Una imagen distorsionada vale menos que 435 palabras
El problema es que, de momento, la mayorÃa de los canales y un buen número de DVD’s todavÃa emiten o están grabados en formato 4:3, mientras que las pantallas de los nuevos televisores guardan las proporciones 16:9.
Un pequeño cálculo indica que 4:3 es la misma proporción que 12:9 o que 16:12 y, de ninguna manera, la misma que 16:9. El formato panorámico16:9 tiene 1/3 más de ancho que la proporción 12:9 o, lo que es lo mismo, el formato panorámico 16:9 tiene 1/4 menos de alto que la misma proporción 16:12 (que es la 12:9 y que es la 4:3).
Esto quiere decir que un programa en formato 4:3 tendrá todas las imágenes achatadas un 25% respecto de su proporción real si se fuerza a caber en el formato panorámico. Todas las figuras humanas serán caricaturas chaparritas de sus versiones reales.
Por supuesto, si la imagen original está en formato panorámico y se empeña uno en hacerla caber en el formato 4:3, el resultado serán figuras como las de los cuadros del Greco.
Pues bien, al tener un televisor de pantalla panorámica, parece que el instinto o qué se yo, nos hace querer rellenarla, a pesar de la flagrante distorsión. Tenemos una tecnologÃa con la que podemos ver mejor las imágenes y, al final, las vemos peor. O eso pienso yo, que sufro en bares y casas ajenas en las que los ojos de los videntes no parecen percatarse de la distorsión.
Una explicación alternativa es que, percatándose, les guste más el efecto “rellenado de pantalla†y eso les compense. Dudo esto último, porque ya me he topado con quien ahora cree que la imagen está distorsionada cuando no ve a estas figuras achatadas. ¡No quiero ni pensar lo que pasará con las pantallas 21:9 que ya están en el mercado!
En fin, que todo es una metáfora de cómo tendemos a adaptar la realidad (la imagen emitida) a nuestros prejuicios (el tamaño de nuestra pantalla).