Gaddafi pide la abolición de Suiza
Hace sólo unas semanas, Muammar Gaddafi ha realizado a la ONU una propuesta oficial de abolición de Suiza, para su división en territorios lingüÃsticos que serÃan a su vez anexionados a Alemania, Francia e Italia. La moción viola los estatutos de la ONU, los cuales declaran que ningún paÃs miembro puede amenazar la integridad de otro. Sin embargo, los polÃticos suizos se muestran preocupados por la posibilidad de que Libia aproveche su presidencia anual en la ONU, la cual comienza el 15 de septiembre, para hacer más insistentes sus vitriólicos ataques a su paÃs.
La animosidad de Gaddafi hacia Suiza podrÃa parecer grotesca. O no, tratándose de un lÃder polÃtico que se aloja en tiendas de campaña rodeado de mujeres guardaespaldas durante sus viajes oficiales al extranjero. En realidad el origen de la misma es la detención de Hannibal, hijo de Gaddafi, y su mujer, por parte de la policÃa de Génova, después de ser sorprendidos por la policÃa apaleando a dos de sus sirvientes en un hotel. Dicha detención sólo duró dos dÃas pero tuvo como consecuencia el cierre de las sucursales en Libia de las multinacionales suizas Nestlé y ABB, el arresto de dos hombres de negocios suizos por irregularidades en sus VISA, la cancelación de vuelos comerciales entre los dos paÃses y la retirada de hasta 5.000 millones de dólares de sus cuentas suizas por parte del lÃder libio.
La reacción entre los suizos a la idea de Gaddafi ha sido una mezcla de ira e incredulidad. «Gaddafi gobierna un paÃs que lidera la Unión Africana, pero pierde su credibilidad cuando sale con comentarios asû dice Daniel Warner, estudioso de Ciencias PolÃticas en el Instituto Graduado de Estudios Internacionales de Génova. Otros no ven otra cosa que ironÃa. «Gaddafi quiere desmantelar Suiza porque, como él dice, no es un paÃs homogéneo. No como Libia, con dos regiones divididas por un desierto que se odian entre ellas» dice Baptiste Hurni, parlamentario socialista.
La petición de Gaddafi ha despertado en los suizos sentimientos que probablemente mantenÃan y deseaban ocultos, probablemente parecidos a los que despertarÃa una petición de anexión de Portugal a España. Los periódicos suizos se ven inundados de comentarios de sus lectores cuestionándose, no sólo la salud mental de Gaddafi, sino también de qué forma se tendrÃa que dividir el paÃs si sus comentarios fuesen tomados en serio. »Â¿Quién se quedará con Matterthorn?» pregunta un lector del diario de Laussane Le Matin. «Geográficamente está pegado a Italia, pero allà hablan alemán». Otro lector de Le Matin se muestra decepcionado por el hecho de que Austria no merezca su propio pedazo de paÃs. Un habitante de Génova, finalmente, se pregunta malvadamente si, caso de no querer formar parte de Francia, se les permitirÃa anexionarse a Quebec, provincia canadiense de habla francesa.
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La animosidad de Gaddafi hacia Suiza podrÃa parecer grotesca. O no, tratándose de un lÃder polÃtico que se aloja en tiendas de campaña rodeado de mujeres guardaespaldas durante sus viajes oficiales al extranjero. En realidad el origen de la misma es la detención de Hannibal, hijo de Gaddafi, y su mujer, por parte de la policÃa de Génova, después de ser sorprendidos por la policÃa apaleando a dos de sus sirvientes en un hotel. Dicha detención sólo duró dos dÃas pero tuvo como consecuencia el cierre de las sucursales en Libia de las multinacionales suizas Nestlé y ABB, el arresto de dos hombres de negocios suizos por irregularidades en sus VISA, la cancelación de vuelos comerciales entre los dos paÃses y la retirada de hasta 5.000 millones de dólares de sus cuentas suizas por parte del lÃder libio.
La reacción entre los suizos a la idea de Gaddafi ha sido una mezcla de ira e incredulidad. «Gaddafi gobierna un paÃs que lidera la Unión Africana, pero pierde su credibilidad cuando sale con comentarios asû dice Daniel Warner, estudioso de Ciencias PolÃticas en el Instituto Graduado de Estudios Internacionales de Génova. Otros no ven otra cosa que ironÃa. «Gaddafi quiere desmantelar Suiza porque, como él dice, no es un paÃs homogéneo. No como Libia, con dos regiones divididas por un desierto que se odian entre ellas» dice Baptiste Hurni, parlamentario socialista.
La petición de Gaddafi ha despertado en los suizos sentimientos que probablemente mantenÃan y deseaban ocultos, probablemente parecidos a los que despertarÃa una petición de anexión de Portugal a España. Los periódicos suizos se ven inundados de comentarios de sus lectores cuestionándose, no sólo la salud mental de Gaddafi, sino también de qué forma se tendrÃa que dividir el paÃs si sus comentarios fuesen tomados en serio. »Â¿Quién se quedará con Matterthorn?» pregunta un lector del diario de Laussane Le Matin. «Geográficamente está pegado a Italia, pero allà hablan alemán». Otro lector de Le Matin se muestra decepcionado por el hecho de que Austria no merezca su propio pedazo de paÃs. Un habitante de Génova, finalmente, se pregunta malvadamente si, caso de no querer formar parte de Francia, se les permitirÃa anexionarse a Quebec, provincia canadiense de habla francesa.
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