Al monte se va con botas. Cómo no enseñar FilosofÃa.
Leo en un libro de FilosofÃa de 1º de Bachillerato (Bien Pensado, ed. Alhambra):
"Las ciencias naturales incurren a veces en errores lógicos: argumentos incorrectos desde el punto de vista de la lógica.
"El esquema de argumentación que utiliza la verificación de una hipótesis es lógicamente incorrecto pues incurre en una falacia de afirmación del consecuente. Veámoslo con un ejemplo:
"1. Si llueve, las calles están mojadas.
"2. Las calles están mojadas.
"3. Por lo tanto, ha llovido."
Y el autor, Javier Pérez Carrasco, se queda tan campante.
Uno puede decir que las afirmaciones de la ciencia, siendo que dependen de la verificación empÃrica, no pueden ser nunca deducidas lógicamente. Nos referimos a las afirmaciones acerca de los hechos o de las leyes y teorÃas cientÃficas. Nadie nunca ha negado tal cosa. Pero esto dista mucho de ser una falacia lógica, pues nunca se hace la afirmación que critica JPC.
Tal vez lo que se quiere decir es que las hipótesis que concuerdan con los observables se aceptan con mayor probabilidad que las que no concuerdan (si las calles están mojadas la hipótesis de que haya llovido gana puntos frente a la alternativa de que no haya llovido, siempre a la espera de dar o quitar puntos según tengamos más información). Pero esto no se dice. Ni una palabra acerca de la inferencia estadÃstica, que es un modelo formal en el que se muestra la lógica escrupulosa y nada falaz de este tipo de afirmaciones, que son las cientÃficas.
Un profesor quiere hablar de validación de hipótesis sin hablar (¿sin saber?) de inferencia estadÃstica. Eso es echarse al monte sin botas.
¿Cuándo ocurrió que la filosofÃa quedó en manos de la gente de letras? La filosofÃa, desde sus inicios ha sido siempre una disciplina de ciencias (que no entre aquà el que no sepa geometrÃa). En algún momento, sobre todo en la Europa continental y, sobre todo, en España, quedó en manos de gente anumérica, salvo honrosas excepciones.
La filosofÃa debe plantear preguntas, cuestionar actitudes, proponer maneras de vivir, buscar hilos conductores en el pensamiento,... Muy poco de este quehacer se puede tratar sin la ciencia. Las preguntas corren el riesgo de ser ridÃculas y las crÃticas de caer, digamos, fuera de tiesto.