Archivos del Autor

Jueves, 10 de Diciembre de 2009

Crucifijos públicos y crucifijos institucionales

Es sumamente esclaredora la distinción que hace Pascual entre espacios públicos y espacios institucionales.

El espacio público ha de entenderse como el lugar en el que cualquier persona pueda expresar libremente su opinión o creencia sobre cualquier tema (siempre que esa opinión no dañe a otros: no toleraremos a los intolerantes).  Una procesión de Semana Santa, la cabalgata del día del orgullo gay o la manifestación por la defensa del chorizo de cantimpalo son legítimas en tanto que manifestaciones expresadas en espacios públicos (si bien cabrían debates sobre, hasta que punto,  las determinadas creencias son tolerantes o no con otras creencias).

Sin embargo, el espacio institucional es distinto. Unos juzgados, un colegio o un hospital son instituciones que, como tales, representan al Estado y, por lo tanto, han de expresar los valores del mismo. No creo que estos espacios deban representar una neutralidad valorativa ya que, hasta cierto punto, es imposible (el vacío simbólico ya es un símbolo) y porque no creo que el estado deba ser neutro, por lo menos en muchos aspectos. Nuestro Estado es aconfesional, lo cual no quiere decir que esté en contra de cualquier religión, sino todo lo contrario: que las protege a todas  (habitualmente de sí mismas. Los ilustrados que defendieron el laicismo no eran mayoritariamente ateos). El hecho de que en un colegio público las aulas estén presididas por crucifijos expresaría que esa institución representa los valores cristianos, por lo que iría en contra de la aconfesionalidad del Estado. Un colegio debe expresar la protección de cualquier confensión religiosa, no  la preferencia ninguna en particular; y un colegio ha de expresar la separación entre Iglesia y Estado propios del laicismo.

Y es que hay que dejar claro que el laicismo es la mejor herramienta para garantizar la libertad religiosa, la expresión pública de cualquier religión. El laicismo no elimina las religiones sino que las protege a las unas de las otras (más que del ateísmo) y a los demás de todas ellas.

Los espacios institucionales deben expresar las reglas del juego, los valores que han posibilitado el Estado de Derecho, lo que todos tenemos en común (el proyecto común que  es cualquier sistema político legítimo) y no lo que nos diferencia. De éste modo, parece deseable que en un aula estén presentes cosas como una Constitución o la Carta de los Derechos Humanos, un poster del Congreso de los Diputados o de Gandhi, etc. porque eso es lo que realmente representa el Estado y, por lo tanto, sus instituciones. En este sentido, el espacio público será un lugar para la expresión de la diferencia y el institucional para la expresión de la igualdad.

¿Qué pasaría con los colegios e institutos concertados? El dilema está en que, al ser parcialmente públicos, deberían también representar, al menos en parte, el laicismo estatal. ¿Deberían entonces quitar los crucifijos de sus aulas? No, debido a esa parte privada que no tiene por qué representar al Estado. En su ideario, un colegio concertado nunca podrá ir en contra de los principios institucionales que lo hicieron posible (nunca se podría ir en contra de los Derechos Humanos o de los valores democráticos, por ejemplo), pero sí podrá mantener una determinada línea ideológica. De este modo se garantiza el derecho de los padres a que sus hijos reciban una educación en los valores que a ellos les plazcan sin que por ello se dañe el laicismo institucional.

¿La religión debe seguir siendo una asignatura en los colegios públicos? No como se ha impartido hasta ahora. Es evidente que para entender la historia de Occidente es muy necesario tener conocimientos de cristianismo, pero no ser creyente. Una historia de las religiones o una historia del cristianismo podría ser deseable, pero no una Religión Católica impartida como religión verdadera. Sin embargo, siendo un país de mayoría católica… ¿no sería antidemocrático prohibir lo que es deseo de la mayoría de los padres para sus hijos? Aquí entraría el debate acerca de los límites de la democracia: ¿sería legítimo exterminar a los judíos si elegimos hacerlo democráticamente? Aunque la elección de los padres sea democrática, estamos yendo contra el laicismo como uno de los principios que consolidaron el sistema democrático como tal. Yo creo que es muy peligroso tocar las reglas del juego (y más tomar decisiones contra ellas), por lo que sólo debería hacerse con un consenso muy solido. Así, romper con el laicismo institucional del sistema educativo dando la asignatura de Religión Católica como religión verdadera debería hacerse tras un consenso casi unánime de todas las fuerzas políticas y sociales (consenso que no existe hoy en día a pesar de que la asignatura se imparte).

