingenuos. Ellos comprenden por completo la competencia. Sin embargo, las razones públicas que ofrecen tienen que ver con una creciente devoción entre los creyentes. Han tendido a alejarse de hablar en público sobre competir con diversas formas de protestantismo.”, explicó McCleary.

Tampoco es accidental el hecho que desde el 2000 hayan surgido santos nacidos en Latinoamérica y que, por primera vez, se haya nombrado al primer Sumo Pontífice de esa parte del mundo.

Austen Ivereigh, exdirector de relaciones públicas del Arzobispo de Westminster, Londres, afirma que la razón de este aumento de santos es porque ahora la iglesia considera que no solo los religiosos pueden llegar a ser santos, sino también los feligreses de a pie.

Las recientes beatificaciones de misioneros de Colombia muestran el deseo de la iglesia de retomar la evangelización en momentos en que pierde terreno. En Colombia también causó sorpresa la beatificación  del padre Pedro María Ramírez, quien  es acusado de ser un agitador político quien durante el siglo XX pidió la muerte de los liberales desde el púlpito, azuzando el período de guerra entre liberales y conservadores en el país caferero. 

“Queremos que investiguen más y no vayan a terminar santificándolo, cuando por causa de sus sermones se produjeron muchas muertes de personas en Armero, muchos liberales fueron asesinados por causa de él”, manifestó el presidente de Fedearmero, Alfenibal Tinoco, al diario El Tiempo.

Desde 1960 hasta 2014 los seguidores del catolicismo en América Latina cayeron 25 puntos porcentuales. Los no afiliados a religiones crecieron un 700% (de 1% en los setentas, a 8%), según estimaciones del Pew Research Center.

Esto es un varapalo durísimo para la iglesia vaticana quien tuvo a los territorios colonizados por España y Portugal como sus fortines más grandes y el hogar del 40% de católicos del mundo. 

“Latinoamérica era vista como una zona segura de los Católico-romanos, fuera del alcance de los protestantes hasta la segunda mitad del Siglo XIX. Con el surgimiento del evangelicalismo en los EEUU, y posteriormente el pentecostalismo, los católicos ya no eran vistos como compañeros cristianos, sino como paganos”, sostiene la investigadora McCleary para explicar cómo América Latina es zona de competencia fiera entre iglesias.

“Entonces, los misiones protestantes de EEUU empezaron a ingresar a América Latina y construyeron iglesias, escuelas, clínicas. Debido a la reformas liberales del siglo XIX, que implicó la falta de sacerdotes católicos y órdenes religiosas, los protestantes y su marca religiosa de bajo costo eventualmente fue exitosa”, concluye la investigadora.

Curiosamente mientras que en 410 años –entre 1590 y el 2000– de hegemonía católica en América Latina solo se hicieron cinco santos, del 2000 al 2010, la región ha contribuido con siete nuevos personajes para ser coleccionados en estampitas y figuritas.

En esa misma angustia por la pérdida de fieles se enmarcan las visitas de Francisco, denominadas apostólicas, a Colombia en 2017 y a Perú en 2018, así como las ya ocurridas a México y Ecuador.
Lunes, 26 de Enero de 2015

¿Desaparecerá alguna vez la religión?

El aumento del ateísmo en el mundo llevó a Rachel Nuwer a consultar con expertos en sociología y psicología sobre el futuro de las religiones.


El ateísmo está en alza en todo el mundo. ¿Significa esto que la espiritualidad pasará pronto a ser algo del pasado?

"Hay muchos más ateos en la actualidad que nunca antes, tanto en números absolutos como en porcentaje sobre el total de la Humanidad", explica Phil Zuckerman, profesor de Sociología y Estudios Seculares en el Pitzer College, Estados Unidos.

Lee también: Los países en que ser ateo está castigado con la muerte

Según una encuesta internacional de Gallup realizada entre más de 50.000 personas de 57 países, el número de personas que se consideran religiosas descendió del 77% al 68% entre 2005 y 2011.

