Proponen disolver el Obispado Castrense

El tema no es nuevo. El ex presidente (ahora “Primer Caballero”) lo había planteado cuando el ex Obispo Baseotto hizo gala de su intolerancia cristiana insinuando que el ministro de salud debería ser arrojado al mar con una piedra atada al cuello, por su opinión sobre el aborto y sus políticas anticonceptivas (sin mencionar las posteriores apreciaciones sobre los judíos que el mismo Baseotto expresara unos meses después)

Si bien las relaciones del gobierno nacional y la Iglesia parecían haber mejorado con el enroque en la pareja presidencial, el rechazo de la Santa Sede al propuesto embajador Iribarne, recordaron al ejecutivo que el Obispado Castrense había quedado vacante desde el desplazamiento de Baseotto, y que es una buena oportunidad para deshacerse de él.

A esto podemos sumar las declaraciones de Pedro Candia, “administrador apostólico del Obispado Castrense”, que al parecer no tiene muy claro el tema de la separación entre el estado y la Iglesia, y sostiene que “Al recibir estos sables bendecidos, los gendarmes se constituyen en centinelas y defensores de la Patria y, en ella y por ella, del Dios de nuestros padres, en cuya Fe hemos sido bautizados; de su Iglesia, por la que nos llega la gracia en forma de sacramentos; y de cada uno de los habitantes de este suelo, quienes sólo pueden dormir tranquilos si se saben seguros, bien cuidados“. Como atenuante, debemos reconocer que no parece fácil tener clara la diferencia entre Iglesia y Estado, siendo que dentro de una institución como las FFAA se encuentra un apéndice de la Iglesia Católica.

En este contexto, ya está en el Congreso Nacional el proyecto de ley para disolver el Obispado, aunque no se descarta un decreto que evite el calentamiento social que generaría el debate sobre el tema. En un país en el que Iglesia y Fuerzas Armadas tienen una triste historia en común, esto, aún cuando por ahora sean solo palabras, no deja de ser una buena noticia. De paso, hace un “poco más” realidad la utopía del estado laico, sin preferencias por unas creencias sobre las otras.

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