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Viernes, 8 de Abril de 2011

¡Difunde la anarquía!

¡A mí no me digas lo que tengo que hacer!


La guerra, ese gran negocio

Jueves, 7 de Abril de 2011

La energía nuclear nos devolverá al espacio

La energía nuclear lleva protagonizando la vida de Occidente más de medio siglo. Curiosamente, en cambio, nunca había sido utilizada seriamente para la carrera espacial. Curiosamente colaboran en ello las dos naciones que nos dieron la Guerra Fría.

Redacción

La Agencia Espacial Federal —Roscosmos— de Rusia y la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio —NASA— de Estados Unidos van a desarrollar un nuevo trasbordador espacial propulsado por energía nuclear, según ha informado este lunes el director de Roscosmos, Anatoli Perminov.

No solo Estados Unidos, sino también los «países con un alto nivel de tecnología de desarrollo de reactores», van a participar en el proyecto, según sus palabras. Entre dichos países figuran China, Francia, Alemania y Japón. La agencia rusa RIA Novosti precisa que las conversaciones a este respecto comenzarán el próximo 15 de abril.

El calendario fija que para el próximo año esté concluido el diseño del motor nuclear. El coste del proyecto es de 17.000 millones de rublos —más de 4.200 millones de euros—. La mayor parte de estos fondos serán facilitados por la corporación estatal atómica Rosatom.

Perminov adelantó el año pasado que los motores nucleares son un área muy prometedora, puesto que permitirán organizar viajes a Marte y a otros planetas.

En la imagen se muestra el prototipo de transbordador espacial ruso de los años 90, llamado Buran, propulsado por energía convencional, al igual que el shuttle estadounidense, pero que solo realizó un vuelo de prueba.

Visto en Europa Press. Foto de Wikimedia Commons.


Una OTAN contra las enfermedades raras

EEUU y la UE lanzan hoy un consorcio internacional para investigar las dolencias infrecuentes, que afectan a unos tres millones de personas en España. Apenas 50 de las más de 6.000 patologías olvidadas tienen cura.

Manuel Ansede

El drama se repite una y otra vez con pocas variaciones. Una familia llega con su hijo de pocos años al médico. El clínico duda, ante unos síntomas poco habituales. Normalmente, aventura un diagnóstico y mete la pata. La familia acude a otra consulta y así pueden pasar años. Cuando por fin llega el dictamen correcto, los padres del niño se encuentran con que no hay tratamiento, porque la industria farmacéutica, que no es una ONG, prefiere invertir en nuevos crecepelos o en fármacos contra la disfunción eréctil, más demandados y, por tanto, más rentables a la hora de acumular beneficios.

Esta es la radiografía actual de las llamadas enfermedades raras. Sus nombres no dicen nada: síndrome de Joubert —seis casos en España—, síndrome de Apert —80 casos—, enfermedad de Pompe —100 casos— y así una lista de entre 6.000 y 8.000 dolencias infrecuentes. Por separado, se podría decir que no le importan a nadie, más allá de las familias de los afectados. Sin embargo, juntas suman una cifra que asusta y hace inexplicable este desin-terés generalizado: en España, tres millones de personas viven con una enfermedad rara, con menos de cinco casos declarados por cada 10.000 habitantes.

Esta desesperanzadora situación podría empezar a cambiar desde ya. EEUU y la UE lanzan hoy el mayor asalto de la historia contra estas dolencias olvidadas. Representantes de la Comisión Europea y de los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU se reúnen hoy en la ciudad estadounidense de Bethesda para impulsar un Consorcio Internacional de Investigación de Enfermedades Raras. Su objetivo es muy ambicioso: encontrar un tratamiento para 200 de estas dolencias y desarrollar herramientas diagnósticas para todas ellas. Sería dar un salto de gigante. Hoy hay tratamiento para apenas medio centenar de estas enfermedades y algunas no tienen ni siquiera nombre. Sin embargo, el objetivo, de momento, es un brindis al sol. En la reunión de Bethesda, que se cierra el viernes, habrá que empezar a desvelar los detalles de este consorcio, entre ellos uno de los importantes: el dinero.