El número de quienes que se consideran a sí mismas ateos aumentó un 3%, hasta representar el 13% del total.

A pesar de que quienes declaran que no creen en ningún dios ciertamente no son la mayoría, ¿será que esta tendencia es un pronóstico de que la fe en una divinidad en el futuro pasará a ser algo del pasado?

Es imposible predecirlo pero al examinar lo que sabemos de la religión podemos encontrar pistas de lo que puede pasar.

Parte del atractivo de una fe es que ofrece seguridad en un mundo incierto, de manera que no es sorprendente que las naciones con mayores índices de ateísmo tienden a ser aquellas que proveen a sus ciudadanos con una estabilidad económica, existencial y política relativamente alta.

Japón, Reino Unido, Canadá, Corea del Sur, Holanda, República Checa, Estonia, Alemania, Francia y Uruguay son países en los que la religión era muy importante hace apenas un siglo, pero en los que en la actualidad las tasas de creyentes se sitúan entre las más bajas del mundo.

Iglesia convertida en biblioteca en Sevilla, España.
En muchos países europeos el avance del agnosticismo
y el ateísmo están dejando desocupadas las iglesias.
En todos estos países hay sistemas educativos y de seguridad social fuertes, baja desigualdad social y sus ciudadanos son relativamente ricos.

"La gente tiene menos miedo de lo que pueda pasar", dice Quentin Atkinson, psicólogo de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda.

No obstante, el descenso del número de personas creyentes se produce incluso en países que son todavía muy religiosos, como Brasil, Jamaica o Irlanda.

"Pocas sociedades son hoy en día más religiosas de lo que eran hace 40 o 50 años" dice Zuckerman.

Naturaleza y sobrenatural


Evangélicos chilenos rezando tras terremoto en Tacna.
Los desastres naturales han llevado al ser humano a
refugiarse en entes sobrenaturales sin importarle
la realidad de su existencia.
El descenso en creyentes, sin embargo, no significa la desaparición de las religiones, explica Ara Norenzatan, psicóloga social en la Universidad de British Columbia, en Canadá, y autora de "Big Gods".

La seguridad existencial es más falible de lo que a veces parece. De repente, todo puede cambiar: un accidente puede matar a un ser querido; un huracán puede destruir un pueblo; un doctor puede darnos un diagnóstico fatal.

Los estragos del cambio climático que se esperan para los próximos años, así como la escasez de recursos naturales y el sufrimiento que todo esto puede generar, podría potenciar la religiosidad.

"Por alguna razón, la religión parece darle significado al sufrimiento, más que cualquier ideal o creencia secular que conozcamos", dice Norenzayan.

Ese fenómeno de religiosidad repentina se ha observado en casos como el terremoto de Christchurch, Nueva Zelanda, en 2011: en ese lugar hubo un alza en la fe, mientras que el resto del país se mantuvo tan incrédulo como de costumbre.

Cuando haya paz en el mundo

Sin embargo, incluso si los problemas del mundo se solventaran de forma milagrosa, y todos viviéramos vidas pacíficas en igualdad, la religión probablemente sobreviviría.

Esto se debe a que parece haber un espacio con la forma de un dios en la neuropsicología humana, resultado de una peculiaridad en nuestra evolución.

Para entenderlo hay que conocer la teoría del "proceso dual", que describe dos formas básicas de pensamiento, conocidas como el Sistema 1 y el Sistema 2.

El Sistema 2 evolucionó hace relativamente poco. Es la voz en nuestra cabeza, el narrador que parece no callarse nunca, que nos permite planificar y pensar de forma lógica.

El Sistema 1 es intuitivo, instintivo y automático. Estas capacidades se desarrollan en los humanos independientemente de dónde hayan nacido. Son mecanismos de supervivencia.

Niños de padres mormones con el presidente del mormonismo Gordon B. Hinckley.
El sistema 1 interno lleva a los seres humanos desde su infancia
 a ser proclives a creencias irracionales.
Este sistema nos proporciona, por ejemplo, una repulsión innata a la carne podrida, nos permite hablar nuestra lengua materna sin pensarlo mucho y le da a los bebés la capacidad de reconocer a sus padres y distinguir entre objetos con o sin vida.

