El Arte de la Persuasión

En el último número del Skeptical Inquirer (Ene/Feb 07) un artículo ha llamado mi atención: "The Art of Persuasion in Politics (and Science)", que es un comentario sobre el libro "Don't Think of an Elephant: Know Your Values and Frame the Debate" de George Lakoff, linguista y psicólogo cognitivo de la Universidad de California.

¿Cuántos de ustedes se han encontrado en la triste situación de ver que argumentos sólidos, respaldados por evidencias irrefutables, son rechazados totalmente, echando mano para ello de las explicaciones más absurdas? No sólo en el campo de la ciencia (piensen en temas como la evolución, el calentamiento global o las investigaciones con células madre), sino en el de las creencias populares (astrología, tarot, brujos, hechizos, fantasmas) y en las religiones (dioses, concepciones virginales, ascenciones, resucitaciones, mundos supranaturales).

Lakoff engrana sus dos especialidades y plantea una hipótesis interesante: los individuos desarrollan marcos cognitivos que permiten organizar dentro de sus límites toda la información recibida. Además tienen la tendencia a aceptar aquellos hechos que se integran con facilidad a esos marcos y a descartar los que no son consistentes con ellos.

Intuitivamente pienso que tiene razón ¿no sucede que cuando uno lee o escucha algo con lo que no está de acuerdo comienza a sentir un disgusto que va tan in crescendo que hasta puede hacer que se deje de prestar atención? ¿no cambia inmediatamente esa predisposición cuando el tema se hace grato a nuestros ojos u oidos?.

Para ser convincentes con nuestros argumentos - dice Lakoff - no podemos presentar de manera directa los hechos y evidencias (que es lo que suelen hacer los científicos, los escépticos y los no creyentes), sino que hay que apuntar al marco cognitivo de los oyentes, ofreciéndoles un marco alternativo que pueda ser aceptado por ellos antes de comenzar a soltar los argumentos. Si el marco alternativo no es aceptado, nuestros argumentos caerán en saco roto.

El libro de Lakoff se concentra en la argumentación política y circunscribe su análisis a la política estadounidense en particular (de allí el "elephant", símbolo de los republicanos). Algunos ejemplos interesantes de Lakoff (que naturalmente tienen el tinte político estadounidense):


a) El modelo del "padre fuerte": Un modelo basado en la imagen de un padre autoritario que rige verticalmente a su familia.

Éste es un modelo que reposa en el valor de las normas y en la autoridad y que presupone que la prosperidad del padre se debe a su trabajo,a sus habilidades innatas y a su adhesión a las reglas y que la recompensa obtenida por ello es el éxito. Cualquiera que siga la receta deberá ser igualmente recompensado... y aquel que no las siga fracasará.

Los pobres lo son por no seguir las reglas y por tanto no deben ser recompensados (con beneficios para los desempleados, bonos de alimentos, etc). La joven que quedó embarazada no siguió las reglas y su mala conducta no puede ser premiada permitiéndole abortar. Los criminales deben ser fuertemente castigados y las leyes que interfieren con el éxito económico deben ser eliminadas (impuestos, reglamentaciones ambientales, etc).

Este modelo casa perfectamente con la tendencia política de los Republicanos: no al "welfare", no al aborto, sí a la pena de muerte, reducción de impuestos, etc.


b) El modelo de los "padres cuidadosos", en el que todos los miembros de la familia son considerados como iguales y el papel de los padres es velar por todos, ya que el éxito es medido de manera corporativa.

Bajo este modelo los pobres requieren del apoyo del resto de la comunidad, los criminales deben ser ayudados a rehabilitarse, las jóvenes embarazadas tuvieron mala suerte y deben ser auxiliadas y las leyes ambientales y los impuestos son de interés comunitario más que personal.

Modelo que casa, según el autor, con la tendencia política de los Liberales: ayuda social, si al aborto, no a la pena de muerte, aceptación de impuestos, etc.


Según Lakoff la opinión pública norteamericana ha correspondido durante años al modelo del "padre fuerte", aunque hace notar que muchos individuos adoptan el primer modelo para manejar ciertas partes de su vida y el segundo para manejar ciertas otras.

El artículo llamó mi atención porque pienso que puede ser extrapolado al discurso de la ciencia y al del escepticismo racional a todo nivel. Tratar de cambiar el marco cognitivo de nuestro interlocutor, de manera que pueda ser permeable a las evidencias en favor de nuestros argumentos, es una técnica que debemos aprender a utilizar si pretendemos ser convincentes.

Una de las formas es ser cuidadosos en el uso del lenguaje apropiado. Lakoff dice, por ejemplo, que es preferible utilizar el término "tax relief" en lugar de "deficit-raising tax cuts ", ambos significan técnicamente lo mismo, pero el primero presupone que hay un problema (el impuesto, tax) que requiere alivio (relief) y es por tanto más convincente ante la opinión pública que el segundo ¿quién puede oponerse a "aliviar un problema"?

