Perturbaciones gravitatorias vs. Perturbaciones astrológicas

Dentro de la lista de supersticiones más antiguas y extendidas podemos nombrar (posiblemente luego de la religión) a la astrología.

La idea es archiconocida: La posición de los astros al momento del nacimiento influyen en las características de la persona y/o en los sucesos futuros que le toque vivir. Algunos llegan a extender esto a empresas, paises, u otros colectivos. Ejemplo, la posición de los astros en la boda influye en el futuro del matrimonio.
La lista de argumentos en contra de la astrología suele ser extensa, pero en particular hay una variante que me interesa porque no solo nos muestra como se construye esta superstición con mentiras sobre mentiras, sino que también como contrapartida nos enseña como funciona la verdadera ciencia, y porqué es más confiable.
Vamos a asumir que existe una influencia planetaria sobre nuestra personalidad, y vamos a comparar esta influencia con otra conocida y probada científicamente: La gravedad.
Ubiquémonos hace varios siglos, cuando astrología y astronomía eran lo mismo, donde no estaba claro que tipo de influencias podrían existir entre el cielo y nosotros, y donde apenas conocíamos el firmamento por lo que veíamos a simple vista sin poder medir demasiado con precisión.
Sabemos que por esos tiempos la idea más aproximada del universo que podían tener es la de la Tierra como una esfera alrededor la que giraban otras siete: la Luna, el Sol, y cinco planetas.
Obviamente en ese contexto, toda relación entre ciertos hechos y los astros solo podía ser establecida respecto a los siete conocidos. Esto vale tanto para la influencia astrológica, la gravitatoria o cualquier otra que deseen.
A medida que el tiempo pasa, y la relación se confirma, vamos obteniendo más confianza en dicha relación, y empezaremos a construir reglas o leyes en base a ellas.
Así, si empezamos a advertir cierta regularidad en el movimiento planetario, y su estudio nos permitirá ir comprendiéndolo, y tal comprensión nos dará la posibilidad incluso predecir nuevos sucesos, que una vez cumplidos aumentarán nuestra confianza. Es entonces cuando, luego de advertir cierta regularidad en el movimiento planetario y sus influencias, los astrólogos van construyendo sus “relaciones” (influencias astrológicas”), y los físicos las suyas (influencias gravitatorias).
Imaginemos que luego de un tiempo, adquirimos la suficiente confianza en la relación “si ocurre A, entonces también ocurre B”. Un día advertimos que si bien parece que ocurre A, no sucede exactamente B.
Tenemos varias cosas en las que podemos desconfiar. Primero, volvamos a revisar B, pero resulta que verificamos una y otra vez que B no ocurre tal como esperábamos. Entonces, o empezamos a desconfiar de la relación de la que estábamos tan seguros, o dudamos de que A esté ocurriendo tal como creíamos.
Para poner un ejemplo real:
Luego de tiempo de observar, medir, y calcular, Newton pudo llegar a encontrar una relación que describía de manera muy exacta la fuerza gravitatoria con las posiciones y masas de los planetas. A partir de ello, y dadas ciertas posiciones, velocidades iniciales y conociendo las masas, podríamos estimar la posición de los astros en cualquier momento solo aplicando sus fórmulas. Cualquiera (con conocimientos de cálculo matemático) podía verificar que tal relación se cumple en la realidad, y así con el tiempo fuimos tomando confianza en el descubrimiento de Newton. Pero claro, nos fuimos poniendo más puntillosos, afinando el lápiz, y las diferencias no tardaron en aparecer.
Algunos planetas no se comportaban de la manera esperada, especialmente Urano, cuyas diferencias entre la posición real y la que la teoría predecía era importante. Entonces, o bien había algún problema con la teoría, o bien la teoría está bien, y algo que no conocemos está afectando el movimiento de Urano. Se hicieron los cálculos para ajustar las diferencias, intentado determinar que haría falta para que Urano se mueva tal cual se movía en la realidad, y se determinó que la diferencia podría explicarse con algún cuerpo del tamaño de otro planeta moviéndose por determinada región del cielo. Con toda la expectativa se dirigieron los telescopios a dicha región, y efectivamente encontraron ahí un planeta que terminó llamándose Neptuno. Una historia parecida iba suceder unos años después con Plutón.
En resumen, el conocimiento preciso sobre las influencias gravitatorias nos permitió en menos de 300 años no solo determinar el movimiento exacto de los astros, predecir eclipses, estimar las masas de los planetas, etc., sino que también nos mostró que nos estaban faltando piezas del rompecabezas. Esa es la utilidad de un conocimiento cuando es sólido y confiable.