Martes, 1 de Diciembre de 2009

La religión de Darwin

Cuál fue mi sorpresa cuando en El Origen del Hombre leo a Darwin:

“Creo ocioso consignar que esta cuestión es completamente distinta de otra de orden más elevado: la de saber si existe un Creador y Director del Universo, cuestión resuelta ya afirmativamente por las más privilegiadas inteligencias que ha habido en el mundo”

¡Virgen del Camino Seco! ¡Darwin creyente! Es más, ¡dando la cuestión de la existencia de Dios por resuelta! Sin embargo, pronto nos encontramos con otros textos en los que esta horrible visión se enfoca de manera opuesta. En los fragmentos de la Autobiografía de Darwin que nos ofrece su hijo Francis escribe:

“Reflexionando sobre la necesidad de disponer de evidencias claras como requisito para que cualquier hombre en su sano juicio creyera en los milagros sobre los que está sustentado el cristianismo y en que cuanto más sabemos acerca de las leyes fijas de la naturaleza más increíbles resultan los milagros; en que los hombres de aquellos tiempos eran ignorantes y crédulos en unos niveles que hoy en día nos resultan incomprensibles; en que es imposible demostrar que los Evangelios fueran escritos al mismo tiempo que los acontecimientos que describen; en que difieren en muchos detalles importantes, demasiado importantes a mi entender, como para que dichos detalles sean admitidos como las imprecisiones habituales de los testigos presenciales;  a través de reflexiones de este estilo, que enumero no por ser de novedad o tener algún valor, sino porque a mí me influyeron, llegué gradualmente a descreer del cristianismo como revelación divina. Y tuve también en cuenta el hecho de que muchas religiones falsas se hayan extendido como un fuego incontrolado sobre grandes regiones de la tierra”

Y es que Darwin era, ante todo, un científico que no se interesaba por cuestiones teológicas.  Leyendo algunas de sus reflexiones sobre el tema, da la impresión de que la existencia o no de Dios le trae sin demasiado cuidado. Así, mientras su pensamiento científico avanzaba y se hacía un hombre más maduro, fue perdiendo su inicial creencia teísta sin darle al asunto más importancia (más bien va fluctuando  como muestra la cronología de los textos expuestos: El Origen del hombre se publica en 1871 mostrando a un Darwin teísta mientras que en los otros textos de 1860 y 1876 se muestra falto de creencia).  Cuando desarrolló el concepto de selección natural y negó cualquier teoría del diseño, su fe terminó por erosionarse, si bien nunca se definió como ateo, sino simplemente como agnóstico. En una carta a Asa Gray de julio de 1860, escribe:

“Una palabra más sobre “leyes diseñadas” y “resultados no diseñados”. Veo un pájaro que quiero para comer, cojo mi escopeta y lo mato, lo hago diseñadamente. Un hombre bueno e inocente se encuentra bajo un árbol y mere como consecuencia de un rayo. ¿Cree usted (y la verdad es que me gustaría oírlo) que Dios mató a ese hombre diseñadamente? Muchas o la mayoría de las personas así lo creen; yo no puedo y no lo creo. Si así lo cree usted, ¿piensa que cuando una golondrina se zampa un mosquito lo hace porque Dios diseñó que esa golondrina en particular se zampara ese mosquito en particular en ese momento en particular? Creo que el hombre y el mosquito se encuentran en la misma situación apurada. Si la muerte del hombre y del mosquito no ha sido diseñada no veo motivos para creer que su primer nacimiento o producción tuviera que estar necesariamente diseñado”

Y concluimos  dejando el asunto claro con otro fragmento para su Autobiografía de 1876:

“No puedo pretender arrojar la mínima luz sobre problemas tan abstrusos como éstos. El misterio del origen de todas las cosas es irresoluble para todos nosotros, y yo debo contentarme en permanecer agnóstico”

Lunes, 30 de noviembre de 2009

Cuidado con la mano que utilizas para comer

 

Jueves, 12 de noviembre de 2009

Pagando con la misma moneda

Martes, 3 de noviembre de 2009

Cuando la creencia religiosa se hace nociva

Leo en Imposturas intelectuales de Sokal y Bricmont el siguiente caso:

“Meera Nanda, una bioquímica india que ha militado en los movimientos de “ciencia para el pueblo” en la India y que actualmente estudia sociología de la ciencia en los Estados Unidos, relata la siguiente historia a propósito de supersticiones tradicionales védicas que rigen la construcción de los edificios sagrados y que están destinadas a potenciar al máximo la “energía positiva”. A un político indio que estaba metido en grandes dificultades le advirtieron

que sus dificultades desaparecerían si entraba en su oficina, por una puerta orientada hacia oriente. Sin embargo, aquel acceso estaba bloqueado por un barrio de chabolas y era imposible atravesarlo en automóvil. De ahí que ordenara la demolición del barrio“.

