Y dijo el señor
El maestro y sus discÃÂpulos navegaban en una pequeña embarcación. Una horrible tormenta acometió y los discÃÂpulos temerosos pidieron ayuda a su maestro. Éste, alzando la mano conminó a los elementos, aire, truenos, lluvia...y la tormenta cesó. Estupefactos, los seguidores del maestro guardaron silencio al tiempo en que el maestro, asombrosa e inesperadamente, abandonó la precaria embarcación y comenzó a caminar sobre las aguas. Pedro, Petro, el de la piedra, al ver tal suceso quizo imitar al maestro y descendió también de la barca mas se hundió; desesperado le gritó al maestro...
-¡maestro, maestro...quiero caminar como tú sobre las aguas...!-
el maestro, con serenidad, con esa mansa sabidurÃÂa que sólo el hijo de un dios posee, con esa parsimonia propia de quien todo lo sabe, de quien todo lo entiende le dijo:
-pues vente por las piedritas-
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