FERNANDO LUGO: INFIERNO EN LA IGLESIA


FERNANDO LUGO: INFIERNO EN LA IGLESIA
by TERESINA MUÑOZ-NAJAR Saturday, Apr. 25, 2009 at 3:58 PM
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La confesión del pederasta Fernando Lugo ha logrado un descenso de la iglesia católica paraguaya a los infiernos.

FERNANDO LUGO: INFIE...
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La confesión del pederasta Fernando Lugo ha logrado un descenso de la iglesia católica paraguaya a los infiernos.

Teresina Muñoz Najar hace un recuento de casos sobre este escalofriante tema, el de los abusos de menores y la lujuria en la iglesia católica.

EL 5 de abril de 2002, en Ohio, el cura Don A. Rooney se suicidó. Justo tres días después de ser acusado de haber abusado sexualmente de una niña (en 1980).

Claro, se dice que Dios perdona el pecado más no el escándalo. Y el desatado en estos últimos meses al conocerse los crímenes de pedofilia cometidos por cientos de sacerdotes católicos durante más de veinte o treinta años, es inédito, increíble. Tanto como la actitud de cardenales y obispos (por cierto, un obispo en la Florida también ha sido acusado de abuso sexual de menores) que, conociendo las oprobiosas prácticas de sus clérigos, callaron, enmudecieron, creyendo que, con remover a los sacerdotes de sus cargos y trasladarlos a otras parroquias acabarían con el problema.

Estos casos de pedofilia ocurridos en Irlanda, Francia, Polonia y otras ciudades europeas, así como alrededor de casi todos los Estados Unidos han acaparado portadas de revistas y diarios e inundado Internet. El padre Rudy Kos, el reverendo Daniel Azzarone, el reverendo Roberto Larson, el reverendo Laurence Brett, el padre Goerge Cooley, el padre Anthony O'Connell y otros muchos (se calcula que sólo en U.S.A. son 2,000 los curas denunciados), encaran hoy en día juicios gravísimos luego que sus víctimas decidieran delatarlos. En los procesos, desde luego, estarán implicados los obispos (el cardenal de Boston, Bernard Law, ya está siendo fuertemente criticado) en cuya diócesis los criminales actuaron. Por este motivo: tolerarlos. Asimismo, a la Iglesia le está costanto cientos de millones de dólares reparar a las víctimas.

Según el diccionario de sicología Larousse, la pedofilia es la perturbación presentada por adultos que desean obtener una excitación sexual teniendo relaciones, la mayoría de veces, con niños prepúberes o bien imaginando esas relaciones.

El sicólogo Jorge Bruce añade: "Esta patología es muy difícil de tratar porque los pedófilos, ya que sus actos son vergonzosos y casi exclusivamente con menores de edad, los que los lleva a cometer todo tipo de abusos, no piden ayuda y los que llegan a un consultorio es porque han sido obligados".

Desde luego, la pedofilia no es privativa de los sacerdotes. No obstante, esa cultura del secreto practicada por la Iglesia Católica, que se repite inclusive cuando sus miembros cometen delitos menores, obliga a reflexionar sobre muchos temas. Uno de ellos: el celibato. Pasamos a la escena local.


EL CURA SAINZ Y EL CURA CALATO

Los curas que se casan, colgando o no la sotana, son noticia al toque. Con ellos, el resto de mortales es muy complaciente. Después de todo ¿cuál es el problema? Pero si un sacerdote trata de seducir y abusar de una o varias mujeres con el cuento del exorcismo o de lo que sea, es realmente retorcido. Eso hizo el sacerdote franciscano Félix Sainz. Tiene video (fue ampayado por "Mil disculpas", el programa de Carlos Cacho, quien lo transmitió cortando escenas que probablemente nunca veremos) que lo acusa aunque la propia acusadora, Silvia Ipanaqué, haya desmentido después su versión.

