El obispo que niega el Holocausto vaticina una guerra mundial
© Jesús Bastante
Publicado en Público el 10/03/2009
Si alguien esperaba que tras las sucesivas admoniciones de la Santa Sede, la Fraternidad San PÃo X o la justicia argentina, el obispo negacionista Richard Williamson darÃa marcha atrás en sus tesis, o que al menos mantendrÃa un prudente silencio, se equivocaba. El polémico prelado uno de los cuatro que excomulgó Juan Pablo II en 1988 y rehabilitó Benedicto XVI el pasado 24 de enero ha profetizado desde su blog «un nuevo 11 de septiembre», como anticipo a «una devastadora tercera guerra mundial». A su vez, vaticina «una batalla de sangre» en la Iglesia católica, devorada «por las ruinas derivadas del Concilio Vaticano II».
«El mundo occidental y sus polÃticos están tan fuera de la realidad que sólo una devastadora tercera guerra mundial podrÃa devolverlos a ella: la guerra se presentará como la única posible salida de los insolubles problemas económicos», añade el obispo ultratradicionalista, quien desde hace dos semanas se encuentra en Reino Unido, tras ser conminado a abandonar Argentina.
«Una nueva era de mártires está ante nosotros», añade el obispo en su blog, donde ve la crisis económica como «únicamente el inicio» de la trágica y definitiva gran guerra. «Otro 11 de septiembre puede ser fabricado para comenzarla», augura el obispo negacionista.
Williamson no oculta sus crÃticas a lo que denomina el «desastre de la Iglesia», en especial, tras «el Concilio Vaticano II, que ha puesto en descomposición la fe y los cerebros». Hay que recordar que, para regresar a la comunión con Roma, los obispos lefebvristas deben reconocer en su totalidad la autoridad del Concilio, algo que, por el momento, no tienen pensado hacer.
Williamson tampoco se detiene aquÃ. «La Iglesia oficial ha dejado de combatir la herejÃa, y los católicos han vuelto a combatir bestias sin cerebro en la arena», asevera el polémico prelado, para quien la Iglesia de Roma «necesita tanto amigos serios como enemigos». Respecto a la seriedad de estos últimos, afirma tajante que «no puede ser probada con meras palabras, sino con la sangre».
Publicado en Público el 10/03/2009
Si alguien esperaba que tras las sucesivas admoniciones de la Santa Sede, la Fraternidad San PÃo X o la justicia argentina, el obispo negacionista Richard Williamson darÃa marcha atrás en sus tesis, o que al menos mantendrÃa un prudente silencio, se equivocaba. El polémico prelado uno de los cuatro que excomulgó Juan Pablo II en 1988 y rehabilitó Benedicto XVI el pasado 24 de enero ha profetizado desde su blog «un nuevo 11 de septiembre», como anticipo a «una devastadora tercera guerra mundial». A su vez, vaticina «una batalla de sangre» en la Iglesia católica, devorada «por las ruinas derivadas del Concilio Vaticano II».
«El mundo occidental y sus polÃticos están tan fuera de la realidad que sólo una devastadora tercera guerra mundial podrÃa devolverlos a ella: la guerra se presentará como la única posible salida de los insolubles problemas económicos», añade el obispo ultratradicionalista, quien desde hace dos semanas se encuentra en Reino Unido, tras ser conminado a abandonar Argentina.
«Una nueva era de mártires está ante nosotros», añade el obispo en su blog, donde ve la crisis económica como «únicamente el inicio» de la trágica y definitiva gran guerra. «Otro 11 de septiembre puede ser fabricado para comenzarla», augura el obispo negacionista.
Williamson no oculta sus crÃticas a lo que denomina el «desastre de la Iglesia», en especial, tras «el Concilio Vaticano II, que ha puesto en descomposición la fe y los cerebros». Hay que recordar que, para regresar a la comunión con Roma, los obispos lefebvristas deben reconocer en su totalidad la autoridad del Concilio, algo que, por el momento, no tienen pensado hacer.
Williamson tampoco se detiene aquÃ. «La Iglesia oficial ha dejado de combatir la herejÃa, y los católicos han vuelto a combatir bestias sin cerebro en la arena», asevera el polémico prelado, para quien la Iglesia de Roma «necesita tanto amigos serios como enemigos». Respecto a la seriedad de estos últimos, afirma tajante que «no puede ser probada con meras palabras, sino con la sangre».
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