Otra vez los crucifijos

Allá por el año 2002 una ciudadana italiana de origen finlandés tuvo la curiosa idea de exigir que se ponga en práctica un elemental principio de separación estado-iglesia: Que se retiren los crucifijos de las aulas del instituto de educación pública al que concurrían sus hijos en Padua.
Mientras las presentaciones se limitaron a la justicia italiana los fallos tuvieron la esperable obsecuencia con los intereses del Vaticano. Los argumentos para justificar la permanencia de los crucifijos en las aulas fueron los de costumbre, aunque tengo que reconocer que me sorprendió el nivel de desvergüenza con el que el gobierno y la justicia italianas son capaces de sostener las ideas mas absurdas con tal de seguir privilegiando a la Iglesia.

Para el año 2006 el caso había llegado al máximo Tribunal Administrativo de Italia, que justificó la decisión de seguir usando a las escuelas públicas para adoctrinar niños, afirmando que los crucifijos son "un símbolo idóneo para expresar el elevado fundamento de los valores civiles", asumiendo como verdad absoluta la idea de que un crucifijo es un símbolo moral positivo para todo ciudadano aún cuando la denunciante sostenía que "el crucifijo tiene detrás muchísimos significados negativos, a partir de la discriminación de las mujeres y los homosexuales". La idea del tribunal italiano es comparable a que un simpatizante de Boca Jrs. defienda la presencia del escudo de su equipo de fútbol en las aulas porque es un símbolo idóneo para expresar el elevado fundamento de los valores deportivos.

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