El chantaje que no era


Se habla a menudo del chantaje emocional (en la pareja, entre padres e hijos) y del chantaje de una de las partes en un proceso de negociación (así, se habla muchas veces del chantaje nacionalista). Chantaje, que, según el RAE, significa extorsión, en sus dos acepciones:

1. Amenaza pública de difamación o daño semejante que se hace contra alguien, a fin de obtener de él dinero u otro provecho.

2. Presión que, mediante amenazas, se ejerce sobre alguien para obligarle a obrar en determinado sentido.

Así que sólo apurando mucho la segunda acepción podrá entenderse como chantaje, por muy emocionales que nos pongamos, si un niño se empeña en un berrinche si no recibe lo que desea. Tampoco lo será buscar un quid pro quo en una negociación.

No me importa que viejas palabras cobren nuevos significados, pero sí que la carga emocional de los viejos significados se una a los nuevos. En una negociación política legítima no hay amenazas serias, violentas. En una llorera no hay difamaciones.

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