Todos los muros caen


Todos los muros caen

ALBERTO SOTILLO

Actualizado Domingo , 15-11-09 a las 10 : 48

Todos los muros terminan cayendo; todas las fortalezas acaban siendo asaltadas. Cuenta W. G. Sebald que todas las fortificaciones terminan llamando la atención sobre sus puntos débiles y convirtiéndose, a la postre, en una invitación para su asalto. Observación hecha a propósito de la fútil fortaleza de Amberes: fantástica construcción de diez bastiones amurallados, unidos entre sí y rematados por una ciudadela pentagonal que de nada sirvió frente a los ingeniosos artefactos de Alejandro Farnesio. Cayó Amberes, como cayeron Jericó, Bizancio, la línea Maginot o la inmensa fortaleza que eran la URSS y sus satélites.

Este muchacho palestino que se columpia sobre uno de los bloques de cemento del Muro construido por Israel en Cisjordania parece proclamar que también caerá esta otra fortificación. Hay que puntualizar que el Muro de Israel ha sido eficaz a la hora de prevenir atentados terroristas palestinos. Nada que ver con el Muro de Berlín. Toda nuestra justa indignación poco va a impresionar a los israelíes mientras siga existiendo la amenaza del terror.

Pero un Muro nunca es la solución. No puede hacerse la ilusión un Estado de que va a garantizar su supervivencia por construir un Muro tras el que se cuecen en su salsa cinco millones de palestinos sin Estado, ni perspectivas de futuro ni posibilidad de aburrirse con una vida normal, condenados a la desesperación y a los poco recomendables líderes que ésta genera.

Los Muros son señal de debilidad. Un Muro puede ocultar temporalmente la ingrata realidad exterior, pero no la hace desaparecer. Una lección que también nos la podríamos aplicar nosotros para las ilusas barreras con las que intentamos detener a ese mundo de desesperados que buscan una vida mejor en Europa. Nuestro Muro. No es una cuestión de buenismo. A nadie en su sano juicio se le ocurre abrir las puertas de su casa a todos los miserables de este mundo. Ya lo hizo Viridiana, y recuérdese cómo acabó. Pero ninguna fortaleza podrá impedir que sigan llegando desesperados mientras en alguna parte del orbe haya motivos para salir huyendo. No hay Muro en el mundo que no pueda saltarse a la torera. Como bien se ve en esta imagen.

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