Alex Grijelmo escribe en su libro "La Seducción de las Palabras" cómo "los economistas y políticos se escudan en la contradicción de las palabras concordadas para maquillar el hecho de que una empresa o el producto interior bruto de un pais hayan entrado en la inclinación más temida ". Lo cito textualmente:

"Hemos experimentado un crecimiento cero", "tenemos un crecimiento negativo"... Sabemos que es imposible crecer cero (crecer y no crecer al mismo tiempo), y que nadie puede entender cómo se crece (concepto positivo) negativamente. La razón humana puede llegar a analizar estas palabras y descubrir el engaño, pero la penetración de tales voces en el cerebro y en el subconsciente guarda todas las armas de la seducción. El sonido de los vocablos contradictorios "crecimiento cero" se percibe por el oido o por la vista, y a través de ellos se accede al léxico mental, en cuyos circuitos neurológicos se activan independientemente los significados de "crecimiento" y de "cero" El resultado de la unión entre ambos términos ofrece un sentido racional: no se ha crecido. Y así lo percibimos con nuestro cerebro consciente.

Pero el hecho de que se haya activado la palabra "crecimiento" adquiere una repercusión subliminal, seductora, un significado inconsciente, que despierta de su sueño con el sonido, que se activa y que no se llega a desactivar, que se despereza y mantiene en vela, que derrama su perfume sobre la frase y que la impregna de modo que ya no se podrá reintegrar a su frasco (...) el sonido de "crecimiento" activa el significado profundo de la palabra, el concepto feliz de lo que se acrecienta, el sentido que dieron a este término millones de habitantes del español, el sentido de nuestra herencia en esta expresión, el crecimiento de los niños que se desarrollan sanos, el crecimiento de todo cuanto nace y crece antes de morir, el crecimiento de los puntos de lana en la aguja, el valor de la moneda que crece como crecen el dolar o el yen, como se crece aquel que logra un éxito, como crece la luna para convertirse en llena... y ello repercute en que se activen las connotaciones positivas y la realidad se disfrace.

El significado de las palabras del idioma lo constituyen simples pautas de actividad neurológica. Esas pautas reflejan la experiencia acumulada de los contextos en los que se usan las palabras, y se modifican con cada experiencia nueva. Por eso en el momento en que nuestra computadora mental acude a su diccionario propio toma con "crecimiento" una expresión que produce sensaciones favorables: crecen los niños bien alimentados,, crecen las plantas sanas, crece la inteligencia con el propio crecimiento humano...

(...)
La compañía de una palabra afecta a su vecina hasta el punto de crear un significado latente. Si "terrenal" se contagia de los efectos de "paraiso" para distanciarse así de "terrestre" aunque etimológicamente sean sinónimas, así "crecimiento" perfuma a "cero" y a "negativo" (...) "Crecimiento" compite con "cero", pero su valor seductor y su contenido le dan un arma indiscutible que hace valer su perfume por encima de la palabra a la que se opone.

Esta combinación "crecimiento cero" o "crecimiento negativo" mancha también al verbo que la acompañe: habrá de tratarse de un verbo frío, de semantema justo y polivalente. Porque el emisor de esas expresiones no acudirá a un verbo como "sufrir" ("la empresa ha sufrido un crecimiento negativo"), puesto que eso descubriría el significado que se pretende ocultar. Dirá, casi con seguridad, que la economía "ha registrado" o "ha experimentado" un crecimiento cero. Palabras frias para un tema caliente, voces que tecnifican lo que de otro modo se percibiría con la fuerza de la contundencia.

Grijalbo hace una análisis similar sobre la "desaceleración de la economía", otro ejemplo de contradicción embaucadora, puesto que el prefijo negativo "des" se hace acompañar del término positivo "acelerar" (palabra que bucea en los significados positivos). Así, creemos que la economía llevaba una marcha muy acelerada y que por ello no importa que pierda velocidad.

Si bien los ejemplos anteriores muestran cómo se puede intentar manipular tendenciosamente la opinión ajena, pienso, coimo Lakoff, que elegir los términos adecuados permitirá cambiar el marco cognitivo del oyente a un marco más permeable. Si cuando hablamos de evolución evitamos utilizar términos relacionados con la palabra "diseño" (que lo usan hasta los más radicales evolucionistas sin pensar en equivocado concepto que conlleva): "las mandíbulas de la hormiga están diseñadas también para la huida rápida" se podría cambiar por "la evolución favoreció en las hormigas la formación de mandíbulas que se usan también para la huida", estaremos creando mayor receptividad de parte de un creyente al no fortalecer subliminalmente sus ideas de "Todo Diseñado por Alguien"

Lakoff reconoce también que algunas personas son mucho más rígidas que otras en el sentido de que será muy difícil hacerlas cambiar de marco cognitivo. Recomienda para esos casos el uso de "marcos cognitivos de cuña", estrategias que deben de concentrarse en uno o dos aspectos que confronten el marco cognitivo del oyente con una situación real aplicada a su caso. Se me ocurre el simplísimo ejemplo de mencionarle al antiabortista que tiene hijas, la situación hipotética de un padre cuyas hijas fueron violadas por una banda que entró en casa y que quedaron embarazadas. Habrá un desplazamiento favorable de su marco cognitivo para hacerlo más permeable a los argumentos pro-aborto.

Amigos científicos, escépticos y no creyentes: si fuésemos capaces de identificar los marcos cognitivos en los que nuestros oponentes se organizan inconscientemente, si fuésemos capaces de crear nuevos marcos cognitivos que puedan ser aceptados aunque sea temporalmente por ellos, nuestros argumentos - usualmente áridos y abstractos para la gran mayoría - podrían caer en terrenos más fértiles y crecer más aceleradamente. ;-)

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