VÃctima exige a la Iglesia Católica mexicana que reconozca los abusos sexuales
El caso Romero ColÃn se conoció por primera vez en 2007 cuando la periodista y escritora, Sanjuana MartÃnez, publicó el libro ‘Manto Púrpura y prueba de fe: la red de cardenales obispos’. La obra denuncia las violaciones cometidas por el presbÃtero Carlos López Valdez, quien recién cuatro años más tarde fue sancionado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio. El 25 de febrero le fue notificada una resolución inapelable del Vaticano: se le decretó la dimisión del estado clerical.
“Carlos López, además de ser un pederasta, es un pornógrafo”, dice MartÃnez. “TenÃa cientos de fotos de niños y de Jesús Romero en su poder. Las fotografÃas son de un contenido muy explÃcito. Y no las Ãbamos a exponer cuando presentamos el libro. Solo mostramos algunas”, agrega.
El Papa llegará a México el 23 de marzo para una visita de tres dÃas. Luego viajará a Cuba.
Cordero de Dios
Tres años después de la publicación del libro de MartÃnez apareció el documental ‘Agnus Dei’ (Cordero de Dios), de la cineasta y documentalista mexicana Alejandra Sánchez. La cinta constituye una denuncia, un grito de agonÃa para detener la pederastia, un reclamo, un llamado de atención que, cuando fue exhibido en las salas de cine, dejó boquiabiertos a un público que todavÃa no logra comprender la gravedad de un escándalo que hace tambalear a la Santa Sede.
En ‘Agnus Dei’ Romero ColÃn narra los abusos a que fue sometido por el presbÃtero López Valdés entre los 11 y los 16 años de edad, la difÃcil y compleja lucha de todos los dÃas para vencer los traumas y lesiones causadas por las reiteradas violaciones sexuales, la pérdida de la inocencia de un niño y la búsqueda del sacerdote por todas las parroquias de México para mirarlo a la cara y pedirle explicaciones.
“En México existe un inmovilismo absoluto por parte de la Iglesia en el tema de los abusos sexuales de los sacerdotes”, dice Sanjuana MartÃnez. Añade que la Iglesia mexicana cuenta con “clÃnicas” que albergan a pederastas, y que una de ellas, en Jalisco, ha atendido a más de 550 abusadores provenientes de 16 paÃses. “En México hay tres casas, dos en Guadalajara y una en el Estado de México, Casa Damasco”, la misma donde en 2007 la Arquidiócesis Primada le pidió a López Valdez que ingresara y atendiera sus “conductas inadecuadas”, y evitara el “escándalo”.
López Valdés no hizo caso y siguió ejerciendo después del primer llamado de atención hecho por el Obispo Auxiliar de México y Vicario Episcopal, Jonás Guerrero, el 13 de septiembre de 2007. En el documental Agnus Dei se muestra oficiando misa y, al final, aparece sentado frente Romero ColÃn, quien lo grabó con una cámara oculta y donde reconoce los abusos que cometió.
Dolor inexplicable
“Yo no lo voy a perdonar nunca”, dice Romero. En otra escena cuenta que “la primera vez me trató de penetrar y me lastimó mucho, mucho” (…) “Yo le dije: Padre, esto está mal. El me dijo: No, yo te quiero mucho y tú me quieres mucho. Me mató espiritualmente”.
En otro pasaje del documental Romero refiere que López Valdés habÃa sugerido que “lo que en la noche pasa en la noche se queda”. Al término de la denuncia cinematográfica la vÃctima afirma que el padre Carlos “me robó mi vida”.
Romero conoció a López cuando tenÃa 10 años “en la parroquia de San AgustÃn de las Cuevas, en la Ciudad de México. Yo acudÃa a esa parroquia con mi madre todos los domingos, mi madre es muy creyente y yo siempre la acompañaba, me gustaba estar con ella y además sentÃa que hacia algo bueno al ir a la casa de Dios”, recuerda.