¿No nos previene el ejemplo contra realizar propuestas ligadas a creencias religiosas en el Tercer Mundo? ¿No se nos asemeja el asunto en algo a las “políticas sociales” contra el uso del preservativo y a favor de la abstinencia? ¿No recuerda el caso a la negación de las transfusiones de sangre o al rechazo a la investigación con células madre?

Sábado, 31 de Octubre de 2009

El chacal ontológico de Michel Onfray

En su Tratado de ateología, Michel Onfray nos narra sus conversaciones con un chófer musulmán llamado Abdurahmán:

“Luego de unos instantes de silencio, me explica que, no obstante, antes de entrar en el Paraíso tendrá que rendir cuentas de su vida como hombre de fe, y que es probable que no le alcance toda su existencia para expiar una culpa que bien podría costarle la paz y la eternidad… ¿Un delito? ¿Un asesinato? ¿Un pecado mortal, como dicen los cristianos? Sí, de algún modo: un chacal que un día aplastó con las ruedas de su vehículo… Abdú iba muy rápido, no respetaba los límites de velocidad en las carreteras del desierto – donde se puede distinguir el resplandor de un faro a kilómetros de distancia -, y no lo vio venir. El animal salió de entre las sombras y dos segundos depués agonizaba bajo el chasis del auto.

Respetuoso de las normas del código de circulación, no debería haber cometido tal sacrilegio: matar a un animal sin necesidad de alimentarse de él. Además de que el Corán no estipula tal cosa, me parece…, no podemos sentirnos responsables de todo lo que nos ocurre. Abdurahmán piensa que sí: Alá se manifiesta en las minucias, y esta anécdota demuestra la obligación de someterse a la ley, a las reglas y al orden, porque cualquier transgresión, aunque sea mínima, nos acerca al infierno; incluso nos lleva directamente a él…

Durante mucho tiempo, el chacal lo atormentó por las noches. Le impidió dormir en más de una ocasión, y lo vio a menudo en sueños, prohibiéndole la entrada al Paraíso”

Onfray se siente perplejo y contrariado ante esta creencia. La nimiedad de haber atropellado accidentalmente a un chacal atormenta a un buen hombre durante toda su vida. La creencia absurda de que ese hecho tenga algo que ver con el resto de tu existencia (y con la de ultratumba) no deja de parecerle a Onfray algo curioso.

A mí me invade la misma sensación cuando paseo por las calles de Ciudad Real. Cuando camino por la calle Ruíz Morote y veo ante mí la bonita Iglesia de San Pedro me entra esa misma perplejidad. Cuando veo a la gente salir de misa de ocho me pregunto qué pasará por sus cabezas, me pregunto cuántos chacales ontológicos estarán asentados en su mente ¿Cuántas promesas, esperanzas, pactos, culpabilidades, tormentos… depositados en sus respectivos chacales? Curioso a la vez que lamentable.

Viernes, 16 de Octubre de 2009

De la selección de los libros inspirados

Continúo con mis andanzas bíblicas, las cuales no dejan de ser cada día más sorprendentes. Hojeando el prólogo de mi Biblia (Herder, edición dirigida por Fray Serafín de Ausejo) me encuentro con el siguiente argumento:

“Llegados a este punto surge inevitablemente la pregunta acerca de los criterios o consideraciones que han guiado a las comunidades creyentes para fijar y delimitar con certeza la lista de libros inspirados. Puede apuntarse, como respuesta a la vez sociológica y teológica, que si Dios ha querido crear en el seno de la humanidad y a lo largo de la historia comunidades creyentes, las ha dotado también de medios que les permiten discernir las fuentes en las que beber con seguridad de las enseñanzas de la verdadera fe. Son estas comunidades, impulsadas por su sentido de la fe y guiadas, para mayor certeza, por sus legítimos dirigentes, las que perciben, de entre la enorme masa de escritos en circulación, cuáles han sido inspirados por Dios y cuáles no”

¿Alguien no ve el circulus in demostrando? ¿Cómo sabemos que hemos elegido los textos inspirados? Porque Dios así lo ha querido ¿Cómo sabemos que Dios así lo ha querido? Porque lo dice en los textos inspirados que hemos elegido. Y si además uno es guiado en la elección por sus “legítimos dirigentes”, pues mejor que mejor. Donde manda obispo que no mande marinero. Vale pero, insisto, ¿cuáles son esos criterios de elección que Dios otorgó gentilmente a las primeras comunidades cristianas? Nos los va a explicar Pepe Rodríguez en su Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica (Pág. 90-91):

