¿Y si le dedicaras toda tu vida a estudiar el funcionamiento de la genética en los seres humanos, hasta el punto de recibir un premio Nobel por tus descubrimientos, y averiguases ya cuando se acerca la vejez que tu propio origen genético no es el que habÃas pensado toda tu vida?
Descarga o escucha el fichero MP3 o suscrÃbete al podcast, también en iTunes.
Hace tres años, Paul Nurse, ganador del premio Nobel en 2001 por sus estudios sobre el papel del ADN en la división celular, solicitó del departamento de inmigración norteamericano una Green Card, una tarjeta de residencia permanente en los Estados Unidos. Consideraba necesaria dicha autorización dado que habÃa sido nombrado presidente de la Universidad Rockefeller en Nueva York. Su petición fue rechazada. Resulta que las autoridades norteamericanas requieren un certificado de nacimiento completo, y en el de Nurse faltaba el nombre de sus padres. Inténtelo de nuevo, le dijeron.
Asà que como cuenta Robin McKie para The Guardian, acudió al registro británico para obtener la versión completa de su partida de nacimiento. Y la información que le proporcionaron cambió su vida. «Cuando abrà el nuevo certificado encontré que el nombre de mi madre era el de quien creÃa mi hermana» cuenta Nurse. «El nombre de mi padre estaba en blanco. Fue un momento extraordinario».
Asà que el genetista, recientemente nombrado cientÃfico vivo más importante de la Gran Bretaña —y mira que los tienen ilustres— aprendió de esta manera tan inesperada su auténtica identidad genética. Quienes le criaron actuando como sus padres en realidad eran sus abuelos, mientras que su hermana Miriam era en realidad su madre natural. Y quienes creÃa sobrinos suyos eran en realidad hermanastros, hijos de esa misma madre.
Miriam quedó embarazada a los 17 años, ya en 1948, y fue enviada a casa de una tÃa a pasar los últimos meses de embarazo. Una vez dio a luz, su madre trajo al niño de vuelta a su hogar en Wembley, y lo criaron como hijo suyo. Los «hermanos» de Paul, en realidad tÃos suyos y hermanos de su madre, habÃan dejado el hogar hace tiempo, con lo que Nurse creció como hijo único.
«Respeto profundamente a mis abuelos. Hicieron lo que pudieron por su hija y por mÃ. Mi niñez fue feliz. Sólo lo siento por mi madre, nunca me tuvo como hijo» dice Nurse. Cuando murió, encontraron junto a su cama cuatro fotos de cuatro niños. Tres de sus hijos legÃtimos. La cuarta, de Paul, quien hasta ahora nunca entendió por qué su foto también estaba ahÃ.
HabrÃa sido fácil ocultarle esta información al mundo, pero Nurse se siente feliz de contarla en público. Se lo debe a la memoria de su madre, piensa. «En aquel tiempo las cosas se hacÃan asÃ. Es terrible que a la gente se le obligara a hacer estas cosas, y me emociona que ya no sea el caso. Sólo quiero devolverle el honor a mi madre ahora».
En la vida cientÃfica de Nurse sólo hubo una obsesión. Entender cuál es la cuestión fundamental que distingue un ser vivo de algo sin vida. Decidió que la respuesta llegarÃa del estudio de cómo se dividen las células. Al fin y al cabo una célula que no se divide será pronto una célula muerta. Y dado que la división celular es un proceso vital de tal importancia, era para él de suponer que los mismos genes gobernarÃan esa división en sea cual sea el ser vivo. Desde una levadura hasta un ser humano.
Asà que diseño una serie de experimentos para comprobar precisamente eso. Los resultados confirmaron sus sospechas. En efecto, los genes controlan la división celular en las levaduras, ¡y los mismos tienen el control sobre la vida y la muerte de las células humanas!
El gran descubrimiento de Nurse y su equipo fue determinar la importancia de la Quinasa dependiente de ciclina, un grupo de proteÃnas de las que ya se conocÃa su papel en la regulación de la división celular, pero que tras su trabajo se determinó también su importancia en la transmisión del ARN mensajero, parte crucial del funcionamiento de las células eucarióticas
«Es el trabajo de un cientÃfico de primer nivel que tiene un profundo entendimiento de lo que está estudiando» dice Tim Hunt, colaborador de Nurse y co vencedor del premio Nobel en 2001.
Nurse es un tipo peculiar. Después de ganar el Nobel, sólo se le ocurrió dedicar una Ãnfima parte del premio a comprar una motocicleta. Una Kawasaki 500 que aún conduce. Eso sÃ, comparte un jet privado con el que vuela a Oxfordshire cuando puede para visitar a su familia.
A la sabidurÃa cientÃfica de Nurse hay que añadirle su inconmensurable talante. Dice que «los cientÃficos tienen que ganarse su derecho a investigar, y eso significa salir a la calle y explicarle a la gente lo que hacemos». Asà que salgamos a la calle con Nurse y hagámoslo. Merece la pena.
La fotografÃa ha sido tomada de la página en Wikipedia dedicada a Paul Nurse.