La apuesta de Pascal
Usted tiene dos cosas que perder: la verdad y el bien, y dos cosas que comprometer: su razón y su voluntad, su conocimiento y su bienaventuranza; y su naturaleza posee dos cosas de las que debe huir: el error y la miseria. Su razón no está más dañada, eligiendo la una o la otra, puesto que es necesario elegir. He aquà un punto vacÃo. ¿Pero su bienaventuranza? Vamos a pesar la ganancia y la pérdida, eligiendo cruz (de cara o cruz) para el hecho de que Dios existe. Estimemos estos dos casos: si usted gana, usted gana todo; si usted pierde, usted no pierde nada. Apueste usted que Él existe, sin titubear. Pensamientos. Blaise Pascal (1670)
Este texto es conocido por muchos como “ La apuesta de Pascal“. Básicamente se plantea los dos escenarios posibles a cada una de nuestras dos posibles respuestas a la pregunta ¿Dios existe?
Entonces tenemos estas cuatro posibilidades:
- Creemos que Dios existe y efectivamente existe.
- Creemos que Dios existe pero no existe.
- No creemos que Dios existe y efectivamente no existe.
- No creemos que Dios existe, pero si existe.
Por supuesto que el planteo es bastante débil, y pueden encontrarse por internet varias crÃticas a su apuesta. Algunas plantean que el supuesto implÃcito de que es tan posible que Dios existe o no, no es correcto (o dicho de otro modo, las posibilidades no son 50 y 50%). Otras dicen que la creencia en Dios no garantiza lo que Pascal llama “buenaventuranza” ya que queda resolver cual es el Dios que existe (podemos creer en uno, y resulta que el que existe es otro). Finalmente parece razonablemente claro que Pascal no tiene ningún interés aquà en argumentar en favor de la existencia de Dios. Solo se conforma con mostrar que conviene creer, sin importar si tienen el menor sentido o no. Alguna de las crÃticas fue bautizada
La apuesta de Smith
Estos argumentos, como muchos, no son tan extendidos como la creencia en Dios. Quiero decir, la mayorÃa de los que creen en Dios no lo hacen porque fueron convencidos por la apuesta de Pascal. Incluso posiblemente la mayorÃa de ellos no tiene ni puñetera idea ni de la apuesta de Pascal, ni de las cinco vÃas tomistas, y ni que hablar de las refutaciones respectivas. Pero sin conocerlas, utilizan frecuentemente algunas de sus ideas, de una forma que no deja de asombrarme.
Lo que queda claro es que, la Apuesta de Pascal funciona: Creer “por las dudas” es algo muy difundido entre la gran mayorÃa de los creyentes, aún cuando es raro que lo reconozcan. Total, si Dios no existe, no hay nadie que me pueda castigar por el error, y si en cambio existe, ¿Cómo justifico el hecho de haberme pasado una vida negándolo?. El acuerdo generalizado no es casual. Las religiones se han preocupado durante milenios de dejar bien en claro que cosas conviene creer y que cosas no. Y no solo eso: Las consecuencias de estar del lado de los perdedores no es como en el fútbol, alguna chanza el lunes luego del partido y ya. Las maldiciones divinas (curiosamente muy similares a las humanas) por no haber llegado, luego de un proceso intelectual honesto, a la conclusión de que Dios existe, sobran, tanto en las escrituras sagradas de cada una de las religiones, como en las tradiciones orales de las mismas. La idea de Dios parece clara: “Si no logro convencerte por las razón, una buena cuota de miedo puede solucionarlo”.
Un ejemplo en términos humanos puede buscarse en la polÃtica. Un candidato que, en lugar de intentar convencer al electorado con buenas propuestas se limita a decir “El que no me vota será torturado durante todo mi gobierno”. Los cuatro posibles escenarios son los que salen de combinar “votarlo” y “no votarlo” con “el candidato gana” y “el candidato no gana”. Si lo votamos, gane o pierda no perdemos nada. Pero si no lo votamos (aún cuando honestamente creamos que no es la mejor opción) nos arriesgamos a sufrir la tortura por el tiempo que dure su mandato. De nuevo, lo que en términos humanos decimos que es una simple y vulgar extorsión, o de concretarse es una cruel dictadura, viniendo de Dios es un acto de amor y misericordia infinitas.
Entonces, asumiendo que la apuesta de Pascal no prueba la existencia de Dios ¿Podemos si, asumir que prueba que no perdemos nada en creer en él? Todo depende que valor demos a los principios y las convicciones. Si no damos ningún valor, como parece ser el caso de los que dan crédito a la apuesta, efectivamente no perdemos nada, y cambiar de opinión según conveniencias es una buena idea. Ahora, los que sostenemos ideas aún sabiendo que no nos va a resultar cómodo, pero preferimos dormir tranquilos con nuestra consciencia siendo coherentes entre nuestras creencias y nuestras convicciones, dejar de lado la dignidad de defender lo que honestamente creemos razonable no es la idea que tenemos de “hacer negocio”. Hacer a un lado nuestras ideas construidas sobre lo que consideramos razonable, renunciando a ellas solo para evitar las amenazas divinas, lejos de ganar la apuesta es perder todo antes de jugar.





