“La selección de los evangelios canónicos se realizó en el concilio de Nicea (325) y fue ratificada en el de Laodicea(365). El Modus operandi para distinguir los textos verdaderos de los falsos fue, según la tradición, el de la “elección milagrosa”. Así, se han conservado cuatro versiones para justificar la preferencia por los cuatro libros canónicos:  1) después de que los obispos rezaran mucho, los cuatro textos volaron por sí solos hasta posarse sobre un altar; 2) se colocaron todos los evangelios en competición sobre el altar y los apócrifos cayeron al suelo mientras  que los canónicos no se movieron; 3) elegidos los cuatro se pusieron sobre el altar y se conminó a Dios a que si había una sola palabra falsa en ellos cayesen al suelo, cosa que no sucedió con ninguno; y 4) penetró en el recinto de Nicea el Espíritu Santo, en forma de paloma, y posándose en el hombro de cada obispo les susurró qué evangelios eran los auténticos y cuáles los apócrifos (esta tradición evidenciaría, además, que una parte notable de los obispos presentes en el concilio eran sordos o muy descreídos, puesto que hubo una gran oposición a la elección – por votación mayoritaria que no unánime – de los cuatro textos canónicos actuales).

San Ireneo (c. 130-200) aportó también un sólido razonamiento para justificar la selección de los libros canónicos cuando escribió que “el Evangelio es la columna de la Iglesia, la Iglesia está extendida por todo el mundo, el mundo tiene cuatro regiones, y conviene, por tanto, que haya también cuatro Evangelios. (…) El Evangelio es el soplo o relato divino de la vida para los hombres, y pues hay cuatro vientos cardinales, de ahí la necesidad de cuatro Evangelios. (…) El Verbo creador del universo reina y brilla sobre los querubines, los querubines tienen cuatro formas, y he aquí que el verbo nos ha obsequiado con cuatro Evangelios”

De la selección de los libros inspirados

Continúo con mis andanzas bíblicas, las cuales no dejan de ser cada día más sorprendentes. Hojeando el prólogo de mi Biblia (Herder, edición dirigida por Fray Serafín de Ausejo) me encuentro con el siguiente argumento:

“Llegados a este punto surge inevitablemente la pregunta acerca de los criterios o consideraciones que han guiado a las comunidades creyentes para fijar y delimitar con certeza la lista de libros inspirados. Puede apuntarse, como respuesta a la vez sociológica y teológica, que si Dios ha querido crear en el seno de la humanidad y a lo largo de la historia comunidades creyentes, las ha dotado también de medios que les permiten discernir las fuentes en las que beber con seguridad de las enseñanzas de la verdadera fe. Son estas comunidades, impulsadas por su sentido de la fe y guiadas, para mayor certeza, por sus legítimos dirigentes, las que perciben, de entre la enorme masa de escritos en circulación, cuáles han sido inspirados por Dios y cuáles no”

¿Alguien no ve el circulus in demostrando? ¿Cómo sabemos que hemos elegido los textos inspirados? Porque Dios así lo ha querido ¿Cómo sabemos que Dios así lo ha querido? Porque lo dice en los textos inspirados que hemos elegido. Y si además uno es guiado en la elección por sus “legítimos dirigentes”, pues mejor que mejor. Donde manda obispo que no mande marinero. Vale pero, insisto, ¿cuáles son esos criterios de elección que Dios otorgó gentilmente a las primeras comunidades cristianas? Nos los va a explicar Pepe Rodríguez en su Mentiras fundamentales de la Iglesia Católica (Pág. 90-91):

“La selección de los evangelios canónicos se realizó en el concilio de Nicea (325) y fue ratificada en el de Laodicea(365). El Modus operandi para distinguir los textos verdaderos de los falsos fue, según la tradición, el de la “elección milagrosa”. Así, se han conservado cuatro versiones para justificar la preferencia por los cuatro libros canónicos:  1) después de que los obispos rezaran mucho, los cuatro textos volaron por sí solos hasta posarse sobre un altar; 2) se colocaron todos los evangelios en competición sobre el altar y los apócrifos cayeron al suelo mientras  que los canónicos no se movieron; 3) elegidos los cuatro se pusieron sobre el altar y se conminó a Dios a que si había una sola palabra falsa en ellos cayesen al suelo, cosa que no sucedió con ninguno; y 4) penetró en el recinto de Nicea el Espíritu Santo, en forma de paloma, y posándose en el hombro de cada obispo les susurró qué evangelios eran los auténticos y cuáles los apócrifos (esta tradición evidenciaría, además, que una parte notable de los obispos presentes en el concilio eran sordos o muy descreídos, puesto que hubo una gran oposición a la elección – por votación mayoritaria que no unánime – de los cuatro textos canónicos actuales).

