¿Por qué no creo en Dios? – La comunicación científica

2.b. La comunicación científica

Al hablar de comunicación científica y sobre todo, de epistemología, quiero comenzar haciendo una aclaración: cuando digo epistemología me refiero aquí al sentido más estricto del término, o sea: al estudio de la producción y validación del conocimiento científico, no a la teoría del conocimiento en general o a la epistemología en su acepción anglosajona, la gnoseología.

La ciencia, una vez emancipada de la filosofía y de la religión, se encontró frente a la necesidad de autodefinir los parámetros de su acción y de establecer una metodología que le permitiera diferenciarse de su entorno y le diera validez científica a sus propias conclusiones. Así surgió el método científico, que, en principio, solo establece una serie de directivas de observación  que determinan a posteriori el grado de veracidad de una hipótesis. Éste nunca es absoluto; la ciencia se comunica en grados de veracidad porque se enfrenta a un problema lógico inherente a su método: el denominado problema de la inducción. El razonamiento inductivo propone  una conclusión general partiendo de una observación particular y específica, que (aún cumpliendo una serie de requisitos para ser considerada científica), no puede extenderse con un grado de certeza absoluta a todo lo que existe, puesto que todo lo que existe es inobservable. Luego de observar a diez mil cuervos negros, el enunciado "todos los cuervos son negros", sigue siendo producto de un razonamiento inductivo: todavía puede existir un cuervo blanco.

Los comentarios han sido cerrados para esta nota