Reliquias

En el siglo VII Luitprand, rey de los lombardos, pagó una enorme suma de dinero a cambio de algunos trozos del cuerpo embalsamado de San Agustín, que se hallaba en poder de los bárbaros. En el siglo VIII, Carlomagno regaló a la abadía de Charroux el santo prepucio del Niño Jesús, entregado al emperador por un ángel. En el siglo XII doña Sancha, la hermana de Alfonso VII, regaló a los monjes del Císter un dedo de San Pedro, obtenido durante una peregrinación a Roma. En 1150, Thierry de Alsacia recuperó en Palestina y donó a una iglesia de Brujas una ampolla con sangre de Cristo. De San Ambrosio a Felipe II -que reunió más de 800 vestigios en el monasterio de El Escorial- Europa conoció un activísimo comercio de reliquias, entre las que se incluían las más delirantes y escatológicas: la leche de la Virgen María, el sudor de San Miguel, los cabellos de Magdalena, las muelas de San Cristóbal y hasta una pluma del Espíritu Santo. En septiembre de 2007 la empresa Celebrity Skin and Bodily Fluids, con sede en Los Angeles (California), anunció la comercialización de sus nuevos productos: desechos personales de hombres y mujeres famosos. Entregados al cliente en envases transparentes herméticamente cerrados, la oferta es irresistible: se puede comprar orina de Mike Tyson por 12,75 dólares, saliva de Robin Williams por 25 y excrementos de Robert Downey Jr. por 33. Más en Santiago Alba Rico y Amaya García, para Kaos en la Red, 08.11.08.

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