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Miercoles, 13 de Octubre de 2010

El subsuelo afgano

Touché Territorio Vergara.


¿Por qué aún existen los chimpancés?

Richard Dawkins aclara para nosotros un malentendido tan interesado como habitual. Si descendemos del mono, ¿por qué siguen existiendo los monos, y no existimos sólo nosotros? Es necesario repetirlo en múltiples ocasiones: no descendemos del simio actual, descendemos de un antecesor común del ser humano y el simio actual, el cual probablemente reunía las suficientes diferencias anatómicas con ambas especies.


La verdad sobre la naturopatía

Siempre magistral Andrés Diplotti para La pulga snob.


Martes, 12 de Octubre de 2010

Filmar embriones para predecir su viabilidad

Nuevas técnicas para mejorar las posibilidades de embarazos exitosos.



Alex Fernández Muerza

Justo el mismo día en que Robert G. Edwards, el padre de la fecundación in vitro, ha recibido el premio Nobel de Medicina, hay una buena noticia para el campo de la fertilidad.

Seguro que has visto los típicos videos —en time-lapse— de flores que crecen a toda velocidad. Un grupo de científicos de la Universidad de Stanford en EE.UU. ha utilizado esta técnica para grabar el desarrollo de un embrión humano. Los resultados, publicados en la revista Nature, podrían ayudar a las clínicas de reproducción asistida a aumentar las tasas de éxito de la fecundación in vitro o FIV mediante este sistema no invasivo.

Los responsables del trabajo, dirigidos por el profesor Renee Reijo Pera, filmaron la fecundación in vitro de embriones de varios días después de la fertilización en busca de pistas visuales que les permitieran predecir si un embrión de dos días de edad llega adecuadamente para el día 5 o 6 a la fase conocida como blastocisto. Gracias a estas grabaciones han descubierto que la probabilidad es más alta cuando se producen determinados intervalos de tiempo entre los diferentes estados de crecimiento.

Según Reijo, el sistema contribuiría a mejorar la selección de embriones para ser transferidos a las mujeres y aumentar las posibilidades de embarazos exitosos.

Visto en 100cia.com.


La gravedad existe o no

Presentabamos recientemente la nueva teoría de Eric Verlinde sobre la fuerza de la gravedad. Según Verlinde, la gravedad no existe, en el sentido de que no se trata de una fuerza fundamental, sino de un fenómeno emergente de origen termodinámico, y causado en realidad por los cambios en la entropía asociados a la posición de los cuerpos.



Archil Kobakhidze afirma ahora que los experimentos con neutrones ultrafríos en un campo gravitatorio publicados en 2002 en Nature refutan la teoría de Verlinde. La teoría parece contradecir los resultados experimentales en ciertos casos. Dado que una explicación más detallada debe incluir conceptos mucho más técnicos e incluso fórmulas matemáticas, para todo eso recomiendo encarecidamente la entrada en el imprescindible Francis (th)E mule Science’s News.


Los sordos ven mejor

¿Es capaz la ciencia de confirmar viejas nociones de la sabiduría popular, en particular gracias a los avances en la medicina neurológica?

Reza el tópico que los ciegos oyen mejor, y que los sordos ven mejor. Es ese tipo de cosas que cuentan las abuelas, como aquello de que no debes comer melón de noche, y generalmente no nos atrevemos siquiera a sugerir a tales portadores de sabiduría popular que sus consejos carecen por completo de base científica. Dicho lo cual ¿qué cara ponemos cuando aparece la base científica y confirma el refranero?

Un estudio realizado con gatos, y que será publicado en el ejemplar de la revista Nature Neuroscience a ser publicado mañana 12 de octubre, demuestra que las partes del cerebro normalmente dedicadas a procesar la información de uno de nuestros sentidos, son capaces de reconvertirse para aumentar la capacidad de proceso dedicada a cualquiera otro de ellos.

Durante años, los investigadores han sabido que los sordos tienen una visión periférica superior y mejor detección de movimientos, pero nunca han sabido cómo el cerebro crea esas ventajas. «Durante años hemos especulado sobre cómo se producen esos cambios» cuenta la neuróloga Hellen Nelville de la Universidad de Oregon.

En el nuevo estudio, dirigido por Stephen Lomber, se demuestra que en gatos sordos, regiones cerebrales importantes para la audición pasan a cooperar en una mejor visión. En lugar de procesar sonido, pasan a echar una mano al sistema visual. Por primera vez se encuentra el enlace entre las regiones auditivas y las mejoras en la visión.

