El miedo católico a que Dios no exista


Capítulo I: El placebo de la fe

«Digámoslo ahora de manera muy sencilla: el hombre necesita a Dios, de lo contrario queda sin esperanza. Visto el desarrollo de la edad moderna, la afirmación de san Pablo citada al principio (Ef 2,12) se demuestra muy realista y simplemente verdadera. Por tanto, no cabe duda de que un « reino de Dios » instaurado sin Dios –un reino, pues, sólo del hombre– desemboca inevitablemente en « el final perverso » de todas las cosas descrito por Kant: lo hemos visto y lo seguimos viendo siempre una y otra vez. Pero tampoco cabe duda de que Dios entra realmente en las cosas humanas a condición de que no sólo lo pensemos nosotros, sino que Él mismo salga a nuestro encuentro y nos hable. Por eso la razón necesita de la fe para llegar a ser totalmente ella misma: razón y fe se necesitan mutuamente para realizar su verdadera naturaleza y su misión»



Encíclica Spe Salvi, de Benedicto XVI



Capítulo II: Paranoia





La Liga Católica de Estados Unidos lanzó una campaña contra la película La Brújula Dorada porque asegura que “conduce a los niños al ateísmo”.
El filme, que se estrena mundialmente la próxima semana, está protagonizado por Nicole Kidman y Daniel Craig y, como el libro Luces del Norte sobre el cual se hizo la adaptación, retrata un mundo paralelo en el que unas criaturas llamadas “daemons” portan el alma de las personas.
La polémica surge a raíz de que en ese mundo imaginario el poder está en manos del Magisterium, una orden religiosa que ahoga la individualidad y controla las almas de los niños, actitud contra la que se erige la pequeña Lyra Belacqua, poseedora de la brújula dorada que da nombre a la película que contiene la verdad suprema.
La Liga Católica de Estados Unidos contempla esta premisa como una voluntad de «promover el ateísmo y denigrar la cristiandad a los ojos de los niños», según explica en su página web su presidente, Bill Donohue.
Además, Donohue pide a los cristianos «alejarse de esta película, porque sabe que incitará a leer los libros» y agrega que «padres ingenuos que llevan a sus hijos a ver la película pueden ser impulsados a comprar los tres libros como regalo de Navidad».
La difusión que otorgaría el éxito del filme al material literario es lo que preocupa a los conservadores más que el contenido de la propia película. Los estudios New Line, que invirtieron alrededor de 150 millones de dólares, se encargaron de enfocar a un público mayoritario.
No obstante, con el anuncio de la productora de que, si la taquilla apoya este filme, se realizará la adaptación de la trilogía completa, la Liga Católica avisa de que las secuelas serían más dañinas para la comunidad religiosa: «El segundo libro es más explícito en su odio al cristianismo que el primero, que a nuestro juicio es el menos ofensivo, mientras que la tercera entrega es la más flagrante».
Daniel Craig, que interpreta en la película al aventurero Lord Asriel, expresó al diario británico The Times que «hay un derecho básico a discutir esas cosas, sobre todo si se tiene en cuenta cómo va el mundo». Y remató: «Hay que poder discutir acerca de la fe».

«Si Dios existe, está avergonzado»

La trilogía La Materia Oscura –formada por Luces del Norte (1995), que inspiró a La Brújula Dorada; La Daga (1997) y El Catalejo Lacado (2000) entronca en la tradición de alegorías fantásticas de Tolkien (El Señor de los Anillos) o C.S. Lewis (Las Crónicas de Narnia) y su primer volumen fue elegido por los británicos como el tercer mejor libro de los últimos 25 años. Philip Pullman, el autor, reclamó la abolición de las viejas leyes británicas contra la blasfemia que protegen a la Iglesia Anglicana. En su página web ironiza: «No sé si Dios existe o no. Pero si se mantiene invisible es porque está avergonzado de sus seguidores. Yo, si fuera él, no querría saber nada con ellos».

(Artículo de Manuel González Oliva, publicado en La Capital).

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