El director del Instituto de Investigación en Enfermedades Raras del Instituto de Salud Carlos III, Manuel Posada, quita hierro al asunto económico. «Acudimos a una reunión donde se van a discutir los pormenores del consorcio, que no está todavía creado y que empezará a fraguarse de forma más o menos legal una vez que se aprueben sus bases», explica. Ni siquiera Posada se cree los grandes objetivos dibujados por los impulsores del consorcio, aunque los aplaude. «Yo no creo ni que los ideólogos de este consorcio lo crean así, pero usan objetivos como los que están escritos para atraer voluntades y hacer que una idea se convierta en una realidad futura», juzga.

No obstante, el dinero sobre la mesa promete ser récord, aunque quizá no sea suficiente. En octubre, tras una reunión preparatoria en Reikiavik —Islandia—, la Comisión Europea anunció que destinaría más de cien millones de euros en 2011 a la investigación de enfermedades raras, incluyendo ensayos clínicos de productos que ya están saliendo de los laboratorios. Es la mayor inversión de la UE en este campo en su historia. Entre 1998 y 2010, el desembolso apenas superó un total de 500 millones de euros.

«Yo me atrevería a decir que incluso habrá más dinero sobre la mesa, pero es pronto para aventurarlo. Otra cosa es si es suficiente», reflexiona Posada, que ha coeditado el único libro existente sobre enfermedades raras. El otro coeditor es, precisamente, el director de la Oficina para la Investigación de las Enfermedades Raras de EEUU, impulsor del cónclave.

Sobre el presupuesto final del nuevo consorcio, Posada señala que «la tecnología está permitiendo abaratar costes de manera sorprendente, por lo que no creo que haya problemas en conocer detalles sobre las enfermedades raras». Sin embargo, el investigador es más escéptico sobre la posibilidad de extrapolar los resultados. «Determinar si un hallazgo que se descubre en unas pocas familias será válido para todas las familias con el mismo fenotipo [la manifestación visible de los genes de una persona, como el color de pelo] es más caro que la propia investigación de base», asegura.

Más en Diario Público.


Sarah Palin amiga de los niños

Parece que las nuevas generaciones no tienen del todo claras las bondades del Tea Party. O eso, o la niña ya está practicando para tertuliana.


Martes, 5 de Abril de 2011

Crear estrellas es un arte

Puede parecer una ilustración abstracta, pero se trata en realidad del complejo de estrellas en formación llamado Rho Ophiuchi, fotografiado por el telescopio WISE de la NASA. Se trata de uno de los complejos de este tipo más cercanos a la tierra. En realidad hay algo de trampa, ya que la arrebatadora variedad de colores es en realidad una representación de distintas longitudes de onda infrarrojas, la parte del espectro en la que el citado telescopio está especializada. Es la imagen inspiradora del día.

El crédito de la imagen va para NASA/JPL-Caltech/UCLA. Más información en el NASA Jet Propulsion Laboratory.


Apostate usted para esto

Una entrega más del impagable humor talibán de Mondongo Fanzine.


El debate nuclear versión prensa española

Viñeta de JRMora, mi abofeteador de conciencias de cabecera.


Lunes, 4 de Abril de 2011

El Papa tiene copyright

La Santa Sede se adapta a los nuevos tiempos. A los tiempos de la Ley Sinde, queremos decir.

Jorge E. Mújica

Un artículo publicado en Radio Vaticana el pasado 30 de marzo de 2011 comunicaba la nueva normativa referente al uso de la voz, imagen y escritos del Papa.

La decisión de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano, aprobada el 19 de marzo del mismo año, ofrece nuevas orientaciones sobre el derecho de autor respecto a la voz, imagen y, de manera especial, los escritos del Romano Pontífice.

Esta ley se hace oportuna ya que con el avanzar del mundo digital son más fácilmente distribuibles sus discursos, mensajes u homilías: «si por una parte se la mayor facilidad de difusión de datos hace más accesible el patrimonio de la información en toda parte del mundo, favoreciendo la misma obra evangelizadora, por otro precisa una mayor atención para garantizar la integridad de los contenidos, sobre todo cuando estos hacen referencia a la enseñanza evangélica o al magisterio eclesiástico».

La última ley que decía relación a este tema se remonta a 1960. Con esta actualización, «se tiene en cuenta la gran exigencia de la difusión de los textos originales del Magisterio, que toda persona de modo privado tiene la posibilidad de descagrar libremente del sitio de internet de la Santa Sede, y de difundir, porque no se trata de ganancia económica», dice la nota de Radio Vaticana.