Los gatos sordos no ven mejor como tal que aquellos que oyen perfectamente. Tal y como sucede con los humanos, la mejora sucede en dos tareas particulares; la agudeza visual o la capacidad de apreciar objetos lejanos a vista periférica, y la detección de movimientos muy lentos. Son dos mejoras que permiten la mejor supervivencia de un animal sordo. «No puedes oír al depredador acercándose por detrás de ti, así que ser capaz de verlo antes que nada es una habilidad apreciable» dice Lomber, de la Universidad de Ontario Occidental de Londres, Canadá.

Para establecer que la mejora visual es debida a la sordera, el equipo de Lomber ha comprobado que, en efecto, son las áreas inicialmente dedicadas a la audición las causantes de la mejora. Para ello han utilizado una aguja de 3 mm. de ancho capaz de congelar y así inactivar pequeñas regiones del cerebro. «Lo que hemos averiguado, para nuestra sorpresa, es que estas funciones no se distribuyen al azar por el cortex auditivo, sino que están localizadas en lugares muy específicos» cuentan. «Parece que cuando no se recibe estimulación auditiva, el cortex auditivo hace lo que debe hacer normalmente, pero con una entrada sensorial distinta, en este caso la visión».

Falta comprobar, primero, si este tipo de reubicación sensorial funciona también con otros sistemas en el cerebro, y también si el resultado es aplicable a ejemplares de otras especies y en otros escenarios, y no sólo con gatos sordos de nacimiento. Pero el resultado es en cualquier caso fascinante.


Viernes, 8 de Octubre de 2010

Vota por La media hostia como Mejor Blog Cultural en los Premios Bitacoras.com 2010

Verás un gran botón azul en la barra lateral a la izquierda del blog, espero que lo suficientemente visible. Lo que humildemente me permito pedirte es que me votes como Mejor Blog Cultural en los Premios Bitacoras.com 2010.

http://bitacoras.com/premios10/votar/lamediahostia.blogspot.com

Se trata de que hagas clic en el botón o en el enlace que aparece justo encima, lo que te llevará a la página de votos, y que completes el proceso. Si eres usuario habitual de Bitacoras.com y has ingresado ya en el sitio no tendrás problema alguno. Simplemente baja a donde dice «Mejor Blog Cultural» y haz clic en el signo «+» a la derecha de la primera cajita vacía. Verás que aparece en dicha cajita el texto «lamediahostia.blogspot.com». Rellena ahora el captcha de la parte inferior de la página y haz clic en el botón «Votar».

Si no eres usuario habitual de Bitacoras.com tendrás que registrarte. El procedimiento, aunque no complicado, tiene algo de incómodo, por lo que si tienes a bien completarlo mi agradecimiento será eterno —y como explica Seth Godin el agradecimiento en Internet adquiere formas inesperadas—. Es muy importante que, a la hora de votar, escojas la categoría correcta. Pretendo optar al premio al «Mejor Blog Cultural». Sigue por favor cuidadosamente estas instrucciones.

  • Primero tienes que entrar en este enlace:
    http://bitacoras.com/premios10/votar/lamediahostia.blogspot.com
  • Busca el mensaje «Debes validarte en el sistema para poder votar» con fondo rojo y pulsa «clic en el enlace».
  • Haz clic en el enlace «El registro es gratuíto y sólo tardarás 2 minutos» en el centro de la página.
  • En el formulario de alta escoge un alias, escribe tu nombre y tu correo, elige una contraseña, completa el resto de los datos y rellena el captcha. Finalmente haz clic en «Crear».
  • Te llegará un email «Activación de usuario en Bitacoras.com». Haz clic en el enlace largo con muchos números y muchas letras. Te devolverá a Bitacoras.com. Debe aparecerte este mensaje con fondo verde: «El usuario está activado, ya puede acceder a Bitacoras.com»
  • Vuelve a entrar en el enlace de antes:
    http://bitacoras.com/premios10/votar/lamediahostia.blogspot.com
  • Busca de nuevo el mensaje «Debes validarte en el sistema para poder votar» con fondo rojo y pulsa «clic en el enlace».
  • Usa el alias y la contraseña que has elegido antes y haz clic en «Entrar».
  • Aparecerá el menú del sitio con fondo verde. Vuelve a entrar en el enlace de antes.
    http://bitacoras.com/premios10/votar/lamediahostia.blogspot.com
  • Podría aparecer este mensaje con fondo rojo: «Has de tener un mínimo de actividad en la red social (votos, comentarios, recomendaciones…) antes de seguir votando…». En ese caso visita la Portada —el enlace situado más arriba y más a la izquierda— y vota por unas tres noticias interesantes. Vuelve ahora al enlace del voto.
    http://bitacoras.com/premios10/votar/lamediahostia.blogspot.com
  • Verás que ahora te identifica:
    «Votarás identificándote con el usuario ivalladt.»
    «Hemos detectado que quieres votar la URL http://lamediahostia.blogspot.com. Si pulsas sobre el icono junto al primer campo de cada categoría, se copiará la URL y no tendrás que escribirla.»
  • Ahora baja a donde dice «Mejor Blog Cultural» y haz clic al signo «+» a la derecha de la primera cajita vacía. Verás que al darle aparece «lamediahostia.blogspot.com».
  • Baja del todo y verás el captcha. Escribe el texto en la caja que aparece debajo y haz clic en «Votar». Es sólo una verificación para comprobar que eres un ser humano. Lo eres, ¿verdad?
  • Si ves que dice «Todos los votos se han realizado correctamente. Se han resaltado en verde los votos realizados…» entonces ya está. Si no, será que has hecho algo mal. Si te quedan ganas, vuelve a intentarlo. Si no, déjalo por imposible —mi agracedimiento es el mismo en cualquier caso—.