Además, hace que tengamos una tendencia a buscar patrones para entender mejor el mundo, y a encontrar un significado a sucesos aparentemente arbitrarios, como los desastres naturales y la muerte de seres queridos.

Y, según algunos investigadores, es el que abrió el camino para que las religiones evolucionaran y se perpetuaran.

El Sistema 1 nos lleva a ver las cosas de forma dual, de forma que nos cuesta ver a nuestro cuerpo y nuestra mente como una única unidad.

Esta tendencia nace muy temprano: los niños de todas las culturas se inclinan a creer que tienen un alma inmortal: que su esencia o personalidad existió en algún lugar antes de su nacimiento y continuará existiendo por siempre.

Y esta disposición se asimila fácilmente con muchas de las religiones existentes, o -con algo de creatividad- se presta para construir nuevas.

Píldora difícil de tragar

Por todas estas razones, los investigadores creen que la religión es un "producto secundario de nuestra disposición cognitiva", explica Robert McCauley, director del Centro de la Mente, el Cerebro y la Cultura de la Universidad de Emory, en EE.UU., y autor de "Por qué la religión es natural y la ciencia no".

"La ciencia es cognoctivamente antinatural, y es difícil. La religión, en cambio, es algo que casi no tenemos ni que aprender pues ya lo sabemos".

"Hay evidencia de que el pensamiento religioso obedece a la ley del menor esfuerzo;
se tendría que cambiar fundamentalmente algo en la humanidad para deshacerse de la religión".

Robert McCauley, director del Centro de la Mente, el Cerebro y
la Cultura de la Universidad de Emory, en EE.UU.,
"Hay evidencia de que el pensamiento religioso obedece a la ley del menor esfuerzo; se tendría que cambiar fundamentalmente algo en la humanidad para deshacerse de la religión".

En contraste, la ciencia -el sistema preferido de muchos ateos y no creyentes para intentar entender el mundo natural- trata de corregir los sesgos del Sistema 1, dice McCauley. Pero, agrega, es una píldora difícil de tragar.

Debemos aceptar, por ejemplo, que la Tierra gira, así no lo sintamos, aún viviendo en ella; debemos adoptar la idea de que la evolución es completamente indiferente y que no hay ningún propósito o plan para el Universo, así nuestra intuición nos diga lo contrario.

Tampoco nos queda fácil admitir que nos equivocamos y aceptar que la verdad como la comprendemos constantemente está cambiando a medida que surgen nuevas pruebas empíricas, y todo eso es imprecindible para la ciencia.

Fantasmas y deportes

Curiosamente, muchos en todo el mundo que dicen no creer en un dios muestran tendencias supersticiosas, como la creencia en los fantasmas, el karma, la telepatía o la reencarnación.

Además, los no creyentes a menudo dependen de cosas que pueden ser interpretadas como sustitutos de la religión -equipos de deportes, yoga, instituciones profesionales, la Madre Naturaleza, etc.- como guías de sus valores.

"Parecería como si tuvieramos un espacio conceptual para el pensamiento religioso que si no se llena con una religión, brota de maneras sorprendentes", concluye Barrett.

La religión, además, promueve la cohesión grupal y la cooperación. La amenaza de uno o varios dioses poderosos que vigilan que nadie se salga de lo establecido seguramente ayudó a mantener el orden en las sociedades.

"Si todo el mundo cree que el castigo es real, esto puede ser funcional para los grupos" dice Atkinson.

Cuestión de números
Muchas personas piensan que con el aumento de la ciencia
 la religión desaparecerá. Los expertos no están de acuerdo.
Una razón es que las personas
religiosas suelen tener más descendencia que las
personas ateas o agnósticas.
En la imagen, un grupo de niños criados en el islam en Medio Oriente.

Finalmente, las matemáticas también están del lado de la permanencia de la religión: las personas religiosas tienden a tener más hijos que las que no lo son.

