El Jesús histórico again

¡Sorpresa! Hoy nos ocupa el tema del Jesús histórico…

¿Qué ya están hartos del tema? Pero este es un blog ateo! Los blogs ateos hablamos de cosas ateas, y la (no) existencia del Jesús histórico es un tema eminentemente ateo!

De hecho hay cantidad de ateos que no resisten la tentación de poner nervioso a un cristiano, negando la existencia de su personaje principal. Lo digo porque soy uno de ellos. Afirmar que no existió Jesús supone para el cristiano un paso atrás en el debate, alejándolos del tema de la divinidad del nazareno, para debatir algo más básico como la simple existencia de un hombre llamado Jesús (o algo similar). Y la tentación está justificada. El tema de la existencia histórica nos pone en un lugar donde tenemos mucho para ganar y nada que perder: Si Jesús no existió, el debate de su divinidad termina antes de empezar, y si existió, su divinidad sigue tan en dudas como antes.

Ahora, ¿tenemos claro de que hablamos cuando mencionamos al Jesús histórico?

La pregunta no es menor. Debatir sobre la existencia histórica de un Anakin Skywalker cuyo verdadero nombre era otro, que no tenía relación alguna con La Fuerza, que no vivió en Tatooine, que no se dejó seducir por el Lado Oscuro, y que no tuvo hijos, siendo que la única fuente que menciona su biografía más o menos detalladamente dice todo lo contrario, es una discusión estéril (por ser generoso).  Lo mismo ocurre si quitamos a Jesús todos sus atributos, empezando por supuesto por los divinos, pero también poniendo en duda su nombre, su importancia en la época, su discurso, su crucifixión, su fecha de nacimiento, hermanos, etc.

El hecho de que, asumiendo que los evangelios no son una fuente creíble, nos quede una idea débil y muy borrosa de Jesús, es un indicio de que más allá de esos documentos no hay mucho que agregar, lo que no es un gran comienzo para los que pretenden defender existencia del Jesús humano. Aún así, nadie puede negar la posibilidad de que haya existido en algún lugar de Galilea algún hombre parecido a James Caviezel, pero no creo que esto sea lo que se intenta defender.

El listado de las fuentes “no-cristianas” sobre la vida de Jesús es más controvertido que extenso. El hecho de que son tardías, vagas y confusas parece sugerir la primera pista sobre Jesús, y es que si existió, no fue alguien importante para la época. De las poquísimas fuentes no-bíblicas que puede obtenerse información de Jesús, quizás la más frecuentemente citada por los cristianos es la de Flavio Josefo.

En los libros 18 y 20 de Antigüedades Judías, escritos en los últimos años del Siglo I, Josefo menciona un candidato a ser el Jesús que los evangelios luego divinizan. Es ya un cliché que una de las dos es, al menos en parte, una falsificación cristiana al texto original.

El texto dice algo así como “Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, si es lícito llamarlo hombre, porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y a muchos gentiles. Era el Cristo. Delatado por los principales de los judíos, Pilatos lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, porque se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él. Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos.” Antigüedades judías18:3:3.

Uno de los cuestionamientos más fuertes a este texto, es que parece estúpido que alguien de una religión que no reconoce la divinidad de Jesus, afirme que éste es el Cristo de las profecías y que hizo milagros tales como resucitar. Esto lo confirma Orígenes dos siglos más tarde, afirmando que Josefo no creía que Jesús sea el Mesías. Entre los que afirman que esta cita es totalmente cierta y totalmente falsa, están quienes sostienen que fue interpolada en parte, aunque dan crédito a aquellas partes que mencionan a un Jesús humano. La interpolación es más evidente cuando se revisan otras versiones, antiguas no copiadas desde la mencionada de Eusebio de Cesarea.

