Copiar no es robar



Con tanto viaje creo que llego tarde a esto de los manifiestos por la libertad de Internet y la libertad de copia. Los que me leéis sabéis ya lo que pienso de todo esto. La inmensa mayoría de autores no viven de vender copias de sus obras, sino que tiene otro oficio y crea por otro tipo de incentivos. Los que hacen de crear su modus vivendi ganan dinero con otras actividades, que van desde conciertos hasta conferencias, pasando por la docencia, la tertulia o los artículos de opinión, además de toda otra suerte de subvenciones. Muy pocos viven de vender copias o ejemplares de sus obras.

Por ello es completamente falso el augurio catastrofista de que en cinco años dejará de haber creación si sigue así la cosa. Mi augurio es que en el tiempo de vida de cada uno de nosotros nadie dejará de ver creación musical o literaria (al nivel de siempre) pase lo que pase. Bueno, excepto si lo que pasa es un régimen totalitarista, que podemos descartar. Me comprometo a cambiar de opinión si observo lo contrario. Esperaría que los que opinan distinto hicieran lo propio.

He leído varias opiniones volviendo a equiparar la copia de una obra al robo, para de ahí deducir la conveniencia de luchar contra la copia. De nuevo se está siendo catastrofista, además de sofista. (Me da una gran tentación el acuñar el término catastrosofista.)

Copiar no es robar. Si copio un disco de un artista no le he quitado su copia ni su idea al artista, que es lo que sería robar. Se puede decir que es robar en algún sentido metafórico o en alguna extensión del término robar. En ambos casos deber probarse que es una extensión útil del término, en el sentido que evitar ese robo o permitir ese monopolio intelectual tenga las mismas consecuencias deseables que evitar el robo de verdad.

Pero sencillamente eso no es así. Y conviene mucho no extender las analogías de manera abusiva. Si aplicamos la definición de propiedad a cosas que no deben serlo estaremos a un paso de la arbitrariedad. En otras entradas he argumentado acerca del mal incentivo que representan las leyes de propiedad intelectual (reducen la distribución si aumentar la creación). Aquí solo voy a exponer los peligros de excedernos con la atribución de propiedad y lo haré con algo completamente distinto a la creación artística, donde se entenderá mejor. Hablaré de Monsanto y sus abusos permitidos por las leyes que extienden su propiedad.

Hay muchas historias. Me centro en una. Los camiones con semillas de Monsanto, a veces pierden parte de la carga (se la lleva el viento, hay un accidente,…) de manera que en algún campo crece la planta con la semilla de Monsanto. Como cuando uno encuentra un coche robado en su propiedad debe devolverlo, así ocurre con estas semillas de Monsanto, puesto que son de su propiedad. Pero no solo eso, como el material genético está protegido por la ley de propiedad, la planta que crezca habrá que devolverse también. Un agricultor no puede tener en su propiedad plantas con material genético propiedad de Monsanto crecidas por accidente en sus tierras, ni siquiera cuando esto le perjudica.

Por una mala extensión del derecho de propiedad, Monsanto puede pedir compensaciones a estos agricultores. Lo costoso de los litigios hace que la mayoría acepte un acuerdo.

En el Capítulo 6 del libro "Against Intellectual Monopoly" se recoge el caso Percy Schmeiser and Monsanto Co. Leemos lo siguiente:

For 40 years, Percy Schmeiser has grown canola on his farm [in Canada] usually sowing each crop of the oil-rich plants with seeds saved from the previous harvest. And he has never, says Schmeiser, purchased seed from the St. Louis, Mo.-based agricultural and biotechnology giant Monsanto Co. Even so, he says that more than 320 hectares of his land is now “contaminated” by Monsanto's herbicide-resistant Roundup Ready canola, a man made variety produced by a controversial process known as genetic engineering. And, like hundreds of other North American farmer, Schmeiser has felt the sting of Monsanto's long legal arm: last August the company took the 68-year-old farmer to court, claiming he illegally planted the firm's canola without paying a $37-per-hectare fee for the privilege. Unlike scores of similarly accused North American farmers who have reached out-of-court settlements with Monsanto, Schmeiser fought back. He claims Monsanto investigators trespassed on his land – and  that company seed could easily have blown on to his soil from passing canola-laden trucos. "I never put those plants on my land," says Schmeiser. "The question is, where do Monsanto's rights end and mine begin?"

La extensión del derecho de propiedad del autor al uso de la copia privada vendida puede tener o no tan malas consecuencias como la extensión del derecho de propiedad a la genética de las semillas de Monsanto. Lo que está claro es que la concesión de derecho de propiedad sobre objetos que se replican no se sigue de ninguna lógica que consiste en señalar las copias de creación intelectual como objeto de propiedad del autor en igual medida que lo es un objeto susceptible de ser robado.

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