Si consideramos que los hijos suelen seguir a sus padres en estos aspectos, un mundo totalmente secularizado parece una posibilidad aún menos factible.

Por todas estas razones psicológicas, neurológicas, históricas, culturales y lógicas, los expertos creen que la religión nunca desaparecerá. La religión, así sea mediante el miedo o el amor, es muy exitosa a la hora de perpetuarse.

E incluso si perdemos de vista a los dioses cristianos, musulmanes e hindúes, es muy probable que prevalezcan las supersticiones y el espiritualismo.

Cuando enfrentemos una guerra nuclear o el choque inminente con un cometa, los dioses aparecerán.

¿Y usted qué opina?
Lunes, 6 de Enero de 2014

España terminó el 2013 menos religiosa

España es menos religiosa.

Texto de Andrés Ortega.
Artículo de El diario.es

Cuando en 1931 Manuel Azaña proclamó que "España ha dejado de ser católica", su afirmación tenía un sentido político, no de realidad social. Pero 82 años después, es ésta la que se está imponiendo: la española se ha convertido en una de las sociedades menos religiosas en una Europa ya de por sí descreída. Hay un creciente apoyo a una auténtica separación entre Iglesia (católica) y Estado.

Según una encuesta y un estudio llevados a cabo por el Monitor Religioso 2013, de la Fundación Bertelsmann (Alemania), España está entre las sociedades menos religiosas y prima en ella algo más la "espiritualidad". De los 13 países analizados (Alemania, Francia, Suecia, España, Suiza, Turquía, Israel, Canadá, Brasil, India, Corea del Sur el Reino Unido y Estados Unidos), el abandono de la tradición religiosa, según este informe, es especialmente marcado en España y en Corea del Sur.

El 40% de los españoles piensan que no hay poder superior divino, proporción sólo superada por Suecia (41%) y Francia (47%). Eso sí, España está, preocupantemente, entre las sociedades que ven una mayor amenaza en el islam (60%) e incluso en el judaísmo (más del 30%). Cuidado que de una cuestión religiosa no pasemos en este país a otra. En cuanto a política y religión, la proporción de los que creen que "sólo políticos que creen en Dios son aptos para un cargo público" es la más baja en España (8%).


En España hay una brecha religiosa entre generaciones. De las tres estudiadas (más de 45 años, entre 30 y 44, y entre 16 y 29 años), en esta última, la más joven, sólo un 11% se define como "muy religioso" frente al 24% para la segunda y el 40% para los más mayores. La diferencia se aprecia también en la caracterización de simplemente "religioso": 58%, 67% y 85%, respectivamente.

Todo ello puede explicar el nerviosismo de la jerarquía de la Iglesia católica en España, al menos de la saliente, y su insistencia –hasta que lo han logrado– para que la asignatura de Religión vuelva a ser curricular y vuelva a puntuar. La religión está perdiendo terreno, aunque un 71% de los ciudadanos se declaren católicos, según el CIS, un 3% se manifieste seguidor de otras religiones; el 16%, "no creyente"; y el 9%, "ateo". Claro que la Conferencia Episcopal considera católicos a 34,5 mi­llones de un total de 47 millones de habitantes en España.

Dada la pérdida de religiosidad de la sociedad española, se entiende menos la dependencia del Partido Popular ante los postulados más cerrados de la Conferencia Episcopal y los sectorescatolicistas más extremos ante temas como el aborto. Responde más bien al temor en el PP a una rebelión de su extrema derecha tras la sentencia del Tribunal de Estrasburgo sobre la doctrina Parot y otros hechos.

En general, según esta encuesta, la religión está perdiendo brío en todos los países estudiados, también por generaciones, con lo que quizás empiece a ser menos verdad que, en términos de secularización de las sociedades, Europa sea una excepción en el mundo. Si bien el propio informe concluye que "a pesar de la secularización, Europa no es un continente secular". Pero incluso en EEUU la religión, asunto central, está perdiendo algo de fuelle.