Si has llegado hasta aquí, de nuevo, muchísimas gracias por el esfuerzo. Y, siempre, por haber hecho de este blog una de tus lecturas. Eso sí es lo que hace que merezca la pena.


Eugenesia, disgenesia y ética

La idea de la eugenesia surgió ya inmediatamente con posterioridad a la publicación de los trabajos de Charles Darwin. La versión moderna de la misma fue de hecho formulada por su propio primo, Francis Galton. Se trata de una filosofía social que promueve la intervención para la mejora de los rasgos genéticos humanos. La idea es la creación de seres humanos más sanos y más inteligentes, de cara a ahorrar recursos en las sociedades y aliviar las distintas formas de sufrimiento humano. Se hizo muy popular a comienzos del siglo XX y realmente llegó a parecer que con una aplicación razonable de la selección genética sobre la propia especie humana, ésta podría mejorar en pocas generaciónes tanto como en la suma de los milenios anteriores. Por desgracia, la reductio ad hitlerum parece haberla eliminado por completo del programa. Tal y como avisa Richard Dawkins, la eugenesia no es más que uno de esos temas que por haber existido los nazis, los científicos de hoy en día no pueden discutir en contexto.

Probablemente por todo esto, y a pesar de los avances científicos, en particular en la fecundación humana, el concepto de disgenesia ha venido a sustituir al de eugenesia. Dado que la selección de rasgos positivos es mala, hagamos lo contrario, no los seleccionemos, lo que equivale en realidad a seleccionar rasgos negativos. Dado que ya no vivimos en un ambiente hostil y no tenemos peligro de extinguirnos, olvidemos nuestra propia adaptación biológica.

Esto resulta especialmente lamentable en el caso de aparición de enfermedades hereditarias en los niños que sería posible evitar con una mínima selección de embriones. Tal y como avisan algunos, no hay ninguna diferencia entre concebir un niño con problemas de movilidad teniendo la posibilidad de evitarlo, y cortarle las piernas con un serrucho una vez nacido.

¿Qué tal si de una vez ponemos la ética encima de la mesa?


La Tierra Prometida está en Kenia

A lo que nos hemos acabado rindiendo es a la proclamación de que la Tierra Prometida se encuentra en alguna parte del Oriente Próximo, particularmente en el actual Israel. Pero para algunos pequeños y misteriosos grupos religiosos africanos, esa «tierra de leche y miel» —referencia bíblica a la abundancia de la agricultura en ese lugar mítico prometido— se encuentra en las cercanías de Nairobi, capital de Kenia. Lo que no saben es que quienes hemos vivido allí sabemos perfectamente que la Tierra Prometida es Móstoles.


Jueves, 7 de Octubre de 2010

El drama de la ciencia en el mundo

Si la política dedicada a la Ciencia y la Innovación en España nos produce el suficiente desaliento, que nadie pierda de vista que en tiempos de crisis el resto de las naciones avanzadas del mundo parece estar siguiendo caminos parecidos.

El insigne Francisco Ayala era recientemente entrevistado para el podcast científico Partiendo de Cero. Ayala lleva décadas trabajando en los Estados Unidos y conoce a la perfección la realidad de ese país, y revelaba un dato, inmensamente trascendente aún revestido de anécdota.