¿Cuál es entonces la orginalidad de la ley: «consiente tutelar no nada más los derechos de difusión y reproducción, sino sobre todo la integridad y originalidad de los textos del Magisterio que, por tanto, es jurídicamente ilícito —además de éticamente reprobable— modificar».

Una aplicación práctica de esta ley llevaría, por ejemplo, a la posibilidad real de que la Santa Sede pida a un editor, incluso en internet, la corrección o retiro de un documento del Magisterio publicado para obtener remuneración económica sin autorización, o con una manipulación u omisión de la fuente original.

Junto a la ley, se ha creado la Comisión para la tutela de la propiedad intelectual que será la encargada de dar seguimiento puntual a la ley de marzo de 2011. Actualmente la gestión de la voz, imagen y palabras del Papa están gestionadas por Radio Vaticana, el Centro Televisivo Vaticano y la Librería Editrice Vaticana.

Visto en Religión en Libertad.


¿Dónde está el truco?

Incluso los ladrones tienen mucho que aprender de la Iglesia. Viñeta de Andrés Diplotti para La pulga snob.


El Hombre del Año, reloaded

«Te doy gratis información sobre las grandes empresas, y soy un villano.»

«Le doy tu información privada a las grandes empresas a cambio de dinero, y soy el Hombre del Año.»


Sábado, 2 de Abril de 2011

Gadafi es un gran cliente

Grandes hombres, grandes causas

Viñeta de Aleix Saló.


Quien no siente dolor, tampoco puede oler

La sensación de dolor, ese útil mecanismo con el que la evolución nos ha premiado para permitirnos detectar que algo funciona mal en nuestro cuerpo, se transmite por el mismo canal neuronal que las señales olfativas. Una extravagancia que los científicos sólo ahora empiezan a comprender.

Descarga o escucha el fichero MP3 o suscríbete al podcast, también en iTunes.

Ismael Valladolid

Todos conocemos perfectamente qué es el dolor. Se trata del mecanismo que utiliza el cerebro para dar a conocer al sistema nervioso que una zona de tu cuerpo está expuesta a una lesión. Esta señal dispara una serie de mecanismos con el objetivo de minimizar los daños. El dolor es por supuesto desagradable, pero su utilidad para los seres vivos es innegable. Sin dolor la vida apestaría. Lo cual se aparece como paradójico porque quienes tienen un defecto congénito que les impide sentir dolor, resulta que tampoco pueden oler nada.

Lo acaban de descubrir los investigadores. El ser humano utiliza el mismo canal de señalización en el cerebro tanto para sentir el dolor como para detectar los olores.

John Wood, del University College de Londres, ha puesto a prueba las habilidades olfativas de tres pacientes incapaces de sentir dolor. Tienen una mutación en el canal iónico de sus células sensoriales llamado Nav1.7 que envía señales dolorosas desde la piel hasta el cerebro. Es cuando ha averiguado que este canal también está activo durante la percepción del olfato. Son pacientes que carecen de este sentido.

«El resultado en humanos es evidente, no pueden oler» dice Frank Zufall de la Escuela de Medicina de la Universidad de Saarland en Alemania. Cuenta a LiveScience que «es un resultado sorprendente y completamente inesperado».

Para aprender cómo este Nav1.7 está relacionado con el olfato, Zufall y sus colegas han examinado las células del sistema olfativo humano, junto con ratones modificados genéticamente para carecer de este canal. Se han encontrado con que tanto en humanos como en ratones este canal funciona como un intérprete entre las células nasales y las cerebrales que interpretan los olores.

El canal transporta iones de sodio por las membranas de las células cerebrales, comunicándolas entre ellas. Los receptores nasales funcionan y detectan las partículas olorosas, pero esa sensación olfativa no llega al cerebro porque la cadena de señalización está rota. «La señal no atraviesa las sinápsis, así que el cerebro no recibe señales olfativas» explica Zufall.

Como humanos, no lo tenemos tan mal. Un ratón que no puede oler no puede alimentarse de niño ya que no puede encontrar a su madre. Aún si superan eso, no podrán ni evitar a los depredadores ni encontrar comida. «Es crítico para un ratón tener sentido del olfato» explica Zuffall. «En la naturaleza no podrían sobrevivir».