El hecho es que nadie pudo dar con el padre Sainz después del video. Se dijo que fue trasladado del Rímac a Barranco. Finalmente, un vocero del Arzobispado informó a CARETAS que Sainz había viajado a España el 18 de marzo. Este sacerdote era, irónicamente, miembro del Tribunal Eclesiástico. O sea, encargado de juzgar líos de sotanas. Su cargo está vacante.

En 1998, el sacerdote diocesano Joseph Buhagiar Cachia (natural de Malta), que tenía a su cargo la parroquia de Quequeña en Arequipa, ocupó varias páginas de diarios mistianos al haber sido acusado y encarcelado (un mes) por el delito de peculado. CARETAS recibió, a finales del año pasado, un sobre anónimo con fotocopias de recortes de periódicos que daban cuenta de las andanzas de Buhagiar -implicado en la venta de ropa donada-, las mismas que incluían la existencia de una amante. En el mismo sobre aparecieron cuatro fotografías. Dos del cura totalmente calato. Dos de su amante, ídem. Obviamente, ellos mismos se habían retratado. También, se consignaba un correo electrónico y la promesa de proporcionar mayores luces para iniciar una investigación pues, al parecer, el cura se había metido en nuevos problemas. Se acudió entonces al Arzobispado arequipeño. Esta fue la respuesta de uno de sus voceros: "Este asunto terminó hace tiempo y por su antigüedad carece de interés periodístico".

El sacerdote Sainz ha desaparecido sin dar explicaciones de sus actos. El cura Buhagier Cachia -a quien no se le censura por fotografiarse en cueros- ¿habrá saldado todas sus cuentas?

ADIOS A LA SOTANA

"Yo no vinculo mi caso al celibato", dice José María de Romaña, ex sacerdote jesuita, casado, seis hijos, siete nietos. "No dejé el sacerdocio por razones del celibato sino por falta de vocación", insiste. De Romaña ingresó al noviciado jesuita muy joven y al cabo de 10 años de estudios y preparación se ordenó sacerdote. "Ese mismo día me dije ¿qué he hecho?". Pero siguió en la orden esperando que algo cambiase. Nada. Habló con el entonces cardenal Landázuri quien le aconsejó aguantar un tiempo más. Viajó a Europa y se encontró con un amigo, el cardenal Copello, a quien le dijo: "Quiero pasar al estado civil". Este le aconsejó lo mismo que Landázuri: "Un tiempo más".

Finalmente salió. Pasados unos meses se enamoró de una querida amiga sueca. "A mí no me iba a casar ningún sacerdote porque todavía no había oficializado mi situación o sea que mi matrimonio fue de conciencia".

Así, volvió a Europa, primero a Madrid donde nació su hija y luego a Roma, dispuesto a arreglar sus papeles. Buscó al cardenal Copello pero ya había muerto y no tuvo más remedio que acudir a otro cardenal, Ramón Vidagor. Era un hombre muy ocupado pero lo recibió. "Quiero pasar al estado civil", formuló De Romaña. "¿También quiere la liberación del celibato"?, preguntó Vidagor (ésta existe desde Juan XXIII). "Bueno, sí quiero la liberación, además ya estoy casado y tengo una hija". Era 1965 y había 10,000 sacerdotes haciendo cola para regresar al estado civil. De Romaña pasó a ocupar el primer lugar.

Para De Romaña, el celibato -cuya práctica se establece entre los años 205 y 302, en el concilio de Elvira, excepto en las iglesias del mundo oriental, y se reglamenta en 1123 con el primer concilio Laterano- aparece en plena época del mediterráneo maniqueo. "Como Soroastro, Manes -afirma- consideraba que había dos principios: el bueno y el malo. Es decir, la luz y el espíritu y la materia y la sombra. La Iglesia Católica se impregnó pues de maniqueísmo en esa época de una forma que los historiadores no han resaltado". José María de Romaña sostiene que, resulta muy curioso que el celibato no sea un sacramento mientras que el matrimonio sí. Se explica: "El matrimonio toma el acto sexual, la unión del hombre y la mujer, como uno de los signos de la unión de Dios con la humanidad. Cada vez que dos personas se casan, se genera más presencia de Dios en la Tierra. Sin embargo, se mira casi con desprecio cuando un sacerdote pasa al estado civil. Uno baja social y espiritualmente de categoría". "El celibato -agrega- en su origen, es una actitud maniquea de desprecio de la materia".