Cuenta Ayala que existen estadísticas que afirman que desde el final de la Segunda Guerra Mundial, al menos la mitad del crecimiento del Producto Interior Bruto de los Estados Unidos es debido al beneficio económico obtenido del hecho de ser la nación tecnológicamente más avanzada del mundo. ¿Qué porcentaje de los presupuestos nacionales son dedicados a I+D en norteamérica, para poder llegar a ese 50% del incremento en el PIB debido a la innovación? Un mero 3%. Procede repetir el dato. Dedicándole un 3% de la inversión gubernamental a la innovación científica y tecnológica, en medio siglo la mitad del incremento del PIB se debe a esa inversión.

En la actualidad, el porcentaje en España no alcanca el 1%. Y habrá más recortes, tantos como para probablemente devolver a la talentosa Cristina Garmendia al sector privado, cansada del desprecio del gobierno español por la ciencia.

Resultan los recortes presupuestarios sin embargo no ser la única forma de entorpecer el progreso científico de un país, y la noticia publicada esta misma madrugada por The Guardian lo demuestra.

En particular, la nueva política de inmigración en el Reino Unido amenaza la privilegiada situación de este país como centro de excelencia científica. El aviso lo firman ocho científicos ganadores del premio Nobel, incluyendo a Andre Geim y Konstantin Novoselov, rusos de nacimiento pero trabajadores de la Universidad de Manchester. Son los inventores del grafeno, una lámina de carbono de un átomo de ancho, el material más fino del mundo pero hasta 200 veces más fuerte que el acero. El descubrimiento más revolucionario en décadas.

Según su comunicado, los planes para limitar el número de trabajadores extranjeros en el Reino procedentes del exterior de la Unión Europea «dañará nuestras posibilidades de reclutar a los más brillantes jóvenes talentos del mundo, así como de traer a nuestras universidades e industrias a los más reputados científicos».

¿Podemos confiar en nuestros políticos? Por supuesto que sí. De hecho, el gobierno británico ha incluido una excepción en la nueva política de inmigración. En particular las restricciones se ven relajadas en caso de fichaje del extranjero en cuestión por algún equipo de fútbol de la Premier League.

«Es un triste reflejo de las que son nuestras prioridades como nación no poder permitirnos el mismo reconocimiento para científicos e ingenieros que para deportistas.»

El Reino Unido produce el 10% de los desarrollos científicos del mundo, con menos del 1% de su población. Pero parecen querer salirse de la partida. Por desgracia, España no estará ahí para sustituirles.

Foto de Perfil.com.


Los cuatro millones de hijos del doctor Edwards

Pepe Cervera

Con independencia de la teología, si los premios Nobel homenajean a quienes benefician a la Humanidad, nadie mejor para recibirlo que el médico que hizo posible nacer a 4 millones de hijos deseados.

El sistema reproductor humano es notablemente eficiente. Diseñado para un mono promiscuo que utiliza el sexo como vínculo social, sin embargo es perfectamente capaz de producir un embarazo a partir incluso de un coito no consumado, o de un contacto de fluidos demasiado cercanos. Esta eficiencia es llamativa si pensamos que en la concepción hay varios procesos muy delicados que deben ocurrir correctamente y en la secuencia precisa para que el resultado sea el correcto. Los espermatozoides deben llegar a las proximidades del ovario desde el útero, y encontrar el óvulo receptivo. Se debe producir la fecundación, con la entrada de uno de ellos en su interior y el rechazo de los demás. Y el óvulo fecundado debe descender por esas mismas paredes e implantarse en la pared del útero. Un fallo en cualquiera de estas etapas y el resultado es la infertilidad.

Para algunas de estas parejas infértiles un médico británico fue capaz de crear una solución hace 30 años, por la que acaban de darle el Premio Nobel de Medicina. Su creación ha permitido nacer, se calcula, a 4 millones de personas en este tiempo.

Durante siglos la infertilidad era un problema político que sólo tenían parejas reales incapaces de producir herederos, y solía resolverse mediante el divorcio o anulación con permiso papal. En casos extremos, como el de Enrique VIII de Inglaterra, mediante la viudedad por decapitación y el Cisma de Occidente. Para la mayoría la infertilidad era una desgracia, un castigo para ser soportada en silencio, socialmente poco aceptable, como cualquier maldición. Para las religiones, que siempre terminan dictando normas estrictas en temas sexuales y reproductivos, la infertilidad era simplemente la voluntad de los dioses, los únicos capaces de poner o no en marcha el mecanismo de la vida. Sólo cuando intervenían razones de estado las iglesias podían encontrar que la incapacidad de engendrar era causa incluso de anulación matrimonial. La voluntad de la divinidad no puede discutirse.