“El sacerdote pidió acólitos para el servicio del altar. Mi madre me preguntó, muy entusiasmada, si yo querÃa participar. No pude negarme. El sacerdote puso especial atención en mÃ. ¿Por qué? No lo sé, yo supongo que ellos saben rastrear los casos en donde los menores son más vulnerables”, dijo.
Romero dice que tal vez y porque “en mi situación habÃa una falta de figura paterna, ya que mi padre trabajaba mucho y llegaba muy cansado a la casa” fue una causa de debilidad que permitió ocurrieran los abusos a que fue objeto durante seis años. “Mi familia tenÃa grandes problemas económicos. Entonces mi madre buscaba refugio en la iglesia y por ende en los representantes de Dios en la tierra: los sacerdotes. El sacerdote y mi madre fueron cosechando una relación, donde mi madre le expresaba no solo sus problemas, si no su deseo porque yo fuera sacerdote”.
“El cura aprovechó todo esto para pedirles a mis padres hacerse cargo de mi formación espiritual y académica, con la condición de que me fuera a vivir con él, ya que asà estarÃa totalmente al pendiente de mi”, contó Romero.
El infierno del padre López
Los abusos del padre López comenzaron “en una casa de campo que tiene en Cuernavaca”, relató Romero. TenÃa 11 años de edad. “Le pidió permiso a mis papas para que me dejara pasar un fin de semana con él. Al anochecer me pidió que me acostara con él, a pesar de que habÃa dos recamaras más. Sentà algo muy raro el que yo fuera a dormir con un sacerdote en la misma cama, era como si yo no pudiera compartir ese lugar, que a pesar de estar fuera de la parroquia estaba, al menos para mÃ, impregnado de algo sagrado. Yo me puse mi pijama para dormir, pero él me dijo que eso era antihigiénico, que me la quitara (el pijama). Obedecà con mucha pena, ya que nunca habÃa estado desnudo delante de alguien que no fuera mi familia”.
“En la madrugada comencé a sentir que me tocaban mis partes intimas, desperté asustado y me di cuenta que era el sacerdote Carlos López. No supe cómo reaccionar, simplemente no lo podÃa creer. A lo único que me pude aferrar fue a pensar que el estaba dormido”.
Al dÃa siguiente del primer abuso Romero guardó silencio. “El no comentó nada y yo tampoco, él actuó como normalmente lo hacÃa, como un padre. Seguà la vida que llevaba con él, acudiendo a la parroquia para ayudar a las celebraciones y para elaborar mis tareas escolares. En esa semana en la biblioteca del sacerdote encontré revistas de pornografÃa homosexual. Fue un trauma para mÃ. Inmediatamente lo relacioné con lo que habÃa pasado en Cuernavaca y sentà temor, pero sobretodo una gran culpa”.
“Una semana después él habló con mis papas para que yo me fuera a vivir definitivamente a la parroquia con él. Yo no querÃa, tenÃa miedo, pero me sentà atrapado entre los deseos de mi madre y entre el silencio que guardé. Tal vez suene, ilógico pero pensaba que me culparÃan por no haber hablado o que no creerÃan lo que les dijera. Me sentÃa atrapado”.
El infierno al que Romero fue llevado por el padre López duró más de cinco años. Después cayó en un depresión profunda que lo acercaron a la muerte.
“Excesos†de “cariño”
Al final de Agnus Dei Jesús Romero se reúne y encara al padre López. El encuentro fue grabado por una cámara oculta que la vÃctima llevaba oculta en el ojal de su camisa.
“Quiero que me explique qué fue lo que pasó”, exige con la voz entrecortada por el llanto y el miedo. “¿Por qué se dieron las cosas asÃ? ¿Por qué no fue diferente? ¿Por qué no fue como debió haber sido? Cuando lo conocà fue maravilloso y lo empecé a querer mucho, como una figura paterna. Pero cuando abusó de mÃ, vino toda la concusión. Por eso eran muchas actitudes mÃas de que no iba a la escuela, me levantaba tarde y todo el dÃa estaba borracho. En realidad a mi me jodió toda mi vida, padre…”
López Valdés guarda silencio, sentado en un sillón mirando fijamente a Romero. Juega con los dedos de su mano derecha.
