Colombia: ateos salen del clóset Hernando Salazar

Colombia: ateos salen del clóset Hernando Salazar Colombia Escud
Hernando Salazar

Colombia

Escudo de la Policía Nacional de Colombia.

Instituciones como la Policía Nacional mantienen lemas como "Dios y patria".

Salir del clóset está de moda en Colombia. Primero fueron algunos gays,
lesbianas, bisexuales y transgeneristas, gracias a sentencias de la Corte
Constitucional. Después, consumidores de drogas ilícitas, oponiéndose a su
penalización, y ahora el turno es para los ateos y agnósticos.

Con sólo dos semanas en el mercado, un Manual de Ateología, escrito por
personajes que niegan o dudan de la existencia de un dios, se ubicó entre los
diez títulos más vendidos en las librerías de este país.

El manual fue hecho por 16 personalidades, entre ellas abogados, escritores,
periodistas y psicólogos.

BBC Mundo habló con algunos de ellos y también con otros ateos y agnósticos.

Llama la atención que un libro de esa naturaleza se venda bien en Colombia,
donde nueve de cada 10 personas se declaran cristianas, en su mayoría católicas.
Y esas mayorías se sienten en muchos ámbitos, comportamientos y actitudes.

De hecho, durante más de ocho décadas, Colombia fue consagrada cada año por los
gobiernos al Sagrado Corazón de Jesús, una de las imágenes más preciadas por los
católicos.
Un estado aconfesional
CARLOS GAVIRIA
CARLOS GAVIRIA
"Para hacer política decente hay que exponer esas posiciones de manera honesta,
sin engaños, para que la gente sepa por quién vota"

Y aunque desde 1991 la Constitución declaró al Estado colombiano como
aconfesional, muchas instituciones, como la Policía Nacional, siguen manteniendo
en sus escudos lemas como "Dios y patria".

En esas circunstancias, muchos, como la escritora Silvia Galvis, le dicen a BBC
Mundo que "es muy difícil" expresar públicamente el ateismo.

"Cuando les conté a unos amigos que no había bautizado a mis hijos, hubo unos
cruces de miradas y unas sonrisas despectivas que lo hacen sentir a uno
totalmente fuera de lugar", relató Galvis, autora de varios libros, entre ellos
Viva Cristo Rey, una crítica al papel de la Iglesia Católica en la historia
política de Colombia en el siglo XX.

La escritora, que no hizo parte de los autores del Manual, sostiene que "hay mas
razones para creer que dios no existe. Me siento más confiada en la vida y hago
las cosas porque creo en ellas, sin estar esperando recompensas, como sí ocurre
con los creyentes".

El dirigente político Carlos Gaviria, uno de los autores del libro, quien aspira
a ser nuevamente candidato presidencial del izquierdista Polo Democrático
Alternativo en las elecciones de 2010, también reconoce dificultades para que
los demás entiendan su agnosticismo.
Crucifijo

En este país, 9 de cada 10 personas se declaran cristianas, en su mayoría
católicas.

¿Cómo hace un agnóstico para conseguir apoyo electoral en un país tan católico?,
le preguntó BBC Mundo a Gaviria, que en 2002 obtuvo 2,6 millones de votos.

"Es cierto que la sociedad colombiana es bastante atrasada. Sin embargo, yo creo
que para hacer política decente hay que exponer esas posiciones de manera
honesta, sin engaños, para que la gente sepa por quién vota", responde Gaviria.

El político relató que en una ocasión un asistente a un acto político lo increpó
por su actitud hacia dios y la religión. Entonces, tuvo que explicarle por qué
él no tiene razones para afirmar o negar la existencia de un dios. "Después de
oírme, el hombre quedó tranquilo", narra.
"Más fácil que en Irán"

A pesar de esas dificultades, otro de los autores del Manual de Ateología, el
escritor Héctor Abad, le expresa a BBC Mundo que es más fácil ser ateo en
Colombia que en Irán, "donde si lo fuera y lo declarara podría ir a la cárcel".

"Aquí se me puede considerar un tonto o un loco o un inmoral, pero lo puedo
decir y no me siento en peligro. Es fácil, es divertido, y a muchas personas
incluso les llama la atención, porque muchos creyentes, en realidad, dudan
muchísimo de sus creencias", añade.
HÉCTOR ABAD
HÉCTOR ABAD
"Aquí se me puede considerar un tonto o un loco o un inmoral, pero lo puedo
decir y no me siento en peligro"

Abad es un ateo que tiene un tío que es sacerdote del Opus Dei y otro que fue
arzobispo de Medellín, la segunda ciudad más importante de Colombia.

"No creo que (ellos) me vean como un anticristo, pero sí hay algunos que me
advierten que me voy a ir al infierno", dice.

Según el escritor, una vez un banquero le dijo que él se iba a condenar y que le
propuso que le prestara 50.000 dólares al interés que el quisiera, "con una sola
condición: usted me presta la plata en esta vida, y yo se la pago en la otra. No
quiso hacerme el préstamo".

El editor del Manual de Ateología, José Manuel Acevedo, reconoció hace poco en
el diario El Tiempo que algunos personajes se molestaron cuando les pidieron su
testimonio para el Manual de Ateología.

Uno de ellos fue Vladimir Flórez, Vladdo, el más famoso caricaturista
colombiano, quien después escribió una columna titulada Dizque ateo.

Vladdo le dice a BBC Mundo que una cosa es que él critique a la Iglesia Católica
por posiciones y hechos como el celibato, la prohibición de usar anticonceptivos
y los casos de pedofilia, y otra que él sea ateo o agnóstico.

Del clóset deberían salir no sólo los ateos y agnósticos sino todos los que
profesan o practican creencias y costumbres "mal vistas" por el conservadurismo

Vladdo

"Del clóset deberían salir no sólo los ateos y agnósticos sino todos los que
profesan o practican creencias y costumbres "mal vistas" por el conservadurismo,
como los gays, las lesbianas, los antiuribistas vergonzantes, muchos
ecologistas, los comunistas de corazón y así 'subversivamente'", expresa Vladdo.

Todo hace parte de la controversia entre creyentes y no creyentes, que siempre
ha habido en la historia de la humanidad, en algunos sitios con más intensidad
que en otros.

Abad admite que la controversia sobre un dios enfrentará a los fanáticos, sean
creyentes o no creyentes, como ocurre en Afganistán y en Corea del Norte, como
sucedió en la Unión Soviética de Stalin y en China durante la revolución
cultural.

"Yo soy un ateo manso y poco militante. Creo que todos debemos poder creer o no
creer libremente", concluye el escritor.

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