¿Qué tiene que ver todo esto con la astrología?

Me pregunto: ¿Cómo es que durante miles de años se pudo construir una teoría que “funcionaba” bien, sin conocer más de cinco planetas? ¿No encontraban los astrólogos diferencias entre lo que la teoría predecía (las cartas astrales, los horóscopos, etc) y lo que realmente sucedía? ¿O es que los planteas y satélites descubiertos luego no afectan a nuestras vidas?

Parece razonable que si conocemos una teoría que describe la relación entre A y B, y conocemos A, deberíamos ser capaces de predecir B. Si B no sucede tal cual esperábamos, entonces o no conocemos la relación, o no conocemos bien A. Mas aún, si determinamos B y la teoría es buena, nos puede ayudar a determinar bastante bien como debió ser A para que B suceda tal como sucedió. Bien… en nuestro caso, la teoría que funcionó para determinar A no fue la astrología. Ahora, ¿cómo puede a partir de un conocimiento incompleto de A predecir B, y sobrevivir tan campante cuando se conoce A mas profundamente?

La respuesta parece clara.
La influencia astral en nuestras vidas se reduce a casi nada. La diferencia que la existencia de Urano hace a mi vida es que si no existiera, simplemente no estaría hablando de él. Pero no puede deducirse la existencia de un planeta porque los nacidos bajo el signo de géminis no se comportan de la manera que la teoría astrológica indica. Evidentemente se necesita una teoría realmente sólida para esto. Por esto, y por algunos otros argumentos que iré explicando con el tiempo, es que afirmo que la astrología es un fraude.

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Perturbaciones gravitatorias vs. Perturbaciones astrológicas