San Ireneo (c. 130-200) aportó también un sólido razonamiento para justificar la selección de los libros canónicos cuando escribió que “el Evangelio es la columna de la Iglesia, la Iglesia está extendida por todo el mundo, el mundo tiene cuatro regiones, y conviene, por tanto, que haya también cuatro Evangelios. (…) El Evangelio es el soplo o relato divino de la vida para los hombres, y pues hay cuatro vientos cardinales, de ahí la necesidad de cuatro Evangelios. (…) El Verbo creador del universo reina y brilla sobre los querubines, los querubines tienen cuatro formas, y he aquí que el verbo nos ha obsequiado con cuatro Evangelios”

Miercoles, 14 de Octubre de 2009

La Torre de Babel y el Proyecto Apolo

Torre de Babel de Pieter Brueghel

Es curioso como el Dios del Antiguo Testamento imparte justicia entre sus súbditos. Podemos leer en el Génesis el capítulo dedicado a la Torre de Babel:

“Dijeron después: “Vamos a edificarnos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, y hagámonos un nombre famoso, para no dispersarnos sobre la faz de toda la tierra”. Bajó Yahveh a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres, y se dijo Yahveh: “He aquí que todos ellos forman un solo pueblo y hablan un solo lenguaje, si esto es sólo el comienzo de su empresa, ya nada les impedirá alcanzar lo que se propongan. Bajemos pues y confundamos allí su lenguaje para que no se entiendan entre sí”. Desde aquel lugar los dispersó Yahveh por la faz de toda la tierra, y cesaron de edificar la ciudad. Por eso se llamó Babel, porque alló confundió Yahveh el habla de toda la tierra, y de allí los dispersó por la superficie de toda la tierra”

Aquí, todo historiador serio, sólo vería un poco elaborado mito para explicar la diversidad de lenguajes. Todas las culturas primitivas inventaban mitos para explicar todo lo que les rodeaba. La mitología griega tiene multitud de ellos para explicar prácticamente todo lo que existe (en este sentido es mucho más rica que la mitología cristiana). Los hebreos de hace veinte siglos creían explicar por qué los seres humanos hablamos diferentes lenguas de esta manera.  La lingüística moderna explica este fenómeno mucho mejor, no hay más que hablar, asunto zanjado.

Sin embargo, un hermeneuta inspirado, hombre de bien y temeroso de Dios, vería aquí una demostración de justicia divina. El hombre es vanidoso, soberbio, y se cree superior a Dios. Entonces construye una torre como muestra de su soberbia y Dios, en su infinita justicia, lo castiga. ¡Qué grande que es Yahveh!

Bien, en primer lugar, me cuesta entender este pasaje como un buen ejemplo moral. Los hombres intentan una gran hazaña y Dios los castiga por ello con la única razón de que hay que evitar que consigan lo que se propongan. Es más, toda la humanidad colaborando, trabajando junta para hacer algo grande y Dios la castiga por ello. ¿La moraleja sería que no intentes hacer grandes cosas en equipo ya que Dios te castigará?  Pues parece que los arquitectos de las catedrales góticas no leyeron muy bien este pasaje…

Y también parece que todos los participantes del Proyecto Apolo no leyeron la Biblia (gracias a Dios). No sólo hemos construido torres que llegan al cielo, sino que hemos hecho aeronaves que lo han cruzado, han llegado al espacio y han aterrizado en la luna. El 21 de julio de 1969, cuando Neil Armstrong pisó la Luna, Yahveh no debería estar demasiado contento.

Aldrin y la Máquina de Von Neumann

Sábado, 10 de Octubre de 2009

La literalidad de los textos sagrados

Habitualmente, cuando hablamos de terrorismo o fundamentalismo religioso hacemos mención a una interpretación literal de los textos sagrados. Parece ser que si ese bárbaro no interpretase así el texto, no llegaría a las conclusiones que le han llevado a cometer una atrocidad. De algún modo, se dice que el problema del fundamentalismo hunde su raíz en un error de interpretación.

Bien, vayamos a la Biblia y tomemos algún texto para comprobar qué posible interpretación no literal podría darse. Por ejemplo, hay muchos donde elegir, pero hoy cojamos Corintios 11, 3-7 por el siempre polémico tema del Burka islámico:

“Pero quisiera que compredierais esto: la cabeza de todo varón es Cristo, la cabeza de la mujer es el varón y la cabeza de Cristo es Dios. Todo varón que ora o habla en nombre de Dios con la cabeza cubierta deshonra su cabeza. Toda mujer que ora o habla de Dios con la cabeza descubierta deshonra su cabeza: viene a ser como si estuviera rapada. Por lo tanto, si una mujer con se cubre, que se corte el cabello. Pero si le resulta vergonzoso cortarse el cabello o raparse, entonces que se cubra. El varón no debe cubrirse la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios. La mujer, en cambio, es gloria del varón”

