Siete es poco
ArtÃculo tomado de CrÃtica Digital
Un alto dignatario de la Iglesia advirtió que los siete pecados capitales resultan escasos. Y es que es hora de evitar macanas tales como dañar al medio ambiente, dedicarse a la manipulación genética, consumir drogas o enriquecerse.
Los pecados capitales ya no son siete y con la nueva lista Bill Gates se estarÃa yendo derecho al infierno (el propio Vaticano también). A los clásicos lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia, que dieron letra tanto a La Divina Comedia como a Seven, la pelÃcula con Brad Pitt, se les suman los “nuevos pecados sociales”. Según palabras de Monseñor Gianfranco Girotti, director de la PenitenciarÃa Apostólica, el organismo católico encargado de velar por las confesiones y las indulgencias de la Iglesia, los fieles deberán tener en cuenta otras faltas graves a la hora de su examen de conciencia: el daño ambiental, la manipulación genética, el narcotráfico, el consumo de drogas y la acumulación de riqueza.
Casualmente, Girotti hace unos dÃas declaró el estado de alarma porque cerca del 60 por ciento de los católicos no se confiesan. “Uno ofende a Dios también cuando daña el medio ambiente, participa en experimentos cientÃficos dudosos y de manipulación genética, acumula excesivas riquezas, consume o trafica drogas, y ocasiona pobreza, injusticia y desigualdad social”, declaró el hombre en un artÃculo publicado en L’Osservatore Romano, el periódico oficial del Vaticano.
Guillermo Marcó, ex vocero del Arzobispado de Buenos Aires, prefiere ser cauteloso con esta nueva lista. “No es que al publicarse una nueva nómina se van a aplicar como una ley. Son más bien una aclaración sobre cómo abordar temas de siempre. El avance del tiempo amerita que estas cuestiones se tengan en cuenta y yo creo que es un intento del Vaticano para ser más didáctico”.
Los siete pecados capitales tradicionales fueron compilados por el Papa Gregorio I alrededor del año 600. En la Biblia no hay una referencia ni un listado donde figuren de manera explÃcita, por lo que fueron elaborados a partir de trabajos eclesiásticos y literarios. Curiosamente, Gregorio I habÃa enumerado ocho. El último era la vanagloria, que fue eliminado por Santo Tomás de Aquino.
Para Alberto Bochatey, director del Instituto de Bioética de la UCA, lo que se pone en juego con las declaraciones de Girotti no son sólo pecados que rigen para los creyentes sino cuestiones que están atravesadas por una dimensión atropológica. “En la sociedad vivimos creyentes y no creyentes, por lo que no se pueden hacer actos que perjudiquen a toda la sociedad en nombre de la laicididad, como tampoco en nombre de la regliosidad. Y como hoy hay situaciones nuevas que tienen que ver, por ejemplo, con la ecologÃa humana, se ve que el Vaticano ha querido hacer un llamado de atención para decir que no se trata de temas cientÃficos, sino que son cuestiones que traen consecuencias a toda la sociedad y que todos somos responsables”.
Precisamente Cristina Ferreyra, Coordinadora de Argatea (Asociación Civil de Ateos en Argentina), acude a ese mismo argumento para rechazar la postura del Vaticano. “Lo que haga el Vaticano con sus pecados, a nosotros no nos interesa, el problema es cuando interfiere en cuestiones públicas. Yo creo que forma parte de su lucha contra el relativismo, en la que meten todo en la misma bolsa: el libre pensamiento, los razonamientos del laicismo, a los gays, el aborto, los avances cientÃficos. Todos los temas que ellos no entienden, que vienen de la ciencia y del razonamiento, los envuelven en una definición nueva que ahora llaman “pecados sociales”.
Para los que vislumbraron una luz de aggiornamiento en la Iglesia católica, habrÃa que decir que en realidad se trató de un chispazo fugz. Ni católicos ni detractores de las acciones del Vaticano hablan de modernización. “La Iglesia basa su doctrina en tres cosas: en la Biblia, en la tradición y en el magisterio, o sea, las enseñanzas. El magisterio siempre se actualiza, y estas son las cuestiones traÃdas por la coyuntura. No hay ninguna modernización”, enfatizó Marcó.
Guillermo Cartasso, dirigente católico laico, coincide: “Esto no es más que una explicitación de lo que ya dice el catecismo de la Iglesia Católica, sólo que el Vaticano se expresa según los signos de los tiempos. Por ejemplo: la Iglesia estuvo desde siempre preocupada por la naturaleza y por el principio de la vida, y como somos respetuosos del medio ambiente, queremos que el niño por nacer se geste en un ambiente natural, de ahà la condena a la manipulación genética”.
Ferreyra, de Argatea, tampoco cree que se trate de un aggiornamiento clerical. “A mà me parece que no es una modernización, sino que es una forma de tapar su incapacidad de captar más creyentes. TendrÃan que mantener su creencia en lo privado y dejar que se legisle desde el laicismo, donde todas las religiones tengan su lugar”.
Lo cierto es que con esta nueva lista no se salva casi nadie -el que en su vida diaria no provoque daño ambiental que tire la primera piedra-, por lo que no parece ser buen negocio acercarse al confesionario en estos tiempos. A no ser que el sacerdote esté dispuesto a escuchar desde el número uno en el ranking de multimillonarios de Forbes -Warren Buffet- hasta el ama de casa que lava los platos con detergente no biodegradable.





























