Los perritos no se van al cielo

Perro con alasLos humanos somos una consecuencia, no un fin. Somos materia que se ha condensado creando vida y conciencia mediante un proceso tan lento (15.000 Millones de años) que nuestra existencia como humanos es insignificante en comparación a su duración. Somos el resultado, no el objetivo, de un proceso evolutivo maravilloso e inevitable que poco a poco creó movimiento, complejidad y por qué no, belleza.

El astrónomo Carl Sagan resumió los últimos 2.500 Millones de años de esta evolución en un párrafo magistral ...

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Con el paso del tiempo la auto-replicación se volvió más precisa dado que las moléculas que se copiaban mejor producían más copias. La selección natural estaba en marcha. Máquinas moléculares evolucionaron lentamente, imperceptiblemente -- la vida había comenzado. Colectivos de moléculas orgánicas evolucionaron en organismos unicelulares. Estos produjeron colonias multi-celulares. Varias partes se transformaron en órganos especializados. Algunas colonias se adhirieron al fondo marino, otras nadaron libremente. Los ojos evolucionaron, y ahora el cosmos podía ver. Las cosas vivas se movieron y colonizaron la tierra. Los reptiles dieron lugar a pequeñas criaturas de sangre caliente con cerebros más grandes que desarrollaron destreza y curiosidad sobre su ambiente. Aprendieron a usar herramientas y fuego y lenguaje -- la materia estelar, las cenizas de la alquimia estelar habían emergido a la conciencia.

La otra historia

La historia alternativa, todos la conocemos. Dios pone a Ken y Barbie en el paraíso, los accesorios: plantas, animales, fósiles, millones de galaxias, soles, planetas, vienen incluídos de fábrica.

Lego y dedo de DiosDe nuevo, para ser más fieles al mito: Dios pone a Adam y Eva en el paraíso, los accesorios: plantas, animales, fósiles, millones de galaxias, soles, planetas, vienen incluídos en la creación. Les ordena textualmente (Génesis 1:28) llenar la tierra y someterla, ejercer dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.

Dentro de este mito, los animales son propiedad del hombre. Esto no son palabras antiguas que ya no tengan valor. El catecismo de la iglesia católica (P. III, S. 2, Cap. 2, Art. 7) lo explica en extenso.

p2415. Comienza con una exortación a que usar los recursos minerales, vegetales y animales juiciosamente:

Los animales, como las plantas y los seres inanimados, están por su naturaleza destinados al bien común de la humanidad pasada, presente y futura. El uso de los recursos minerales, vegetales y animales del universo no puede estar divorciado de imperativos morales. El dominio del hombre sobre lo inanimado y sobre los otros seres vivos otorgado por el Creador no es absoluto: está limitado por la preocupación por la calidad de vida de su vecino, incluyendo las generaciones venideras; requiere un respeto religioso por la integridad de la creación.

p2416. Continúa con un recordatorio de por qué hay que tratar con bondad a los animales:

Los animales son criaturas de Dios. Él los rodea con su cuidado providencial. Por su mera existencia le dan bendiciones y gloria. Por lo tanto los hombres les deben tratar con bondad. Debemos recordar la gentileza con la cual santos como San Francisco de Asís o San Filipo Neri trataban a los animales.

p2416. Indica que los animales son comida, vestimenta, herramientas, entretenimiento y material de experimentación:

Dios ha confiado a los animales bajo la administración de aquéllos a quienes creó a su imágen. Por lo tanto es legítimo usar a los animales para comer y vestirse. Pueden ser domesticados para ayudar al hombre en su trabajo y su entretención. La experimentación médica y científica en animales es una práctica moralmente aceptable si permanece dentro de límites aceptables y contribuye a cuidar y salvar vidas humanas.

p2418. Termina advirtiendo no malgastar el dinero en el cuidado de los animales:

Es contrario a la dignidad humana causar que los animales sufran o mueran innecesariamente. Es igualmente indigno gastar dinero en ellos que deba como prioridad ir a aliviar la miseria humana. Uno puede amar a los animales; uno no debe dirigirles el afecto debido solamente a las personas.

Rebelión

Albert Schweitzer cuenta en su biografía (Aus meiner Kindheit und Jugendzeit, 1957) que:

...incluso antes de entrar en la escuela, encontraba incomprensible que en mi plegaria de la mañana supuestamente debía rezar solamente por los seres humanos. Así que en la noche rezaba en secreto una plegaria que inventé yo mismo. Decía así: "Querido Dios, protege y bendice todo lo que respira, cuídalo de todo mal, y permítele dormir en paz".

Algunos piensan que "ser católico" puede ser reemplazado por "ser católico a mi manera". Pero el mito católico es fundamentalmente incompatible con el respeto por los animales, no sólo a nivel superficial. Es fundamentalmente ajeno a los derechos animales porque parte de la premisa de que el hombre es el objetivo de la creación, y los demás animales, incluso los demás primates, son solamente un accesorio.

Las religiones son instituciones de promoción de los intereses (de algunos) humanos, inventadas cientos de años atrás para organizar y someter a pueblos nómades. Los perritos no se van al cielo, tampoco al infierno. Cielo e infierno no les conciernen. Tampoco a nosotros, ni a los demás animales.

Publicado originalmente por ChaTo en Ecosofia.org. Fuentes: Cosmos, Catecismo Católico [vatican.va]. Fotos: BL1961 @ Flickr (CC), Kaptain Kobold @ Flickr (CC).

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