4 de December del 2007
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Vivimos en una sociedad que valora el esfuerzo.
Por ejemplo, no sorprende que entre dos personas que alcanzaron éxitos similares, admiremos más a aquella que empezó más de abajo, con menos recursos, que más luchó por llegar.
Elogiamos el esfuerzo, la superación, la constancia, el trabajo duro, y en cambio no damos demasiado valor a los logros gratuitos, los triunfos regalados o “caÃdos del cielo”. Inicluso valoramos a aquellos que pueden superarse, mejorar, perfeccionarse en base al trabajo, al constancia y el esfuerzo.
Algo similar ocurre con el temor. No tener miedo no es de valiente, sino de incosciente. El verdadero valor es el de quién teniendo miedo y siendo consciente de su debilidad, se sobrepone. Tanto en el deporte como en la vida en general simpatizamos con aquel que da pelea sabiendo que está en inferioridad de condiciones, y no lo hacemos con los que tienen la batalla ganada sin esfuerzo alguno.
Todas estas costumbres difundidas en nuestra sociedad tienen para muchos una gran excepción: Dios.
Admiran al punto de adorar a un ser que es lo que es sin esfuerzo alguno. Desde que existe, lo tiene todo. No conoce el sufrimiento, la miseria, la pobreza. No tienen necesidades. Si quiere algo, lo tiene. Si no lo quiere, pues lo evita. Es dueño de dictar las leyes que quiera. Su bondad no es parte de un esfuerzo por hacer el bien, sino que es su única alternativa, porque Él es el Bien por definición. Sabe que no tiene nada a que temer. Todas sus batallas están ganadas sin siquiera esfuerzo. No tiene razón para temer ni siquiera a la muerte, porque no puede morir. Sabe que él solo es más poderoso que todo el resto junto.
La pregunta entonces es: Cuál es el mérito? Qué virtud ven en Dios como para adorarlo?.
Tengo una sospecha, pero claro, es solo una hipótesis:
Creo que más que adorar a un ser extraordinario (pero que no hizo nada para ganárselo) la actitud de los creyentes es la de caerle simpático al poderoso. Como aquellos que en el trabajo saben el jefe es un inútil y es jefe porque el hermano es el dueño de la empresa, pero que asà y todo lo adulan y se amigan con él para asegurarse la simpatÃa del poder.
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4 de December del 2007
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Vivimos en una sociedad que valora el esfuerzo.
Por ejemplo, no sorprende que entre dos personas que alcanzaron éxitos similares, admiremos más a aquella que empezó más de abajo, con menos recursos, que más luchó por llegar.
Elogiamos el esfuerzo, la superación, la constancia, el trabajo duro, y en cambio no damos demasiado valor a los logros gratuitos, los triunfos regalados o "caÃdos del cielo". Inicluso valoramos a aquellos que pueden superarse, mejorar, perfeccionarse en base al trabajo, al constancia y el esfuerzo.
Algo similar ocurre con el temor. No tener miedo no es de valiente, sino de incosciente. El verdadero valor es el de quién teniendo miedo y siendo consciente de su debilidad, se sobrepone. Tanto en el deporte como en la vida en general simpatizamos con aquel que da pelea sabiendo que está en inferioridad de condiciones, y no lo hacemos con los que tienen la batalla ganada sin esfuerzo alguno.
Todas estas costumbres difundidas en nuestra sociedad tienen para muchos una gran excepción: Dios.
Admiran al punto de adorar a un ser que es lo que es sin esfuerzo alguno. Desde que existe, lo tiene todo. No conoce el sufrimiento, la miseria, la pobreza. No tienen necesidades. Si quiere algo, lo tiene. Si no lo quiere, pues lo evita. Es dueño de dictar las leyes que quiera. Su bondad no es parte de un esfuerzo por hacer el bien, sino que es su única alternativa, porque Él es el Bien por definición. Sabe que no tiene nada a que temer. Todas sus batallas están ganadas sin siquiera esfuerzo. No tiene razón para temer ni siquiera a la muerte, porque no puede morir. Sabe que él solo es más poderoso que todo el resto junto.
La pregunta entonces es: Cuál es el mérito? Qué virtud ven en Dios como para adorarlo?.
Tengo una sospecha, pero claro, es solo una hipótesis:
Creo que más que adorar a un ser extraordinario (pero que no hizo nada para ganárselo) la actitud de los creyentes es la de caerle simpático al poderoso. Como aquellos que en el trabajo saben el jefe es un inútil y es jefe porque el hermano es el dueño de la empresa, pero que asà y todo lo adulan y se amigan con él para asegurarse la simpatÃa del poder.
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