QUE DIGAN MISA



Da gusto ir a misa últimamente.
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Si lo haces en Granada (y el Señor te ha bendecido con el regalo de haberte hecho varón), sales de allí con unas ganas tremendas de coger a la primera chica que te encuentres (y que haya abortado, of course), para "abusar de su cuerpo con licencia absoluta, sin límites". Era digno de ver cómo empezaban a abultar, entre la feligresía de la catedral granadina, las escasas braguetas masculinas que aún no habían pasado la pitopausia, al resonar entre las columnas y bóvedas del magnífico templo, y entre los huesos parietales de sus libidinosos cráneos, las procaces palabras del arzobispo: "¡Sin límites..., sin límites..., sin límites...!"
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Si, en cambio (o además, que ya es potra), vas a la misa de la Epifanía en Roma (y el Demonio te ha engatusado para convertirte en un científico), con lo que sales es con la gran satisfacción espiritual que da el saber que tus investigaciones tienen que estar abiertas a "ulteriores revelaciones y llamadas divinas". Vamos, que el día menos pensado se te aparece una estrella errante encima del matraz y la retorta, y siguiéndola pasito a pasito terminas colocando regalos por la noche en las casas de los niños, soportando por arte de magia un frío de la puta madre a base de los chupitos que dejan los padres, y saltando de ventana en balcón gracias a unos camellos malolientes alimentados por pajes ataviados con pantalón de culera ceñida (de esos de los que un arzobispo sueña con abusar sin límites... sin límites... sin límites).
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En fin, todo sea por la glorificación del abuso de las abortistas (y supongo que, ya de paso, de toda chica un poco progre, o sea, de las que no van a las manifas kiko-roucales), y de la astrología como vía para la iluminación.
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Aunque yo me conformaría con glorificar un poquito más la tesis de que la ciencia, por supuesto, no es "autosuficiente" en sentido moral, sino que, como toda actividad humana, está sujeta al respeto a los derechos fundamentales. Tampoco es "autosuficiente" en sentido epistemológico, pero eso significa tan sólo que es falible, no que necesite de ayudas provenientes de la mitología, azteca, zoroástrica, o judeo-romana.
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Más:
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Enrólate en el Otto Neurath

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