Obispo insiste en llamar a la "curación" de los homosexuales
Jueves 26 de abril del 2012. España
El mensaje alienta el odio contra un colectivo amenazado en medio mundo.
El obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla.
Gai, una palabra francesa, quiere decir en español alegre, festivo. Quizás proceda del latÃn gaudium, es decir gozo, alegrÃa, placer. Una de las grandes encÃclicas del siglo pasado se llama Gaudium et spes (Gozo y esperanza), de Pablo VI, como rúbrica regocijada del Concilio Vaticano II, en 1965. En EE.UU, donde escriben gay (con ye), la palabra se usó como sinónimo de homosexualidad por primera vez,
y en sentido peyorativo, en la pelÃcula La fiera de mi niña, de 1938,
protagonizada por Cary Grant. Desde 1969, millones de personas la
exhiben como santo y seña de lo que desde entonces se conoce como el
Orgullo Gay. En 1985 se instauró el DÃa del Orgullo Gay, con concentraciones reivindicativas (pero sobre todo festivas) en las grandes capitales del mundo.
Pues no. Con terquedad vaticana, el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, insiste en que los homosexuales son unos pobres diablos
que, enfermos de muy mala manera, pasan la vida en un infierno o se
arrastran por el fango del pecado, luchando algunos de ellos a brazo
partido para curarse. Lo dijo en la homilÃa retransmitida por TVE-2. El
obispo Reig calla que las teorÃas de que el homosexual es un enfermo
que se puede curar han sido arrumbadas por la ciencia con estrépito, incluida una solemne proclamación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo hizo el 17 de mayo de 1990,
cuando excluyó la homosexualidad de la llamada Clasificación
EstadÃstica Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud. El
Reino Unido hizo lo propio en 1994, seguido por el Ministerio de Salud
ruso en 1999 y la Sociedad China de PsiquiatrÃa en 2001. La Asociación
Norteamericana de PsiquiatrÃa habÃa votado previamente por unanimidad
retirar esa tendencia sexual de la sección Desviaciones sexuales de la
segunda edición del Manual Diagnóstico y EstadÃstico de los Trastornos
Mentales (el DSM-II). Sucedió en 1973.
Hoy, solo sostienen que los gais son enfermos movimientos o gobiernos de intolerancia extrema, o sencillamente criminales, y allà donde las religiones siguen ostentado mucho poder.
En este contexto se entiende que Reig, responsable de las polÃticas de familia en la Conferencia Episcopal, causase estupor. Ha habido mociones pidiendo que el prelado sea declarado persona non grata;
consejeros de RTVE alzaron su voz escandalizados y piden la
intervención del cardenal Antonio MarÃa Rouco y la Federación de
Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales ha presentado una denuncia
ante la FiscalÃa en busca del procesamiento del eclesiástico por
predicar la violencia sobre el colectivo. La iniciativa no es una
exageración porque, como dice un miembro de Crismhon (los cristianos
homosexuales), “el obispo Reig predica vientos y provoca tempestades”.
TodavÃa hay 83 paÃses donde la homosexualidad está penada por ley. En algunos, la condena es la muerte: Arabia SaudÃ, Irán, Mauritania, Sudán, Yemen y Afganistán. En la mayorÃa de los casos, la pena no se aplica, pero numerosos homosexuales han sido ejecutados en los últimos años en Irán, Arabia Saudà y en el Afganistán de los talibanes.
Enfrente,
arrecian las adhesiones a las tesis del prelado Reig. Sobresale la de
la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos.
“No compartimos la práctica de la homosexualidad por no estar conforme
con la sana antropologÃa ni con la Santa Biblia. La homosexualidad no es
pro-natura. Monseñor Reig tiene toda la razón”, remacha esta federación en un comunicado.
Arropado por sus incondicionales, que han llegado a considerar a Reig un “coloso de la verdad”, y hasta “un mártir por la fe”, el obispo de Alcalá de Henares ha multiplicado la actividad contra los homosexuales, llamado por doquier para que repita las execraciones. “Hemos salido del infierno“,
se titula en la web donde el obispado recoge testimonios de ciudadanos
que relatan cómo han superado la enfermedad y “los sufrimientos vividos
durante el tiempo en que sintieron atracción sexual hacia personas del
mismo sexo”. Textual.
