Asà se vende el Diseño Inteligente
J.M. Hernández
Los creacionistas disfrazados de «nuevos cientÃficos del diseño inteligente» acusan constantemente a la ciencia oficial de irracionalidad, dogmatismo y censura, cuando no llaman directamente mentiroso a todo el que ose hablar de evolución. En su afán de desterrar la palabra evolución del diccionario cambiaron hace tiempo el discurso religioso que fracasó tan estrepitosamente hacia lo que pretenden vender como una «teorÃa cientÃfica», el Diseño Inteligente. Vestidos con batas blancas —aunque sean abogados o tenderos—, claman contra el demonio evoutivo encarnado en la figura de Charles Darwin, de igual forma que lo hacÃan con las brujas en siglos pasados: mintiendo, malinterpretando y manipulando la opinión pública.
Viene esta diatriba a que casualmente me he pasado hoy por la página de una tal «Organización Internacional para el Avance CientÃfico del Diseño Inteligente» —ahà es nada—, y me he entretenido en leer una nota perpetrada por Felipe Aizpún, el cual visito brevemente este humilde blog hace unos dÃas y al que tardó poco en agotársele el fuelle. La nota en cuestión se titula «Las especies intermedias desaparecidas», y en ella pretende criticar la obra Why evolution is true, de Jerry A. Coyne.
El repertorio es el tÃpico, discurso insultante para comenzar y frase sacadas de contexto para ser malinterpretadas y a partir de ahà construir una crÃtica hacia una argumentación inexistente, al menos por parte de Coyne.
Bastante indignado —y no entiendo porque me sigue indignando el comportamiento de este tipo de escritores—, me he entretenido en escribir un comentario, suponiendo que pasarÃa a moderación eternamente, cual fornicador en purgatorio. Sin embargo, la estratagema censuradora me ha sorprendido: el sistema da un mensaje que reza «Disculpa, debes identificarte para escribir un comentario«. Lógicamente, he pensado que habÃa olvidado poner mi nombre, pero no: nombre, correo electrónico real y página web. Vuelvo a intentarlo con el mismo resultado: «Disculpa, debes identificarte para escribir un comentario». No, no, si yo disculpo, pero leche, me estoy identificando rellenando todos los datos que pedÃs, sólo me falta el DNI electrónico, pero no hay hueco en el formulario para ello.
Se me ocurre que igual esta página odia tanto a Mozilla Firefox como a Richard Dawkins, asà que pruebo con Internet Explorer, y el maldito navegador de Microsoft coincide por una vez con Firefox: «Disculpa, debes identificarte para escribir un comentario«. Me empiezo a mosquear. Tres cuartas con Ópera y con el Chrome. Esto ya huele. Puede ser un problemilla puntual del servidor, pero también es posible que por eso ningún artÃculo tenga ni un sólo comenterio.
Me resigno, creo que de nuevo he vuelto a ser demasiado inocente. Dudo que esta gente quiera debatir ni comentar nada, tan solo lanzar sus homilÃas sin obtener respuestas que puedan incomodar. Creo que esta página no es más que otro púlpito de iglesia sin espacio para la crÃtica, eso de lo que tanto acusan al «darwinismo».
Más en La Ciencia y sus Demonios.
Los creacionistas disfrazados de «nuevos cientÃficos del diseño inteligente» acusan constantemente a la ciencia oficial de irracionalidad, dogmatismo y censura, cuando no llaman directamente mentiroso a todo el que ose hablar de evolución. En su afán de desterrar la palabra evolución del diccionario cambiaron hace tiempo el discurso religioso que fracasó tan estrepitosamente hacia lo que pretenden vender como una «teorÃa cientÃfica», el Diseño Inteligente. Vestidos con batas blancas —aunque sean abogados o tenderos—, claman contra el demonio evoutivo encarnado en la figura de Charles Darwin, de igual forma que lo hacÃan con las brujas en siglos pasados: mintiendo, malinterpretando y manipulando la opinión pública.
Viene esta diatriba a que casualmente me he pasado hoy por la página de una tal «Organización Internacional para el Avance CientÃfico del Diseño Inteligente» —ahà es nada—, y me he entretenido en leer una nota perpetrada por Felipe Aizpún, el cual visito brevemente este humilde blog hace unos dÃas y al que tardó poco en agotársele el fuelle. La nota en cuestión se titula «Las especies intermedias desaparecidas», y en ella pretende criticar la obra Why evolution is true, de Jerry A. Coyne.
El repertorio es el tÃpico, discurso insultante para comenzar y frase sacadas de contexto para ser malinterpretadas y a partir de ahà construir una crÃtica hacia una argumentación inexistente, al menos por parte de Coyne.
Bastante indignado —y no entiendo porque me sigue indignando el comportamiento de este tipo de escritores—, me he entretenido en escribir un comentario, suponiendo que pasarÃa a moderación eternamente, cual fornicador en purgatorio. Sin embargo, la estratagema censuradora me ha sorprendido: el sistema da un mensaje que reza «Disculpa, debes identificarte para escribir un comentario«. Lógicamente, he pensado que habÃa olvidado poner mi nombre, pero no: nombre, correo electrónico real y página web. Vuelvo a intentarlo con el mismo resultado: «Disculpa, debes identificarte para escribir un comentario». No, no, si yo disculpo, pero leche, me estoy identificando rellenando todos los datos que pedÃs, sólo me falta el DNI electrónico, pero no hay hueco en el formulario para ello.
Se me ocurre que igual esta página odia tanto a Mozilla Firefox como a Richard Dawkins, asà que pruebo con Internet Explorer, y el maldito navegador de Microsoft coincide por una vez con Firefox: «Disculpa, debes identificarte para escribir un comentario«. Me empiezo a mosquear. Tres cuartas con Ópera y con el Chrome. Esto ya huele. Puede ser un problemilla puntual del servidor, pero también es posible que por eso ningún artÃculo tenga ni un sólo comenterio.
Me resigno, creo que de nuevo he vuelto a ser demasiado inocente. Dudo que esta gente quiera debatir ni comentar nada, tan solo lanzar sus homilÃas sin obtener respuestas que puedan incomodar. Creo que esta página no es más que otro púlpito de iglesia sin espacio para la crÃtica, eso de lo que tanto acusan al «darwinismo».
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