La extinción es más rara de lo que se piensa
¿Y si de media bastasen tres búsquedas de campo lo suficientemente concienzudas para encontrar un ejemplar de una especie a la que creÃamos extinguida?
Es lo que sugiere un estudio realizado por Diana Fisher y Simon Blomberg en la Universidad de Queensland, Australia. Interesados por el caso del Bridled Nailtail Wallaby —un simpático pequeño canguro, en la foto, admito no haber encontrado una traducción de su nombre y te la agradecerÃa sobremanera— el cual se creÃa extinguido y reapareció en 1973 afirman que «hay muchos informes de especies redescubiertas, pero nadie las ha mirado en conjunto».
Asà que han creado una base de datos con 187 especies mamÃferas que se creen extinguidas, y han buscado detalladamente en la literatura cientÃfica posibles indicios de que realmente aún existen.
¿Cuáles son buenas candidatas? Según el estudio, las que en gran medida han sufrido en algún momento un cambio drástico en su hábitat. Las que han sido intensivamente vÃctimas de la caza, o de la aparición de especies invasivas tienen menos probabilidad de ser encontradas. Resulta que mientras que la aparición de nuevos drepedadores es letal para las especies nativas, los mamÃferos son mucho más resistentes de lo que se pensaba a los cambios en las condiciones naturales. El resultado parece aplicable a otras especies, como pájaros.
Wes Sechrest, experto en mamÃferos de la Global Wildlife Conservation, está de acuerdo con el estudio. Pero incluso afirma que la forma en la que se están haciendo las investigaciones de campo no es la mejor, por lo que ciertas búsquedas sin éxito no deberÃan querer necesariamente decir que se han extinguido las especies buscadas. De ahà que todos juntos se hayan lanzado a buscar un ejemplar de Kouprey, un bovino salvaje de Indochina que también se cree extinguido.
Nunca hay que olvidar el capricho evolutivo que supone la existencia de OceanÃa en conjunto. Son muchas las especies únicas de la zona, por encontrarse completamente separada del resto de continentes. De ahà que el interés de los investigadores sea comprensible.
Es lo que sugiere un estudio realizado por Diana Fisher y Simon Blomberg en la Universidad de Queensland, Australia. Interesados por el caso del Bridled Nailtail Wallaby —un simpático pequeño canguro, en la foto, admito no haber encontrado una traducción de su nombre y te la agradecerÃa sobremanera— el cual se creÃa extinguido y reapareció en 1973 afirman que «hay muchos informes de especies redescubiertas, pero nadie las ha mirado en conjunto».
Asà que han creado una base de datos con 187 especies mamÃferas que se creen extinguidas, y han buscado detalladamente en la literatura cientÃfica posibles indicios de que realmente aún existen.
¿Cuáles son buenas candidatas? Según el estudio, las que en gran medida han sufrido en algún momento un cambio drástico en su hábitat. Las que han sido intensivamente vÃctimas de la caza, o de la aparición de especies invasivas tienen menos probabilidad de ser encontradas. Resulta que mientras que la aparición de nuevos drepedadores es letal para las especies nativas, los mamÃferos son mucho más resistentes de lo que se pensaba a los cambios en las condiciones naturales. El resultado parece aplicable a otras especies, como pájaros.
Wes Sechrest, experto en mamÃferos de la Global Wildlife Conservation, está de acuerdo con el estudio. Pero incluso afirma que la forma en la que se están haciendo las investigaciones de campo no es la mejor, por lo que ciertas búsquedas sin éxito no deberÃan querer necesariamente decir que se han extinguido las especies buscadas. De ahà que todos juntos se hayan lanzado a buscar un ejemplar de Kouprey, un bovino salvaje de Indochina que también se cree extinguido.
Nunca hay que olvidar el capricho evolutivo que supone la existencia de OceanÃa en conjunto. Son muchas las especies únicas de la zona, por encontrarse completamente separada del resto de continentes. De ahà que el interés de los investigadores sea comprensible.