La masturbación en la mujer según el Islam



A continuación, un magnífico ejemplo de sabiduría islámica. Se trata del Sheik sunnita Yousuf Al-Qaradhaiw, al parecer muy preocupado por ciertas costumbres sexuales de la mujer musulmana.



«La masturbación femenina es más arriesgada que la masturbación masculina. La masturbación en el hombre no es tan arriesgada. A veces la mujer se mete los dedos, o incluso objetos que pueden ser peligrosos. Especialmente dado que el himen es tan sensible, y jugar con él podría rasgarlo. Esto puede exponer a la mujer ante graves acusaciones. Ella podría defenderse diciendo esto o aquello, pero no será creída. Ellos pensarán que la mujer habrá debido tener relaciones prohibidas con algunos chicos. De esta forma, la mujer queda expuesta ante acusaciones de fornicación —N. del T.; no me puedo resistir a traducir así fornication—, podría ser acusada de fornicación. Atraerá así una gran desgracia sobre ella y sobre su familia. Será un desastre. Algunos cercanos podrían incluso matarla. Porque algunos no se detienen en las fronteras de la ley religiosa. Conducidos por la envidia y la rabia podrían cometer el crimen de matar a la mujer. Obviamente, ese crimen está prohibido y sería un grave pecado. Incluso si ha fornicado, una mujer no merece ser asesinada. Como mucho, debería ser azotada, si confiesa cuatro veces o hay testigos. Así que no recomiendo a ninguna mujer a que se exponga a esto. Una mujer debe ser paciente. Las cosas que le sirven de tentación, siento decirlo, son las que unas se enseñan a otras. Una le cuenta a la otra, «he hecho esto y eso» o «he visto una película donde hacen esto y lo otro». Algunos canales de televisión, especialmente los europeos, muestran actos sexuales grotescos, inaceptables según nuestras normas, nuestros valores morales y nuestras leyes religiosas. Rechazamos esas cosas. Esas películas nudistas escandalosas. Nuestras mujeres podrían aprender cosas de esa gente. Una mujer musulmana debe comprometerse a lo que su Dios ha decretado. Debe cuidarse, rezar, temer a Dios, mantenerse ocupada. Puede leer un bonito libro, hacer las tareas de casa, unirse a la caridad, perder en suma su tiempo haciendo cosas que le sean útiles, en este mundo y en el mundo que va a venir. En lugar de obsesionarse por satisfacer sus impulsos, especialmente de una forma prohibida por su ley religiosa

Visto en Ateología

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