Pero llegó el siglo XX, con sus mejoras médicas, sus antibióticos y sus sueros, y millones de personas que antaño hubiesen muerto por la voluntad de cualquier deidad —expresada casi siempre en forma de infecciones— en su lugar vivieron. Las familias, que antes tenían 10 hijos para que sobrevivieran 2 que cuidasen de los padres en la vejez se hicieron mucho más pequeñas. Hubo que buscar un expediente que permitiera practicar el sexo sin provocar un embarazo cada vez, y se inventaron y extendieron los anticonceptivos; en efecto sistemas de infertilidad temporal reversible. Y si se podía hacer —temporalmente— infértiles a los fértiles… ¿no se podría buscar un medio de hacer concebir a quien no podía hacerlo?

El doctor Robert G. Edwards se dedicó a ello. Su idea era revolucionaria y radical; para facilitar algunos de los pasos más complicados en el proceso, como el camino de los espermatozoides por la trompa de Falopio y la propia fecundación, extraería el óvulo de la madre y colocaría los espermatozoides del padre justo a su lado en una solución de cultivo que favoreciera la unión de los gametos. El óvulo ya fecundado sería reimplantado directamente en el útero de la futura madre, convenientemente preparado mediante un tratamiento hormonal adecuado. La fecundación no se produciría pues en el cuerpo vivo —in vivo en latín—, sino en una probeta de laboratorio: in vitro —en el cristal—. Parejas en las que los espermatozoides eran escasos, o que encontraban dificultades en el ascenso, o en las que la fecundación encontraba problemas podrían beneficiarse del método.

La investigación del doctor Edwards culminó en éxito, con el nacimiento de Louise Brown el 25 de julio de 1978, la primera niña probeta, como fue llamada. Pero fue horriblemente polémica desde el principio. Algunas religiones, como la Iglesia Católica, rechazaron de plano tanto las investigaciones como sus resultados, a pesar de su tradicional postura a favor de la fertilidad. Y no sólo porque se invadieran espacios reservados a la divinidad como la concepción de un ser humano, sino porque para poner a punto los protocolos y los métodos el doctor Edwards y sus colaboradores tuvieron que crear —y después destruir— centenares de embriones humanos. A partir de la extensión de la técnica a la práctica médica habitual la creación y almacenamiento de estos embriones —de apenas 4 u 8 células, pero humanos ya para la Iglesia Católica— se extendió, y hoy muchos millares están congelados en tanques de nitrógeno líquido. Los sectores más conservadores de la sociedad se alinearon con estas posturas, que se mezclaron con el movimiento contra el aborto. La fecundación in vitro fue considerada como una abominación, y demonizada por los príncipes de la Iglesia, que aún la rechazan.

Y sin embargo en 30 años han nacido 4 millones de personas por esta vía; 4 millones de niños que pueden ser considerados como los más deseados del mundo, pues si el proceso lo hace posible no es sencillo, barato ni agradable. Para aplicar esta técnica la mujer debe recibir durante meses inyecciones diarias de hormonas para que su ovario madure adecuadamente y su ovario esté receptivo en el momento adecuado. Luego hay que extraer los óvulos en una operación hoy simplificada, pero que implica atravesar la cavidad abdominal. Por último es necesario implantar los cigotos, otra operación de cirugía menor, pero cirugía al fin y al cabo. Estos cuatro millones de hijos del doctor Edwards no son fruto de una noche loca, de un descuido adolescente o del fallo de un anticonceptivo: son producto de la más avanzada tecnología y del compromiso y el empeño de sus progenitores.

Visto en Retiario.


Si tú eres feliz, yo soy feliz, está en mis genes

El concepto de altruismo siempre ha sido uno de los más resbaladizos para quienes estudian la biología evolutiva. Podría haberse demostrado ahora que nuestra preferencia por la igualdad entre seres humanos tiene una base biológica.