Claro que como apunta Michael Shermer en su columna "Escéptico" en Scientific American, estos datos no deben llevar a pensar que la democracia y la apertura económica –dos factores subyacentes a estos cambios a los que apunta el informe– están acabando con Dios, ni que Dios, como dijera Nietzsche, haya muerto.

Y si las Navidades son propicias a pensar que la religión está muy viva, hay que considerar que el cristianismo supo apoderarse de forma inteligente de las festividades paganas próximas a los ciclos naturales. Coincidiendo con el solsticio de invierno, muchos pueblos de nuestras zonas celebraban hace siglos en estas fechas, con grandes y largas fiestas, el triunfo del sol sobre la larga noche del invierno.

Era época de esperanza, de renacer, de seguridad, de que llegaría la primavera y después el verano, tras estos fríos y cortos días. Los romanos lo llamaron sol invictus, el regreso del sol triunfante, y los cristianos, a principios del siglo IV, decidieron hacerlo coincidir con su celebración de la Navidad. La tradición grecorromana también pesa. Sol invictus ha vuelto a triunfar, como cada año.

¿Y usted qué opina?
Miercoles, 6 de Marzo de 2013

Un 19,7% de los argentinos es nada religioso

La sociedad argentina se está secularizando cada vez más. Así lo ha recogido el trabajo de Ibarómetro. También es de resaltar que para la mayoría de los argentinos el Papa, y sus declaraciones no tienen importancia para un gran número de argentinos, incluidos los católicos.

Una Distancia Creciente

Por: Washington Uranga

Los datos de la encuesta sobre preferencias religiosas confirman las tendencias que se vienen reconociendo en los estudios más recientes en la materia: la secularización de la sociedad argentina y, en el caso de quienes se consideran personas “religiosas”, una creciente desintitucionalización de la experiencia de fe. Es contundente también, entre los católicos y quienes no lo son, la manifestación a favor de que la Iglesia Católica se “modernice” y renueve algunas de sus posturas.

El estudio de coyuntura realizado por Ibarómetro ofrece, en algunos aspectos, resultados similares a los aportados hace cinco años por la investigación sobre la materia realizada por CEIL-Piette bajo la dirección de Fortunato Mallimaci, con la colaboración de varias universidades (ver aparte y ver Página/12 del 27 de agosto de 2008). Vale consignar que el censo nacional del 2010 no incluyó preguntas acerca de las opciones religiosas de los argentinos.

Resulta especialmente significativo, en el marco de la avalancha de informaciones generadas en torno de la renuncia de Benedicto XVI, que el 64,6 por ciento de los entrevistados sostenga que la figura del Papa tiene poca o ninguna importancia en su vida y que más del 52 por ciento de quienes se consideran católicos tengan la misma opinión. El dato bien puede ser complementario del obtenido por CEIL-Piette dado que en aquel momento, si bien el 91,1 por ciento de los argentinos manifestó “creer en Dios” (76,5 católicos), de ese total solo el 23,1 aseguró que su relación con Dios se hace a través de la “institución eclesial”, mientras que el 61,1 respondió “por mi propia cuenta” ante la misma pregunta.

Una mirada sobre los nuevos datos podría estar dando cuenta estadísticamente de síntomas que se perciben en la vida cotidiana de los argentinos: cada vez menos referencia a lo religioso y, cuando esto se da, la vivencia religiosa o espiritual se verifica al margen de la institución.

Si apenas el 12,2 por ciento le asigna “mucha importancia” a la figura del Papa en su vida y el 14,8 “bastante importancia”, cabría preguntarse por qué la información sobre la renuncia del pontífice católico y todo lo relacionado con su sucesión gana tanto espacio en los medios de comunicación. A modo de hipótesis –y solo en tal condición– podría decirse que aún perdiendo fieles y ascendiente institucional, la Iglesia Católica sigue teniendo peso real y simbólico en la sociedad occidental y maneja resortes de poder que la ubican como uno de los actores todavía centrales en la vida de nuestras sociedades. Su influencia debe ser considerada en la particular condición de una institución que siendo religiosa se mueve por intereses seculares y actúa como cara visible de grupos de poder conservadores que operan a través de ella. ¿Por qué? Porque a cambio de reconocimientos y favores (muchos económicos y otros que garantizan “inmunidades” en diferentes terrenos) y con la intención de evitar el ocaso de su incidencia en la vida política, social y cultural, la jerarquía de la Iglesia Católica asume la tarea de proponer un discurso religioso conservador y funcional a los intereses de grupos de poder.