San Pablo está explicando las normas que deben regir la asamblea y… ¿cómo interpretar este pasaje de tal modo que no obliguemos a las mujeres que van a la Iglesia a ir tapadas o a raparse la cabeza? Es decir, si un buen cristiano regaña a una mujer que asiste a la asamblea  mostrando su cabello… ¿podremos decirle con razón que su interpretación del texto sagrado no es correcta? ¿podremos acusarlo de fundamentalista por abusar de la literalidad del texto? ¿Qué otra interpretación cabe? Y luego decimos que los bárbaros son los musulmanes con sus mujeres. Sigamos con Corintios 14, 34-35:

“Como en todas las reuniones de los fieles, las mujeres callen en las asambleas, pues no les está permitido hablar, sino que se muestren sumisas, como manda la ley. Si quieren aprender algo, que se lo pregunten a sus propios maridos en casa, pues no está bien visto que una mujer hable en la asamblea”

Y es que si yo fuera cristiano (Dios mío líbrame de tus garras) sería fundamentalista porque, verdaderamente hay fragmentos de la Biblia polémicos, de difícil interpretación, pero en otros, no cabe duda alguna. Es decir, son los no literalistas, los no fundamentalistas los que realmente hacen una mala interpretación de los textos. Si las mujeres pueden hablar en la Iglesia es porque interpretamos mal la Biblia.

Martes, 6 de Octubre de 2009

Destruyamos los falsos ídolos

Solemos decir que la tradición occidental se nutre de dos grandes tradiciones: la cultura greco-romana y la judeocristiana. Realizar un alálisis que pondere que hay de positivo y de negativo en cada una de ellas es harto difícil, habiendo ejemplos de todas las índoles. En nombre de valores como la libertad, la democracia o incluso la paz o los derechos del hombre, se han hecho atrocidades de todo tipo; y, en nombre de ideales menos dignos como podría ser la propia gloria personal o la más pura ambición se pintó la Capilla Sixtina o se construyeron las Pirámides.

No obstante, por hacer un comentario en estos días en los que se estrena Hipatia de Amenabar, voy a recordar un bonito texto de Jeremías (10, 3-5):

“Porque las costumbres de los gentiles son vanidad: un madero del bosque obra de manos del maestro que con hacha lo cortó, con plata lo embellece, con clavos y a martillazos se lo sujeta para que no se menee. Son como espantajos de pepinar, que ni hablan. Tienen que ser transportados, porque no andan. No les tengáis miedo, que no hacen ni bien ni mal”

Con esta afirmación, apología sin duda de la tolerancia y el respeto entre religiones y muestra clara de apertura de miras sobre otras culturas, Jeremías se refería al arte  mesopotámico en concreto, pero sus frases fueron aplicadas por las comunidades cristianas a todo el arte pagano posterior. Así, cuando el cristianismo fue en ascenso, se pensó que era un deber piadoso destruir toda estatua de esos falsos ídolos. ¿No os habéis preguntado alguna vez por qué conservamos tan pocas estatuas del arte de la Grecia Clásica y, las pocas que tenemos, son copias posteriores? Porque las pocas que hemos conservado de la destrucción son las  copias que encargaron los romanos o las originales que sustrayeron para decorar sus jardines como si fueran souvenirs (como los ingleses con los frisos del Partenón y demás obras de saqueo). Todo lo demás, las múltiples esculturas y edifiaciones de Fidias, Praxíteles, Mirón, Lisipo, Policleto o Ictino entre tantos otros, esos “espantajos de pepinar” de Jeremías, perdidas para siempre en el olvido. Y es que, ¿no era esto una consecuencia lógica de la vulgaridad y el chabacanismo del Cristianismo primitivo? ¿No es propio de una cultura inferior, bárbara, ser incapaz de apreciar la belleza y el arte?

Ruinas de Delfos


Jueves, 24 de Septiembre de 2009

Un ejemplo de ciencia viva

Una concepción dogmática y absolutista del desarrollo de la ciencia tiende a ver las teorías científicas como algo terminado, estático, inamovible; como si el científico que las idea las generara  en un tiempo pero luego las dejara acabadas para siempre (O ni siquiera eso, el mito de Newton y la manzana es una muestra de falsa idea de cómo nace una teoría científica. Los Principia de Newton no son fruto de un “manzanazo” sino de años de dura investigación). Así, si hablamos de paradigmas, solemos entender el paradigma aristotélico, el newtoniano y el einsteniano como tres grandes totems, corpus de doctrinas perfectamente ensambladas. Cuando empezaron a caer, uno imagina que una serie de evidencias experimentales corroyeron sus cimientos hasta que se derrumbaron de una sola vez como un edificio al ser demolido. Parece que uno se acuesta aristotélico y a la mañana siguiente ya es newtoniano.