“Quiero saber por qué lo hace. Quiero entenderlo, pues”, reclama. ¿Por qué me hizo eso? ¿Y por qué le hizo eso a todos los demás que usted dice que no?
Tras pausas que por momentos parecen interminables, López responde:
“Ya te dije, yo no te puedo dar explicaciones. Se fue dando todo. Fue quizá un exceso, si tú quieres de cariño. Yo qué sé, que no vemos hacia el futuro lo que pueda pasar…â€
Los archivos secretos
Romero dejó de creer en Dios, pero no pierde la esperanza “en la bondad y el apoyo desinteresado de muchas personas”, entre ellos Alejandra Sánchez y los medios de comunicación que cuentan su historia. De la justicia, dice que “para vÃctimas de abuso no puede haber, porque ya nos pasó y es un hecho irreversibleâ€, pero subraya que deberÃa “haber un reconocimiento al dolor castigando con cárcel a los delincuentes”.
También cuenta que “Carlos López ha abusado de (otros) siete menores†y que “seguramente llevará más, pero sólo hablo de los que puedo afirmar”.
Sánchez no confÃa que la justicia mexicana actúe con la prontitud que ameritan los casos como el de Romero. “Creo que la justicia mexicana juega un papel de complicidad por comisión o por omisión con las mafias, en este caso, con la mafia de la Iglesia Católica, razón por la cual los diferentes casos de abuso sexual continúan en la impunidad. La justicia defiende al victimario y no a las vÃctimas. La justicia mexicana hace pactos de complicidad con quienes han delinquido pero que poseen el poder para permanecer en la impunidad”.
Ante la misma pregunta, de si confÃa en la justicia mexicana, la periodista Sanjuana MartÃnez responde con mayor severidad. “La justicia de México no funciona. Los jueces de los ministerios públicos actúan como tapadera de los victimarios por el poder de la Iglesia. En México un cardenal manda más que el presidente. Es una eminencia y a una eminencia no se le llama a declarar. No hay condiciones para que en México haya justicia con el tema de la pederastia de los sacerdotes”.
Añade que cuando interrogan a las vÃctimas les preguntan en insisten en que describan “cómo te la metió, de qué tamaño la tenÃa y cosas asÃ. Es horrible el sistema para entrevistar y averiguar qué sucedió”.
“No hay voluntad por parte de la JerarquÃa. La Iglesia no ha abierto sus archivos secretos. Cuando lo haga, sabremos todos los crÃmenes cometidos por los sacerdotes”, aseveró.
Las partes nobles de López
Sanjuana MartÃnez cuenta que los abusos cometidos por el padre López no sólo están contenidos en el testimonio de Romero ColÃn en uno de sus libros y en el documental de Sánchez, sino en una serie de fotografÃas que el sacerdote le tomó al niño estando “desnudo en su cama†y también en pleno acto sexual. “Ãbamos a mostrarlas todas en 2007, pero no lo hicimos. Sin embargo, rescatamos una donde viene el cura, desnudo, y tapamos sus partes nobles que no son tan nobles”.
Un video con la presentación del libro de MartÃnez está publicado en internet. Pero las imágenes más fuertes fueron incluidas por Sánchez en su pelÃcula Agnus Dei, donde se mira al padre López en pleno acto sexual con un niño, Jesús Romero, una de las tantas vÃctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos.
“Con el cura López no hicieron nada”, protesta MartÃnez. “Ya estaba expuesto públicamente, pero no hicieron nada. No fue hasta 2011 que se supo que la Iglesia lo habÃa sancionado. Pero cuando yo di a conocer el caso nadie hizo nada. López estuvo tres años más oficiando misas”.