Se desconoce si la misma mutación podría afectar la capacidad de saborear los alimentos. El mismo canal Nav1.7 ha sido encontrado en células procesadoras de los sabores. Existe la posibilidad, pero Zufall aún no lo ha estudiado.

Dado que están comenzando a diseñarse medicamentos basados en el Nav1.7 para aliviar el dolor, es probable que nos encontremos con el efecto secundario de eliminar el sentido del olfato del paciente. Ahora nos deberíamos preguntar si por el buen vino tinto, un café recién hecho o el tabaco de pipa recién abierto, merece la pena sentir un poco de dolor.

Foto de Montse PB.


Quien no siente dolor, tampoco puede oler

La sensación de dolor, ese útil mecanismo con el que la evolución nos ha premiado para permitirnos detectar que algo funciona mal en nuestro cuerpo, se transmite por el mismo canal neuronal que las señales olfativas. Una extravagancia que los científicos sólo ahora empiezan a comprender.

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Ismael Valladolid

Todos conocemos perfectamente qué es el dolor. Se trata del mecanismo que utiliza el cerebro para dar a conocer al sistema nervioso que una zona de tu cuerpo está expuesta a una lesión. Esta señal dispara una serie de mecanismos con el objetivo de minimizar los daños. El dolor es por supuesto desagradable, pero su utilidad para los seres vivos es innegable. Sin dolor la vida apestaría. Lo cual se aparece como paradójico porque quienes tienen un defecto congénito que les impide sentir dolor, resulta que tampoco pueden oler nada.

Lo acaban de descubrir los investigadores. El ser humano utiliza el mismo canal de señalización en el cerebro tanto para sentir el dolor como para detectar los olores.

John Wood, del University College de Londres, ha puesto a prueba las habilidades olfativas de tres pacientes incapaces de sentir dolor. Tienen una mutación en el canal iónico de sus células sensoriales llamado Nav1.7 que envía señales dolorosas desde la piel hasta el cerebro. Es cuando ha averiguado que este canal también está activo durante la percepción del olfato. Son pacientes que carecen de este sentido.

«El resultado en humanos es evidente, no pueden oler» dice Frank Zufall de la Escuela de Medicina de la Universidad de Saarland en Alemania. Cuenta a LiveScience que «es un resultado sorprendente y completamente inesperado».

Para aprender cómo este Nav1.7 está relacionado con el olfato, Zufall y sus colegas han examinado las células del sistema olfativo humano, junto con ratones modificados genéticamente para carecer de este canal. Se han encontrado con que tanto en humanos como en ratones este canal funciona como un intérprete entre las células nasales y las cerebrales que interpretan los olores.

El canal transporta iones de sodio por las membranas de las células cerebrales, comunicándolas entre ellas. Los receptores nasales funcionan y detectan las partículas olorosas, pero esa sensación olfativa no llega al cerebro porque la cadena de señalización está rota. «La señal no atraviesa las sinápsis, así que el cerebro no recibe señales olfativas» explica Zufall.

Como humanos, no lo tenemos tan mal. Un ratón que no puede oler no puede alimentarse de niño ya que no puede encontrar a su madre. Aún si superan eso, no podrán ni evitar a los depredadores ni encontrar comida. «Es crítico para un ratón tener sentido del olfato» explica Zuffall. «En la naturaleza no podrían sobrevivir».

Se desconoce si la misma mutación podría afectar la capacidad de saborear los alimentos. El mismo canal Nav1.7 ha sido encontrado en células procesadoras de los sabores. Existe la posibilidad, pero Zufall aún no lo ha estudiado.

Dado que están comenzando a diseñarse medicamentos basados en el Nav1.7 para aliviar el dolor, es probable que nos encontremos con el efecto secundario de eliminar el sentido del olfato del paciente. Ahora nos deberíamos preguntar si por el buen vino tinto, un café recién hecho o el tabaco de pipa recién abierto, merece la pena sentir un poco de dolor.

Foto de Montse PB.


Quien no siente dolor, tampoco puede oler

La sensación de dolor, ese útil mecanismo con el que la evolución nos ha premiado para permitirnos detectar que algo funciona mal en nuestro cuerpo, se transmite por el mismo canal neuronal que las señales olfativas. Una extravagancia que los científicos sólo ahora empiezan a comprender.

Descarga o escucha el fichero MP3 o suscríbete al podcast, también en iTunes.