Nada más lejos de la realidad. La ciencia, cuando es buena ciencia, se caracteriza por lo móvil. Una buena idea no es la idea que se queda en el trono de la verdad nada más pensarse; una buena idea genera inmediatamente líneas de investigación que vuelven constantemente a revisarla; una buena idea es una visión de futuro, más valiosa por lo que abre que por las soluciones que da. Esa es la diferencia entre la ciencia viva y la ciencia muerta (o la religión).

La teoría de Darwin abrió un marco nuevo de hipótesis y contrahipótesis, de tesis y refutaciones

Y, precisamente, desde el Blog Memecio nos llega un claro ejemplo de ciencia viva. El Origen de las especies de Charles Darwin se gestó durante unos veinte años (imaginemos las vueltas que dieron las ideas en la cabeza de Darwin durante tanto tiempo) y luego tuvo nueve ediciones en las que se corrigieron y matizaron un montón de tesis. El especialista en visualización de datos del MIT Ben Fry  (en su Web podréis ver diagramas del código genético, estructura de cromosomas, etc.) nos muestra una visualización de los cambios que Darwin introdujo en las sucesivas ediciones de su gran obra. Además de poder verse los cambios frase por frase, es curioso contemplar como las ediciones aumentan de tamaño (de 140.000 a 190.000 palabras). Y es que Darwin tuvo que responder a muchas objeciones (muchas de ellas bastante lógicas) ya que su pensamiento supuso el comienzo de una gran revolución por lo que, necesariamente, habría de estar inacabado.

Los que argumentan que el darwinismo es una religión autoritaria bien harían en comparar los cambios constantes en el pensamiento de Darwin con la, esta vez sí, quietud totémica de los textos bíblicos. ¿Cuántas veces se ha corregido la Biblia debido a las objecciones planteadas? Sólo quien se cree en posesión de la verdad absoluta no necesita revisarla, sólo quien opera con dogmas y no con hipótesis no necesita pensar sino sólo dar órdenes a su rebaño. En el caso de Darwin, desde luego, la historia no era esa.

Sábado, 22 de Agosto de 2009

Unas dosis de humor ateo

He rescatado estas imágenes de la Web de FidA, del Blog Dios es ateo y en Reason Proyect donde podéis ver más.

Un poquito de respeto...

Sin noticias de Dios

Métodos diferentes...

La Religión puede afectar seriamente su salud

Análisis racional de la Santísima Trinidad

Prueba de la existencia de DiosEstos mamíferos tienen unas ocurrencias...

Lógica autorreferencial para demostrar a Dios

Observemos estas dos proposiciones:

1. Dios existe.

2. Estas dos proposiciones son falsas.

No hay mucho que decir, la única alternativa que nos queda para no caer en una paradoja es aceptar la primera proposición como verdadera y la segunda como falsa. Ergo, Dios existe.

Sin embargo, sería conveniente añadir que podemos sustituir la proposición 1 por cualquier otra imaginable tal como “Yo tengo siete cabezas” o “En España no hay crisis sino desaceleración” y, siguiendo la férrea lógica autorreferencial, también demostraríamos que son afirmaciones verdaderas.

Véase:

Por qué no soy cristiano. Razones para el ateísmo

Otra serie de argumentos en contra de la existencia de Dios

El argumento del mal de Epicuro para probar la inexistencia de Dios

Una demostración de la existencia de Dios. El argumento ontológico de San Anselmo

Un argumento de la inexistencia de Dios

¿Qué hay después de la muerte? (II)

Tengo una televisión que hace cosas maravillosas: produce imágenes en movimiento a gran resolución, imágenes que son réplicas exactas de cosas que están pasando a miles de kilómetros, muchas veces en riguroso directo. Mi televisión capta ondas invisibles que viajan por el aire y las transforma en preciosos paisajes a todo color.  Es una cosa alucinante que hubiera hecho que Isaac Newton se cagara en los pantalones si la viera. Es la cima de la evolución tecnológica, fruto de verdaderos diseñadores inteligentes. Sin embargo, cuando algo tan maravilloso se estropea, se avería sin que exista el modo de repararlo… ¿a dónde se van las imágenes en color que producía? ¿A dónde va ese sonido envolvente de tan grande calidad? ¿Dónde estarán sus más de doscientos canales?¿A dónde van las películas que compartí con ella? ¿Dónde estarán la final de la Eurocopa o el festival de Eurovisión?