Dentro de la lista de supersticiones más antiguas y extendidas podemos nombrar (posiblemente luego de la religión) a la astrología.
La idea es archiconocida: La posición de los astros al momento del nacimiento influyen en las características de la persona y/o en los sucesos futuros que le toque vivir. Algunos llegan a extender esto a empresas, paises, u otros colectivos. Ejemplo, la posición de los astros en la boda influye en el futuro del matrimonio.
La lista de argumentos en contra de la astrología suele ser extensa, pero en particular hay una variante que me interesa porque no solo nos muestra como se construye esta superstición con mentiras sobre mentiras, sino que también como contrapartida nos enseña como funciona la verdadera ciencia, y porqué es más confiable.
Vamos a asumir que existe una influencia planetaria sobre nuestra personalidad, y vamos a comparar esta influencia con otra conocida y probada científicamente: La gravedad.
Ubiquémonos hace varios siglos, cuando astrología y astronomía eran lo mismo, donde no estaba claro que tipo de influencias podrían existir entre el cielo y nosotros, y donde apenas conocíamos el firmamento por lo que veíamos a simple vista y ni siquiera teníamos forma de medir nada con mucha precisión.
Sabemos que por esos tiempos la idea más aproximada del universo que podían tener es la de la Tierra como una esfera sobre la que giraban otras siete: la Luna, el Sol, y cinco planetas.
Obviamente en ese contexto, toda relación entre ciertos hechos y los astros solo podía ser establecida respecto a los siete conocidos. Esto vale tanto para la influencia astrológica, la gravitatoria o cualquier otra que deseen.
A medida que el tiempo pasa, y la relación se confirma, vamos obteniendo más confianza en dicha relación, y empezaremos a construir reglas o leyes en base a ellas.
Así, si empezamos a advertir cierta regularidad en el movimiento planetario, y su estudio nos permitirá ir comprendiéndolo, y tal comprensión nos dará la posibilidad incluso predecir nuevos sucesos, que una vez cumplidos aumentarán nuestra confianza. Es entonces cuando, luego de advertir cierta regularidad en el movimiento planetario y sus influencias, los astrólogos van construyendo sus "relaciones" (influencias astrológicas"), y los físicos las suyas (influencias gravitatorias).
Imaginemos que luego de un tiempo, adquirimos la suficiente confianza en la relación "si ocurre A, entonces también ocurre B". Un día advertimos que si bien parece que ocurre A, no sucede exactamente B.
Tenemos varias cosas en las que podemos desconfiar. Primero, volvamos a revisar B, pero resulta que verificamos una y otra vez que B no ocurre tal como esperábamos. Entonces, o empezamos a desconfiar de la relación de la que estábamos tan seguros, o dudamos de que A esté ocurriendo tal como creíamos.
Para poner un ejemplo real:
Luego de tiempo de observar, medir, y calcular, Newton pudo llegar a encontrar una relación que describía de manera muy exacta la fuerza gravitatoria con las posiciones y masas de los planetas. A partir de ello, y dadas ciertas posiciones, velocidades iniciales y conociendo las masas, podríamos estimar la posición de los astros en cualquier momento solo aplicando sus fórmulas. Cualquiera (con conocimientos de cálculo matemático) podía verificar que tal relación se cumple en la realidad, y así con el tiempo fuimos tomando confianza en el descubrimiento de Newton. Pero claro, nos fuimos poniendo más puntillosos, afinando el lápiz, y las diferencias no tardaron en aparecer.
Algunos planetas no se comportaban de la manera esperada, especialmente Urano, cuyas diferencias entre la posición real y la que la teoría predecía era importante. Entonces, o bien había algún problema con la teoría, o bien la teoría está bien, y algo que no conocemos está afectando el movimiento de Urano. Se hicieron los cálculos para ajustar las diferencias, intentado determinar que haría falta para que Urano se mueva tal cual se movía en la realidad, y se determinó que la diferencia podría explicarse con algún cuerpo del tamaño de otro planeta moviéndose por determinada región del cielo. Con toda la expectativa se dirigieron los telescopios a dicha región, y efectivamente encontraron ahí un planeta que terminó llamándose Neptuno. Una historia parecida iba suceder unos años después con Plutón.
En resumen, el conocimiento preciso sobre las influencias gravitatorias nos permitió en menos de 300 años no solo determinar el movimiento exacto de los astros, predecir eclipses, estimar las masas de los planetas, etc., sino que también nos mostró que nos estaban faltando piezas del rompecabezas. Esa es la utilidad de un conocimiento cuando es sólido y confiable.

¿Qué tiene que ver todo esto con la astrología?
Me pregunto: ¿Cómo es que durante miles de años se pudo construir una teoría que "funcionaba" bien, sin conocer más de cinco planetas? ¿Acaso los otros planetas no afectaban en nuestras vidas como los conocidos, de manera de que las posibles perturbaciones que generan puede hacer inferir a los avezados astrólogos que algo falta tener en cuenta?
Si bien es curioso no solo como la astrología se sostiene como método luego del cambio brutal que tuvo el conocimiento del firmamento en estos siglos, mucho más lo es que sus defensores no sean capaces de aplicar la teoría en la que dicen confiar para advertir errores en el conocimiento tal como se muestra en el ejemplo de Urano. La física aplica el conocimiento, y si verifica alguna irregularidad esta es usada para detectar y corregir nuestra idea del universo. La astrología parece no ser capaz de encontrar irregularidad alguna, aún cuando evidentemente hay factores que deberían estar afectando los resultados que la teoría dice predecir.
La respuesta parece clara.
La influencia astral en nuestras vidas se reduce a casi nada. La diferencia que la existencia de Urano hace a mi vida es que si no existiera, simplemente no estaría hablando de él. Pero no puede deducirse la existencia de un planeta porque los nacidos bajo el signo de géminis no se comportan de la manera que la teoría astrológica indica. Evidentemente se necesita una teoría realmente sólida para esto. Por esto, y por algunos otros argumentos que iré explicando con el tiempo, es que la astrología es que afirmo que la astrología es un fraude.

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