Presenciar una situación injusta nos irrita a todos. Ahora pregúntate, ¿es esa repulsa a la injusticia algo que has aprendido de tu vida social, o hay algún fundamento biólogico? Un estudio recientemente publicado en Nature sugiere que en efecto nuestra biología juega un papel importante. Y es que los centros cerebrales asociados al concepto de recompensa responden más intensamente en situaciones en las que varios seres humanos son tratados igualmente, contra cuando hay alguna injusticia, incluso si ésta es en nuestro beneficio.

Los investigadores han reunido a parejas de jóvenes. A cada uno de ellos se le dan 30 dólares, y después se elige uno al azar para recibir 50 dólares más. Utilizando una Resonancia Magnética Funcional, se explora su actividad cerebral mientras se les pregunta cómo se sentirían si la cantidad adicional se les diese a ellos o a sus oponentes. Tal y como se espera, al imaginar que es uno quien recibe el premio, se activa el cortex prefrontal, el área cerebral asociada a las recompensas. Sin embargo, sorprendentemente, si tras recibir el premio se le sugiere que ese mismo premio va a ser recibido también por el oponente, sucede la misma activación cerebral. En otras palabras, el cerebro responde favorablemente a acontecimientos que reducen la desigualdad, aunque no tengan un resultado de beneficio propio.

La autora del estudio es Elizabeth Tricomi, psicóloga en la Universidad de Rutgers. Pretende haber demostrado que el concepto de igualdad tiene una base biológica, ya sea ésta genética y aprendida. «No es absurdo pensar que puede haber una preferencia evolutiva por la igualdad. Ésta nos ayuda a trabajar juntos y eso nos beneficia a todos».


Miercoles, 6 de Octubre de 2010

Osama Bin Laden y el cambio climático


«El número de víctimas por el cambio climático y las inundaciones ha superado el de las guerras mundiales.»

Para Osama Bin Laden, la comunidad internacional debería agradecerle a su organización la ayuda que presta a las víctimas de catástrofes naturales en los países islámicos. Pues muy bien, Gracias, Osama. Y ahora, ¿qué tal si te pierdes?

Viñeta del maestro Sansón.


La realidad sobre el Efecto Mariposa

Las referencias pop al Efecto Mariposa descrito por Edward Lorenz son ciencia de la mala, pero sirven como medida de cómo interpreta la ciencia el gran público. La gente espera de la investigación científica respuestas fáciles y precisas sobre el mundo en que vivimos. El trabajo de Lorenz nos enseña que en realidad con sus respuestas la ciencia nos abofetea con los límites de nuestro entendimiento.

Escucha la versión podcast del artículo.

En raras ocasiones, un descubrimiento científico se incorpora de forma prácticamente inmediata al folklore popular. Para suceder algo así, cabría pensar que deben cumplirse al menos tres condiciones fundamentales. En primer lugar, el descubrimiento debe tener una relevancia tal como para trascender el ámbito de las publicaciones científicas. En segundo lugar, debe permitir que sus enunciados sean fácilmente y espectacularmente banalizados. Por último, el científico responsable debe ser acreedor del carisma suficiente como para, por ejemplo, figurar en una cuña del informativo de Piqueras sin que la audiencia se resienta.

Hay ejemplos muy populares.

Las consecuencias de la Teoría de la Evolución de Charles Darwin pronto quedaron reducidas a un contundente «el hombre desciende del mono». Poco importa que la realidad sea que «el hombre y el simio actual descienden de un antecesor común». Un ilustrador competente no necesita una gran imaginación para idear una especie a modo de eslabón perdido, con las suficientes similaridades pero también con las suficientes diferencias anatómicas tanto con el hombre como con el chimpancé y el bonobo. Pero esto no daría lugar a un eslogan tan directo. Por otra parte, si fuese habitual una interpretación razonablemente estricta de la teoría, muchos importantes elementos de la cultura popular del último siglo y medio se tambalearían. Los argumentos de las películas sobre Tarzán, por ejemplo.

O la celebradísima Teoría de la Relatividad de Albert Einstein. Se trata probablemente del único científico de la historia de un carisma más sobresaliente que el de muchas estrellas mediáticas, tanto en el deporte como en el arte y la cultura. En las recopilaciones de rostros famosos del siglo pasado raramente falta el de Einstein, junto al de John Lennon, Marilyn Monroe o John F. Kennedy. Einstein tuvo además el talento de resumir su teoría en una sencilla fórmula matemática tan susceptible de adornar una camiseta de algodón como la fotografía del Che Guevara de Korda. La dosis de banalización llega con la sentencia sobre que «todo es relativo». Es fácil malentender la teoría y sus consecuencias si se abraza dicha sentencia sin reservas. En realidad, la idea fuerza de la teoría es una que sugiere un enunciado contrario, y es que la velocidad de la luz es constante con independencia de la velocidad a la que se mueven relativamente el emisor y el observador de la misma. En un memorable ensayo, Ortega y Gasset ya avisaba de que Einstein en realidad estaba desactivando por completo con física el uso que de la idea del relativismo hubieron venido haciendo los filósofos del siglo diecinueve. La «relatividad» en realidad consagra el «absolutismo». Se trata sin duda de uno de las más magníficas reflexiones que ilustran la relación entre ciencia y filosofía que jamás se hayan escrito, y no dudo en recomendar una lectura muy atenta.