La segunda tiene más visos de seriedad, pero de ella solo podemos saber que tenía un hermano llamado Santiago. O más bien, que Santiago tenía un hermano llamado Jesús, porque en realidad el fragmento se ocupa de Santiago y no de Jesús. Paralelamente, pone en peligro el dogma católico de la virginidad de María, salvo que Santiago también haya sido engendrado por la paloma mensajera.

Tácito es otra fuente citada frecuentemente para probar que existió un señor llamado Jesús. Hacia el año 116, escribe:

“Por tanto, para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos que el vulgo llama ‘cristianos’, [un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien, bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente la nociva superstición se extendió de nuevo no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo”. (Anales 15.44)

A cerca de este texto, Earl Doherty escribió “No es probable que esto sea resultado de la búsqueda en algún archivo, porque los romanos difícilmente mantenían registros de las incontables crucifixiones alrededor del imperio, remontándose a casi un siglo atrás. Además, Tácito no es conocido como un investigador profundo, que se ilustra por el hecho de que se equivoca al asignarle el título a Pilato. Algunos eruditos reconocen que la “información” de Tácito probablemente vino de rumores populares e interrogatorios policiales de cristianos; esto habría sido en un momento en el cual la idea de un fundador histórico había obtenido arraigo en Roma.”. A esto podemos agregar que Tácito no se refiere a Jesús por su nombre (como cabría esperar para el Jesús histórico) sino a Cristo (christus) que no es más que un calificativo que los judíos utilizaban para sus profetas y sacerdotes y que pudo ser aplicado a cualquiera de ellos.

Plinio el Joven (por no decir que ya tenía 50 añitos por lo menos) escribió a comienzos del Siglo II una carta al emperador Trajano, en la que decía algo así como “…le cantan himnos a Cristo con perseverancia e inflexible obstinación.“. Por supuesto, esto en todo caso prueba la existencia de cristianos, pero no de un Cristo, lo mismo que ceremonias a los dioses de le lluvia no prueban la existencia de los dioses de la lluvia, pero si de sus devotos.

En la misma linea, Suetonio vuelve a mencionar a los cristianos unos años después, aunque como Plinio, evita mencionar nada de la vida de Jesus (o Cristo), dejando cuanto mucho, probada la existencia de cristianos, pero no la del Jesús real. De este último autor hay una mención a “un tal Chrestus” sobre el que parece que hay que hacer un gran esfuerzo imaginativo para relacionarlo con Cristo, en particular porque los hechos mencionados se ubican en Roma, y alrededor de 20 años después de la supuesta crucifixión de Jesús. Pero aún así, asumiendo que ambos mencionan a Jesús como ese Cristo, nada se menciona sobre su vida.

Tan oscura y pobre es la información que nos llega, que se han lanzado cantidad de hipótesis, por ejemplo proponiendo que Jesús fue en realidad un profeta llamado Yahoshuah BenYossef nacido 90 años antes de Cristo (o más bien, antes que él mismo).

El resumen es entonces: Asumiendo que Jesús existió, sabemos, de fuentes medianamente confiables, que tuvo al menos un hermano, que fue un predicador local, que fue crucificado, y que dejó un grupo de gentes que lo adoraban. Por supuesto que no hay menciones históricas sobre milagros, sucesos atronómicos fabulosos, muertos resucitados ni nada de eso. Ni siquiera se encuentran reportes sobre sucesos ordinarios (aunque horrorosos) narrados en la biblia como la matanza de Herodes, aún cuando había historiadores opuestos a él, dispuestos a contar cada uno de sus “errores”. Como mucho, estamos discutiendo la existencia histórica de una persona notablemente intrascendente en su tiempo, que vivió en un villorrio llamado Galilea, que se dedicó a predicar como cientos de otros, que terminó sus días crucificado como otros miles. Lo poco que se puede reconstruír de Jesus no alcanza para hacer siquiera un pobre perfil de su vida. Y el silencio, difícil de explicar sobre una figura pretendidamente tan importante, de tantísimos personajes e historiadores de la época, nos deja más dudas que certezas.

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