Baseotto y la persecución de la tolerancia

En una entrevista para La Prensa, el ex Obispo Castrense Antonio Baseotto volvió a desatar su discurso fundamentalista, disfrazado de victimismo.

Baseotto es aquel que cuando ocupaba su lugar en el aún existente Obispado Castrense, envió una carta al entonces Ministro de Salud de la Nación con la frase “la multiplicación de los abortos que usted propicia con fármacos conocidos como abortivos es apología del delito de homicidio… Cuando usted repartió públicamente profilácticos a los jóvenes, recordaba el texto del Evangelio donde nuestro Señor afirma que ‘los que escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar’”. El “recuerdo” evangélico de Baseotto no es más que otra de las burradas primitivas que dice el libro que los cristianos adoran, un recuerdo que tanto se parece a los famosos “vuelos de la muerte” de la última dictadura.

La coherencia de Baseotto es intachable, y así como enviara ese mensaje mafioso al ex ministro de Salud por sus opiniones sobre el aborto o su política anticonceptiva, así también había arremetido con anterioridad contra los judíos y luego contra los homosexuales.

En uno de los párrafos mas jugosos, ante la pregunta del periodista sobre la “persecución” del gobierno a la iglesia, el ex obispo declara:

-Sí, pero una persecución más disimulada. Porque uno se pone a pensar: propician el aborto, quieren que sea aceptada la homosexualidad, que la formación de los chicos en la escuela tenga esa orientación…Las obras de asistencia, de promoción que tiene la Iglesia, que antes se hacían de acuerdo con el Estado, ahora se restringieron. A todo lo que es moral cristiana se le trata de poner trabas. Ya no es elegante quemar iglesias. Es más sutil, pero más eficaz, destruir la forma de pensar, los principios cristianos, y por eso estamos con todo el tema de la enseñanza, lo que imponen los medios de comunicación. Eso es lo que veo como persecución de la Iglesia.

Para variar, Baseotto ve persecuciones en todo lugar donde no se le da a la iglesia los privilegios a los que están acostumbrados. Si el Estado no mantiene la moral homofóbica e intolerante de la Iglesia, Baseotto se siente perseguido. Si el Estado no participa con la Iglesia en las obras de asistencia (es el eufemismo que usan para la captura de gente aprovechando sus necesidades insatisfechas), se sienten perseguidos. Si el Estado intenta ser para todos, y no solo para los cristianos, él sostiene que es un intento por destruir la forma de pensar cristiana.

En pocas palabras, dar el mismo lugar a la Iglesia que al resto de las religiones, e incluso que a las “no religiones” es para Baseotto (y para tantos otros, para que negarlo) una persecución al catolicismo. La imposibilidad de imponer la moral cristiana es, para Baseotto, una persecución.

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