Efecto Dulcinea II
Cuando VÃctor me dijo quién era realmente Atenea y quién la mujer a la que habÃa yo visto en el encuentro de lingüÃstica, todas mis esperanzas, alimentadas por la confusión de nombres y mi cabecita enferma y fantasiosa, se hicieron pinole, al igual que mi dolido cucharón. Resulta que llevaba meses pirado por la güerquilla que tenÃa más pretendientes en la escuela, asà que, casi casi habÃa que