¿Qué dice el resto de la jerarquÃa católica? La doctrina Reig es la oficial,
pese a que las formas de decir las cosas chirrÃen más en boca de unos
obispos que de otros. La Conferencia Episcopal está reunida esta semana
en asamblea general y Reig ha sido jaleado por muchos de sus colegas,
raramente efusivos entre ellos como esta vez con el predicador del
Viernes Santo.
En cambio, pensadores católicos, protestantes y musulmanes han puesto el grito en el cielo. Es el caso del sacerdote Juan Rubio, director de la revista Vida Nueva, con difusión también en Hispanoamérica. Ha escrito:
“Precisamente el dÃa en el que la Iglesia dedica su liturgia al
silencio contemplativo de la Cruz, sÃmbolo de amor y ternura, el Viernes
Santo, el obispo Reig Pla rompió ese silencio mandando al infierno a
mujeres que abortan, jóvenes que beben los fines de semana, homosexuales
que frecuentan bares de alterne, etc. No son solo las alusiones a la
homosexualidad las inoportunas. El texto entero es preocupante. La
liturgia de ese dÃa es tan rica en ideas y sÃmbolos que hasta se
recomienda que la homilÃa sea sencilla, sugerente, parca en palabras,
para no romper el eco del silencio que ha dejado la sobria lectura de la
Pasión según san Juan. No podÃan dar crédito muchos de los que,
imposibilitados para acudir a los templos, seguÃan los oficios por
televisión. Madres, esposas, hijas. Padres que abrÃan los ojos
escuchando cómo mandaba al infierno a sus hijos por ir de botellón o por
dudar de su identidad sexual y afrontarla con serenidad y altura de
miras”.
Suele decirse que Jesús, el fundador cristiano, lloró, pero jamás rió.
Sus sucesores, desde que llegaron al poder romano, vestidos los
jerarcas con la parafernalia de antiguos emperadores, predican que el
mundo es tiniebla y un valle de lágrimas, y levantan obstáculos para la
felicidad, con la intolerancia de perseguidos convertidos más tarde en
perseguidores. Es la Iglesia del no, enemiga de la felicidad en la
tierra, la que ve pecado e inmundicia donde el hombre cabal aprecia o
busca felicidad y alegrÃa.
Opina el teólogo católico Juan José
Tamayo, director de la cátedra Ciencias de las Religiones de la
Universidad Carlos III de Madrid: “Sexualidad y homosexualidad son dos asignaturas pendientes en el cristianismo,
y muy especialmente en la Iglesia católica. HarÃan bien los confesores
en leer y aprender este breve poema de Eduardo Galeano: Dice la Iglesia:
el cuerpo es pecado, / Dice el mercado: el cuerpo es un negocio. / Dice
el cuerpo: Yo soy una fiesta”.
Añade Tamayo: “El
conflicto o la incompatibilidad entre cristianismo y homosexualidad
carece de base tanto en el plano de la antropologÃa como en el de la fe
cristiana. Coincido con el teólogo holandés Edward Schillebeeckx en que
no existe una ética cristiana respecto a la homosexualidad. Se trata de
una realidad humana que no puede desconocerse y que debe asumirse como
tal sin apelar a criterios morales excluyentes. Por eso entendà la
protesta de los obispos norteamericanos ante la carta intolerante e
hiriente del cardenal Ratzinger, cuando era presidente de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, contra la homosexualidad, que
resultaba contraria a los avances de la ciencia en esta materia,
atentaba contra la dignidad de la persona, ponÃa lÃmites a la libertad
individual, lesionaba el principio de igualdad y discriminaba a los
homosexuales en la comunidad cristiana. La mayorÃa de los textos
bÃblicos que citaba Ratzinger estaban sacados de contexto y eran
interpretados desde prejuicios homófobos”.
El sexo fue un asunto desprovisto de importancia para los primeros cristianos.
Fue Tertuliano (160-220), lÃder cristiano en Cartago, el más temprano y
más ruidoso de los cazadores de brujas. A sus ojos, la Iglesia era una
preciosa elite de creyentes (“superhombres porque el espÃritu actúa en
ellos”), y habÃa que defenderla de la contaminación, viniera de donde
viniese. CreÃa que el demonio recorrÃa la tierra buscando a quien
corromper, aunque no llegó al extremo del gran OrÃgenes, que seguramente
se autocastró, obedeciendo al apóstol Mateo (“hay algunos que se han
convertido en eunucos por el bien del reino de Dios”).
