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"Tanto quien confiere el Orden Sagrado (ordena sacerdote) a una mujer como la mujer ordenada incurren en la excomunión latae sententiae (de manera automática)". Es lo que establece un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio) hecho público hoy por el Vaticano.

Se trata del decreto general Sobre el delito de ordenación sagrada de una mujer, firmado por el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal William Levada.

Esa disposición es válida también para todos los ritos en comunión con Roma, es decir, las iglesias de rito oriental que reconocen la autoridad del Papa, precisa el documento.

El texto aparece publicado en la edición de L'Osservatore Romano, el diario vespertino de la Santa Sede, que subraya que entra en vigor desde el momento de su publicación.

En años pasados mujeres de Suiza, Canadá, Estados Unidos, Austria y Alemania desafiaron al Vaticano y fueron ordenadas sacerdotes, ordenaciones que carecen de validez para la Iglesia Católica y sobre las que ahora pesa la excomunión.

Ese miedo insufrible de lo sagrado hacia la mujer (en lo que tanto se parecen cristianismo e Islam, entre otras) no deja de expresarse en su discriminación directa, siempre tratándolas como las culpables de todo y como seres inferiores. Pero como ya he dicho antes, sólo lo hacen por miedo a que desbanquen a los hombres.

Estas acciones (intolerantes, machistas...), tan propias del monoteísmo, son las que demuestran que las religiones monoteístas no pueden ser democráticas, no pueden firmar la Declaración de los Derechos Humanos, y por tanto los poderes públicos de los gobiernos democráticos no deben mantener relaciones vinculantes, a la hora de ejercer su poder, con ninguna confesión religiosa (en especial con las monoteístas).