Y agrega: “Yo pienso que en México hay cientos de casos, miles, según lo que he investigado. Pero aquà la iglesia no ha reconocido uno solo. Y si lo reconocen, deberán pagar más de $2 mil millones (de dólares) tal y como lo reconoce la iglesia católica en Estados Unidos. Pero en México no lo harán”.
La aceptación por parte de la iglesia católica estadounidense de los abusos cometidos por sacerdotes citada por Sanjuana MartÃnez se registró el 8 de febrero durante un simposio organizado por el Vaticano para afrontar los escándalos. La National Catholic Risk Retention Group, de Vertmont, y el Programa de Protección de Niños VIRTUS, señalaron que los casos reportados hasta ahora han tenido “profundas consecuencias negativas†para la Iglesia Católica, “cuyo corazón han perforado”.
Expertos de ambas entidades precisaron que no hay valoración que pueda hacerse a las miles de vÃctimas, niños y adultos vulnerables, cuyas vidas cambiaron para siempre. Y que no se puede poner un precio a las que se quitaron la vida por la desesperación y que simplemente han analizado los daños causados a la Iglesia por estos escándalos, que nunca se sabrán al cien por cien.
Acuerdos fuera de corte
Los $2 mil millones (de dólares) en pagos han sido por acuerdos a los que se llegó en las demandas puestas por las vÃctimas a las diócesis, en juicios, asesoramientos legales, terapias para las vÃctimas y seguimiento de los agresores, entre otras.
Sólo en Estados Unidos se estima que fueron unas 100 mil, a las que hay que sumar los cientos de vÃctimas de los casos denunciados en Irlanda, Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, India, Holanda, Filipinas y Suiza, entre otros paÃses.
Entre esos otros paÃses se encuentra México.
Además de las violaciones que comenzaron a los 11 años, “de los 14 a los 16 yo estaba bajo el influjo de las drogas y el alcohol”, cuenta Romero. “Yo acudÃa a él (al padre López) a pedirle ayuda para superar mis adicciones. Él me decÃa que ayudarÃa, pero siempre terminaba abusando de mÃ. Es otra de las muchas cosas que nunca podré perdonarle”.
“Lo enfrente en muchÃsimas ocasiones, pero siempre me envolvÃa con su discurso prometiéndome un futuro mejor y comprometiéndose en cambiar sus conductas. Las últimas peleas eran porque yo me daba cuenta de que abusaba de más niños. Yo me revelaba ante eso, pero nunca conseguà cambiarlo”.
Romero ColÃn dice que se atrevió a denunciar los abusos del padre Lopez “cuando me di cuenta que mi vida estaba destrozada, cuando me reflejé en esos niños que él seguÃa abusando, cuando el dolor se hizo más intenso, cuando no podÃa permitirme ser cómplice de más vidas destrozadas, pero sobre todo cuando pude entender que yo no fui el culpable de todo lo que me habÃa pasado”.
Justicia ciega
El caso López Valdés fue llevado a la justicia mexicana en 2007, “pero a la fecha no han logrado nada, parece que no quieren tocar a los sacerdotes”, dice Romero. “A Carlos López no lo han citado para declarar con el argumento de que no saben dónde está. Y a los demás sacerdotes involucrados no los quieren citar, a pesar de que yo lo he solicitado en más de diez ocasiones”.
Sanjuana MartÃnez dice que en México casos como el de Romero hay cientos, miles. Y que “la jerarquÃa ha sido muy mezquina con las vÃctimas. Las rechaza y luego las intenta denigrar con un linchamiento social. Es espeluznante. En México hay casos terribles. Muchos se dan en zonas pobres, donde vive gente en la extrema pobreza, socialmente marginados”.
Antes de viajar a México, después de ser entrevistado por el periodista Jorge Ramos para el programa Al Punto de la Cadena Univision, Jesús Romero reconoció, preocupado, que la terapia que sigue en México le ha permitido sobrevivir a los abusos sexuales cometidos por el padre López Valdés, pero que en ocasiones se ha visto obligado a suspender sesiones por falta de dinero para pagar las consultas.
