Reverencias a reliquias de Juan Pablo II son actos "macabros" y "manipuladores", dicen


Martes 30 de agosto del 2011


En medio de expresiones de fanatismo, las reliquias de Karol Wojtyla salieron de la nunciatura por avenida Insurgentes para llegar a la Basílica de Guadalupe.

Quienes feligreses que acuden a ver las reliquias de Juan Pablo II a la Basílica de Guadalupe –una gota de sangre del beato y un fajín que le perteneció– saben que el pontífice murió hace seis años, pero aun así la figura de cera que lo representa y porta sus reliquias los hace sentir que “está vivo”, los alegra, y algunos se conmueven hasta las lágrimas, porque esta “nueva presencia” del pontífice es el equivalente a una “sexta visita a México”.

Para analistas de las religiones y creyentes no concurrentes la exposición de un fluido del Papa, una prenda pontificia y una figura de cera colocada dentro de urna transparente en postura similar a la de un cadáver, raya en lo “macabro”, lo “morboso”, en la “manipulación de las creencias”, “desvirtúa la fe” y es un “insulto a la inteligencia”.

Nada de esto experimentaron ayer Nora Rodríguez, religiosa de la orden Hijas de María Inmaculada de Guadalupe, y las fieles Audelina Escobedo, Petra Fonseca, Nelly Ávila y Estela González, quienes acudieron a la Basílica y calificaron la jornada como “un día de bendición muy especial, de dicha, emocionante”.

“Es “tenerlo aquí, vivo entre nosotros”, dijo Nora, mientras Audelina comentó: “Es lo máximo estar con el santo Papa, como si lo tuviéramos vivo y presente entre nosotros”. Petra señaló: “para todos los mexicanos no ha muerto: está presente en nuestros corazones” y Nelly, quien vino de Tizayuca, Hidalgo, afirmó: “Es una sexta visita a México; le voy a pedir por mi familia”. Estela confió en que el pontífice le conceda un “milagro”.

Elio Masferrer Kan, antropólogo y presidente de la Asociación Latinoamericana para el Estudio de las Religiones, consideró que con esta práctica “la Iglesia católica está apelando a los sentimientos mágicos de la gente; busca subir el rating eclesial, porque está desesperada y echa mano a lo que sea, incluso a la adoración de una figura de cera, idolatría que se condena en el Antiguo Testamento en la veneración del becerro de oro”.

Criticó que “en lugar de hacer más trabajo pastoral” recurra a estas estrategias que “explotan” la imagen papal ante la “falta de carisma” de los actuales jerarcas católicos.

Josué Tinoco Amador, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana- Iztapalapa, especialista en asuntos religiosos, consideró que esto es una “estrategia política, más que religiosa”, que busca acrecentar la fe con prácticas de antaño, “cuando circulaban supuestos clavos de la cruz de Jesús y ladrillos de su casa”.

Tomado de la Jornada, por Carolina Gómez Mena, 26 de agosto de 2011 p. 46

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