Una de cada diez bodas en Marruecos casa a una menor

SOCIEDAD

Una de cada diez bodas en Marruecos casa a una menor

Muchos padres de clase baja optan por formar a sus hijos y casar a sus hijas

14.11.09 -

PAULA ROSAS | RABAT

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EL DATO

En 2007: Según cifras del ministerio de Justicia marroquí, se recibieron cerca de 39.000 peticiones para casar a niñas de 14 a 17 años, y casi un 87% de estas solicitudes fue aceptada por los jueces de familia. El dato supone un aumento del 28% con respecto al año anterior.

Un jeque marroquí ha promulgado un edicto que bendice las bodas con niñas de 9 años

Sanae tenía 15 años cuando se casó. Ahora, con 21, tiene ya dos hijos, un niño de cinco y una niña de dos. Vive en la región de Jenifra, en el medio Atlas marroquí, una zona eminentemente rural. Sanae abandonó el colegio y se dedicó al cuidado de su prole y su marido. Es necesario mirar varias veces la fecha de nacimiento en su carné de identidad para creerse que esa mujer, con la piel curtida por el sol y vestida con una túnica oscura, acabe de dejar la adolescencia.

Como Sanae, miles de niñas siguen convirtiéndose cada año en madres y esposas en Marruecos antes de abandonar la pubertad. A pesar de que la 'Mudawana', el Código de la Familia, recoge desde 2004 que la edad legal para casarse son los 18 años, el número de bodas de menores, lejos de reducirse, aumenta alarmantemente cada año.

Debido a un agujero de la ley, los jueces de familia, siempre que lo consideren justificado, pueden dar su permiso para que los menores puedan contraer matrimonio. Estas 'excepciones', sin embargo, son habituales, y uno de cada diez matrimonios que se celebran en Marruecos fue con una menor de edad.

«Hay que cambiar la mentalidad de los jueces, que en Marruecos sigue siendo patriarcal», denuncia Fátima el Maghnaui, directora del Centro Annajda Rabat de ayuda a mujeres víctimas de la violencia. Patriarcal y, especialmente en los ambientes rurales, muy tradicional. Algunos, además, aprovechan ese tradicionalismo de la sociedad para revestirlo de religión.

El pasado septiembre, el jeque extremista Mohamed al Maghraui promulgó una fatua, un edicto religioso, en el que bendecía la bodas con niñas de nueve años. Ésa es la edad que supuestamente tenía Aicha, una de las esposas del profeta Mahoma, cuando se casó. Medio país se echó las manos a la cabeza, y el Consejo de Ulemas, la más alta autoridad religiosa de Marruecos que preside el propio rey Mohamed VI, lo denunció. Pero el caso sirvió para poner de manifiesto que las bodas infantiles son una lacra que se resiste a ser erradicada en el país.

Para El Maghnaui, la sensibilización tanto de las familias como de los jueces es fundamental. «Hay que educar a los padres para que comprendan que las niñas tienen que ser escolarizadas», explica.

Boda no oficial

Las causas de los matrimonios infantiles son variadas, pero tienen mucho que ver con la pobreza. Muchas niñas abandonan la escuela porque los padres no tienen medios económicos para educar a todos sus hijos. Entonces, optan por formar a los varones y casar a las hijas para que sean mantenidas por sus maridos. «Sin embargo, la mayoría de ellos, según el ministro de Justicia, está en paro», apunta la defensora de los derechos de la mujer, por lo que algunas de esas adolescentes «acaban buscando trabajo para mantener a sus hijos y marido».

Los jueces alegan diversos motivos 'circunstanciales' para aceptar las bodas. Entre ellos, que muchas de las menores llegan ya embarazadas a pedir el permiso matrimonial, por lo que resulta muy complicado denegarlo. El matrimonio 'orfi', no oficial, que se realiza sin firmar ningún tipo de papel, como un acuerdo entre familias, es habitual en las comunidades rurales, por lo que las parejas acuden al juzgado habiendo consumado el matrimonio.

Además de la pérdida de la inocencia que suponen las bodas precoces, la falta de madurez emocional de las niñas condena al fracaso a muchos de estos enlaces. «Hay muchas que no lo soportan y se separan a los seis meses», explica El Maghnaui. Encontrar marido después, divorciadas y con hijos, es muy difícil, por lo que muchas acaban condenadas al ostracismo, repudiadas por sus familias y marginadas por la sociedad. Un panorama desolador que, no obstante, no aparece en las estadísticas.

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