La empiria de la innovación


En El Correo de las Indias me entero de un estudio sobre las innovaciones a que ha dado lugar el proyecto Genoma Humano de secuenciación de nuestro ADN, y que dio lugar tanto a resultados de dominio público como a otros patentados. El estudio examina las diferencias en la innovación ocurrida con unos y otros resultados. La conclusión es que el genoma patentado ha significado una merma en la innovación posterior del 30% con respecto a la innovación ocurrida usando la parte de dominio público.

Alguien puede objetar que sin el dominio privado no se hubiera secuenciado (o no tan rápidamente o con menos coste) esa parte. Es posible, pero quien defienda eso deberá ofrecer unas mejoras que compensen por ese 30% de innovación perdida. Y deberá mostrar por qué otorgar patentes, que significan monopolio y abuso de poder, es la mejor manera de incentivar esa iniciativa privada.

En otras palabras. Imaginémonos que estos datos fueran generales para toda innovación. Habría que mostrar que el mundo con patentes proporciona un 30% más de innovación que un mundo sin ellas (pero con las demás ventajas asociadas a ser el primero y los demás mecanismos posibles de recompensa para el innovador).

Llevamos varios siglos con patentes. Gracias a Iñigo sé de un estudio que encuentra una correlación entre crecimiento económico y sistema de patentes. En particular, encuentra que un aumento en la legislación de derechos de patentes de una desviación estándar sobre la distribución en los países más avanzados (la equivalente a la que hay entre Hong-Kong y Australia) está asociada con un aumento del 0.68 puntos en el crecimiento económico.

Los autores reconocen que, hasta este estudio, no teníamos evidencia empírica de que las patentes funcionaran y que de momento pueden hablar de correlación, no de causalidad (podría ser que fuera el éxito económico el que propiciara una legislación mayor sobre patentes).

Como ya he dicho en todas mis entradas sobre Monopolio intelectual, teóricamente hay más razones contrarias que a favor del sistema (tras los estudios de la última década) y empíricamente, la evidencia apunta en contra de ellas. Por lo que sé, el anterior es el único estudio empírico que podría aportar algo a favor de ellas.

¿La conclusión? Tenemos un sistema de patentes y de protección de derechos de autor que lleva siglos existiendo sin base empírica y que está sustentado únicamente por una endeble base teórica. Así todo se sigue defendiendo. Sospecho que la razón son los intereses de los pocos que ganan con el sistema, a quienes les sobra el dinero para presionar y confundir a los políticos.

Los comentarios han sido cerrados para esta nota