A la fecha no ha recibido ninguna ayuda por parte de la jerarquÃa de la Iglesia Católica de México.
Si se reunirá o no con el Papa, Romero ColÃn no lo sabe. Pero está convencido que su batalla todavÃa está lejos de finalizar y que la seguirá librando contra viento y marea.
“Por varias razones”, explica. “Por darle voz y respeto al niño que fui, porque me refleje en los niños que seguÃan siendo abusados por este sacerdote, por mi responsabilidad para con la sociedad, porque es un tema tabú, el cual debe de ser conocido y hablado, porque me indigna mucho la doble moral que maneja la Iglesia, asà como la manipulación por medio de la fe a sus feligreses. Y porque me di cuenta de que yo no era el culpable de lo que me habÃa ocurrido”.
El padre José de Jesús Aguilar, vocero auxiliar de la Arquidiócesis de México, dijo a Univision.com sobre el caso del presbÃtero Carlos López Valdés que el caso ya habÃa sido juzgado por la Iglesia y se encontraba en manos de la justicia mexicana.
El 25 de febrero de 2001 el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de México notificó que con fecha 8 de enero de ese año la Congregación para la Doctrina de la Fe decretó la dimisión del estado clerical del presbÃtero Carlos López Valdés y que la resolución era “inapelable en virtud de haber sido emanada por la Suprema Autoridad de la Iglesia”.
A finales de febrero de este año el tribunal que lleva la causa de Romero regresó la documentación del caso argumentando que los supuestos delitos cometidos por López prescribieron. Daniel peña, abogado de Romero ColÃn, dijo que volverán a presentar una demanda y que no se detendrán hasta que se haga justicia.
Postdata 1:
El 6 de marzo Univision.com entrevistó por teléfono dos veces a uno de los voceros de la Arquidiócesis Primada de México, padre José de Jesús Aguilar. En el primer contacto se le preguntó por el paradero del presbÃtero Carlos López Valdés. Aguilar dijo que el caso “seguÃa siendo tratado”, que habÃa sido detenido y que “está mostrando las pruebas necesarias para demostrar su posible inocencia”. Agregó que “mientras el proceso se aclara, la iglesia no lo reconoce como un sacerdote”.
En la segunda llamada Aguilar confirmó que López estaba preso y que, incluso, le habÃa enviado un libro de su autorÃa titulado ‘365 dÃas para conversar con Dios’.
Horas más tarde uno de nuestros equipos en México acudió con cámara para grabar la respuesta de Aguilar. El vocero entonces rectificó las dos declaraciones previas dadas a Univision.com por teléfono e indicó que se habÃa confundido de nombre y que el detenido era el religioso José Carlos Contreras. Añadió que el caso del padre López fue juzgado por la Iglesia y ahora se encuentra en manos de la justicia.
El periodista Jorge Ramos, en su última columna de opinión, preguntó por qué la jerarquÃa de la Iglesia Católica de México no lo entregó a la justicia.
Postdata 2:
El 16 de marzo Romero, junto con Joaquin Aguilar -una vÃctima de abuso por un sacerdote- y José Bonilla Sada -padre de un menor abusado en un colegio de los Legionarios de Cristo- entregaron una carta al Nuncio de la Santa Dede en México, en la que pidieron una cita con el Papa Benedicto XVI.
“En caso de que nos autoricen”, dijo Romero, “algunos de los puntos a tratar serian los siguientes: procurar medidas eficientes de parte de la Iglesia Católica contra sacerdotes pederastas; transformar la polÃtica de silencio de los clérigos para que cumplan con sus obligaciones como ciudadanos denunciando ante el aparato judicial los casos de pederastia; abrir los expedientes y las investigaciones de la Iglesia Católica referentes a estos casos para fortalecer las investigaciones judiciales y alcanzar una justicia más temprana; y, crear sistemas de apoyo para las vÃctimas, para que puedan afrontar su dolor acompañados de terapia y lo que sea necesario para sobrellevar los traumas generados por dichos abusos.