La vergonzosa Virgen María

Entre las machistas religiones abrahámicas, el catolicismo es para algunos una versión ligeramente más amable, porque venera la figura de María con especial interés, además de una multitud de santas y beatas para todos los gustos. Pero esta percepción debe corregirse. La alta estima que entre los católicos se concede a María no procede de un reconocimiento de las virtudes auténticamente femeninas de ese personaje, sino de una definición enfermiza del ideal de mujer.
Si María es venerada con tanta devoción, es buena idea examinar cuáles de sus atributos son los que se exaltan. A María se le elogia por haber aceptado que Yavé usara su cuerpo para traer a Jesús al mundo. En este mito el dios patriarcal se ve forzado a admitir que necesita el elemento femenino para dar vida a su hijo, pero la escena de la anunciación resta importancia a ese factor y enfatiza que el mérito de Jesús es ser conocido como "Hijo del Altísimo", no como hijo de una mortal. Aunque es María quien le hace el favor a Yavé de ejecutar la función más importante en este suceso, él prefiere describir la situación como si fuera ella quien debiera sentirse afortunada.
Luego de haber aceptado que le roben el protagonismo, María se define a sí misma como "sierva del Señor" y accede a que en su cuerpo suceda lo que a Yavé se le antoje. Así no es sorpresa que el catolicismo muestre tanto aprecio por esta mujer: es sumisa, vulnerable y dependiente; renuncia a su autonomía y con el mayor gusto se deja reducir a una posición servil. Es exactamente el modelo de mujer que el catolicismo quiere.
Pero en otro nivel la figura de María resulta aún más ofensiva para las mujeres. María es una mujer mutilada. Una madre virgen, es decir, asexual.
Todas las diosas madres del mundo antiguo eran al mismo tiempo símbolos del aspecto erótico de la feminidad y del aspecto benevolente de la fecundidad. Eran voluptuosas al tiempo que protectoras. En casos concretos, una diosa virgen, como Artemisa, estaba claramente separada del amor corporal y dedicada al cultivo de virtudes más abstractas. Pero las diosas madres eran diosas amantes. María es la primera diosa madre a quien le roban su sexualidad. Es una madre castrada, con un amor apenas bondadoso, privado del erotismo que necesariamente precede a la fertilidad.
En suma, pretender elevar a la Virgen María como ideal femenino, siendo una mujer sumisa, esclavizada y asexual, es una bofetada para las mujeres de carne y hueso.

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