Ahora, ¿cómo mantiene un sacerdote el celibato? De Romaña asegura que los ejercicios espirituales facilitan esa soledad. También dice que la naturaleza se defiende: "Cada ciertos días, en sueños o al bañarse en agua caliente, hay una eyaculación. Es una liberación normal".

De otro lado, De Romaña no vincula para nada el celibato con perversiones como la pedofilia. "Lo censurable -puntualiza- es que la Iglesia oculte estos hechos. Eso es falta de prudencia de gobierno".

SER O NO SER: CELIBE

Si bien ha quedado claro que el celibato no es la causa de la pedofilia, este tema se ha comenzado a discutir nuevamente a raíz del escándalo.

Al respecto, el jesuita Vicente Santuk hace algunas precisiones. En primer lugar, sostiene que la pedofilia tiene que ver con problemas profundos en la conducta de ciertos seres humanos, sacerdotes o no. Asimismo, dice que esa "política del secreto" que asume la Iglesia cuando descubre casos como los que ahora se denuncian, se debe a que, muchas veces, los curas diocesanos, que dependen del obispo del lugar, tienen a éste como confesor. Entonces, cuando los curas le manifiestan sus pecados, el obispo los acoge como "secretos de confesión": inviolables. "Quizás -dice el padre Santuk- sienten que están obligados al secreto de confesión y que por eso mismo no pueden dar aviso a las autoridades judiciales".

Sobre el celibato aclara lo siguiente: "Para el sacerdote diocesano es una exigencia disciplinaria del derecho canónico, del derecho positivo el que, como se sabe, puede someterse a cambios. El sacerdote que está inscrito en una orden religiosa, en cambio, opta por el celibato". El padre Santuk refiere, además, que el celibato de los diocesanos está ligado a un argumento de conveniencia (¿Podría la Iglesia mantener a curas casados y con hijos?).

Es necesario marcar la diferencia entre el diocesano y el sacerdote que pertenece a una orden religiosa. El primero sólo hace votos de obediencia a su obispo, no los de pobreza y el celibato para él, es un proceso que se ha dado a lo largo de la historia. El segundo hace votos de pobreza, castidad y obediencia. "El celibato es una opción que tiene una dimensión escatológica. Es decir, lo que somos como cuerpo sexual puede vivirse sin el ejercicio de la sexualidad". "Yo creo -afirma- que la posibilidad de que se elimine el celibato para los diocesanos, podría darse en algún momento".

El sociólogo Guillermo Nugent, por su parte, sostiene que el celibato tiene dos consecuencias muy claras: "Establece una diferenciación del clero católico del resto de la sociedad, es decir, lo convierte en una casta aparte con todos los privilegios políticos que de ahí se desprenden y ha hecho que persista un discurso sobre la sexualidad tremendamente infantilizante y primitivo".

Para él, en el escándalo de los curas pedófilos, el problema central es el encubrimiento sistemático de la verdad por parte de la Iglesia. "Es cierto que la pedofilia no es privativa de los sacerdotes pero, ¿acaso cuando un arquitecto abusa sexualmente de un menor, el colegio de arquitectos lo encubre?", se pregunta.

Finalmente, Carlos Pajares y Roxana Morón, miembros del Consorcio de Abogados Católicos dicen: "Esos son casos aislados y no pueden hacernos perder la fe. Los seres humanos son muy complejos, cambian a través de toda su vida. Pero hay que evitar el escándalo, hay que evitarlo...".

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