Ismael Valladolid

Todos conocemos perfectamente qué es el dolor. Se trata del mecanismo que utiliza el cerebro para dar a conocer al sistema nervioso que una zona de tu cuerpo está expuesta a una lesión. Esta señal dispara una serie de mecanismos con el objetivo de minimizar los daños. El dolor es por supuesto desagradable, pero su utilidad para los seres vivos es innegable. Sin dolor la vida apestaría. Lo cual se aparece como paradójico porque quienes tienen un defecto congénito que les impide sentir dolor, resulta que tampoco pueden oler nada.

Lo acaban de descubrir los investigadores. El ser humano utiliza el mismo canal de señalización en el cerebro tanto para sentir el dolor como para detectar los olores.

John Wood, del University College de Londres, ha puesto a prueba las habilidades olfativas de tres pacientes incapaces de sentir dolor. Tienen una mutación en el canal iónico de sus células sensoriales llamado Nav1.7 que envía señales dolorosas desde la piel hasta el cerebro. Es cuando ha averiguado que este canal también está activo durante la percepción del olfato. Son pacientes que carecen de este sentido.

«El resultado en humanos es evidente, no pueden oler» dice Frank Zufall de la Escuela de Medicina de la Universidad de Saarland en Alemania. Cuenta a LiveScience que «es un resultado sorprendente y completamente inesperado».

Para aprender cómo este Nav1.7 está relacionado con el olfato, Zufall y sus colegas han examinado las células del sistema olfativo humano, junto con ratones modificados genéticamente para carecer de este canal. Se han encontrado con que tanto en humanos como en ratones este canal funciona como un intérprete entre las células nasales y las cerebrales que interpretan los olores.

El canal transporta iones de sodio por las membranas de las células cerebrales, comunicándolas entre ellas. Los receptores nasales funcionan y detectan las partículas olorosas, pero esa sensación olfativa no llega al cerebro porque la cadena de señalización está rota. «La señal no atraviesa las sinápsis, así que el cerebro no recibe señales olfativas» explica Zufall.

Como humanos, no lo tenemos tan mal. Un ratón que no puede oler no puede alimentarse de niño ya que no puede encontrar a su madre. Aún si superan eso, no podrán ni evitar a los depredadores ni encontrar comida. «Es crítico para un ratón tener sentido del olfato» explica Zuffall. «En la naturaleza no podrían sobrevivir».

Se desconoce si la misma mutación podría afectar la capacidad de saborear los alimentos. El mismo canal Nav1.7 ha sido encontrado en células procesadoras de los sabores. Existe la posibilidad, pero Zufall aún no lo ha estudiado.

Dado que están comenzando a diseñarse medicamentos basados en el Nav1.7 para aliviar el dolor, es probable que nos encontremos con el efecto secundario de eliminar el sentido del olfato del paciente. Ahora nos deberíamos preguntar si por el buen vino tinto, un café recién hecho o el tabaco de pipa recién abierto, merece la pena sentir un poco de dolor.

Foto de Montse PB.


Quien no siente dolor, tampoco puede oler

La sensación de dolor, ese útil mecanismo con el que la evolución nos ha premiado para permitirnos detectar que algo funciona mal en nuestro cuerpo, se transmite por el mismo canal neuronal que las señales olfativas. Una extravagancia que los científicos sólo ahora empiezan a comprender.

Descarga o escucha el fichero MP3 o suscríbete al podcast, también en iTunes.

Ismael Valladolid

Todos conocemos perfectamente qué es el dolor. Se trata del mecanismo que utiliza el cerebro para dar a conocer al sistema nervioso que una zona de tu cuerpo está expuesta a una lesión. Esta señal dispara una serie de mecanismos con el objetivo de minimizar los daños. El dolor es por supuesto desagradable, pero su utilidad para los seres vivos es innegable. Sin dolor la vida apestaría. Lo cual se aparece como paradójico porque quienes tienen un defecto congénito que les impide sentir dolor, resulta que tampoco pueden oler nada.

Lo acaban de descubrir los investigadores. El ser humano utiliza el mismo canal de señalización en el cerebro tanto para sentir el dolor como para detectar los olores.