En la misma línea de la prescindencia se sitúan las respuestas acerca de la preferencia respecto de cuál debería ser la zona o el continente de donde provenga el nuevo Papa. Que casi la mitad (45,7 por ciento) se manifieste “indiferente” ratifica la poca importancia que los argentinos le están dando al tema. Sin embargo, entre quienes eligen pronunciarse, más del 30 por ciento sostiene que el pontífice debería ser latinoamericano y apenas el 5,1 que debería venir de Europa. Sin pretender sobredimensionar el valor cualitativo de esta respuesta, es relevante que los entrevistados estén marcando la necesidad de un cambio de rumbo en la conducción de la Iglesia Católica ubicando en el primer lugar de sus preferencias a los latinoamericanos (30,9 por ciento) y a los africanos (13,5) muy por encima de europeos (5,1) y norteamericanos (4). Estas tendencias se ubican muy a contramano de la composición de electores que participarán del cónclave donde los cardenales europeos y norteamericanos tienen una amplia mayoría para sacar adelante sus propios candidatos si así lo deciden.
Leonardo Sandri, papable argentino.

Que el 74,6 por ciento de los entrevistados y, entre estos, el 80 de los que se dicen católicos, sostenga que la Iglesia Católica “debería modernizarse y renovar algunas de sus posturas” bien podría ser un nuevo llamado a la jerarquía eclesiástica para revisar algunas de sus posiciones escuchando a sus propios fieles. Bien es sabido que la Iglesia no es una institución democrática y que la doctrina y la moral católica no son el resultado de los consensos construidos desde las bases. Pero muchos teólogos sostienen –sin por eso sentirse al margen de la ortodoxia doctrinal– que la jerarquía no es la única y exclusiva depositaria de la verdad revelada e intérprete excluyente del anuncio de Dios: de esta responsabilidad también son partícipes los fieles que integran lo comunidad entendida como Pueblo de Dios.

Los pronunciamientos acerca del tipo de cambios que la Iglesia debería introducir contrastan categóricamente con las enseñanzas actuales de la jerarquía. El 79,2 por ciento (82,7 entre los católicos) está a favor del uso del preservativo, el 60,1 por ciento (58,7 entre los católicos) se inclina por el sacerdocio de la mujer, el 58,9 (54,9 entre los católicos) está en desacuerdo con el celibato y el 56,7 (59,7 entre los católicos) opina que la Iglesia debería “aceptar la homosexualidad”. Datos todavía más contundentes que los obtenidos cinco años atrás por la investigación hecha por las universidades: 42 por ciento a favor del sacerdocio de la mujer y 58 de acuerdo con la posibilidad de que los curas formen familia.

Si algo queda en evidencia es que, cada vez más, la opinión de las personas, incluyendo entre estas a quienes se consideran católicos, se aparta día a día de las orientaciones y las enseñanzas de la institución eclesiástica y de los obispos. A pesar de ello –y aún reconociendo la menor incidencia del poder eclesiástico– la jerarquía católica y la Iglesia como institución siguen teniendo poder. Las razones habrá que buscarlas por un lugar bien distinto a la importancia que el común de las personas les asignan a los jerarcas eclesiásticos en su vida y al predicamento que el Papa y los obispos tienen sobre la sociedad y sobre sus propios fieles.


Los cambios más esperados en cuanto a la Iglesia Católica

La Iglesia ¿debe modernizarse y cambiar?



¿Qué importancia tiene en su vida el Papa?

 

¿Cómo se define en cuanto a religión?

¿Quién debería ser el sucesor de Benedicto XVI?

¿Y usted qué opina?