El verdadero balance de cifras del EMF
Acaba de despegar, rumbo a su feudo italiano, el obispo de Roma. No ha sido, sin embargo, como una asunción virginal a los cielos, pues este tipo de milagros ya tiene muy poca credibilidad. Su visita relámpago ha servido como detonante para varias reacciones positivas, ya que ha acelerado –a su pesar- un proceso de laicización ya ineludible en la sociedad española, y ha puesto de relieve las posibilidades de acción de la crÃtica ciudadana, que, partiendo de la racionalidad, ha reclamado en el espacio público el derecho a la divergencia, denunciando las contradicciones, los anacronismos y el carácter retrógrado de un cierto sector del neocatolicismo. Sin olvidar, por supuesto, la sumisa disposición de alcaldesas y Presidents, el despilfarro y el presumible desvÃo de fondos públicos, la ofensiva clerical en defensa de sus privilegios históricos y la absurda e innecesaria muerte de los 42 de Jesús.
Si se trata de cifras, me inclino a considerar como las más descriptivas de este circo papólatra a los mencionados 42, pues ya se ha visto que la megalomanÃa institucional –sus American Coups, sus faraónicas locuras urbanÃsticas, su aspiración a exhibirse impúdicamente como centro de la cristiandad, etc.- es prioritaria a la inversión en las medidas de seguridad del transporte público, por ejemplo.
También habrá que recordar las 1.600 declaraciones de apostasÃa que ya empieza nuestro obispillo a rechazar, alegando que su fichero de datos no se va a someter a jurisdicciones extracanónicas, y siguiendo asà la nueva doctrina católica de la insumisión civil. Lo dijo el cardenal Levada, llamando a los cristianos a desobedecer las leyes injustas contra la familia. También en este congreso ultra participó el bueno de Law, que durante su virreinato de Boston acumuló en los cajones de su mesa más de 400 denuncias por pederastia y abusos al clero de su diócesis.
Más cifras: el previsible CERO que en la mayor parte de pequeñas empresas hosteleras marcaba el contador de la caja registradora, a causa de una ciudad cortada al transeúnte, al tráfico, sembrada de controles de policÃa, vacÃa, fantasmal. Pues sus habitantes cotidianos huyeron masivamente de ella ante las esperadas hordas de adolescentes escandalosas, familias modélicas, opusianos, gladiadores, cruzados y catecumenales que, según nos amenazaron, pasarÃan del MILLÓN Y MEDIO, pero que al parecer fueron algunos menos… Diversas estimaciones los cuentan en unos 400.000, lo que unido a la comida enlatada y a los bocadillos de tortilla que trajeron consigo los peregrinos va a hacer poco creÃble la previsión multimillonaria de ingresos que iba a traer este grotesco encuentro a la ciudad. Recordemos, sin embargo, que el propio Presidente Camps habló de beneficios inmateriales, y que la supuesta campaña de proyección turÃstica internacional de Valencia, gracias al fasto papólatra, ha constituido una de las menos rentables de la historia de la propaganda institucional. Tiempo al tiempo.
Y, por último, un par de cifras más, todavÃa ocultas en el hipotético limbo de la incertidumbre: ¿cuántos responsables polÃticos se verán obligados a dimitir cuando se conozca el coste real que hubiera supuesto implementar un sistema adecuado de control de velocidad en la lÃnea 1 del metro? Me temo que la primera cifra es inferior a uno. Para la segunda, puede que no más de 3.500 euros.
Pero ser la nueva capital de la Cristiandad, aunque sea por unas horas, bien vale una misa… de requiem.





