No soy técnico ni ingeniero, así que no tengo ni idea de cómo el sustrato electrónico de mi tele produce esas imágenes y sonidos inmateriales. Encuentro la relación causal pero no comprendo la causa eficiente… ¿cómo produce mi tele esas imágenes tan magníficas? Mi conocimiento no lo puede explicar y esa incertidumbre me deja preplejo (la Grandeza del Misterio). Pero no puede ser que algo tan maravilloso se quede en la nada, en el vacío de la existencia. ¿Cómo puede acabar siempre mal la vida de cada tele? ¿No podrían las teles funcionar para siempre? Es injusto. Es más, podríamos preguntarnos ¿qué había antes de la televisión? ¿Será el mismo vacío que después? Mi tele fue una gran tele, nunca ser averió y siempre estuvo allí cuando la necesité.  No se merece acabar así… No puedo soportar su ausencia… ¿Habrá ido a un lugar mucho mejor? Las imágenes eran inmateriales por lo que seguro que pueden sobrevivir sin el soporte electrónico… ¿Podré volver a reencontrarme con ella y volver a ver House los martes por la noche? ¿O quizá se reencarne en las nuevas teles que salen de la fábrica?  La verdad es que ninguna televisión ha vuelto del más allá para contárnoslo por lo que creo que no lo sabremos nunca.

Esta entrada continua: ¿Qué hay después de la muerte?

Cerrado por vacaciones

Cerrado por vacaciones

La palabra negocio proviene del latín  negotium. Si la descomponemos tenemos una partícula negativa precediendo al término otium, ocio. El negocio es la negación del ocio. Es curiosa esta definición. Los negocios, lo realmente importante, a lo que dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo, nuestro tiempo productivo, sólo se definen como negación de lo que hacemos cuando no hacemos nada importante, cuando nos divertimos. En la definición hay una inversión de términos: lo realmente importante, lo que se define de forma positiva es el otium, todo lo demás es tiempo perdido, tiempo que no dedicamos a lo verdaderamente valioso.

Bien, pues después de un largo tiempo dedicada al negotium, la Máquina de Von Neumann se va de vacaciones, se va a hacer cosas realmente importantes. Primero pasaremos un par de días recordando los años universitarios perdiéndonos en el plateresco salmantino . Después celebraremos el ritual veraniego de todo español en Calpe: playa chiringuitera de somprero de paja y tinto de verano. Y para acabar, viaje romántico a Lisboa haciendo una parada en el teatro de Mérida (veremos Edipo Rey).

Pasad un buen verano, volveremos muy pronto.


¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Éste era el título de la novela de Philip K. Dick en la que se basó Ridley Scott para su maravillosa Blade Runner. Y es que si construimos superordenadores a nuestra imagen y semejanza, éstos acabarán por soñar. ¿Qué soñará un robot? ¿Soñará con cascadas de unos y ceros?

Desde el maravilloso Blog A desgana nos llega el intento del artista norteamericano Brian Despain de describir el mundo onírico de los robots. Parece ser que no sueñan con ovejas eléctricas, pero sí con gnomos o peras.

ghosts

exiles

talktin

lrg-vexingquiet

Muchas más en la Web del mismo Despain.

Lo que está por venir

Una de las principales razones que tengo para querer vivir eternamente es la de ver el futuro. Cuando pienso en cómo será el mundo dentro de cuatrocientos o mil años me da mucha lástima no poder estar allí para contemplarlo. Y más me fastidia cuando pienso en alguien como, por ejemplo, Guillermo de Ockham, una inteligencia privilegiada en la Edad Media, y en adelantos de la tecnología que hoy son una realidad como los teléfonos móviles o Internet, y me pregunto si podríamos explicarle lo que son. ¿Podría Ockham, hombre del Siglo XIV,  entender cómo transmitimos imágenes y sonidos a unas cajitas de plástico de colores mediante ondas electromagnéticas que viajan invisibles por la atmósfera?  ¿Podríamos explicarle a Ockham qué es un Blog? En su época era algo absolutamente inimaginable. Entonces, lo que realmente me fastidia es lo que existirá siendo absolutamente inimaginable para mí dentro de cuatrocientos años y que yo no estaré para ver.  Si Internet sería incomprensible para Ockham, ¿qué será lo incomprensible para nosotros?

Y la cosa cobra más incertidumbre si aceptamos la hipótesis de la singularidad tecnológica. Si dentro de x años superinteligencias computerizadas van a inventar cosas que nuestras sencillas inteligencias de homínido no pueden ni soñar… ¿Qué nos deparará el futuro? Aquí os dejo un pequeño adelanto de lo que está por venir en los próximos años,  el breve lapso de tiempo que nuestra escasa capacidad predictiva del avance tecnológico nos puede describir.

Véase ¿Quién puede negar la idea de Progreso? (II)