John Wood, del University College de Londres, ha puesto a prueba las habilidades olfativas de tres pacientes incapaces de sentir dolor. Tienen una mutación en el canal iónico de sus células sensoriales llamado Nav1.7 que envía señales dolorosas desde la piel hasta el cerebro. Es cuando ha averiguado que este canal también está activo durante la percepción del olfato. Son pacientes que carecen de este sentido.

«El resultado en humanos es evidente, no pueden oler» dice Frank Zufall de la Escuela de Medicina de la Universidad de Saarland en Alemania. Cuenta a LiveScience que «es un resultado sorprendente y completamente inesperado».

Para aprender cómo este Nav1.7 está relacionado con el olfato, Zufall y sus colegas han examinado las células del sistema olfativo humano, junto con ratones modificados genéticamente para carecer de este canal. Se han encontrado con que tanto en humanos como en ratones este canal funciona como un intérprete entre las células nasales y las cerebrales que interpretan los olores.

El canal transporta iones de sodio por las membranas de las células cerebrales, comunicándolas entre ellas. Los receptores nasales funcionan y detectan las partículas olorosas, pero esa sensación olfativa no llega al cerebro porque la cadena de señalización está rota. «La señal no atraviesa las sinápsis, así que el cerebro no recibe señales olfativas» explica Zufall.

Como humanos, no lo tenemos tan mal. Un ratón que no puede oler no puede alimentarse de niño ya que no puede encontrar a su madre. Aún si superan eso, no podrán ni evitar a los depredadores ni encontrar comida. «Es crítico para un ratón tener sentido del olfato» explica Zuffall. «En la naturaleza no podrían sobrevivir».

Se desconoce si la misma mutación podría afectar la capacidad de saborear los alimentos. El mismo canal Nav1.7 ha sido encontrado en células procesadoras de los sabores. Existe la posibilidad, pero Zufall aún no lo ha estudiado.

Dado que están comenzando a diseñarse medicamentos basados en el Nav1.7 para aliviar el dolor, es probable que nos encontremos con el efecto secundario de eliminar el sentido del olfato del paciente. Ahora nos deberíamos preguntar si por el buen vino tinto, un café recién hecho o el tabaco de pipa recién abierto, merece la pena sentir un poco de dolor.

Foto de Montse PB.


Jueves, 31 de Marzo de 2011

Mercurio, a la de tres di "patata"

Una sonda de la NASA obtiene la primera imagen del planeta desde su propia órbita.

Manuel Ansede

Tras un arriesgado viaje de 8.000 millones de kilómetros por el espacio, una sonda de la NASA con el peso de un toro de lidia ha logrado colarse en la órbita de Mercurio y obtener el primer primerísimo plano del planeta más caliente, denso e inexplorado del Sistema Solar, nuestro pequeño barrio en el inmenso universo. El retrato, realizado a las 11.20 del 29 de marzo y desvelado ayer, muestra un rostro antediluviano, ametrallado por meteoritos y con el cráter Debussy de protagonista, extendiéndose por el planeta como una pedrada en un cristal. Una pedrada de 85 kilómetros de diámetro.

La parte inferior de la fotografía muestra una región cercana al polo sur jamás observada por una aeronave. En las seis horas siguientes al primer clic, la sonda Messenger tomó otras 363 imágenes más, las primeras realizadas con un aparato en la órbita del planeta, a tan sólo unos 200 kilómetros de su superficie.

Es la primera vez que el ser humano mete su hocico tecnológico en la órbita de Mercurio, pero no la primera vez que se acerca al planeta más extremo de nuestro vecindario. Entre 1974 y 1975, la sonda Mariner 10 sobrevoló tres veces Mercurio, pero siempre la misma cara. Más de la mitad de la superficie del planeta escapó al ojo humano.

Los científicos esperan ahora que el álbum de fotos que ha comenzado a enviar la Messenger sirva para resolver algunas preguntas. «Ahora vemos Mercurio con otros ojos», anunció ayer en rueda de prensa Sean Solomon, físico de la Institución Carnegie de Washington y jefe científico de la misión. En su opinión, estas primeras imágenes «son sólo el primer hilillo de agua del torrente de nueva información que esperamos durante el próximo año», ha explicado.

La foto parcial de NASA es la que puedes apreciar en la mayor parte de los blogs que dan la noticia. Si quieres ver la toma completa publicada por el Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory haz clic aquí. Visto en Diario Público.


¡Sacrifica a tu hijo!

Pero, a ver, ¿tengo cara de Abraham?