Pronto
fue imponiéndose la idea de que, si el celibato era superior y el
matrimonio inferior, el sexo serÃa en consecuencia un acto perverso.
El obispo Ambrosio de Milán, que escribió mucho sobre el asunto, asentó
el camino pues era un hombre impresionante (san AgustÃn se confesó
“impresionado” cuando lo conoció porque Ambrosio “leÃa sin hablar”, un
hábito desconocido en el mundo clásico).
Las cosas no han
mejorado. TodavÃa en 2001 el teólogo redentorista Marciano Vidal fue
investigado y castigado por la Congregación para la Doctrina de la Fe
(ex Santo Oficio de la Inquisición) por considerar la sexualidad como
“un lujo de la naturaleza”, y por “comprender” las relaciones
prematrimoniales, la homosexualidad o la masturbación. La severa
Notificación inquisitorial contra el gran moralista español lleva la
firma del cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI. El libro de Vidal,
voluminoso, Moral de actitudes, es una referencia imprescindible para
comprender las agitadas relaciones del cristianismo con el sexo. Es
Marciano Vidal quien recuerda en el tomo titulado Moral del amor y de la
sexualidad, que “castidad” procede de “castigo”.
No es
solo la jerarquÃa de la Iglesia romana la que aborrece y execra a los
homosexuales, tachándolos de enfermos y gente desordenada. Sucede
también entre las iglesias protestantes. Esto opina el teólogo
protestante Máximo GarcÃa Ruiz, profesor de la Facultad de TeologÃa de
la Unión Evangélica Bautista de Alcobendas. “Si hiciéramos una
encuesta entre los diversos sectores del protestantismo español,
comprobarÃamos que existe un considerable, seguramente mayoritario,
número de fieles, especialmente pastores y lÃderes, que suscribirÃan de
forma contundente las palabras del obispo de Alcalá de Henares. No
todos, por supuesto, pero es un hecho que la ideologÃa protestante
española en temas de moralidad se mueve, por lo general, en ámbitos muy
conservadores. Sin embargo, es prioritario anteponer ciertos valores
evangélicos, como es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como
a uno mismo, a cualquier otro tipo de juicio valorativo y condenatorio y
dejar que la naturaleza siga su curso y permita que cada cual
manifieste su sexualidad como crea oportuno, siempre y cuando respete la
libertad y la dignidad del otro, especialmente cuando tiene incidencia,
como por desgracia está ocurriendo en sectores eclesiásticos muy
extendidos, en desviaciones de pederastia, violaciones o atentados hacia
los semejantes en general y hacia los niños en particular”.
¿Y los musulmanes? La homofobia es una constante en gran parte de las religiones, pero hoy carga las tintas entre los musulmanes.
En la Europa del siglo XXI se habla de la persecución de los
homosexuales en el mundo islámico para mostrar al islam como una
religión salvaje y puritana. En cambio, el escritor Abdennur Prado,
fundador y primer presidente de la Junta Islámica Catalana, sostiene que
“no hay fundamento alguno ni en el Corán ni en el ejemplo del profeta
Muhammad para una condena de la homosexualidad”.
Añade Abdennur Prado: “La
persecución de los homosexuales en el mundo islámico es muy reciente, y
tiene que ver con la colonización y la influencia de Occidente. En las
primeras décadas del siglo XX, el Magreb fue un paraÃso para los
homosexuales, que huÃan de la puritana Europa en busca de la libertad
sexual que se vivÃa en tierras del islam. En Marruecos, la
homosexualidad es considerada un delito tan solo desde 1972. En
Indonesia (el paÃs con más musulmanes) jamás ha estado prohibida. En la
Córdoba califal, los homosexuales habitaban todo un barrio, conocido
como derb Ibn Zaydun. El caso de al-Andalus no es aislado. Esta actitud
abierta llega hasta los inicios de la colonización. Viajeros,
cientÃficos y colonizadores europeos describen, entre la fascinación y
la sorpresa, el grado de aceptación de la homosexualidad entre los
musulmanes, pero la sociedad victoriana utilizó esos escritos para
tachar al islam de religión lasciva e inmoral”.
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Juan G. Bedoya / El PaÃs de España | Elespectador.com