El tercer ejemplo es muy significativo. Se trata del famoso «efecto mariposa» descrito por Edward Lorenz, fallecido hace cerca de un año. Por una parte, no puede hablarse de carisma mediático. ¿Eras capaz de reconocer a Lorenz antes de leer este artículo? Yo desde luego no, antes de escribirlo. Me permito por lo tanto tanto incluir una fotografía como sugerir que no la utilices para hacerte una camiseta. Por otra parte, no puede presumirse de una relevancia científica comparable a la de los trabajos de Darwin y Einstein. Y sin embargo, probablemente ninguna otra idea científica ha capturado de una forma tan decisiva la imaginación popular durante el último medio siglo.

El concepto es el de que pequeños eventos pueden tener consecuencias planetarias. Por ejemplo, la microscópica perturbación en las corrientes de aire causada por el aleteo de una mariposa puede acabar provocando tiempo después un huracán en el otro lado del planeta. Trasladado a la cultura popular, el «efecto mariposa» se convierte en una metáfora de los acontecimientos insignificantes que alteran la historia y el destino de las personas. «Con Napoleón empezó todo. Si no fuese por él, no estaría aquí escribiendo estas palabras, ya que fue una de sus balas de cañón, disparadas en la guerra peninsular, la que arrancó el brazo a mi tatarabuelo, James Morris, alterando así el curso de la historia de mi familia.», contaba Desmond Morris en su autobiografía.

En 2004 se rodó una película titulada precisamente The Butterfly Effect protagonizada por Ashton Kutcher. Con suerte, alguno de tus amigos podría haberla visto y contártela, con lo que te ahorrarás tener que verla. El protagonista viaja en el tiempo y altera acontecimientos de su niñez con la intención de cambiar su presente. Sin embargo, lo que cambia por completo es la historia del mundo. En Havana, rodada en 1990, el personaje de Robert Redford, un jugador con grandes conocimientos matemáticos, cuenta que «una mariposa aletea sobre una florecilla en los campos de China, y esto causa un huracán en el Caribe. Se pueden incluso calcular las posibilidades».

Sin embargo, tal y como explica Peter Dizikes, «tomar prestada de esta forma la idea de Lorenz autoriza puntos de vista insospechados, que comparten un gran problema; la interpretan por completo al contrario. El significado del efecto mariposa no es que puedan calcularse tales conexiones, sino que es imposible. Proclamar que el aleteo de una mariposa causa una tormenta, después de todo, supone preguntarse, ¿podemos decir exactamente qué es lo que ha causado la tormenta, si el motivo es algo tan insignificante como una mariposa? El trabajo de Lorenz nos trajo una forma refrescante de pensar sobre causas y efectos, pero no nos dio ni una sola respuesta».

En 1961, Lorenz creó un programa de ordenador que simulaba condiciones climáticas. Un día cambió uno de entre doce números que representaban condiciones atmosféricas. Su valor era 0,506127 y él lo dejó en 0,506. Esta pequeña alteración cambió sin embargo drásticamente las previsiones meteorológicas a largo plazo, algo que Lorenz explicó en más detalle en su informe de 1972. En él Lorenz describía que los grandes efectos que eventos atmosféricos diminutos provocaban nos dejaban ante dos problemas. Uno práctico, la imposibilidad de previsiones meteorológicas enteramente precisas a largo plazo. Y otro filosófico, la imposibilidad de aislar causas específicas para los acontecimientos posteriores. Lorenz anota que el aleteo de una mariposa puede causar un tornado, pero también que es imposible saber qué habría sucedido en ausencia del aleteo.

Así pues, la lección es que el «efecto mariposa» funciona justo al contrario de como lo explica Redford; no se puede calcular en absoluto. Hay muchas mariposas en el mundo, y el huracán del Caribe lo puede haber provocado una mariposa en Bali, en Brasil o en Puebla de Sanabria. Lo explica Robert Devaney, «es imposible para los humanos medirlo todo con una precisión infinita y cualquier intento resultará en una solución incorrecta». Porque cuando las pequeñas imprecisiones son tan significativas, simplemente el mundo es un lugar impredecible.

Así, las referencias pop al «efecto mariposa» son ciencia de la mala pero sirven como medida de cómo interpreta la ciencia el gran público. Y es que hay realmente un cisma entre lo que la gente espera de la investigación científica, a saber, respuestas precisas pero a la vez fáciles sobre el mundo en el que vivimos, y el reino de incertidumbre en el que se ha convertido la ciencia moderna. Nos gusta imaginar que un «efecto mariposa» lo explica todo sobre nuestra vida, pero eso sólo expresa nuestro desmedido impulso a que la ciencia valide todas nuestras ideas. Queremos que el mundo sea comprensible, que todo ocurra por una razón y que seamos capaces de entenderlas todas. Pero la naturaleza desafía esta idea. Es la teoría de las probabilidades y no la de la causa y el efecto la que dicta la forma en la que los científicos entienden muchos sistemas, desde las partículas subatómicas a los huracanes. Gracias al «efecto mariposa» la gente ahora entiende que pequeños acontecimientos pueden dar grandes resultados. Pero se equivocan sobre cómo funciona la física. La gente quiere que todo tenga una causa, y no acepta que el mundo pueda ser aleatorio. La ciencia nos ayuda a entender el universo, y lo que Lorenz nos enseñó es que a veces lo hace abofeteándonos con los límites de nuestro entendimiento.


Lunes, 4 de Octubre de 2010

Ateos extremistas

A la izquierda, soldados americanos con sus rifles y sus biblias. En el centro, joven suicida palestina armada y con el Corán en la mano. A la derecha, Richard Dawkins con un micrófono pequeñito y la mano sospechosamente vacía. Distintas formas de extremismo.


La serie de Fibonacci en la naturaleza

¿Fascinado por la aparición del número aureo en Twitter? Mira ahora esta simpática pandilla de palomas situándose espontáneamente según la sucesión de Fibonacci. Las curiosidades matemáticas aparecen donde menos las esperas.


La extinción es más rara de lo que se piensa

¿Y si de media bastasen tres búsquedas de campo lo suficientemente concienzudas para encontrar un ejemplar de una especie a la que creíamos extinguida?

Es lo que sugiere un estudio realizado por Diana Fisher y Simon Blomberg en la Universidad de Queensland, Australia. Interesados por el caso del Bridled Nailtail Wallaby —un simpático pequeño canguro, en la foto, admito no haber encontrado una traducción de su nombre y te la agradecería sobremanera— el cual se creía extinguido y reapareció en 1973 afirman que «hay muchos informes de especies redescubiertas, pero nadie las ha mirado en conjunto».

Así que han creado una base de datos con 187 especies mamíferas que se creen extinguidas, y han buscado detalladamente en la literatura científica posibles indicios de que realmente aún existen.

¿Cuáles son buenas candidatas? Según el estudio, las que en gran medida han sufrido en algún momento un cambio drástico en su hábitat. Las que han sido intensivamente víctimas de la caza, o de la aparición de especies invasivas tienen menos probabilidad de ser encontradas. Resulta que mientras que la aparición de nuevos drepedadores es letal para las especies nativas, los mamíferos son mucho más resistentes de lo que se pensaba a los cambios en las condiciones naturales. El resultado parece aplicable a otras especies, como pájaros.

Wes Sechrest, experto en mamíferos de la Global Wildlife Conservation, está de acuerdo con el estudio. Pero incluso afirma que la forma en la que se están haciendo las investigaciones de campo no es la mejor, por lo que ciertas búsquedas sin éxito no deberían querer necesariamente decir que se han extinguido las especies buscadas. De ahí que todos juntos se hayan lanzado a buscar un ejemplar de Kouprey, un bovino salvaje de Indochina que también se cree extinguido.

Nunca hay que olvidar el capricho evolutivo que supone la existencia de Oceanía en conjunto. Son muchas las especies únicas de la zona, por encontrarse completamente separada del resto de continentes. De ahí que el interés de los investigadores sea comprensible.


Sábado, 2 de Octubre de 2010

La venganza expresionista

Magistral Alberto Montt. Feliz fin de semana.


Darwin creó al hombre

Al menos no es mucho más improbable que la otra versión que circula por ahí.